«Las Malas» de Camila Sosa Villada

«Nuestro cuerpo es nuestra patria». La escritora y actriz cordobesa Camila Sosa Villada (38) utilizó su tercer libro, «Las Malas», para narrar una autobiografía novelada donde se visibiliza una denuncia histórica: la marginalidad y el abandono social-estatal hacia las travestis que se refugian en la prostitución como única salida laboral posible. Así, estuvieron, están y estarán (hasta que el sistema cambie) expuestas a múltiples violencias, (sobre)viviendo en condiciones de insalubridad con poco acceso a centros de salud.

La historia transcurre en Córdoba, cuando una muy joven Camila, oriunda de Mina Clavero, se muda a la Capital para estudiar Comunicación Social en la Universidad. En medio, todo se desconfigura y ella encuentra su verdadera pasión, la actuación, aunque no sin antes pasar por la parada obligatoria de la prostitución. La decisión de ir a la gran ciudad para abrir sus alas de mariposa negra le permitieron huir del pueblo donde sufrió la más cruel de las violencias por parte de su progenitor, que pretendía decretar -a golpes y cintazos- su orientación sexual e identidad de género.

El núcleo central de la novela se desarrolla con el aquelarre de travestis del Parque Sarmiento, quienes adoptaron y hermanaron a Camila después de descubrirla espiándolas. Una noche de esas que te congelan hasta la respiración, ella estaba sola sentada en un banco, observando a lo lejos, dividida entre la timidez y el miedo. Ahí pudo —por fin— encontrar un lugar de pertenencia y, a su vez, supo entender el significado de la palabra amistad. 

El libro está separado en capítulos donde se profundiza sobre la vida, el día a día, los problemas, los (des)amores, las indiferencias y las dolencias de cada integrante de esta orfandad. Durante la lectura se produce un viaje de tiempo-espacio constante que mantiene al lector expectante.

«Mi primer acto oficial de travestismo fue escribir, antes de salir a la calle vestida de mujer».

Te introduce en la intimidad y aventura de un niño que da sus primeros pasos para travestirse, aunque incomoda la forma en que padece los estereotipos reforzados de la sociedad, anhelando el reconocimiento de su propia identidad: ya no quería ser Cristian Omar. Ese niño, devenido en una Camila asumida en su cuerpo menudo con una voz «absolutamente femenina», sufrió de forma directa la discriminación y violencia sistemática: tuvo que ponerle precio a su cuerpo y su sexo.

Leer «Las Malas» puede resultar avasallante pero es fundamental. Se dejan entrever críticas sobre distintas relaciones que para parte de la población son contradictorias y fastidiosas: travestis y maternidad, travestis y el seno de un hogar, travestis y mercado laboral no sexual, travestis y el amor romántico de pareja. 

Este libro cumple un rol importante para repensar los vínculos porque pone en tela de juicio la moralidad y la comodidad de una sociedad retrógrada, patriarcal pero, sobre todo, transodiante. En poco más de 200 páginas, se libera la etiqueta nata de prostituta para objetivizar a una travesti y se la humaniza: con sus afectos, deseos, amores, sueños, proyectos, incertidumbres, miserias, tristezas, pérdidas, miedos, valentías y alegrías. «Ser travesti es una fiesta», asegura Camila.


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