Una tarde iba caminando por la calle; tenía puesto un monito rosa, medio ajustado y de pantalón largo. El trayecto era de mi casa al cajero automático a la vuelta, no tenía que caminar tanto. Llegando a la esquina, frena una moto y me dicen: “Cómo te chuparía el culo”.
Debo reconocer que me quedé quieta, sin reacción. No era la primera vez que me pasaba, no era la primera vez que me pasaba cuando me vestía así. No era la primera vez que me pasaba cuando me ponía ese monito.
Debo reconocer que, antes de vestirme con mi enterito hermoso, lo pienso dos veces. No deberíamos detenernos en ese instante de duda, porque no hay que darle lugar a aquellos hombres que nos inhiben.
La palabra acoso viene de la acción de acosar, y puede referirse a algo físico, sexual, callejero y muchos más. Cuando las mujeres comenzamos a hablar, dicha palabra fue mutando. Antes, caminábamos por la calle y al lado nuestro pasaba un sinfín de palabras de todo tipo, desde un “qué linda” hasta un “te parto”, más todo lo que se les ocurra.
Ahora sigue pasando lo mismo, pero la palabra acoso se mira de otra manera, se mira con otros ojos, porque algunas mujeres hablaron y eso que dejábamos pasar, hoy ya no lo hacemos. Hoy contestamos, hoy denunciamos.
Algunos hombres parecen creer que eso nos gusta, que nos encanta. Díganme que algunas vez no les dijeron “Si querés levantar tu autoestima, pasá por una obra en construcción”. No entienden que eso no nos levanta el ánimo, no nos gusta.
¿Por qué tenemos que escuchar esas cosas cuando usamos una pollera minifalda? O algo ajustado, o lo que queramos ponernos. ¿Acaso nosotras vamos por la calle gritando “Mirá qué bulto”, “Pero si te agarro…”? Pero sí tenemos que soportar esos gritos de algunos hombres.
Nunca falta quien proclama que “ahora ni un piropo se les puede decir”. Nos gritan cosas por la calle sin siquiera conocernos. ¿Con qué intención vienen, se acercan y reproducen palabras sobre nosotras? No es lo mismo un piropo que el acoso; acosar es pasar un límite, uno que no está permitido. ¿Le dirías a tu mamá lo que a mí me gritás por la calle?
“Para nosotras, el acoso callejero es un obstáculo muy grande para la libre circulación de las mujeres y para sentirnos bien, cómodas y libres cuando transitamos el espacio público, ya sea en la calle o el transporte por ejemplo”, dice Sofia Botto, coordinadora de Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala), en la ciudad de Rosario.
Una de las principales cuestiones para ponerle fin a esto es una ley contra este tipo de acoso. “Seguimos pensando la posibilidad de que se pueda aprobar la ley de acoso callejero nacional. Nos parece que esto es importante para poder debatir los Códigos de faltas; por ejemplo, que se contemple dentro del Código de faltas el acoso callejero, que se pueda denunciar, que eso tenga alguna consecuencia”, afirma Sofía.
Datos para tener en cuenta
Desde Mumala, se realizó un estudio de datos sobre 1300 mujeres en distintas provincias de la Argentina en base a “la violencia contra las mujeres en el espacio público”. Se consultó a mujeres de Buenos Aires, gran Buenos Aires y Mar del Plata, Salta, Mendoza, Rosario, Santiago Del Estero, Córdoba, Corrientes, Tucumán y Neuquén.
- El 80% de las mujeres encuestadas se sienten inseguras al transitar el espacio público.
- El 93% de las mujeres dijo haber sufrido acoso sexual callejero a lo largo de su vida.
- El 77% prefiere ser acompañada a las paradas de colectivo o ser esperadas allí (porcentaje que se mantiene de manera uniforme en todas las provincias consultadas).
- El 20% dice haber sufrido abuso (roces, manoseo) dentro del colectivo. Aumenta en Córdoba (37%) y en Buenos Aires (34%).
- El 90% se mantiene en comunicación con un familiar cuando viaja en taxi.
- De las mujeres acosadas, el 74% no denunció la situación durante el viaje.
- El 30% fue acosada por el conductor del taxi. En Buenos Aires y Córdoba, el número llega al 25%.
- El 100% refiere haber llevado adelante diferentes estrategias para sentirse más seguras en la vía pública, de forma consciente.
No hay que callar, no hay reprimirse. Es importante denunciar al tipo que nos acosa en la vía pública. Somos nosotras las que no tenemos que tener esa sensación de miedo mientras vamos de un lugar al otro, porque son ellos los que están fuera de la línea.
Salgamos a la calle y pongámonos los que se nos antoje. No se repriman, no se inhiban por el solo hecho de saber que nos van a decir algo por la calle. Quiero salir y mostrar mi escote, mis piernas, mi cuerpo. Mostremos, chicas, mostremos lo que tengamos ganas de mostrar, y ganémosle a ese hombre machista que siente que por gritarnos guarangadas es más hombre.
Ponete lo que quieras porque sos una mujer libre y porque hay que romper esa barrera. Ponete y salí a deslumbrar al mundo exterior.