Excluidas que incluyen: por el derecho a la educación

El acceso a una educación de calidad es uno de los derechos humanos más ampliamente reconocidos, protegido en el texto de la mismísima Constitución Nacional. Sin embargo, miles de niñes, jóvenes y adultes argentines ven limitadas sus posibilidades reales de instruirse en condiciones igualitarias y dignas por infinidad de razones. El contexto actual de pandemia y aislamiento preventivo forzaron a los institutos educativos y les estudiantes a adaptarse a la virtualidad, lo cual dificulta aun más la situación.

¿Qué pasa con la educación accesible para estudiantes con discapacidades? Muchas veces, las condiciones necesarias de adaptación no se cumplen siquiera en las modalidades presenciales. ¿Cómo acceden a este derecho durante el aislamiento, por ejemplo, les estudiantes sordes?

Desde hace ya varios años, un grupo de nueve intérpretes de Lengua de Señas Argentina-español (ILSA-E) reclama la regularización de sus horas de trabajo, que permiten que muches estudiantes sordes reciban educación en su propio idioma. El equipo trabaja desde hace más de diez años en los Institutos Superiores del Profesorado Nº 16 «Dr. Bernardo A. Houssay» (I.S.F.D.) y de Educación Técnica N° 18 «20 de Junio» (I.S.E.T. 18), ubicados en la ciudad de Rosario. En entrevista con Escritura Feminista, nos acercan su protesta contra la precarización a la que se ven sometides tanto ellas como sus alumnes sordes.

Escritura Feminista: ¿Qué rol ocupan como intérpretes en el aula?

ILSA-E: Nuestra función es eliminar las barreras de comunicación que se encuentran entre las personas sordas hablantes de lengua de señas y las oyentes hablantes de español, facilitar a las personas sordas el acceso a la información a través de su propia lengua y de su comunidad, favorecer la independencia de la persona sorda usuaria de la LSA para tomar sus propias decisiones poniendo a su alcance la información necesaria para formar su criterio y reconocer el derecho de acceso a la información, comunicación, educación, salud, cultura, etc., tanto de las personas sordas usuarias de la LSA como de aquellas que no tienen competencia alguna en esta lengua.

«Como intérpretes somos el puente entre uno y otro idioma, entre una y otra cultura, por lo cual estamos en permanente estudio de su idiosincrasia, cultura, valorando la identidad de las personas sordas».

E. F.: ¿A cuántes alumnes sordes dan accesibilidad con su trabajo? ¿En qué carreras? ¿Qué pasa con les estudiantes sordes mientras sus puestos no son oficializados? ¿Asisten a clase normalmente?

ILSA-E: En el I.S.F.D. Nº 16 hemos trabajado en el profesorado de Educación Especial para Sordes e Hipoacúsiques, y en el I.S.E.T. Nº 18 en las carreras de Fotografía y de Diseño Equipacional. Este año entre ambos institutos hay aproximadamente 10 estudiantes que continúan cursando sin ninguna accesibilidad.

Además, pasa algo muy similar en la Escuela de Enseñanza Media para Adultos N° 3043 (E.E.M.P.A.). Se cayeron unas horas y les alumnes sordes que están cursando en la escuela quedaron sin el acompañamiento de intérpretes.

E. F.: En esta situación de aislamiento por pandemia, ¿cómo se adaptaron?

ILSA-E: La situación actual es más complicada. La modalidad es totalmente virtual y las personas sordas quedan excluidas de poder entender las clases online donde tanto docentes como compañeres hablan español.

Hay que tener en cuenta que son clases en vivo a través de plataformas donde hay conversaciones, debates, o se ve algún power point mientras le docente habla con voz en off; videos sin subtítulos, aportes de compañeres y ni hablar de si una persona sorda quisiera intervenir en la clase… Les estudiantes asisten a clases sin la plena accesibilidad y esto lleva a frustraciones, desgastes, dificultades en la comprensión de los contenidos, entre otras complicaciones.

La situación también es complicada para les docentes, ya que tienen que buscar la forma de enseñar su cátedra a personas hablantes de otro idioma.

E. F.: ¿De quién depende que el cargo de intérpretes tenga la asignación de horas oficiales? ¿Qué respuesta les dan a sus reclamos?

ILSA-E: La creación de horas para ILSA-E depende exclusivamente del Ministerio de Educación. Debido a las irregularidades que vivimos en nuestros años de trabajo, hemos presentado numerosos reclamos. El último que ingresó al Ministerio de Educación fue en marzo de 2020 donde, además de reclamar pagos que nos adeudan desde el año 2019 y antigüedad en el sistema educativo, presentamos un proyecto de creación de horas para ILSA-E.

E. F.: ¿Es un problema habitual o es la primera vez que no les asignan las horas? Desde las autoridades, ¿sienten que se respeta su labor y su puesto?

ILSA-E: Desde que comenzamos a trabajar y hasta el día de la fecha, las horas trabajadas son denominadas «horas a término». Esto significa que comienzan el 1º de abril y finalizan el 31 de marzo del año siguiente, quedando las trabajadoras desvinculadas del sistema educativo y de las instituciones donde nos desempeñamos. Cada 1º de abril, en caso de haber estudiantes sordes ingresantes o que quisieran continuar con sus estudios, desde los institutos se realiza un nuevo pedido al Ministerio de Educación para la renovación de dichas horas.

Estas horas a término se destinaban a ILSA-E, pero no eran específicas de la función. Nunca hubo horas específicas para intérpretes, sino que seguimos a la espera de que puedan crearse. Sentimos que nuestro trabajo no se respeta desde el no cumplimiento de una educación accesible e inclusiva.

E. F.: ¿Alguna asociación de la comunidad Sorda las acompaña en el reclamo?

ILSA-E: Las asociaciones de Rosario (AcSor y el Círculo Social, Cultural y Deportivo de Sordos) han acompañado los reclamos que venimos haciendo desde el año pasado.


Después de más de cuatro meses sin respuesta, el Ministerio asignó las horas correspondientes a las ILSA-E para trabajar la segunda mitad del año, pero con la misma modalidad de horas a término. Esta falsa solución apenas garantiza su presencia hasta marzo de 2021 (y solo en los institutos, ya que no se aprobaron las horas para la E.E.M.P.A.). Así, las autoridades vuelven a dejar a la deriva a les estudiantes en el próximo ciclo lectivo.


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Tradoctas: la traducción como herramienta feminista

El mundo de la traducción profesional es uno muy particular: la labor de les traductores suele pasar desapercibida hasta que une precisa de sus servicios y, de pronto, su toque se hace ver en incontables espacios. Es que, en un mundo tan globalizado como el nuestro, es gracias a elles que podemos acceder a la información producida en países que manejan otras lenguas.

Tradoctas nació de la voluntad de dos traductoras argentinas por combinar su trabajo con las causas sociales en las que creen. En 2018, María Leticia Cazeneuve y Lía Díaz se unieron para fundar su propia empresa de traducción y servicios lingüísticos orientada al trabajo en Derechos Humanos, igualdad de género, medio ambiente y finanzas.

A la izquierda, Lía Díaz. A la derecha, María Leticia Cazeneuve.

¿Quiénes son las Tradoctas?

María Leticia es traductora (Universidad del Salvador) y correctora de textos (Fundación Litterae), con quince años de experiencia en el ámbito. Además, trabajó varios años en la Dirección de Género del Municipio de Morón, dedicada al diseño de políticas públicas y campañas de difusión con perspectiva de género.

Lía es traductora pública (UBA), trabaja de forma independiente desde hace más de diez años y se desempeñó como docente y directora de investigaciones dentro de la carrera de Traductorado en distintas universidades argentinas.

Además, ambas son parte del equipo fundador de Traductoras e Intérpretes Feministas de la Argentina (TEIFEM), la primera comunidad local de intercambio profesional feminista. En entrevista con Escritura Feminista, nos cuentan un poco más acerca de su trabajo.

María Leticia y Lía durante una manifestación a favor de la legalización del aborto.
E. F.: ¿Qué destacan de su trabajo como aporte para las causas sociales de derechos y feminismo? 

T.: Consideramos que nuestro principal aporte es la generación de una comunicación interlingüe sin marca de género. Es un objetivo fundamental para nosotres e intentamos llevarlo adelante en todos los proyectos que podemos hasta la medida en la que podemos hacerlo. También, dentro del binario hombre-mujer, solemos tener en cuenta al traducir, revisar y hacer control general de calidad de los textos, la importancia de visibilizar el rol de las mujeres en la elección de cargos o profesiones. Por ejemplo, en un proyecto de traducción de libros escolares, ante los términos que en inglés son equivalentes a los oficios o las profesiones de jardinero, ingeniera, arquitecta, maestro o científica, pudimos lograr alternar cada oficio o profesión con un género u otro. Al hacer esta tarea, rompimos con los estereotipos de género para cada uno de ellos.

Además, les comentamos con mucho entusiasmo que, próximamente, trabajaremos en la traducción al inglés de un proyecto de ley muy relevante para el movimiento feminista de la Argentina, que aún no ha sido presentado por la situación epidemiológica actual.

E. F.: ¿Qué sienten que las diferencia de otras empresas? ¿Hay algún proyecto o alguna colaboración que puedan y quieran mencionar que hayan trabajado? 

T.: Principalmente, nuestro trabajo de los textos con lenguaje no binario directo o indirecto. En la medida de lo posible, aplicamos nuestros valores, aquellos que militamos. Hace poco, por ejemplo, nos tocó traducir la frase “I live with my two parents”. La palabra parent en inglés comprende a madre, padre o xadre, pero en español solo podíamos usar lenguaje no binario indirecto. Con un poco más de contexto —se trataba de un texto que hablaba de distintos tipos de privilegios—, nos decidimos por traducirlo como «tengo una familia tradicional». El debate llevó un tiempo y ocupó a seis traductoraes*. Ese debate, esa intención, nos diferencia mucho de una empresa donde esa oración se traduzca y se revise como «vivo con mis padres» sin que a nadie le suene ninguna alarma al respecto.

Además, no solo observamos el texto, sino también otros elementos paratextuales. En otro trabajo, la traducción de un brochure para una empresa multinacional de primera línea, el contenido del texto original en inglés no tenía ninguna marca de género, no hablaba del empoderamiento femenino ni nada que se le parezca. Solo hablaba de cuestiones de la empresa. No obstante, todas las imágenes ilustraban los roles de las personas con estereotipos cambiados: eran las personas de apariencia femenina quienes estaban al frente, en posiciones de liderazgo, en un ámbito de oficina. Para nosotres, esa intención paratextual debía quedar reflejada de alguna manera también en el texto. Al comentarlo con la clienta, una mujer líder en un departamento de la empresa, apreció la observación y nos agradeció por la mirada.

«Dentro de nuestra área de especialización e interés, no solo nos ocupamos de revisar la gramática y la ortografía del español, sino que también reformulamos textos para que puedan transversalizar la perspectiva de géneros».

E. F.: ¿Quiénes conforman el equipo de trabajo?

T.: La empresa está integrada principalmente por las dos socias, María Leticia y Lía. Nuestro equipo de traducción está integrado en su mayoría por colegas del colectivo LGBTIA+ y mujeres feministas que trabajan con nosotres según la necesidad de cada proyecto. En las últimas semanas, alrededor de 14 colegas trabajaron con nosotras en distintos proyectos del inglés y francés al español, y también del inglés al portugués.

E. F.: ¿Qué planes y deseos tienen para el futuro de Tradoctas?

T.: Estamos muy felices de poder compartir trabajo en este momento tan difícil para tanta gente. Nos gustaría poder tener un caudal de trabajo suficiente que nos permita trabajar con un equipo de las dimensiones actuales, en proyectos tan interesantes como los que nos vienen tocando hasta ahora y con clientes abiertos a recomendaciones de uso de lenguaje no binario directo e indirecto.


Para saber más sobre el trabajo que realiza Tradoctas, podés entrar a su sitio web o seguir su cuenta en Instagram. En dicha red social, además, difunden información breve todas las semanas sobre cuestiones actuales relacionadas a las temáticas que trabajan.


Imágenes: Pablo Andreetta

*El uso de la palabra «traductoraes» con vocal tanto a como e responde a la coincidencia en las formas masculina y neutra de la palabra en plural. La búsqueda de una pluralización neutra que no se preste a confusión con el masculino «genérico» y visibilice la diversidad es uno de los desafíos actuales de la rama feminista dentro de la profesión, teniendo en cuenta que los profesionales varones cisgénero son minoría entre les trabajadores de la traducción.


«Pinkwashing»: de arcoíris y nubes negras

El 17 de mayo de 1990, la comunidad LGBTIAQ+ logró una victoria enorme a nivel internacional: la Organización Mundial de la Salud eliminó de su lista de trastornos mentales a la homosexualidad. Debieron pasar casi 30 años hasta el siguiente gran paso en esa misma línea, cuando en junio de 2018 se modificó la clasificación de la «transexualidad» y esta pasó de considerarse un trastorno a una «condición relacionada con la salud sexual».

Es indiscutible que, poco a poco, el cambio empieza a hacerse ver en la cultura y la sociedad. Las personas LGBTIAQ+ empiezan a aparecer en medios de comunicación y ficciones en todos sus formatos, se legislan nuevas leyes para ampliar el acceso del colectivo a derechos básicos y la bandera arcoíris deja de ser tabú en muchas mesas del mundo. Estamos viviendo un cambio de paradigma en tiempo real, que inevitablemente se ve entrelazado con otros aspectos de esta sociedad que construimos.

Cuando el oportunismo y el capitalismo se cruzan con estas transformaciones sociales, surgen corrientes como el pinkwashing y el purplewashing, que describen el uso político o publicitario de símbolos y movimientos de derechos humanos sin ofrecer apoyo real a los grupos oprimidos ni escuchar sus reclamos concretos. Las instituciones, las empresas y las personas que utilizan estas técnicas buscan ganar la simpatía de esos grupos, mostrar una fachada «progresista» sin bases reales y que, muchas veces, se contradice con las acciones y las decisiones que se toman detrás de escena.

Pinkwashing: que el arcoíris no tape las nubes negras

El término «pinkwashing» (traducible como «lavado de imagen en rosa») surgió en 1992 desde la organización dedicada a la concientización sobre el cáncer de mama Breast Cancer Action (BCA). La BCA denunciaba así el mal uso del famoso lazo rosado que simboliza esa lucha, con motivos meramente comerciales de parte de empresas que solo buscaban posicionarse mejor o vender más productos alineándose de forma ficticia detrás de la causa.

Aplicado a los derechos de la comunidad LGBTIAQ+, los ejemplos de pinkwashing son incontables. Hace apenas unos días, una usuaria de Twitter compartió dos piezas de comunicación de un banco famoso que indicaban: «No importa cómo te define tu DNI. Importa cómo te definís vos». La campaña, publicada en la red social LinkedIn, fue eliminada enseguida.

En tan solo dos oraciones, enterraban una de las batallas más duras que debió librar la comunidad travesti/trans argentina, como si tener un documento necesario para vivir en sociedad que te identifica como alguien que no sos no fuera doloroso e irrespetuoso. Otra usuaria compartió su experiencia con el banco y dejó todavía más en claro el caso de pinkwashing: «Lo más genial de todo esto es que el sistema de Santander no está preparado para que una persona haga cambio de género en el DNI».

#LoveIsLove, la campaña incompleta

La campaña #LoveIsLove nació como una forma de validar las relaciones afectivas no heterosexuales y ganó notoriedad a partir del empuje por la legalización del matrimonio igualitario en distintos países del mundo. La premisa es simple: el amor es amor, sin importar el género de las personas involucradas.

Sin embargo, el capitalismo se encargó muy rápido de vaciarla de contenido real. Como en el caso de las tareas de cuidado, se toma la idea del amor como «fuerza que todo lo puede» y se barren bajo la alfombra las demás problemáticas que rodean a la comunidad. No es casual que la frase «Si ya pueden casarse, ¿qué más quieren?» siempre aparezca cuando se acerca la Marcha del Orgullo. La publicidad antes mencionada lo ejemplifica a la perfección: ¿para qué seguir peleando por ampliar nuestros derechos si lo que importa es lo de adentro?

Una campaña centrada en el amor es ideal para las empresas que quieren ganar clientes de grupos oprimidos sin perder a los clientes de grupos opresores. Cada año, cientos de grandes marcas se pintan de colores y modifican sus logos durante el mes de junio, reconocido internacionalmente como Mes del Orgullo. Sin embargo, se siguen dando casos de violencia contra miembros de la comunidad en sus locales y no se invierte en instrucción con perspectiva de género para sus empleades. Muchas empresas patrocinan las Marchas del Orgullo en distintos países para que sus nombres aparezcan en la foto y a la vez se involucran en el financiamiento de campañas de polítiques abiertamente antiLGBTIAQ+.

«Leyes relacionadas a la orientación sexual en el mundo – 2019». Los países coloreados de azul oscuro son los que cuentan con mayores medidas de protección a la comunidad mientras que los del extremo rojo penalizan con la muerte las relaciones no cisheterosexuales. Fuente: ILGA.

La libertad afectiva no es el único reclamo de la comunidad pero sí es el menos radical. El amor es un valor universal y abstracto que puede generar empatía mucho más rápido porque, al fin y al cabo, es más aceptable la idea de que no elegimos de quién enamorarnos.

Otra es la historia con cuestiones como la libertad sexual y la identidad de género. La sexualidad sigue siendo considerada tabú en gran parte del mundo y las relaciones no cishetero puramente sexuales, por fuera de un vínculo afectivo, son vistas como perversiones y fetiches. La identidad de género sigue siendo erróneamente atada a las corporalidades y se acusa a aquelles que deciden someterse a tratamientos hormonales o cirugías de adecuación de mutilarse el cuerpo.

Asuntos más profundos, como el acceso igualitario a derechos básicos, dependen de la aceptación de lo anterior. Difícilmente se tomará en serio a una persona trans en una entrevista laboral si se la ve como «confundida» o «perversa» por vestirse con ropa del género «incorrecto». Difícilmente podrá continuar sus estudios una persona que es acosada de forma constante por su identidad, su orientación o su presentación.

Más allá de algunas publicidades bonitas, ¿qué hacen las empresas y las organizaciones para combatir estas problemáticas desde sus posiciones? ¿Adaptan sus propias políticas internas, dan trabajo a personas de la comunidad o se visten de colores para vendernos sus productos y se olvidan de nosotres cuando nuestros reclamos no les generan ganancias?


Imagen de portada: edición por Macarena Varicci

Que viva el Orgullo: a 50 años de Stonewall

Cada año, la comunidad LGBTIA+ internacional celebra su historia durante todo el mes de junio para concluir en el Día Internacional del Orgullo. ¿De dónde nace la elección tan particular de estas fechas?

La pieza clave aparece en un bar situado en la ciudad de Nueva York. En los años sesenta, el Stonewall Inn era uno de los bares LGBTIA+ más populares de la zona (y el único en el cual se podía bailar), aunque esa popularidad no le ganaba la libertad del acoso policial. Allí se reunían las poblaciones más perseguidas por las autoridades: personas negras, latinas, homosexuales, transgénero y travestis, «desviados que celebraban su perversión». Las razzias eran moneda corriente y la violencia se ejecutaba sin piedad a pesar del pago de los sobornos exigidos por la policía cada semana.

Durante la madrugada del 28 de junio de 1969, hace exactamente 50 años, comenzó la etapa moderna de la revolución queer. Lo que parecía una redada habitual se transformó en una revuelta cuando voló la primera piedra contra la policía. Los oficiales estaban tratando de detener a les clientes abusando de su poder y aplicando violencia física. Stormé DeLarverie, una mujer lesbiana, recibió un golpe en la cabeza y desde el suelo pidió ayuda a gritos. Alguien dijo que la policía había ido a cobrar el soborno de la semana y comenzaron a llover monedas arrojadas con furia contra los uniformados. Fue una acción espontánea, nacida del hartazgo y el dolor, como recuerdan quienes allí estaban presentes:

«Stonewall no fue producto del orgullo. Fue la respuesta a toda la mierda acumulada por las razzias constantes de la policía en Greenwich Village. […] Los recuerdos de esa noche no me vuelven acompañados de alegría, porque muchos y muchas salieron muy heridxs».

Miss Major Griffin-Gracy para la revista Out.

Más tarde, testigos afirmaron que las personas en la primera línea del bando rebelde habían sido las más vulnerables, las más enfurecidas: las mujeres trans y travestis, los varones gay más afeminados, las lesbianas «marimachos» y les jóvenes LGBTIA+ sin hogar que solían pasar la noche en las inmediaciones del bar. Con ladrillos y botellas, la muchedumbre acorraló a la policía abusadora hasta obligarla a refugiarse dentro del establecimiento.

«Los gays nunca habían sido una amenaza para la policía. Se esperaba que fuéramos débiles, incapaces de defendernos. Pero ahí estábamos, peleando y atacándolos».

John O’Brien para la revista Vanity Fair.
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Monumento Nacional Stonewall, ubicado frente al sitio histórico de la revuelta.

Los enfrentamientos duraron varias noches y dejaron decenas de heridos, pero también fueron una demostración de que la violencia contra el colectivo LGBTIA+ ya no sería tolerada sin resistencia. Stonewall no fue la primera revuelta, pero sí marcó el inicio de la organización de la comunidad LGBTIA+ estadounidense para luchar por sus derechos. Martha Shelley, una de las mujeres presentes aquella noche, fue la mente detrás de la planificación de la primera Marcha del Orgullo de Nueva York realizada en el primer aniversario de los disturbios.

Es imposible hablar sobre Stonewall sin mencionar a Marsha P. Johnson y a Sylvia Rivera, dos mujeres trans racializadas, una afroamericana y otra latina, reconocidas como una parte indispensable de la revolución del 28 de junio de 1969. Juntas, lucharían el resto de sus vidas por la comunidad trans. Aunque permanecieron en el olvido durante muchos años, el transactivismo reciente rescató sus nombres y el documental sobre la vida de Johnson alcanzó el catálogo de Netflix.

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Línea temporal sobre la historia LGBTIA+ en Argentina, expuesta en la Casa del Orgullo de la ciudad de Buenos Aires.

En nuestro país, la Marcha del Orgullo de Buenos Aires se realiza en el mes de noviembre, acorde a la historia nacional del movimiento LGBTIA+. Es importante destacar que la masividad de las celebraciones de origen estadounidense, que se han convertido en las fechas internacionales, no opacan nuestro propio orgullo, nuestra historia y nuestras figuras destacadas en la lucha por la igualdad y el fin de la discriminación por orientación sexual o identidad de género. Sin embargo, es innegable el impacto de los disturbios en Stonewall para la cultura LGBTIA+ global.

Alcemos nuestras banderas no solo uno ni dos meses al año. Vivamos el Orgullo cada día, con la convicción de que trabajamos por un mundo más justo para todes.


Existimos y resistimos: adolescencias trans II

Para saber más sobre juventudes trans, te recomendamos leer la primera parte de esta entrevista: «Respetá mis pronombres».


Durante los últimos meses, una de las cuestiones más divisorias entre las ramas del feminismo en Argentina ha sido la presencia de personas trans en el movimiento. Las líneas interseccionales insisten en la inclusión de las mujeres trans por ser mujeres mientras las más radicales hablan de separar la lucha de las «hembras humanas» del transactivismo, subrayando la genitalidad como factor determinante y desconociendo la identidad de los varones trans.

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Iván

En esta coyuntura se alza el transfeminismo, rama a la que adhieren Lucian, Iván y Fede. «Pienso que la militancia se tiene que hacer con las personas trans y las pibas; con las transmasculinidades, las transfeminidades, las disidencias no binarias y las mujeres», afirma Lucian. El sistema patriarcal ataca todo lo que percibe como «femenino» o como antítesis de la masculinidad tradicional y en esa categoría entran las mujeres cis pero también las mujeres trans (que deben luchar para reafirmar su identidad femenina), los varones trans (que viven opresión sistémica porque no se reconoce su género y se feminiza su genitalidad) y las demás identidades disidentes (que pueden mostrarse con características codificadas como femeninas).

«No se puede luchar contra el patriarcado si no luchás codo a codo con todas las personas a las que oprime, que no son todas mujeres. El feminismo es la liberación del sistema patriarcal opresor y ese sistema cruza muchas identidades», explica Fede y resalta la importancia de llevar el transfeminismo a los barrios, al territorio. «El otro día, se acercó una vecina a mi espacio de militancia a preguntarnos qué era “ser no binarie”. Hay que poner en la agenda política y en el discurso a las personas trans. Que no nos nombren hace que no podamos construir».

Así comienza una de las tantas formas de violencia y opresión: con el silencio. El hogar es el primer espacio donde ser honestes sobre la identidad puede culminar en la marginación y la expulsión, mientras que el ocultamiento y la invalidación pueden deteriorar la salud mental a niveles trágicos. «Me pasa mucho que me da tanto miedo que la gente me ataque que no menciono mi género. A la única violencia a la que me expongo es a que me traten en femenino, solo para no tener que exponerme a violencia mayor», cuenta Lucian.

Las violencias continúan y se diversifican cuando las relaciones sociales se amplían más allá de lo familiar. La calle, las instituciones educativas, los centros de salud y de recreación, los espacios públicos y privados representan una amenaza constante cuando no todas las personas conocen la ley de identidad de género ni desean mostrarse empáticas con las personas trans.

Iván no realizó el cambio registral para rectificar su DNI. Aunque el director de su colegio aceptó darle un permiso especial para usar los baños del personal cuando él expresó sentirse incómodo en los baños binarios de alumnos y alumnas, una profesora intentó impedirle el acceso en varias oportunidades y lo humilló tratándolo en femenino al decir: «Ah, vos eras la que dijo una pavada de los no binarios y no sé qué».

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La ley de identidad de género es clara al hablar de la obligatoriedad del trato digno, que implica el uso del nombre elegido y los pronombres correctos en todos los ámbitos, aunque la persona trans no haya tramitado el cambio registral.

«La situación más violenta que viví en público fue cuando fui al ginecólogo. Todavía no tenía el DNI rectificado y le expliqué a la secretaria que aunque ahí no decía Federico, ese era mi nombre para que me llamaran así. La chica me dijo que sí pero al rato el médico me llamó por mi deadname [nombre de nacimiento]. Cuando salí, busqué la ley y se la leí a la secretaria para mostrarle que tenía que cambiar mi registro. Me empezó a decir que no, que la lista del médico es otra cosa, que hablara con administración. Ahí me dijeron que no porque tenían un reglamento interno, pero un reglamento interno no está por encima de la ley. Me hicieron dar un montón de vueltas, tardaron más de media hora en atenderme, querían que yo me cansara y me fuera».

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Lucian

El nombre es una parte intrínseca de las personas y una de las primeras informaciones que divulgamos al presentarnos. El llamado deadname («nombre muerto», en inglés) es el nombre con que se registró a la persona trans al momento del nacimiento, que suele cambiarse por el nombre elegido cuando se afirma el género correcto. Llamar a alguien por su deadname es una de las violencias verbales más comunes infligidas sobre la comunidad trans, ya que puede desencadenar pensamientos y recuerdos dolorosos de cuando la persona era forzada a ocultarse; es una manera de negar la identidad misma.

La elección de nombre es un proceso personal. Para algunes, como Lucian, el peso del deadname no es tan agotador. «Cuando nací me pusieron Luciana y por mucho tiempo pensé “Voy a llamarme Luciane porque es el inclusivo” [risas]. Al ser no binarie, me gusta la idea del signo de pregunta cuando termina. “Lucian”. Listo, termina ahí. Podría haber una a, podría haber una o, podría haber una e o cualquier cosa».

Para otres, es una transformación casi espiritual. Fede había considerado varios nombres que habían sido parte de su vida, como el que usaba para jugar de niño o el del primer personaje de ficción con quien se había identificado, hasta que notó que Federico siempre había orbitado su vida. «Fue una historia que se gestó sola. Yo ya tenía nombre, solo que no me había dado cuenta». También puede tratarse de una conexión mucho más emocional, como en el caso de Iván: «Cuando era muy pendejo, hacía básquet en un club. Mi primer crush fue uno de los pibes que jugaban conmigo y se llamaba Iván. No me puse el nombre por él sino por el recuerdo inocente de afecto infantil. Lo probé y lo sentí cómodo desde el principio».

Futuros cada vez más ciertos

Por la combinación de violencias que se ejercen sobre los cuerpos trans, el promedio de vida de las personas de esta comunidad no supera los 36 años. La falta de empleo formal, la prostitución, los crímenes de odio y las enfermedades (que suelen no tratarse a tiempo por evitar el sistema de salud maltratador) quiebran a la mitad sus posibilidades. Una parte muy importante de la lucha de la comunidad trans se orienta a revertir esta situación, para poder atreverse a soñar con una vida larga y plena.

Como tantes otres jóvenes trans, Lucian, Fede e Iván están a la mitad de ese pronóstico. Tienen sueños y futuros pensados, y el derecho humano de poder cumplirlos. Desde responsabilidades a corto plazo, como adoptar un perro o conseguir un trabajo, hasta proyectos que prometen años de esfuerzo. «Quiero estudiar Filosofía en UBA y ser profesor de nivel inicial, pero me interesa el trabajo en cárceles, en particular el tema de los jardines de infantes en las cárceles para niñes con xadres en situación de prisión y cómo se gesta la construcción de la personalidad en ese contexto», declara Fede.

Por su parte, Lucian piensa en poner sus dotes artísticas al servicio de su comunidad. «Quisiera dar cursos de manualidades, encuadernación, bordado, cerámica y esas cosas. Quiero darle trabajo a la gente trans, ofrecerles un espacio seguro donde puedan estar cómodes y conseguir ayuda, contención. A mí me pasó y agradezco mucho a mi casa de lesbianas a donde voy a hacer cerámica, Taller Limbo. Poder expresarme de forma artística sin tener que censurarme con mis pronombres me hizo mucho bien».

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Desde sus primeras organizaciones, las personas de la comunidad trans debieron cuidarse y sostenerse entre sí para sobrevivir frente a la hostilidad de las sociedades transfóbicas. Esa hermandad trans se mantiene hasta hoy: al hablar sobre personas que los inspiran y los representan, los tres coinciden en resaltar a sus compañeres, sus iguales. «Casi te diría que todas las personas trans que conozco», se ríe Iván. «Un compa trans, Osiris, me hizo mucho bien al alma. Cuando conté en Twitter que estaba en proceso de cambiar el DNI, me habló porque él había pasado ese proceso solo y se ofreció a acompañarme y apoyarme. Me hizo sentir que no estaba solo, no por la lucha en común nada más sino en el día a día», agradece Fede.

«Yo lo tomo para el arte porque dibujo y escribo poemas. Me inspiro mucho con mis compas: Camilo Dibuja, Ratatrola, Don Samuel, Iván del Conurbano, Mariano Camilo, Samuel Valentín. Tienen mi edad, están en la misma que yo y tal vez me leen un poema y me mueven el piso. Son compas que me inspiran a seguir adelante, más que nada», reflexiona Lucian.

«Nos une algo mucho más profundo», concluye Fede. El sentimiento de comunidad está vivo entre les hermanes trans. Tal como afirma Lohana en su última carta, «El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo».


Fotografía: Juana Lo Duca
Maquillaje: Lucía Rossi
Arte: Lucian

Respetá mis pronombres: adolescencias trans

En este artículo se utiliza terminología propia de la diversidad LGBTIA+. Podés repasar los conceptos que desconozcas en nuestro glosario sobre género y sexualidad.


Palermo. Domingo por la mañana. Tres jóvenes trans se reúnen para hablar de sus realidades, del pasado, del presente y del futuro. Las infancias trans apenas empiezan a ser tema de agenda y hace quince años no disponían de las mismas herramientas que hoy para ponerle palabras a su sentir. Masculinidad, femineidad, binarismos y no binarismos. ¿Cómo expresar algo para lo cual no se tienen palabras ni referencias? Las personas trans no estaban en la televisión, no tenían espacio en las escuelas y mucho menos en la mesa familiar.

Lucian (20) se presenta como persona no binaria y usa pronombres neutros o masculinos. Federico e Iván (17) son dos varones trans no binarios, pronombres masculinos, gracias. Los tres coinciden en algo, sin titubeos: el género que se les asignó al nacer no era correcto.

«Un día, una amiga (ese femenino, con muchas comillas) del colegio dijo “¿No les pasa que les molesta que nos vean como mujeres, que nos digan que somos minas?”. Las otras dos chicas del grupo enseguida dijeron que no y yo me quedé pensando, “¿Sabés que sí?”. Nunca lo había pensado pero lo empezamos a plantear y tenía sentido. Nos fuimos descubriendo entre nosotros. Si él no me lo hubiese dicho, hoy yo estaría en la misma igual pero quizás no tendría las herramientas para ponerlo en palabras», relata Iván.

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Fede

No hay edad para el autodescubrimiento. Muchas personas lo saben de pequeñas, otras lo intuyen pero no lo pueden explicar y otras tantas se lo cuestionan en la adultez. Ser testigo del proceso de construcción ajeno ayuda a comprender la tormenta propia de dudas y curiosidad sobre la identidad, y es por eso que resulta vital normalizar y visibilizar las vivencias trans. «Hace años, no se usaba mucho el pronombre “elle” pero cuando lo empecé a escuchar más y empecé a ver personas que eran súper femenines e igual usaban pronombres neutros, igual eran válides, empecé a aceptarme y a verme como una persona válida», recuerda Lucian.

«Desde chico tenía problemas con mi nombre y mi cuerpo. Había algo que no me cerraba pero no tenía idea de qué ni por qué. Veía niños en películas y sentía que quería que me vieran así a mí. En todos mis juegos, yo era un varón y me llamaba Lázaro», afirma Fede. «Años más adelante, investigué, descubrí la denominación “bigénero” y dije “Bueno, creo que me pasa esto”. No fluctúo, hay una esencia mía que no cambia, pero a veces se expresa de una forma y a veces de otra. Me daba mucho miedo pensar en cómo sería mi vida si salía del clóset. Pensaba si me iban a odiar, si me iban a desear, si me iban a querer. Pero yo sentía la cosquillita de saber que eso era lo correcto».

En Argentina, la comunidad trans-travesti y les disidentes de género se mantuvieron como estricto tabú durante décadas, incluso cuando la diversidad sexual comenzaba a asomarse. El avance histórico se vio particularmente ralentizado por las nociones que nuestro país imponía en cuanto a cultura familiar y «estilos de vida correctos», pero estas ideas no eran más que un pensamiento propio de ciertos sectores que pretendían (y aún pretenden) predicarlos como verdades universales.

La cisnorma binaria no es universal y los ejemplos abundan. Les Hijras son una parte del pueblo hindú que existe desde hace más de mil años (las primeras leyendas que narran su origen desde lo divino datan del siglo IX) y se les considera personas de un tercer género. Durante siglos fueron venerades y admirades e incluso oficiaron como consejeres imperiales. En nuestro propio continente, diversos pueblos nativos norteamericanos reconocen hasta cinco géneros distintos y las personas no son juzgadas por su identidad sino por su contribución al desarrollo de sus comunidades. En estos y tantos otros casos, la llegada de los invasores colonizadores significó el comienzo de la opresión a través de la imposición de la ideología europea y cristiana que, al día de la fecha, domina en la mayoría de las culturas del mundo.

Repensar el género en comunidad

«Me sentía una masculinidad pero me daba miedo asumirme como tal porque no quería que la gente me viera como un chabón hegemónico. Si me asumía 100% como una masculinidad, iban a empezar a caer miles de estereotipos sobre mí. Hay algunos que sigo y con los que me siento cómodo, pero otros no. No soy eso», rechaza Iván.

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Lucian

La juventud trans hoy se plantea la esencia misma de qué es ser un hombre, una mujer, ambos o ninguno. Las construcciones de masculinidad viril y femineidad delicada se quedan cortas, pero en una cultura que todo lo codifica como femenino o masculino es imposible construir identidades enteramente aisladas de los estereotipos. «No se trata de perpetuar estereotipos sino de sentirme bien. Me puedo poner un binder [faja que se utiliza para aplanar la zona del busto] y ser más andrógine o pintarme toda la cara y dejarme el pelo largo lleno de rulos. Lo hago por mí, para vivir cómode», explica Lucian.

Existe una definición errada pero muy difundida de lo que significa ser trans: «Para ser “trans en serio”, se debe sufrir disforia». La disforia es un término patologizante que describe a las personas trans como personas que «creen que son víctimas de un error de la naturaleza y que están cruelmente encarceladas en un cuerpo incompatible con su sentimiento interno» y se utiliza para listar a la transexualidad dentro del capítulo sobre trastornos de la identidad sexual del famoso manual médico MSD.

Dentro de la comunidad trans-travesti, esta noción es cada vez más rechazada por haber sido una forma histórica de opresión y violencia médica. La disforia no es una faceta innata del ser trans, sino que se hace presente a partir de la mirada social: cuando una persona trans afirma su género real, la sociedad cisbinarista espera que cambie su cuerpo, su ropa, su comportamiento para alinearse con lo que entiende como «propio» de ese género. Si la transición no ocurre o la persona no logra «verse cis», empiezan los ataques que terminan causando esa disforia: «Tan trans no sos», «Lo decís porque está de moda», «Es una fase, ya se te va a pasar», «Que no te gusten los vestidos no significa que seas varón», «Sin vagina, no sos mujer».

Ser trans es, sencillamente, no ser del género que fue asignado al momento del nacimiento; no es requisito odiar el propio cuerpo ni preferir los estereotipos de un género sobre otros. El género es una vivencia interna, que puede o no reflejarse en la forma de presentarse ante les demás. Desde su experiencia, Fede admite que suele darse un intento de «adaptación» forzado desde lo cultural, porque muchas personas solo aceptan a las identidades trans y travestis cuando estas se adecuan en cuerpo y comportamiento a los estereotipos del género que la persona expresa.

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«A veces me quería poner un vestido y unos shorts que me quedan divinos pero, por ejemplo, con mis xadres no podía porque siempre tuvieron problemas para aceptarme como pibe trans y sentía que no podía hacer nada que les hiciera pensar que yo estaba “volviendo para atrás”. Tenía que ser el estereotipo de pibe macho. En el colegio, era todo muy buena onda pero siempre había un tono de duda, como si me preguntaran “¿Seguro que sos trans?”», recuerda Fede. «Quiero ser visto como un varón trans, que se note que soy varón pero no con los estereotipos cis. Me molesta que, para que la gente me vea como varón, me pidan que me cambie el cuerpo. Yo ya soy un varón, ¿dónde ves una mujer acá?».


¿Querés saber más sobre juventudes trans y feminismo, violencias y representación?

Segunda parte de la nota: Existimos y resistimos: adolescencias trans II


Fotografía: Juana Lo Duca
Maquillaje: Lucía Rossi

Sordes feministas: empoderamiento y lucha contra un Estado ausente

«Por las barreras que la sociedad nos pone en materia de accesibilidad, las personas con discapacidad quedamos apartadas, invisibilizadas y con dificultades para poder participar activamente».

Las sociedades modernas están organizadas con una estructura de poder bien definida, orientada a beneficiar a un tipo de persona en particular: el varón blanco, cisgénero y heterosexual sin ninguna discapacidad. El feminismo y las luchas por la igualdad nacieron para enfrentar esta hegemonía, pero incluso dentro de los círculos más abiertos existen grupos marginados y olvidados por el carácter interseccional de sus opresiones.

Desde esa base, un grupo de mujeres Sordas se puso de pie para visibilizar su lucha y exigir verdadera inclusión y accesibilidad en su propia lengua. El Movimiento de Sordes Feministas de Argentina (MOSFA) nació el 25 de febrero de 2018, en medio de los debates y los encuentros de organización del 8M.

«Nosotres nos acercamos gracias al programa “Sordas sin Violencia”, que había llevado intérpretes de lengua de señas argentina-español (ILSA-E), con el objetivo de visibilizar las problemáticas que enfrentan las mujeres Sordas que sufren violencia de género para acceder a la justicia, porque no hay accesibilidad en LSA en las comisarías, los juzgados, los hospitales ni las líneas de denuncia».

En los encuentros, pronto notaron que no eran tenides en cuenta. «Salvo el movimiento Violeta de las personas ciegas, nadie nombraba a mujeres o personas trans o no binaries con discapacidad». Su reclamo es simple: no quieren que se hable de elles sin incluirles en la conversación; quieren tomar el escenario para exponer sus preocupaciones en primera persona y poder participar en igualdad de condiciones.

MOSFA es un espacio abierto a mujeres cis, personas trans y no binaries de la comunidad Sorda argentina, para empoderarse, aprender y luchar juntes. Aunque trabajan en proyectos variados, quienes lo componen insisten en mantenerse fieles a sus orígenes y concentrar sus esfuerzos en el activismo dentro de la comunidad Sorda.

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Escritura Feminista: ¿Cuáles son sus objetivos de militancia?

MOSFA: Tenemos dos objetivos concretos: uno es interno, orientado a la comunidad Sorda, que es informar, concientizar e instalar en la comunidad los temas que propone el feminismo, porque estamos convencides de que con información accesible viene el empoderamiento como sujetos de derecho. Para eso, empezamos a pensar, crear y difundir videos informativos en LSA y con subtítulos sobre cómo abortar con misoprostol, sobre el proyecto de ley IVE, sobre feminismo.

El otro objetivo, externo, hacia afuera de la comunidad Sorda, es concientizar acerca de las problemáticas que vivimos. No hay accesibilidad garantizada al 100% en ningún ámbito de la vida: hablamos de la calle, las escuelas, los terciarios, las universidades, los centros de salud, la familia, el trabajo, los medios de comunicación. Necesitamos que la información que circula sea accesible en LSA y con subtítulos.

E. F.: Durante el debate por la ley de IVE, las asambleas del 8M y el ENM de Trelew el año pasado, estuvieron muy actives en la participación y en particular en el pedido de información accesible en tiempo real. ¿Con qué obstáculos se encontraron? ¿Cómo es hoy en día la accesibilidad a la información pública?

MOSFA: La verdad es que hoy en día la accesibilidad a la información es limitada. A pesar de los años de lucha, aún no hay una ley nacional que reconozca la LSA como lengua de la comunidad Sorda; reconocer esto implica también reconocer el trabajo de les intérpretes LSA-E y su valor.

Nosotres, para participar de eventos, movilizaciones, de los Encuentros Nacionales de Transfeministas, hacemos de todo para generar dinero y poder pagarles lo que vale su tiempo por una cuestión de ética, porque si no están todo el tiempo haciendo trabajo voluntario, de caridad. Cuando se paga, lo terminamos pagando solo las personas Sordas, porque somos quiénes tenemos la necesidad, pero la comunicación es un ida y vuelta y es lo que tratamos de enseñar a las agrupaciones feministas y las personas que nos escriben.

De todos modos, el Estado es responsable y debería ser política de Estado garantizar y brindar accesibilidad en todos los ámbitos. Nosotres lo hacemos para predicar con el ejemplo, pero es un trabajo enorme.

«Necesitamos sí o sí ILSA-E en todos los espacios de la vida y como derecho, no como beneficio. Cuando no hay accesibilidad, hay doble discriminación y exclusión social: como mujeres o personas trans o no binaries y como personas con discapacidad. E incluso hasta triple discriminación, cuando nos excluyen también por nuestra orientación sexual, en el caso de ser lesbianas, bisexuales, etc».

Por otro lado, en la televisión pública solo algunos canales tienen ILSA-E con asesore Sorde. Por ejemplo: en el debate sobre aborto, al principio no había ILSA-E. Luego de denunciar en la Defensoría del Público habilitaron el recuadro, pero esto no debería suceder a pedido. Debería haber ILSA-E en todos los canales, en todos los horarios para garantizar el acceso a la información; es nuestro derecho como ciudadanes argentines. De todos modos, incluso cuando el recuadro con la ILSA-E existe, tenés que tener una TV gigante para poder verlo bien. Imaginate si tuvieras que ver la TV con el tamaño del recuadro ese… Eso no es accesibilidad 100%.

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Además, hay otras dos cuestiones: primero, les ILSA-E deben trabajar sí o sí junto con asesores Sordes que orienten el trabajo de interpretación, el uso adecuado de las señas. Se necesita une interlocutore que confirme que la comunicación es clara, pero hay canales de TV que incumplen este requisito.

Segundo, está establecido que les ILSA-E deberían interpretar 20 minutos y descansar otros 20 minutos para garantizar la calidad en la transmisión de la información y no someterlas a la precarización laboral. En el ENM de Trelew, por una cuestión de presupuesto contamos con sólo dos intérpretes y por eso fuimos todes a un mismo taller. Este año esperamos ser muchísimas más mujeres, más personas trans y no binaries Sordes, y esperamos tener muches más ILSA-E para que todes tengamos la posibilidad de participar de los talleres que más nos interesen.

E. F.: ¿Cómo tratan los temas de género e inclusión dentro de la comunidad sorda? ¿Se aceptan y difunden las señas nuevas para estos conceptos o hay resistencia?

MOSFA: El tema de género e inclusión en la comunidad Sorda se va instalando de a poco. Sin embargo, hay un problema histórico con respecto a la formación de nuevas señas: hay una marca negativa generada por la influencia de algunas personas que han desprestigiado a la LSA y le han negado su valor como lengua, por desconocimiento o negligencia: por ejemplo, al crear señas nuevas o introducir señas de otros países porque se desconoce que ya existen en la LSA o al ignorar la estructura gramatical de la LSA, reduciéndola a un inventario de señas y generando así el español señado, que no es una lengua de señas. Todo esto perjudica a la comunidad Sorda y genera resistencias a la hora de introducir cambios, porque se trata de preservar la LSA y de reconocer su valor lingüístico y cultural.

Estas cuestiones de la LSA hoy deben pasar por el Departamento de LSA de la Confederación Argentina de Sordos (CAS), que trabaja en conjunto con los departamentos de LSA de diferentes asociaciones de toda la Argentina. Sin embargo, la realidad es que los temas de feminismo y género no estaban en la agenda en su momento de estos grupos y, mientras tanto, existían otros grupos de personas Sordas que sí trabajaban con este tema y tenían una urgencia muy grande.

En 2017, a partir de un proyecto ideado por Fundasor cuyo objetivo era reflexionar sobre el sexismo existente en algunas señas de la LSA, surgieron nuevas señas para conceptos como «género», «lesbiana», «travesti». Esto trajo resistencia en algunos grupos y una aceptación enorme en otros, pero en este caso no se trataba de desconocer lo que ya existía sino de detectar las marcas del patriarcado en la LSA.

De todos modos, cada vez hay más conciencia y la comunidad Sorda comienza a repensar las señas sexistas y a aceptar las no sexistas. Durante el ENM de Trelew esta creatividad se extendió a señas que directamente no existían en la LSA porque no se hablaba de estos temas, como la seña «sororidad». Nosotres decíamos todo el tiempo sororidad y teníamos que deletrearla con el alfabeto dactilológico, así que un día apareció la seña. Lo ideal es que este proceso involucre a la comunidad Sorda de todo el país, pero la verdad es que no todas las personas conocen, trabajan o les interesan estos temas en particular.

E. F.: ¡Hay fiesta! Para junio están organizando una fiesta transfeminista.

MOSFA: Estamos muy emocionades con la fiesta, porque es nuestra primera experiencia y queremos que sea transfeminista y accesible, no solo para personas Sordas sino también para personas ciegas y usuarias de sillas de ruedas. Esto nos desafió a pensar en qué teníamos que tener en cuenta para cada une de nosotres, para que ningune se sienta excluide.

Pueden ir mujeres cis, personas trans y no binaries de todos los colores. Va a haber sorpresas y va a ser una fiesta con mucho aprendizaje e intercambio. La idea es recaudar dinero para contar con muches ILSA-E para el Encuentro Nacional Transfeminista en La Plata 2019 y otros talleres o actividades vinculados a la militancia transfeminista.


Imágenes y videos: MOSFA y Fundasor


#CicloOrgulloLGBTIA+: espectro ase/arro

Junio es el mes internacional del orgullo LGBTIA+, en conmemoración de los disturbios ocurridos en el bar Stonewall Inn, ubicado en Nueva York, el 28 de junio de 1969. Esa noche plantó la semilla de la revolución y marcó el comienzo de una nueva era de lucha por la igualdad y los derechos de las identidades disidentes.

Para celebrarnos en nuestra diversidad, Escritura Feminista dedicará las ediciones de género y sexualidad de este mes al reconocimiento de los distintos eslabones que componen a la comunidad queer en Argentina y el mundo.


La letra A

El significado detrás de esta letra aún hoy genera controversia. Para muches, la A representa a les allies o “aliades”, personas cishetero que apoyan y acompañan la lucha de la comunidad LGBTIA+. Para la mayoría, sin embargo, este componente de la sigla corresponde al espectro ase/arro, que comprende incontables variables de niveles de atracción.

En un extremo, la asexualidad y el arromanticismo como la ausencia absoluta de atracción sexual y/o romántica hacia otres; en distintos puntos del espectro, la demisexualidad y el demiromanticismo como la atracción solo a partir de un vínculo emocional previo, y la grisexualidad y el grisromanticismo como la atracción esporádica, poco frecuente, hacia otres.

Existen muchas otras clasificaciones que cuentan factores como el rechazo absoluto o la indiferencia a las relaciones sexuales o románticas.

Resulta vital remarcar el hecho de que la asexualidad no es equivalente al celibato. El celibato es una decisión consciente de no tener relaciones sexuales con otres, sin importar cuánto se lo desee. Quienes se identifican como parte de este espectro no sienten ese deseo hacia otras personas. Algunes se masturban, algunes sienten total repugnancia por las actividades sexuales, algunes disfrutan tener relaciones pero no sienten el deseo de iniciarlas activamente.

«Los orgasmos son copados, pero podría vivir tranquilamente sin coger y no sentiría que me falte nada. Mi ex era una persona muy sexual y yo aceptaba tener relaciones porque con ella era divertido, como mirar una peli o salir a bailar, no porque sintiera calentura o algo así», Nico, 37 años, para Escritura Feminista.

No se trata de la acción de tener relaciones sexuales o románticas, sino del deseo subyacente de hacerlo. Una de las problemáticas más estigmatizantes que enfrentan las personas asexuales o arrománticas es el descreimiento de parte de la sociedad hipersexualizada. En un mundo donde todo se vende a través del sexo y el romance, una persona que no siente interés por estos aspectos puede sentirse inadecuada o excluida.

Opiniones como “ya llegará la persona correcta” y “puede ser un problema hormonal” nacen de la ignorancia y pueden ser muy dañinas para el bienestar mental de les ase/arro. Es una orientación como cualquier otra, que no depende de traumas ni trastornos.

«Me dijeron que me autodefinía arro porque yo estaba mal y no sabía amar de verdad. Eso es una pelotudez. Que no me interese tener novia para ir de la manito a la plaza no significa que no “sepa amar”. Tengo amistades, relaciones familiares, amo a mi perro. Son cosas independientes, podés querer algunas y otras no, y duele cuando te dicen algo así», Maite, 30 años, para Escritura Feminista.

El espectro asexual y arromántico cuenta con muy escasa representación en los medios de alcance masivo: los personajes de Raphael Santiago (Cazadores de Sombras) y Lord Varys (Juego de Tronos) son dos de los únicos asexuales y arrománticos confirmados en series de TV populares.

En el mundo de los podcasts, Chloe Turner (The Bright Sessions) es abierta y orgullosa respecto de su asexualidad, y la becaria Maureen (Welcome to Night Vale) podría considerarse grisromántica, aunque no está confirmado ni por el personaje ni por sus autores.

Entre famosos del espectáculo, también son orientaciones poco habladas. Las comediantes Janeane Garofalo y Paula Poundstone se han declarado asexuales, al igual que les músiques Emilie Autumn y Steven Morrisey.

«Fui a dos Marchas del Orgullo, pero dejé de asistir porque no me parece bien que no haya visibilidad de las identidades no binarias ni las orientaciones pan/ase, pero es posible que vaya este año. Si no nos representamos nosotres, nadie lo va a hacer», Pupi, 26 años, para Escritura Feminista.

Cada año en el mes de octubre se celebra la Semana de Visibilidad Asexual y en el mes de febrero la Semana de Visibilidad Arromántica. Se adjudica una semana completa como forma simbólica de dar un día a cada espacio del espectro.

La bandera asexual se compone de cuatro franjas horizontales de colores negro, gris, blanco y violeta mientras la bandera arromántica cuenta con cinco franjas: verde oscuro, verde claro, blanco, gris y negro. Se dan variaciones según cada orientación dentro del espectro.