El concepto de “sororidad” busca un cambio en las relaciones entre mujeres. Parte de la idea de que es necesaria una alianza para luchar contra un sistema que nos oprime: vernos como hermanas para así empoderarnos todas. Pero para llegar a esta definición fue necesario reconocer la rivalidad e incluso la misoginia interiorizada que existe entre nosotras.
Misoginia interiorizada:
La misoginia es el odio hacia la mujer y todo lo relacionado con ella. Si creemos que somos manipuladoras, débiles, tontas, irracionales, y asociamos todo lo que se considera “femenino” a estas características, estamos siendo misóginas.
¿Cuántas veces hemos visto en películas, libros, novelas o incluso entre nosotras, a mujeres rechazando elementos o actitudes “femeninas”, desprestigiándolas y queriendo ser diferentes? La típica frase “no quiero ser como las demás”.
Es necesario aclarar que esto no significa que el hecho de que una mujer que rechace, por ejemplo, el color rosa, asociado a lo femenino, sea misógina. Lo es cuando cree que será superior al hacerlo, o como dijimos anteriormente, que quienes lo usan son tontas, débiles o con poco carácter.
Otros ejemplos de misoginia interiorizada son las críticas por el uso excesivo de maquillaje (o por el contrario, por no utilizarlo), el juzgar la vida sexual de las demás, e incluso el avergonzarse de admitir que estamos menstruando.
Rivalidad:
La competitividad entre nosotras se nos inculca ya en nuestra infancia, hasta el punto de hacernos creer que la otra es nuestra enemiga. Un claro ejemplo se ve en novelas de adolescentes donde existen grupos como las “populares” y las “divinas”, que se encuentran en constante enfrentamiento por conquistar a un chico o por ver quién es la que resalta más. También es muy común ver las figuras de “nerds” y “porristas” enfrentadas en películas estadounidenses.
La rivalidad se refleja en una constante sensación de estar en una carrera contra las demás por ver quién tiene más dinero, quién es la más bella, quién tiene una mejor casa o familia, quién tiene mejor pareja y quién tiene un puesto de trabajo superior, entre otras cosas.
Es obvio que no todas vamos a tener los mismos gustos y preferencias, tampoco ideologías o religiones, ni pertenecer a las mismas culturas o etnias, pero esto no quiere decir que seamos rivales entre nosotras.
Sororidad:
Es cierto que vivimos en una sociedad donde es necesario competir de forma constante para progresar, pero esto llevado al extremo solo crea diferencias entre nosotras que nos alejarán de nuestra lucha: la lucha feminista.
La antropóloga Marcela Legarde explicó en una conferencia sobre la “sororidad” que esta es una “política diseñada por mujeres feministas en el mundo con la intención de darnos herramientas, recursos, habilidades y capacidades para transformar las relaciones que pueden llegar a ser de enemistad entre las mujeres, en relaciones que puedan ser mitigadas”.
La “sororidad” es una forma de hacer política al considerar que entre nosotras existe un vínculo de hermandad, que buscamos los mismos fines y que estamos para apoyarnos entre nosotras.
Sororidad, sororité, sororità, sisterhood; en resumen, lo traducimos en hermandad.
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