Tener valor

A la memoria de Sandra y Rubén. Presentes.

Anoche casi no dormí. Hoy a las 9:45 a. m. tengo mi primera clase virtual como docente. Tomé horas en la materia Introducción a la Comunicación, en el 3° año de Secundaria. Muchas dudas dan vueltas en mi cabeza… Esto de la docencia, no sé… Pienso y me pregunto: ¿por qué está tan desvalorado el trabajo docente?

Lo del sueldo precario es una respuesta obvia, no voy a indagar sobre eso en mis pensamientos. Prefiero hacerlo en la calle y reclamarlo junto a nuestres pares docentes y alumnes en cada oportunidad. Creo que la desvaloración —si se me permite ese término— puede originarse en la mayoría de institutos privados y públicos que suelen dar contenidos con una visión eurocéntrica, que nos alejan de poner el foco en las prácticas actuales de nuestra sociedad latinoamericana, de nuestro cotidiano. 

Y así aprendimos, desde muy chiques, una educación tradicional de absorción de conocimientos, lo que el gran Freire llama «la educación bancaria». Que al final no beneficia ni a educadores ni a educandes, solo genera desigualdad y marginación. Revertir eso conlleva un doble trabajo y el contexto argentino nunca ayuda a la situación de les docentes, menos en esta pandemia.  

Prendo la computadora, me organizo la agenda y preparo el café mientras pienso. Tenemos que ser conscientes y repensar la historia: esa educación tiene ya 200 años. Debemos recuperar la práctica de eses docentes que le han puesto todo de sí a la educación pública y detenernos menos en los mandatos de Sarmiento.

Pero, también, seamos honestes. La educación utópica la veo de lejitos: que contenga diversidades, que enseñe a aprender, que nos haga pensar para crear, que nos tienda alas a todes. «Ay, que ilusa», susurro. ¿Qué pensarán les estudiantes? ¿Qué quieren aprender les pibes hoy? ¿Querrán realmente eso? ¿Cómo nos adaptaremos a esta virtualidad? La incertidumbre me inunda pero no me ciega.

Con los pies en la tierra reflexiono: son poquitos 200 años de esta historia escrita por unos pocos, tenemos tiempo de hacerla desde una alternativa inclusiva, diversa y respetuosa. Voy a ir un poco más atrás en la historia para reivindicar luchas de mujeres, de colectivos disidentes, de pueblos originarios. Acompañar los procesos de cada estudiante para generar conciencia, escucharles y transformar con paciencia. Inspiro hondo y, finalmente, doy inicio a la videollamada: «¡Buenos días, chiques!».


Imagen de portada: Adrián Pérez


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Brillo y militancia

Glitter, shibré, purpurina, brillantina, llamalo como quieras. Es uno de los tantos maquillajes que usamos en esta época. Los brillos se convirtieron en un «símbolo de lucha» en las manifestaciones feministas de los últimos años. Sin embargo, su (ab)uso se vuelve problemático cuando pensamos: ¿de qué está hecho el glitter? ¿Cuál es la industria que está detrás? ¿Su uso impacta en el ambiente?

Tenemos naturalizado el uso de la purpurina en el maquillaje, en la ropa, en bolsos y zapatos, en papelería y hasta en cápsulas vaginales. La industria de la «belleza» representa los eslabones de una cadena de consumo que comienza por productores tanto legales como ilegales, sigue por comercializadores e influencers y termina en les consumidores. Dicha cadena decanta en una grave consecuencia ambiental a causa de su composición.

Estos pequeños destellos de brillo llamados «microperlas» están compuestos por microplásticos, de un diámetro inferior a 5 milímetros. Están elaborados concretamente de aluminio y tereftalato de polietileno (PET). Claro está que el glitter no es el único microplástico que consumimos pero sí es uno de los que están relacionados con la lucha y la fiesta en cada evento feminista.

Civilización de plástico

Nuestra sociedad se convirtió en la «civilización de plástico»: simplemente observá a tu alrededor y entenderás el por qué. «China es el principal productor a escala mundial, fabrica alrededor del 50% de los plásticos, seguida de Europa, con una producción del 18%», expresa Balma Oliver, técnica y educadora ambiental, en «Ahogados en plástico». Además, dentro de la industria plástica existe —por supuesto— un mercado ilegal.

Solo el 17% del plástico producido en el mundo se recicla. De esta reutilización, solo se puede repetir el ciclo un máximo de tres veces (Crawford y Quinn, 2017). El 83% del plástico restante termina en basurales y en océanos, convirtiéndose en desechos que causan problemas en la naturaleza en general y en el medio marino en particular.

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Imagen: Greenpeace

«En los ecosistemas marinos, los plásticos representan la mayoría de los residuos, entre un 60% y un 95% y, de estos, el 80% proceden de tierra firme y el 20% de actividades desarrolladas en el mar».

Balma Albalat Oliver, «Ahogados en plástico».

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Los plásticos se clasifican en macro y microplásticos; estos últimos se encuentran en mayor medida en el litoral pero también en las profundidades del mar. Además, son ingeridos por organismos marinos, de forma que se introducen en la cadena alimentaria, afectando a toda la fauna.

Los microplásticos actúan como vectores de compuestos tóxicos. Su presencia en el agua puede desequilibrar y poner en peligro su biodiversidad. Por falta de estudios de investigación, aún se desconocen los efectos concretos que pueden tener sobre el ser humano.

Una industria «brillante»

Son comunes los tutoriales de maquillaje en las redes sociales, como en Instagram y en Youtube. Muches influencers lucran a partir la venta de los productos cosméticos que utilizan en dichos videos. Los brillos son protagonistas tanto en los tutoriales como en los filtros de moda. Un ejemplo es Sara Shakeel, famosa por usar glitter en estrías de manera «artística».

En cuanto a las marcas, Meadowbrooks Inventions, creada en 1934, se considera «el mayor productor, distribuidor y exportador de purpurina del mundo». Sin embargo, podemos encontrar otras miles —más o menos conocidas— en la industria de la cosmética que producen plásticos (como recipientes o envases) y microplásticos (microperlas) de manera indiscriminada y ganan millones de euros por año.

«En general, los envases de champú o jabón líquido son de un plástico no transparente que en muchos lugares se puede reciclar. Pero hay otros envases, por ejemplo del maquillaje, que son de un plástico mucho más duro y contaminado que no se puede reutilizar».

Mark Mineeboo, director regional de América Latina de Plastic Oceans.

Hay maneras de cuidar el ambiente y usar glitter: existen productos veganos y biodegradables como Van Rossum, Eco Glitter Fun o EcoStardust. Estas marcas realizan donaciones a organizaciones benéficas con el cuidado del ambiente pero se traducen en un falso «compromiso social empresarial» porque no terminan de atacar la problemática de base.

Por ello, debemos reclamar medidas de regulación de la gestión de los residuos, comercialización y producción de plásticos a nivel global, nacional y local, ya que se estima, según Crawford y Quinn, que en 2050 habrá tantos plásticos como peces en el mar.

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¿Brillantina en vez de purpurina?

No podemos dejar por fuera el hecho de que la industria cosmetológica global apunta a un género como consumidor en particular: a las mujeres. En ese sentido, mujeres y disidencias que participan de las diversas marchas del movimiento feminista —al menos en países de América Latina y de Europa y en Estados Unidos— se maquillan con purpurina en cada ocasión, ignorando la procedencia de estos productos.

Antes de la cuarentena, miles nos movilizábamos en las marchas del #8M, de Ni Una Menos, del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, las del Orgullo LGBTTIAQ+ y tantas otras autoconvocadas. La mayoría, usando glitter y brillos en les cuerpes y la ropa de manera simultánea.

Ahora que somos conscientes de la contaminación que generan estas microperlas, me pregunto: ¿usamos purpurina porque, para nosotres, es símbolo de alegría y festejo? ¿El brillo nos resalta, por lo tanto, se resaltan nuestros reclamos? ¿O simplemente la usamos porque les demás también lo hacen? ¿Qué representa en nuestra lucha? ¿Qué bandera levantamos cuando usamos glitter?


Fuentes:

Imagen de portada: Marianela Carbone


Una serie inclusiva para niñxs

«TRANSitando» es una innovadora serie animada de tres capítulos que aborda contenidos de la ley de educación sexual integral, incorpora las infancias trans y el lenguaje inclusivo. Esta producción destinada a niñxs de entre 4 y 10 años de edad propone una alternativa audiovisual para aprender desde la diversidad.

Cada capítulo desarrolla una temática de género específica: «Las partes íntimas», «No binarismo» y «Lenguaje inclusivo». Los personajes son cinco chicxs que viajan en un colectivo y, mientras interactúan, surgen cuestionamientos o conflictos. Aquí es donde aparece el sexto personaje, «ESI», quién guía a lxs chicxs en la resolución del problema.

Al final de cada capítulo, los personajes adquieren un nuevo conocimiento y ganan una «insignia mágica». Los episodios, que duran entre 2 y 5 minutos, están compuestos por dos partes: una animada con dibujos y otra de interacción con el público, conducida por Sofi, una nena trans.

El proyecto fue pensado por dos estudiantas de la Licenciatura en Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Interpeladas por la perspectiva de género, proyectaron un material educativo que visibilizara al colectivo trans desde pequeñxs. Magdalena Ridiero Rossi, una de sus autoras, relató que «siempre intentamos ampliar los caminos de lxs niñxs más cercanxs, librarlxs de los estereotipos de género y fomentar las infancias libres» desde su militancia feminista.

En el proceso de investigación, las autoras evidenciaron la deficiencia de producciones inclusivas destinadas directamente a niñxs y ese fue el puntapié inicial para aceptar el desafío. A su vez, detectaron que infancias trans es un concepto nuevo en nuestro país, ya que la mayoría de las personas adultas no tuvieron una infancia libre, es decir, no pudieron ejercer su identidad de género autopercibida.

Aún hoy, con el avance en materia legislativa de las últimas décadas (podemos nombrar, además de la ESI, la ley de identidad de género), hace falta una profunda concientización dentro de la sociedad. «TRANSitando» se creó para facilitar el contenido de dichas leyes a educadorxs, xadres e hijxs en el ejercicio de derribar los prejuicios y la discriminación que sufre a diario el colectivo trans.

«Pensamos en la niñez como el momento en el que estxs sujetxs empiezan a aprender de todo lo que lxs rodea, son interpeladxs por los estereotipos de género, por desigualdades sociales y se forman para el futuro», justificó una de sus autoras en relación a la elección de lxs destinatarixs del material.

En todos capítulos se ve reflejada la necesidad de exponer otras formas posibles de vivir, ser y sentir. Lxs niñxs, como sujetxs de derechos, deben ser respetadxs en su diversidad. Es tarea nuestra como sociedad ampliarles el conocimiento sobre las identidades de géneros, las variedades de cuerpos y la deconstrucción del lenguaje como herramienta de transformación cultural.

La ley de educación sexual integral sancionada en 2006 en nuestro país es el material de lucha clave para educadorxs y niñxs. Su dimensión es integral, ya que abarca las sexualidades desde los aspectos biológicos pero, también, aporta al autoconocimiento. La ESI es «una nueva forma de vivir la sexualidad sin tabúes ni barreras; es motor político para romper con la familia tipo y las estructuras establecidas», expresó Magdalena.

Para alejarse de las animaciones tradicionales que, muchas veces, plantean historias vacías y se sostienen en estereotipos de género estigmatizantes, las estudiantas de Comunicación nos brindan un material audiovisual contrahegemónico. Así, todxs lxs niñxs serán interpeladxs por el enfoque de género y el respeto por la diversidad.

Capítulo por capítulo

«Las partes íntimas» aborda temas del cuerpo humano, la importancia del cuidado, el respeto por el propio cuerpo y por lxs demás. El personaje de Mimbi irrumpe en la aventura de lxs cinco chicxs dentro del colectivo, ya que sube con lastimaduras visibles en su cuerpo. Entonces, lxs niñxs plantean dudas sobre las diferentes partes que lo integran y ESI sube al micro para ayudarles a resolverlas y aprender sobre aquellas partes que sólo ellxs pueden ver o tocar.

En «No binarismo» se retoma el tema anterior y se muestran las diversidades corporales y a aquellas que no corresponden a una estructura binaria. Esta vez, Estéreo es quien plantea la incertidumbre y genera un debate con Sofi. Nuevamente, aparece ESI para ordenar la información y ayudar a lxs niñxs a conocer la relación y la distinción entre cuerpo y género.

Por último, se trata el «Lenguaje inclusivo», su utilización y la necesidad de su incorporación para que las personas trans tengan visibilidad y sean respetadas. Este capítulo comienza con un juego que se interrumpe por un problema de falta de comunicación entre lxs niñxs, ya que no logran entenderse bien. Esta vez, ESI es solo el nexo, ya que ellxs resuelven el problema. Al finalizar, todxs bailan, juegan y aprenden.

«TRANSitando» está disponible en YouTube para su plena difusión. Ambas autoras entienden que la circulación de este material tiene que ser ágil y práctica. Por ello, optaron por un formato claro y concreto para que intercambiar, transmitir y compartir estos conocimientos sea posible de manera rápida y extensiva a todas las personas.