Este artículo es el primero de una serie de notas que abordarán la problemática que se esconde detrás de las nuevas maneras de alimentación. Estas -muy en auge hoy en día- «maquillan» como saludables alimentos que esconden el mismo sistema que conocemos, perpetuando violencias a otras formas de vida no humanas. En esta nota se abordará un tema que en las últimas décadas comenzó a resonar y supone ser el futuro de la alimentación mundial: ¿es posible comer carne sin consumir animales?
Se estima que en el año 2050, la población mundial aumentará a 9.100 millones y que este incremento será principalmente en los países en desarrollo. La urbanización continuará sucediendo a ritmo acelerado, desplazando a las poblaciones campesinas a las grandes ciudades y sus aledañas. Aproximadamente el 70% de esta población será urbana. Además, se estima que la concentración de la riqueza en los países centrales será mucho más pronunciada, acrecentando la brecha entre les que más y menos tienen. Para alimentar a esta población más numerosa, más urbana y más desigual, la producción de alimentos deberá aumentar un 70%.
En este mundo del futuro, la producción de carne deberá aumentar en más de 200 millones de toneladas hasta alcanzar los 470 millones de toneladas anuales. La propagación de los microorganismos multirresistentes entre los ambientes, los animales no humanos y los humanos -que hoy ya es un hecho- continuará sucediendo. Para el 2050 se espera que la resistencia a los antimicrobianos sea la primera causa de muerte (superando al cáncer) debido a la imposibilidad de tratar las infecciones y generando una muerte cada tres segundos. Estos pocos datos que parecen salidos de una distopía nos confirman lo que ya sabíamos: este sistema ganadero y agroindustrial no es viable ni a corto ni a largo plazo.
¿Alternativas al sistema agroindustrial?
En las últimas décadas han surgido algunas «alternativas» para intentar paliar el desastre medioambiental que produce nuestras formas de consumo en un mundo cada vez más desigual. Por un lado, se encuentran quienes han decidido –con aciertos y errores– intentar no ser parte de este sistema satánico que destruye selvas y bosques para plantar pastos y granos envenenados por los kilos de pesticidas rociados indiscriminadamente que, posteriormente, comerán los millones de animales que luego encontraremos en nuestro «tradicional asadito del domingo».
Por otro lado, han surgido algunas respuestas innovadoras por parte de la ciencia. La que desarrollaremos en este artículo es la carne cultivada o de laboratorio. Esta innovación que supone ser prometedora, sustentable medioambientalmente y, en un futuro cercano, redituable económicamente hablando, aparece como alternativa para no ceder ante nuestro deseo carnívoro.
A raíz de esto nos preguntamos, ¿qué es la carne cultivada? ¿Es verdaderamente una forma de progreso? ¿Será la manera de alimentar al mundo del futuro? ¿Es una escapatoria al sistema extractivista de hoy en día o es tan solo el mismo sistema perpetuado con otro nombre? No tenemos la bola de cristal, pero intentaremos dar debate a esta innovación.
¿Cómo es el proceso para la síntesis de carne cultivada?
Para llevar a cabo este proceso se van a utilizar unas células que se encuentran en la parte «comestible» del animal y que se conocen como células madres. Estas células son las que tienen la información para poder crear cualquier tipo de célula de un organismo como pueden ser las células (o fibras) musculares. Las fibras musculares constituyen la matriz de la carne vacuna. Debido a la gran velocidad en la multiplicación de estas células, es que se pueden cultivar en los laboratorios y esta premisa es el punto de partida de les investigadores para soñar con la producción de carne de laboratorio a gran escala.
El proceso en sí mismo comienza cuando se toma una pequeña muestra del músculo del animal. Algunes investigadores toman esta muestra mediante una biopsia en un animal sedado para poder extraerle un pedacito «sin dolor». Otras líneas de investigación proponen extraer ese mismo pedacito de un animal fallecido, es decir, de algún recorte que podamos encontrar en frigoríficos y carnicerías.
Posteriormente, este pedazo de carne y tras una serie de extracciones celulares, se deposita en medios de cultivos que proporcionan a las células un ambiente propicio para comenzar a dividirse. Dentro de estos medios de cultivo encontramos minerales, aminoácidos para formar proteínas, azúcares y minerales. Muchas veces estos medios de cultivo son Suero Fetal Bovino (SFB), es decir, suero extirpado luego de que se produjo un aborto accidental en una vaca. Además, conjuntamente al medio de cultivo, se incorporan antibióticos para evitar que bacterias que puedan estar presente en la carne, comiencen a proliferar y contaminen el producto echándolo a perder.
Una vez que se tiene la matriz celular embebida en el medio de cultivo, se necesita un soporte de agarosa (medio gelificado) para que las células proliferen alrededor de él. Así es como las células comienzan a fusionarse entre ellas y a formar las fibras musculares. Después de cuatro semanas, se obtienen pequeños aros de fibras musculares que se podrán ensamblar y condimentar para obtener una hamburguesa sintética, cultivada y de laboratorio.

Los inicios de la carne cultivada
La primera hamburguesa cultivada en el año 2013 necesitó 6 años de investigación, muchas células de vaca, centenares de litros de medios de cultivo, una buena dosis de antibióticos y 300 mil euros. Hoy en día, estos procesos se encuentran optimizados y se cree que en algunos años este tipo de hamburguesas podrán ser comercializadas en cualquier góndola de supermercado del mundo.
Por el momento, las investigaciones en estadios más avanzados fueron realizadas en la optimización de los cultivos para la obtención de hamburguesas. Para estes científiques aún se hace desear la posibilidad de generar un corte vacuno (o de cualquier otro animal) entero, como ser un bife o un lomo, ya que este tipo de productos requieren otro tipo de tecnologías más complejas para su producción. Pese a esto, los avances en la ciencia y la ambición por perpetuar el consumo de carne camina a pasos agigantados, con lo cual, es de esperar que en los próximos años tengamos cortes vacunos diseñados en el laboratorio en las góndolas de los supermercados.
En Argentina existe un laboratorio que apuesta a esta tecnología y actualmente se encuentra trabajando en la producción de la primera hamburguesa cultivada a nivel nacional. Se trata de Laboratorios Craveri con su área de investigación y desarrollo llamada B.I.F.E a cargo de la bióloga Laura Correa y el bioquímico Diego Dominici. Con el eslogan «come carne, no animales», este equipo trabaja desde 2016 y ha participado en las últimas semanas de la primera degustación de carne cultivada en América Latina.
¿Tenemos garantizado un futuro con nuevas hamburguesas?
Quienes están a favor de este tipo de tecnologías garantizan que este sistema evitará el impacto ambiental y la huella de carbono a causa del gas metano del ganado que produce hoy en día el sistema ganadero. Además, evitaría las toneladas de agua potable que se necesitan para sostenerlo (15 mil litros por kilo de carne). El costo medioambiental de la cría de ganado es evidente, la demanda de suelos para la instalación de los mismos y los granos que estos consumen, desplazan la biodiversidad necesaria para balancear nuestro hábitat. Comunidades enteras, enfermas y empobrecidas se desplazan a las áreas metropolitanas debido al saqueo de sus tierras. Los Estados bien saben esto, también la ciencia y los laboratorios: este sistema extractivista no da para más.
Por ahora, es incalculable la cantidad de energía que necesitará la carne de laboratorio si esta tecnología llega para quedarse y con esto se cree que este sistema tampoco será amigable a nuestro medioambiente. Además de las pilas de dinero para las patentes y las inversiones de los Estados en estos comestibles que son más parecido a la carne de cotillón que viene en una piñata que a los alimentos que nutren, cuidan y curan nuestros cuerpos.
Entonces, ¿es verdaderamente la carne de laboratorio, un negocio multimillonario, sin cuestionamiento de nuestras formas de consumo y conexión con la naturaleza, adornado de condimentos y aditivos para que parezca una hamburguesa sabrosa, una solución a largo plazo?
Fuentes: