«Lo que me ven hacer es lo mismo que hace cada niño palestino»

Al igual que Katniss Everdeen en Los juegos del hambre, Ahed Tamimi es una joven de dieciséis años cuya figura se ha convertido en el símbolo de la resistencia de un grupo oprimido.

Sin embargo, podemos encontrar una diferencia fundamental entre la protagonista de la famosa trilogía y la activista palestina: mientras –en la ficción– la primera contaba con arco y flechas para defenderse, Ahed enfrenta –en la realidad– con sus propias manos a soldados israelíes armados.

En un video que se ha vuelto viral en las últimas semanas, grabado el 15 de diciembre pasado en la localidad cisjordana de Nabi Saleh, se puede ver a la joven que se acerca junto a su prima Nor Nayi Tamimi, de 21 años, a dos soldados que están ocupando provocativamente el patio de su casa.

Ese mismo día le habían dispararan en la cabeza a su primo de 15 años, Mohamed Tamimi, quien se encuentra internado desde entonces. En el video, Ahed los echa a patadas y empujones, mientras gente a su alrededor captura la escena con teléfonos celulares. Tres días después del suceso, ambas mujeres y la madre de la activista fueron detenidas.

«Lo que me ven hacer es lo que hace cada niño palestino, sólo que yo tengo la suerte de tener una cámara cerca».

La confrontación ocurre en medio de un clima social de protesta que se enmarca, a su vez, en la tercera intifada: una serie de levantamientos que se suceden desde el 8 de diciembre contra la última declaración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien decidió reconocer públicamente a Jerusalén como capital de Israel.

Esta postura por parte del gobierno estadounidense ha sido muy cuestionada en Medio Oriente y en muchos países de Occidente, debido a que dicho acto incita el estallido de la violencia latente entre las partes, en lugar de promover una resolución pacífica del conflicto.

La adolescente, nacida en 2001, creció en un ambiente de resistencia. Su familia se encuentra al frente de la protesta contra la ocupación de Israel en sus tierras. Su padre, Bassem Al-Tamimi, es un activista que organiza manifestaciones contra los colonos en su localidad.

En este contexto, Ahed participa desde sus once años de las marchas que se llevan a cabo cada viernes en su poblado y, asimismo, fue retratada en otras ocasiones enfrentando soldados de las FDI, como en 2012 cuando evitó el arresto de su hermano mordiendo el puño de un oficial que lo acusaba de haber arrojado piedras al ejército.

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Resulta importante destacar, además, la significación que adquiere el accionar de Ahed ya que no sólo impacta su valor, su corta edad y su figura femenina (tan polémica para culturas conservadoras como las de Medio Oriente) sino también lo inteligente de construirse comunicativamente como un ícono de lucha.

El periodista israelí Gideon Levy lo deja en claro en su último artículo Tres razones por las que una adolescente palestina está volviendo loco a Israel:

«Israel despertó de su sueño enojado: ¿Cómo se atreve? Las tres víctimas de los bárbaros disparos no interesaban a los israelíes y los medios ni siquiera se molestaron en informar sobre ellos. Pero la bofetada (y patada) de Tamimi provocó furia. ¿Cómo se atreve a abofetear a un soldado del ejército de Israel? Un soldado cuyos compañeros abofetean, golpean, secuestran y, por supuesto, disparan a los palestinos casi todos los días.  

Realmente es audaz Tamimi. Rompió las reglas. Golpear está permitido solo para los soldados. Ella es la verdadera provocación, no el soldado que invadió su casa. Ella, que tiene tres parientes cercanos asesinados por la ocupación, cuyos padres han sido detenidos incontables veces y cuyo padre fue condenado a cuatro meses de prisión por participar en una manifestación en la entrada de una tienda de comestibles, se atrevió a resistirse a un soldado. Desfachatez palestina. Se suponía que Tamimi se enamoraría del soldado que invadió su casa, le arrojaría arroz, pero como es una ingrata lo recompensó con una bofetada. Todo se debe a la «provocación». De lo contrario, ciertamente no odiaría a su conquistador.

[…] La niña de Nabi Saleh destrozó varios mitos de los israelíes. Lo peor de todo es que se atrevió a dañar el mito israelí de la masculinidad. De repente, resulta que el soldado heroico, que nos vigila día y noche con osadía y coraje, se enfrenta a una niña con las manos vacías. ¿Qué va a pasar con nuestro machismo, que Tamimi rompió tan fácilmente, y nuestra testosterona?».

Traducción vía: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=235691

Al día de hoy, Ahed Tamimi continúa detenida bajo la acusación de “agresión e incitación a la violencia”.

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Publicado por

jualoduca

La imaginación como principio político. Escribo y difundo ideas en videos. ¡En redes soy @jualoduca!

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