Escritura Feminista asistió el pasado miércoles a la presentación del libro “Cosa de Mujeres. Menstruación, Género y Poder”, de Eugenia Tarzibachi. El evento se celebró en una de las salas del Centro Cultural de la Cooperación y estuvieron presentes, además de la autora, una referente de la secretaría de salud y género del espacio y Barbie, una de las representantes de la campaña #MenstruAcción.

¿Por qué pionero?
Porque trata un tema poco trabajado dentro del feminismo (por lo menos, el latinoamericano), que se encuentra en lo minúsculo y que aparenta ser insignificante, en eso tan propio y, a la vez, artificialmente ajeno del «ser mujer»: la menstruación y, con ella, todo el constructo social que intenta hacer del cuerpo menstruante algo defectuoso e impuro en comparación al ideal, al cuerpo amenstrual masculino.
El libro es un estudio minucioso que conjuga relatos, análisis de publicidades, material educacional y estadísticas duras para mostrar de qué manera el discurso publicitario, educacional y médico-científico circulan como relatos autorizados para fundamentar la inferioridad de los cuerpos menstruantes.
Eugenia se encarga de hacer un recorrido a través de las tecnologías de gestión menstrual, haciendo una comparativa entre el mercado estadounidense (donde surgen por primera vez las empresas fabricantes de artículos para la gestión menstrual) y el mercado argentino. Se trata en el libro la historia del surgimiento de las primeras toallitas en Estados Unidos.
Tras la Primera Guerra Mundial, la empresa Kimberly Clark se había quedado con un gran remanente de apósitos para curar las heridas de los soldados, pedido que le había hecho el propio Estado. La empresa no sabía qué hacer con ese sobrante, hasta que tomó conocimiento de lo que hacían las enfermeras con los artículos en el campo de batalla: los usaban para gestionar su menstruación.
Así se fundó la primera empresa de producción masiva de toallitas, Cellucotton Products Company.
«La historia de su surgimiento constituye un ejemplo paradigmático del modo en que el cuerpo reproductivo de las mujeres fue colocado al servicio de la maximización de ganancias empresarias y de cómo un producto creado para la guerra fue adaptado para su uso civil de posguerra».
El mercado cumple un rol protagónico a la hora de construir las subjetividades de las personas menstruantes, ya sea a través de la publicidad o a través de la conformación del propio discurso educacional. El Estado argentino ha dejado un silencio en donde deberían haber respuestas y en ese hueco, siempre, estuvo el mercado.
La instrucción escolar a niñas pequeñas sobre el ciclo menstrual estuvo ligada, durante años, a vender productos. Por eso se fomentó la vergüenza, la normalización del cuerpo menstrual y la declinación discursiva de los “protectores femeninos” como masculinos. Pero si hablamos de protectores, vale preguntar ¿protectores de quién?
«A medida que las toallas y los tampones industriales fueron adaptándose al uso cotidiano para la gestión menstrual, se transformaron en aliados de las mujeres.
‘Protectores femeninos’ provistos por una instancia inicialmente identificada con lo masculino y con lo sajón. Con ellos, ese cuerpo menstrual incivilizado, caótico, vulnerable y desadaptado para su aceptabilidad en la vida en sociedad dejó de tener un papel protagónico, aunque comando, desde la sutileza de lo implícito, el sentido dado a esos productos como reparadores de un cuerpo ‘naturalmente’ defectuoso».
En la misma línea, “Cosa de mujeres” analiza la conformación del discurso médico que, al tratar el proceso menstrual, imparte un destino único y universal para todas las mujeres: el ser madres. Los materiales didácticos excluyen al clítoris de sus gráficos y la medicina se ancla en describir un mecanismo de fecundación que reproduce relaciones de género.
A todas nos han repetido, una y mil veces, el modo en que el óvulo, incrédulo y un tanto perezoso, espera que el ágil espermatozoide lo penetre, lo fecunde y, en cierta medida, lo haga suyo. Una reproducción de la heteronorma.
«Martín contrasta esta metáfora con una investigación realizada en el Departamento de Biofísica de la Universidad John Hopkins. (…) La fuerza del espermatozoide no se dirigiría hacia adelante sino hacia los costados y se ‘escaparía’ del contacto con cualquier superficie. (…) El óvulo atraparía al esperma y en ese momento se activarían las enzimas digestivas del semen».
Sin embargo, después de este descubrimiento, los investigadores siguieron representando al esperma como un agente activo que «ataca», «aprisiona» y «penetra» para entrar en el óvulo.
En el marco de la presentación, también estuvo presente Barbie, referente de Economía Femini(s)ta, el colectivo que impulsa la campaña #MenstruAcción.
La pregunta central que estructura esta campaña es: ¿qué pasa cuando una persona no puede comprar los productos de gestión menstrual? Teniendo en cuenta que el sesgo social sobre el cuerpo menstrual, y su visibilidad en el espacio público (y también privado) queda completamente prohibida, el uso de las tecnologías para la gestión menstrual se hace obligatoria.
Ausentismo escolar, estigma y exclusión son sólo algunos de los efectos que pueden sufrir las personas menstruantes ante la evidencia del cuerpo menstrual. En esta línea, se hace inminente reconocer a estos productos como de primera necesidad.
“Cosa de Mujeres” es un análisis acabado de cómo diferentes discursos institucionalizados construyeron la subjetividad de la persona menstruante y, por eso, es imprescindible su lectura. Pero, además, Eugenia traza un camino de deconstrucción, plagado de testimonios, que nos hacen conectar con otras mujeres, conocerlas y conocernos, darle forma a eso que llamamos “lo personal es político”.
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