El cambio climático también afecta tu salud

El cambio climático también tiene sus consecuencias en nuestra salud. Esta es una realidad que ya no podemos desconocer. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), «el cambio climático es la mayor amenaza para la salud mundial del siglo XXI». La organización también advierte que desde 2030 en adelante, habrá 250 000 muertes adicionales por enfermedades sensibles al clima (estrés por calor, desnutrición, dengue, malaria). Así, vemos que los efectos de esta problemática como las olas de calor, las sequías, las inundaciones y el deterioro en la calidad del aire impactan directamente en la vida de las personas. Y no sólo eso, sino que también sus efectos son desiguales: tanto las personas más pobres, como las que se encuentran en una posición de vulnerabilidad, como mujeres y niñas, son quienes soportan las peores consecuencias de las transiciones ambientales. 

Fuente: CDC

A menudo, las mujeres y las niñas son las últimas en comer o en ser rescatadas, se enfrentan a mayores riesgos de salud y seguridad cuando los sistemas de agua y saneamiento se ven comprometidos y asumen una mayor carga de trabajo doméstico y de cuidado cuando se acaban los recursos, afirman desde Naciones Unidas. Estos efectos en las poblaciones que se perciben femeninas son mayores, si consideramos que la salud ha tenido, históricamente, una perspectiva machista y patriarcal. Son más susceptibles a sufrir desnutrición, estrés por calor, malaria, dengue y discriminación. Además, el riesgo de salud también se incrementa si consideramos que el cambio climático provoca una mayor violencia contra las mujeres. En este sentido, los desastres ambientales y la presión ante la falta de recursos refuerzan los desequilibrios de poder ya existentes, causando que mujeres y niñas en todo el mundo vean amenazado no sólo su bienestar, sino también su vida. 

Por otro lado, el cambio climático también afecta nuestra salud mental. Un término recientemente acuñado por psicólogues y psiquiatres lo explica: la «eco-ansiedad» o ansiedad climática. Ante la inacción actual que vemos por parte de las personas en el poder, es frecuente pensar que ninguna acción es suficiente y tener sentimientos de impotencia. Ante esto, científiques y activistas ambientales fueron les primeres en reportar sentirse abrumades, tristes y ansioses. La necesidad urgente de actuar para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ha causado que muchas personas sientan culpa por continuar comiendo carne, usando el auto o viajando en avión. Mucha gente cree que o bien no puede hacer nada, o bien no quiere hacer lo que se supone que debe hacer. Algunas veces, no hay un incentivo claro para actuar contra el cambio climático y otras, una persona puede hacer algo pero el resto no actúa, sobre todo las empresas más contaminantes.

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Por esto, es importante hacer hincapié en la perspectiva de salud cuando hablamos de cambio climático, según explican desde la Organización Salud sin Daño. También la CEPAL y la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten sobre el impacto que los cambios en nuestro planeta traen aparejados. Hoy más que nunca es necesario poner en marcha medidas de adaptación y mitigación

¿Qué son la adaptación y la mitigación?  

Traducción de la imagen: «Asegúrense de lavarse las manos y todo estará bien»; COVID-19; recesión; cambio climático. Fuente: Mackay Cartoons.

Es frecuente oír a expertes en cambio climático mencionar estos dos conceptos. El primero se refiere a llevar adelante políticas, medidas y acciones que tiendan a minimizar los impactos del cambio climático.

Por mitigación entendemos a las acciones que determina cada región para disminuir sus emisiones de GEI y así reducir o hacer menos graves los efectos del cambio climático. Estas soluciones tienen como objetivo principal disminuir la vulnerabilidad de las poblaciones y hacerlas más resilientes ante los desastres naturales y otras variables, como la pobreza y la inequidad. 

Existen diversas soluciones de adaptación y mitigación que las naciones pueden realizar. Estas dependen del contexto único de cada comunidad y del mismo país. Las acciones que ponga en práctica una localidad pueden no funcionar para otra y viceversa; por ello, es importante tener en cuenta las necesidades y los recursos con los que cuenta cada región. Así, cada medida de adaptación y de mitigación debe ser diseñada cuidadosamente, para evitar lo que les científiques dieron en llamar «mala adaptación».

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Este término apareció por primera vez en el informe del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental de Especialistas sobre Cambio Climático (IPCC) que fue publicado en febrero de 2022. Con él, les especialistas advierten que es vital pensar en las consecuencias a mediano y largo plazo cuando se propone una acción de adaptación o mitigación. No sólo es importante atacar el problema, sino asegurarse, mediante estudios de impacto ambiental, que la solución propuesta no genere nuevos problemas en el clima y los ecosistemas. Un ejemplo de esto es la aforestación. Consiste en sembrar árboles donde antes no había árboles de esa especie. Esta actividad, aunque nació de la buena voluntad y la acción climática, puede tener consecuencias devastadoras sobre un ecosistema que ve su equilibrio amenazado por la invasión de una especie exótica. 

¿Qué hacer?

Es importante, entonces, tener en cuenta todas las variables que afectan a nuestro bienestar. Es un proceso complejo, como también lo es nuestro planeta. Entender a la salud como un concepto integrador, donde también se tenga en cuenta la salud mental, es vital para proponer acciones colectivas contra los efectos nocivos del cambio climático. En este sentido, es vital poner en marcha acciones de adaptación y mitigación. Debemos reclamar, ante les tomadores de decisiones de nuestro país, por acciones climáticas efectivas para disminuir la vulnerabilidad de nuestra población y estar preparades para atender estas consecuencias. Específicamente en Argentina, tenemos que comenzar a hablar del cambio climático y entenderlo como un problema de salud pública mundial. 

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Fuentes:

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Advierten que el Amazonas se acerca a un punto de no retorno

Un nuevo artículo de la revista Nature advierte que la selva amazónica podría estar acercándose a su punto de no retorno. Les especialistas encontraron que más del 75% de la selva amazónica ha estado perdiendo resiliencia desde principios de este siglo. A su vez, explican que esto ocurre más rápido en regiones menos lluviosas y en las zonas más próximas a la actividad humana. Este deterioro resulta alarmante, pero no se presenta como una sorpresa: ya en 2019, científiques de Brasil habían advertido sobre este fenómeno

¿Por qué es importante el Amazonas?

Actualmente, el Amazonas representa más de la mitad de los bosques tropicales del mundo y es hogar de millones de especies, constituyendo uno de los lugares más ricos en biodiversidad del mundo. En el contexto de hoy, donde los efectos del cambio climático se vuelven cada vez más severos, es necesario preservar la mayor cantidad de ecosistemas y no retrasar la acción climática. Con este informe, les expertes advierten que, si no se actúa rápido para recuperar las zonas dañadas, la selva podría convertirse en sabana. Ese bosque tropical tupido, lleno de seres vivos que aún ni siquiera conocemos pasaría a ser otro completamente opuesto, con árboles pequeños, arbustos y menor densidad.

Según WWF, en el Amazonas hay 427 especies de mamíferos, 1300 aves, 378 reptiles, más de 400 anfibios y alrededor de 3000 peces de agua dulce, además de por lo menos 40 000 plantas y, solo en Brasil, un estimado de unos 100 000 invertebrados. Foto: Renting C.

Otra de las razones por las que esta investigación preocupa a personas en todo el mundo es que la selva amazónica es considerada un «tipping element», es decir, un elemento clave que podría inclinar la balanza y ser un aliado contra el cambio climático o convertirse en un acelerador de la crisis. ¿Por qué? Debido a que el Amazonas es un sumidero de carbono: absorbe las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), contribuyendo a disminuir el calentamiento global. Pero esto no ocurre si el equilibrio del ecosistema se ve comprometido, por ejemplo, durante incendios forestales donde muchos árboles mueren o en períodos de sequía. 

De hecho, ya en 2021 otro artículo de la revista Nature advertía que la Amazonía está emitiendo más carbono del que captura. El estudio afirma que la causa principal son los incendios provocados: los bosques a menudo se talan durante las temporadas de lluvia y se queman durante la época seca para dar paso a la agroindustria y a las pasturas para el ganado. Esto causa que las emisiones aumenten y que el ecosistema no pueda adaptarse a la pérdida de biomasa y a los daños, lo que hace que disminuya su resiliencia. 

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Las causas

Según la Real Academia Española (RAE), entendemos por resiliencia a la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. En este caso, diversos factores externos afectan la capacidad de la selva amazónica de adaptarse para continuar funcionando. Les expertes afirman que la deforestación, los incendios forestales cada vez más frecuentes y más incontrolables, el cambio climático y la explotación del suelo por parte de les humanes crean las condiciones ideales para que la selva amazónica pierda su resiliencia. El cambio climático hace que las sequías sean más prolongadas, por lo que también los incendios se propagan a gran velocidad. Esto libera grandes cantidades de GEI, sobre todo CO2, lo que contribuye al calentamiento global. Así, el ciclo comienza nuevamente. Sumado a esto, la tala y quema de zonas de selva para la agricultura y la ganadería no sólo es también fuente de emisión de GEI, sino que provoca desequilibrios que se vuelven más difíciles de superar. 

Los incendios forestales dañan a todo el ecosistema y son grandes emisores de gases de efecto invernadero. Foto: Fabian Jones.

«Esto es alarmante, ya que los modelos del IPCC proyectan un secado general de la región amazónica en respuesta al calentamiento global antropogénico», señala uno de los autores del estudio, Niklas Boers, de la Universidad Técnica de Múnich y el Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam en Alemania.

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No es casualidad que las diversas advertencias de les científiques se den luego de pasados 3 años de la presidencia de Jair Bolsonaro, durante la cual, según datos de Mapbiomas, se deforestaron más de 3 millones de hectáreas. Esto sucedió después de que el presidente de Brasil redujera el presupuesto destinado a combatir los delitos de deforestación y quemas ilegales. Según un estudio del Instituto Socio Ambiental (ISA), en este período, la tala en las zonas protegidas de la Amazonía brasileña creció un 79%, comparado con el período 2016-2018. 

Las conclusiones   

El estudio explica que, en muchas zonas, esta desestabilización y pérdida de resiliencia parece ya estar sucediendo y advierten que si esperamos para actuar puede ser demasiado tarde.

«Cuando sea observable, probablemente será demasiado tarde para detenerla. Si se pierde demasiada capacidad de recuperación, el retroceso puede ser inevitable, pero no se hará evidente hasta que se produzca un acontecimiento importante que haga caer el sistema».

Niklas Boers.

Los autores también analizaron lo que podría suceder en un futuro si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando y llegaron a la conclusión de que la capacidad de los bosques para volver a crecer una vez que se perdieran los árboles se reduciría significativamente.

En una situación urgente como la que vivimos hoy, donde es necesario disminuir nuestras emisiones pero también captar el carbono que liberamos al ambiente, nuestra mejor opción es cuidar los ecosistemas que nos ayudan a hacerlo: selvas, bosques, humedales y océanos. La respuesta está en la naturaleza pero debemos dejar de destruirla en beneficio de un sistema productivo extractivista y explotador que no nos lleva a ningún lado.

También, es importante recordar que América Latina es el lugar más peligroso para ser activista ambiental, según un informe de Global Witness. En 2020, Colombia registró la mayor cantidad de asesinatos, con 65 personas defensoras de la tierra y del medio ambiente asesinadas, mientras que en México fueron 30 y Brasil se colocó en cuarto lugar, por detrás de Filipinas, con 20 asesinatos. Es por estas razones que la respuesta para cuidar nuestros ecosistemas no debe provenir únicamente de la sociedad civil, sino también debe ser acompañada del apoyo de quienes toman las decisiones y los sectores del gobierno.

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Fuentes:


A un año de los incendios en la Patagonia

Título original: Las marcas del fuego

Autora: Tatiana Fernández Santos   Fotos: Julieta Distasio

—Andre, no bajes. Hay que salir ya— le advirtió un vecino que escapaba en dirección opuesta.

Andrea Depetri corría cuesta abajo por el valle donde se ubicaba su casa, perseguida por las llamas que se expandían a sus espaldas. Pronto se encontraría con un segundo foco ígneo que avanzaba de frente hacia ella.

—No sé si Licán salió, tengo que bajar— respondió Andrea, sin frenar el paso acelerado para adentrarse en el bosque de pinos Oregón. Tenía que asegurarse de que su hijo de 14 años hubiera logrado escapar.

Los montículos de fuego se multiplicaban sobre el pasto en pocos segundos, el humo se hacía más denso, el calor se intensificaba, las chapas de las casas se retorcían y crujían, sonaban como una bestia lamentándose de dolor. Los pinos expulsaban sus piñas encendidas como granadas por el efecto de la temperatura que alcanzaba la resina al estar expuesta al calor. Los ruidos de las garrafas de gas que estallaban aturdían los tímpanos de la mujer como ecos de bombas. Las hileras de pinos propagaban las llamas con la rapidez de una cerilla encendida en el interior de una caja de fósforos. Del cielo llovía fuego.

—¡Licán! ¡Licán! ¿Saliste? — gritaba Andrea con todas sus fuerzas mientras buscaba con la mirada a su hijo en los alrededores de la casa. Los gritos de vecinos y vecinas que se abrían paso para huir del infierno que los comenzaba a rodear se mezclaban con los ruidos de la expansión de las llamas. Las palabras de Licán se perdían en el bullicio.

A la misma altura de la ladera del cañadón donde había frenado Andrea, pero del otro lado del arroyo seco que atravesaba el barrio, estaba él. Andrea buscó entre la superposición sonora hasta que logró aislar la voz del joven.

—¡Má! ¡Estoy acá!¡Estoy subiendo!

Los músculos de los hombros se le relajaron, liberó la presión con la que apretaba sus dientes, respiró profundo y, al exhalar, los ruidos de la destrucción recobraron su protagonismo.

—¡Salí! Salí que después nos encontramos— gritó la madre al cerciorarse que su hijo estaba a pocos pasos de salir del barrio por el sendero que se dirige hasta la ruta 40.

Andrea giró y comenzó a subir por el camino de la ladera este del valle empinado por donde había descendido. En esa misma ladera, unos metros más abajo, estaba ubicada su vivienda. Pero ya era demasiado tarde. El fuego le pisaba los talones. Al darse vuelta nuevamente observó cómo la casa de su vecina Lorena, ubicada a 100 metros de la suya, desaparecía entre las llamas. La única opción que le quedaba era escapar por donde lo había hecho Licán.

La mujer logró caminar cuesta abajo hasta su vivienda, agarró la riñonera con sus documentos, se cargó la mochila al hombro y observó cómo Carpo, el perro blanco con manchas grises oscuras que acompañaba a la familia desde hacía 13 años, permanecía inmóvil. No respondía a sus gritos, que se perdían en el caos. Lo rodeó con una manta aguayo de lana de llama y lo tironeó con todas las fuerzas que le quedaban, pero moverlo fue imposible.

Carpo no se inmutaba. Estaba tieso pero su mirada, de alguna manera, transmitía tranquilidad. Con los ojos llenos de lágrimas Andrea se despidió de él y corrió por el cañadón hasta cruzar el puente de madera construido por las personas que habitaban el barrio boscoso para atravesar un arroyo sin caudal por la sequía del verano.

El corazón le latía fuerte, con más frecuencia que la normal, las piernas le temblaban, las gotas de transpiración le habían empapado la frente y humedecido la musculosa que llevaba puesta. Ya no recordaba la cantidad de veces que había ascendido y descendido por la ladera este del barrio desde que una amiga la llamó para advertirle que había un fuego cerca del barrio.

Tenía que hacer el último esfuerzo. Caminar 436 pasos por la ladera oeste, cerca de 150 metros en subida con un desnivel de 42 metros. Empezó a avanzar con la mayor velocidad que podía en ese camino empinado. Pocos metros delante de ella, un vecino escapaba del fuego por el mismo sendero. Andrea gritó con fuerzas, pero no emitía ningún sonido. O el humo absorbía sus palabras.

El aire a su alrededor se tornó negro, la visibilidad era nula. Pensó que no podría seguir. Una ráfaga inesperada despejó por un breve instante el humo que la rodeaba. Andrea continuó por la subida, aceleró su paso. El barrio estaba cercado de manera natural por una hilera de arbustos de moras que lo separaban de la ruta. Ahora, se habían transformado en una pared de fuego.

Se cubrió la cara con la mano izquierda, del hombro opuesto colgaba su mochila cargada con sahumerios de canela, aserrín, palo santo y de otras hierbas que juntaba de su jardín. Tenía la riñonera cruzada. Sentía que el fuego absorbía la parte lateral de su cuerpo, el calor la aspiraba. Atravesó las llamas, gritó hasta llegar a la calle. Un brigadista vestido de rojo se acercó.

Había llegado hasta la ruta. El fuego avanzaba también de frente.

—¡Licán! — gritó —¿No viste un chico alto más o menos por acá, flaco, con rastas? — preguntó al combatiente de incendios mientras indicaba la altura de su hijo con las manos.

—Está con nosotros en la camioneta— la tranquilizó el hombre.

—Me quemé —respondió la mujer al comenzar a sentir el dolor en su cuerpo.

Una catástrofe sin precedentes

La catástrofe socioambiental del 9 de marzo de 2021 en el noroeste de la provincia de Chubut, en la Patagonia argentina, no está aislada de la crisis climática que afecta al planeta. De acuerdo con la climatóloga e investigadora argentina Inés Camilloni en su análisis sobre el informe de los últimos 60 años del Servicio Nacional Meteorológico, en esta región se registran aumentos de temperaturas, disminución de precipitaciones y, en consecuencia, sequías que generan las condiciones propicias para la propagación de incendios.

El calentamiento global y los cambios en el uso del suelo potencian las posibilidades de temporadas de incendios forestales más extensas y peligrosas. Así lo advirtió Naciones Unidas en su Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) publicado en 2020.

Durante el verano de 2021, dos episodios de incendios de gran magnitud ocurrieron en la Comarca Andina del Paralelo 42, conformada por un grupo de pueblos, ciudades y parajes rurales ubicados entre en el suroeste de la provincia de Río Negro y en el noroeste de la de Chubut. El primero comenzó el 24 de enero, tuvo su epicentro en la zona de Cuesta del Ternero, en las cercanías de la ciudad de El Bolsón, en Río Negro. Duró 42 días hasta que el 7 de marzo los brigadistas lograron controlarlo.

Apenas pasaron 48 horas desde que se logró extinguir el primero cuando se inició el segundo incendio de gran magnitud, alrededor de 15 kilómetros hacia el suroeste, del otro lado del límite provincial, en el noroeste de Chubut. Una columna de fuego de más de 20 metros se formó en la zona del paraje Las Golondrinas el 9 de marzo, a las cuatro de la tarde, y poco después -a tres kilómetros- empezó a arder la zona de Radal.

El fuego necesitó ocho horas para destruirlo todo antes que las lluvias lograran frenar la expansión del incendio, que arrasó con 13 mil hectáreas. En ese lapso, 620 familias de las localidades de Lago Puelo y El Hoyo, en Chubut, perdieron su casa mientras que 41 familias sufrieron daños parciales, según los datos oficiales. Más de 1.580 personas resultaron damnificadas, entre ellas al menos 25 mujeres -como Andrea Depetri- a cargo de niños y niñas, 98 adultos mayores y 27 personas con alguna discapacidad.

Según la explicación técnica de brigadistas del Servicio Nacional del Manejo del Fuego, cuando coexisten dos columnas de fuego de gran magnitud a pocos kilómetros de distancia, las mismas se atraen por la diferencia de presiones atmosféricas. La columna de mayor magnitud absorbe a la más pequeña.

Ese día, las fuertes ráfagas de viento en dirección sur aceleraron la tormenta de fuego que se cobró la vida de dos personas en poco tiempo. Una tercera persona falleció producto de las quemaduras días después. Las fuentes consultadas coinciden en señalar que se trató del incendio de interfase -así se denominan a los que se producen en zonas boscosas donde también hay viviendas- más destructivo que jamás hayan vivido en La Comarca Andina.

Si bien las áreas afectadas tienen diferentes situaciones habitacionales, un gran porcentaje de las personas damnificadas también trabajaban en esos espacios en emprendimientos productivos o turísticos. En el territorio arrasado coexistían casas residenciales, zonas de chacras productivas, emprendimientos de turismo y al menos tres barrios populares que no tenían regularizada su situación dominial, según detallaron desde el gobierno local de Lago Puelo.

Según el cálculo que surge del Informe final de Emergencia ígnea elaborado por la secretaría de Desarrollo Humano y Social de esa localidad, el 44% de las familias que sufrieron las consecuencias de los incendios allí habitaba en los asentamientos conocidos como la Ecoaldea, El Pinar y Bosques del Sur.

Territorio

El Pinar -donde vivía Andrea-, también conocido como Parcela 26, fue uno de los barrios populares más afectados por el incendio producido a finales del verano de 2021. Con el incendio ardieron los pinos Oregón, entre cuyas hileras se habían instalado los primeros vecinos veinte años atrás, y 175 familias se vieron afectadas.

Las especies exóticas que rodeaban este asentamiento popular fueron introducidas entre mediados de los años 70 y la década del 80 del siglo pasado, después del desmonte de especies nativas para la extracción de madera a partir de un contrato firmado entre la entonces Dirección General de Bosques y Parques de Chubut y empresas privadas.

La reforestación se realizó con especies exóticas de rápido crecimiento como pinos Oregón, ponderosa, radiata o murrayana, que permiten la obtención de madera en forma rápida. Mientras que el pino Oregón puede alcanzar un diámetro de tronco de más de 50 cm en 20 años, el alerce nativo alcanza 1 cm de espesor en 15 o 20. Asimismo, los coihues y cipreses que predominaban en la zona afectada tienen un crecimiento más lento.

“Cuando se toman decisiones en temas ambientales, hay que pensar responsablemente el tema forestal 30, 40 y hasta 50 años hacia adelante. Lo que hoy es una verdad revelada, mañana puede ser una catástrofe o un desastre. Eso podría ser una enseñanza de las consecuencias del reemplazo de bosque nativo por especies exóticas”, explica un experto que ocupó cargos directivos en la Dirección General de Bosques y Parques de la provincia de Chubut, que optó por reservar su identidad.

La introducción de estas especies provocó también un proceso de acidificación del suelo que afecta el desarrollo de otras plantas. Además, la fácil combustión de los pinares fue un factor clave en el desencadenamiento de la catástrofe, sumada a las temperaturas extremas sin precedentes en La Comarca Andina, los fuertes vientos, el bajo contenido de humedad en la vegetación producto de las sequías y un territorio repleto de ramas, troncos secos y podas realizadas fuera de temporada que componían un exceso de residuo forestal combustible en la zona.

La precariedad de tendidos eléctricos que se entrecruzan con árboles de más de 20 metros por falta de mantenimiento en las zonas de interfase urbano forestal, así como el crecimiento exponencial de la población con una urbanización acelerada y sin planificación, fueron también factores que aportaron al desencadenamiento del desastre ambiental y social que significaron los incendios forestales de marzo de 2021, según explicaron tanto desde el Servicio Nacional de Manejo del Fuego como desde Defensa Civil del Lago Puelo.

Por encontrarse en una zona roja para la construcción debido a la inclinación del terreno, a las 16 familias residentes en ese sector de El Pinar, la Municipalidad de Lago Puelo les propuso reubicarse. Solamente dos aceptaron. Una de ellas, Andrea y su hijo. Sin embargo, los tiempos que llevará esa relocalización y la desconfianza en la ejecución de la propuesta le representan miedos de que la misma no se concrete. Por eso, hasta que esa posibilidad se concrete, vecinos y vecinas de la feria regional de El Bolsón, donde ella trabaja, la invitaron a instalarse en el barrio popular Tierra y Dignidad, ubicado en la localidad de El Bolsón.

Calor y sequía

Uno de los efectos de la crisis climática en la región de la Patagonia argentina es la mayor recurrencia de sequías, lo que favorece la propagación de incendios forestales. De acuerdo a registros realizados por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), entre los años 1961 y 2020 la temperatura en promedio aumentó en la zona de la Patagonia en 1ºC. También existe una tendencia a la disminución de precipitaciones en esta área.

En la Comarca Andina se registraron en marzo del 2021 temperaturas de hasta 4.2ºC más elevadas que la media máxima histórica correspondiente a ese mes. Después de un invierno con escasas lluvias y nevadas en la región cordillerana de la Patagonia, se prevén para el verano austral 2021/2022 precipitaciones inferiores a las normales.

Asimismo, el informe del Pronóstico Climático Trimestral correspondiente a diciembre 2021, enero y febrero 2022 del SMN indica que las temperaturas superiores correspondientes a la zona centro y norte de la Patagonia serán superiores a las normales. Estos pronósticos, que se condicen con los efectos del cambio climático en la región patagónica de los últimos 60 años, preocupan a brigadistas de cara a futuras temporadas de verano con preponderancia de sequías y alertas de incendios.

El trabajo es agotador”, cuenta Isabel Namor, una brigadista de 25 años. “Muchas veces te gana el fuego, pero no hay mayor satisfacción que cuando logramos detener o contener un incendio y se quema mucho menos de lo que podía llegar a quemarse”. Con 20 años ingresó al Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) desde donde combate, junto a colegas de todo el país, incendios en diferentes puntos del territorio nacional. Su base es la brigada que está ubicada en el predio del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Golondrinas.

Isabel recuerda con nitidez lo que pasó en marzo de 2021: “Fue muy angustiante. Fue la primera vez que estuvimos en un incendio en el que se perdieron vidas, personas, casas. Nos daba mucha impotencia. Trabajamos de esto y por momentos sentíamos que no podíamos hacer nada”.

El 9 de marzo, Isabel estaba de guardia. Hacía más de 27 grados y el viento soplaba con rachas de hasta 90 kilómetros por hora. Cuando tomaron noticia del primer foco, acudieron con la brigada a intentar salvar las dos primeras casas que comenzaban a desaparecer entre las llamas. Pero en pocos minutos, las condiciones meteorológicas extremas y un verano de sequías provocaron que la expansión fuera inevitable. El objetivo de todas las brigadas pasó a ser de inmediato la evacuación. La propia casa de un compañero brigadista se quemó mientras asistía a otras personas.

Los brigadistas combatían dos incendios de interfase al mismo tiempo. El que avanzaba en dirección al Maitén desde la reactivación del foco en Cuesta del Ternero y el que había comenzado el mismo 9 de marzo en Cholila.

Por lo que analizamos, vamos a tener una temporada muy complicada ya que hay muy poca agua en la zona”, adelantó la brigadista en relación al verano 2021/2022. Según el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, el 95% de los incendios se dan por causas antrópicas, es decir por acción humana.

Cicatrices

A pesar del calor atípico de principios de noviembre, Andrea cubre su cuerpo con una camisa de mangas largas, usa una capelina y si camina bajo el sol agrega una chalina para resguardarse. Pasaron 247 días desde el incendio y, de vez en cuando, aún le brotan ampollas en el brazo quemado.

Con 43 años es alta y flaca, y tiene el pelo negro corto, lacio y grueso. Cuando se lo recoge, aparecen en su perfil izquierdo las marcas que el fuego le dejó, desde el cuello hasta la frente. Cubren parte de su pómulo izquierdo, su oreja izquierda y una línea que se extiende por su mentón hasta la mitad de la cara. Hay otras marcas que el fuego dejó que nacen desde su cadera izquierda y frenan a la altura del pecho, para luego retomar desde la base de su cuello. La parte externa de su brazo izquierdo también está quemada hasta la mitad de la mano.

Andrea recorre el sendero que tantas veces hizo aquel 9 de marzo, conoce cada parte del camino. Es la tercera vez que visita el territorio donde alguna vez estuvo su casa y se alegra por los brotes que renacieron de las cenizas. Hay mentas, melissa, romero, un ciruelo y un sauco. Mientras recoge los plantines de una menta híbrida con albahaca, recuerda los frutos que el ciruelo le ofreció durante once años.

La mujer que sobrevivió al fuego se dedicaba a la artesanía y gran parte de la gente del barrio trabajaba en la feria artesanal de El Bolsón. Allí le espera el espacio donde solía armar su puesto. Sin embargo, todavía no sabe cuándo regresará.


Esta historia forma parte de “Territorios y Resistencias” la investigación federal y colaborativa de Chicas Poderosas Argentina, que fue realizada entre octubre y diciembre del año 2021, con el apoyo de la Embajada de Estados Unidos en Argentina, por un equipo de más de 35 mujeres y personas LGBTTQI+ de todo el país de forma colaborativa. 

Humanizar la crisis climática en Argentina

Territorios y Resistencias busca visibilizar cómo los cambios ambientales modifican las vidas de mujeres, personas LGBTTQI+ y comunidades campesinas e indígenas en todo el territorio nacional.

Un equipo de más de 35 mujeres y personas LGBTTQI+ conformado por comunicadoras, periodistas, fotoperiodistas, editoras, consultoras ambientales, diseñadoras gráficas, diseñadoras web y verificadoras de datos creó y llevó adelante la investigación que refleja, mediante ocho crónicas periodísticas y registros fotográficos, la realidad de poblaciones vulneradas y directamente afectadas por la crisis socioambiental en las regiones Patagonia, Centro, Noroeste, Cuyo y Noreste.

«Nuestro objetivo fue contar y mostrar cómo se ve la crisis climática en Argentina, que no tiene nada que ver con la imagen de un oso polar sobre un glaciar que se derrite. Y queríamos que esas historias fueran escritas y retratadas por periodistas y fotoperiodistas de esos lugares que aportaran su mirada local y diversa».

Guadalupe Sánchez Granel, Directora general del proyecto.

Las historias

Ocho relatos combinan investigación, datos científicos concretos, una gran cantidad de entrevistas y el relato de vivencias y experiencias que demuestran que la crisis climática está a la vuelta de la esquina: es aquí y ahora. Ocho historias acompañadas por imágenes fotográficas que retratan las problemáticas ambientales de distintos territorios.

«La historia de una sobreviviente de los incendios de marzo de 2021 en la Patagonia, una brigada LGBTTQI+ en Córdoba que se organiza para hacer frente a los incendios en la zona de Punilla, la bajante extrema histórica del río Paraná contada a través de una cooperativa de pescadoras, el impacto de la minería en Catamarca a 25 años de Bajo de la Alumbrera en pueblos indígenas de la zona, la crisis hídrica en Mendoza, el desmonte en Santiago del Estero, la lucha por la protección de un humedal en Chaco y la agroecología como solución posible en Entre Ríos». De esta manera introducen el trabajo en la nota editorial de Territorios y Resistencias las directoras de la investigación, Fernanda Tuti Romain y Guadalupe Sanchez Granel.

Conocé las historias.

REGIÓN NOROESTE
Descripción de imagen: fotografía en plano medio de una mujer de alrededor de 50 años que mira a cámara con gesto serio. Tiene rostro redondo, piel morena clara y ojos verdes. Tiene cabello castaño rojizo con raíces canosas atado en una cola y las puntas le caen sobre el hombro y el lado izquierdo del pecho. Viste una camiseta de mangas cortas de color azul brillante.
Imagen: Florencia Navarro.


Una mujer tonokoté que lucha contra el desmonte

Mientras la deforestación avanza sobre Santiago del Estero, Angélica Serrano se convirtió en la cara visible de la lucha del pueblo tonokoté Yaku Muchuna para conservar sus tierras.  

Megaminería en Catamarca: extraer la vida

Bajo La Alumbrera, el primer proyecto megaminero que funcionó en Argentina, opera desde hace 25 años en territorio catamarqueño. La explotación dejó un paisaje de sequía y crisis hídrica en la zona y alteró la vida de los pueblos originarios de la zona. 


REGIÓN CENTRO
Descripción de imagen: en una barca de pescadores en el río, una mujer de pie sostiene una red de pesca con los brazos extendidos a los lados. Viste ropa abrigada y tiene los ojos cerrados contra el sol. Detrás de ella, se ve el horizonte como una línea muy delgada de árboles que separa el agua del cielo nublado al amanecer.
Imagen: Celina Mutti Lovera

Las domadoras del Paraná

En medio de la pandemia de COVID-19 y la extraordinaria bajante del río Paraná, una cooperativa busca mejorar los ingresos de un grupo de mujeres que vive de la pesca artesanal, uno de los eslabones más delicados de la emergencia hídrica que afecta a siete provincias argentinas, entre ellas las del Litoral.

Autogestión comunitaria y disidente contra los incendios

La recurrencia de incendios forestales en las sierras cordobesas y la escasa respuesta estatal para evitarlos generó que grupos autoconvocados de habitantes se organizaran para combatirlos. La experiencia de la brigada Chañares, con sello feminista y disidente.


REGIÓN NORESTE

Volver a la tierra. Agroecología para restituir la vida al suelo

Productoras agropecuarias de la provincia de Entre Ríos eligen la agroecología como modo de producir alimentos, un paradigma amigable con el ambiente y socialmente inclusivo en pugna con un sistema convencional que es, en parte, responsable del calentamiento global.

Caraguatá, tierra prometida

El parque Caraguatá, uno de los últimos pulmones verdes del Gran Resistencia, es también un lugar de disputa política y abandono estatal. La comunidad indígena aparece como protectora ancestral de ese territorio. El pueblo qom y el monte luchan a la par por resistir el desplazamiento y la extinción. 


REGIÓN PATAGONIA
Descripción de imagen: fotografía en primer plano y perfil de tres cuartos de una mujer de ojos marrones y piel blanca, con cicatrices de color rosado por quemaduras en el lado izquierdo del rostro, a cámara. Las cicatrices se extienden desde la comisura del ojo hasta el cuello. La mujer tiene el cabello negro con canas parcialmente cubierto por un pañuelo teñido con estilo batik en distintos tonos de azul y blanco.
Imagen: Julieta Distasio

Las marcas del fuego

La crisis climática genera más frecuentes y más extensas temporadas de incendios forestales, y la Patagonia es una de las regiones más golpeadas. En marzo de 2021 una tormenta de fuego en Chubut cambió la vida de miles de personas. Andrea Depetri es una de ellas.


REGIÓN CUYO

Mendoza tierra asolada. Por los caminos del agua

La gestión oficial del agua en Mendoza privilegió algunos territorios por sobre otros que, en un contexto de crisis climática global, padecen cada vez más períodos de sequía y escasez hídrica. Esto obligó a poblaciones enteras a cambiar su modo de vida.


El proceso federal y colaborativo

Durante el desarrollo del trabajo, cada integrante de la investigación recibió capacitaciones y cada trabajo fue revisado por dos profesionales de la verificación de datos, Ana Prieto y  Ana Laura Mitidieri. Asimismo contó con el seguimiento editorial de Jorgelina Hiba, periodista especializada en temas ambientales de Argentina junto a María Sol Oliver, editora del trabajo.

Conocé la investigación Territorios y Resistencias en www.territoriosyresistencias.com.


Imagen de portada: Julieta Distasio


#BastaDeVenenos: los agrotóxicos afectan la salud humana

Esto se sabe hace mucho. El investigador argentino Andrés Carrasco advirtió sobre los efectos adversos del glifosato. Ese estudio le valió amenazas, persecuciones y el descrédito público de pares, medios de comunicación y el entonces ministro de Ciencia, Lino Barañao. 

Desde entonces, más de 200 estudios de universidades públicas argentinas han probado que la utilización de agrotóxicos es perjudicial para la salud de las personas, del ambiente y de la biodiversidad. Muchos de ellos investigaron los efectos del glifosato (que es el más utilizado), pero también de la atrazina, el endosulfán y el 2-4D. A pesar de todas estas pruebas, Argentina es el país que más litros de herbicidas utiliza por persona por año: 12 litros por habitante. 

Estos elementos tóxicos llegan a nuestros cuerpos a través del agua y el aire, pero también están presentes en el suelo, el algodón (que luego se transforma en productos de uso diario como pañales o toallitas) y, según el Senasa, hasta están presentes en nuestros alimentos. En 2019, se registraron 80 tipos de agrotóxicos en diferentes frutas y verduras, esas que llegan a nuestros hogares y estómagos a diario. Además, hay que destacar que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó al glifosato como «probablemente carcinogénico para los seres humanos». 

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Descripción de imagen: fotografía en blanco y negro de un campo arado sin cultivos visibles, cubierto por la neblina causada por la pulverización de agrotóxicos. De costado, una persona de pie se inclina hacia adelante con el rostro y toda la piel cubierta de ropa mientras arrastra una saco lleno entre las piernas.
El costo humano de los agrotóxicos, por Pablo E. Piovano.

Otro aspecto a considerar es qué pasa con las comunidades que viven cerca de los cultivos fumigados. Una investigación de Damián Verzeñassi, director del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario, en conjunto con estudiantes del último año de Medicina, encontró que son las más vulnerables ante el agronegocio. En los pueblos analizados por el investigador, la gran mayoría ubicados a menos de 1000 metros de campos de fumigación, encontraron que la causa número uno de mortalidad era el cáncer. Allí, donde los agrotóxicos se concentran y se esparcen a diario, las personas son más propensas a desarrollar esta enfermedad.

Estas poblaciones están más expuestas que ninguna otra a los efectos nocivos de los agrotóxicos, que llegaron prometiendo trabajo y abundancia. Les niñes se quejan de que les arde la garganta y los ojos cuando pulverizan estos herbicidas. También, mujeres de las comunidades han denunciado abortos espontáneos y que sus hijes nacen con malformaciones. Hoy, esas personas luchan por sus vidas, porque el agronegocio se benefició a costa de su salud. 

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El mundo del agro parece no querer dar marcha atrás. El gobierno actual (y los anteriores) lo apoya. Los medios de comunicación guardan silencio ante el atropello de los derechos humanos con los que se enriquece el agronegocio. Y el pueblo paga con su salud.

Por esto, es necesario impulsar un cambio hacia un modelo de Soberanía Alimentaria, donde se pueda confiar en la comida que llevamos a nuestras casas, donde la alimentación la garantice el propio pueblo. Este concepto se explica como el «derecho de cada pueblo y de todos los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias de producción, distribución y consumo de alimentos, a fin de garantizar una alimentación cultural, nutricionalmente apropiada y suficiente para toda la población». La Soberanía Alimentaria hace hincapié en la necesidad de producir alimentos respetando los ecosistemas, la biodiversidad y la cultura propias de cada región. 

Descripción de imagen: fotografía en blanco y negro de un campo sembrado. En primer plano, se distinguen las plantas individuales cultivadas a corta distancia entre sí. Los surcos plantados se extienden hacia el fondo de la imagen y culminan contra una línea de casas que limitan el sembradío.
Lo monocultivos y los agrotóxicos destruyen los suelos y su recuperación es casi nula, una vez que los cultivos han tomado todos sus nutrientes y envenenado sus aguas.

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El problema principal, entonces, no son los herbicidas tóxicos, sino este modelo productivo que, apoyándose en transgénicos y venenos, avanza sin importar el costo humano y ambiental. Debemos preguntarnos cómo queremos producir. ¿Acaso el enriquecimiento de unos pocos justifica los peligros de salud que implican los agrotóxicos? ¿El fin justifica los medios?


Fuentes:

Imagen destacada: Pablo E. Piovano

Están vendiendo la Costanera

La sesión comenzó el 2 de diciembre al mediodía. Dentro de los proyectos aprobados, se habilita la construcción de edificios en los predios públicos ribereños de Costa Salguero y Punta Carrasco, que suman 32 hectáreas. Otro autoriza a la empresa IRSA a construir un barrio con torres de 45 pisos sobre el humedal conocido como ex Ciudad Deportiva, ubicado en la Costanera sur y lindero con la Reserva Ecológica.

El paquete impulsado por el gobierno de la Ciudad afectará a más de cien hectáreas del acceso al Río de la Plata, entre Costanera norte y Costanera sur. Con 36 votos a favor, del oficialismo y aliades, y 22 en contra, del Frente de Todos y el Frente de Izquierda, quedó aprobada la rezonificación de Costa Salguero; en tanto que el convenio con IRSA recibió 36 votos a favor, 20 en contra y 2 abstenciones. La medida se da pese a la negativa manifestada en las audiencias públicas y a las movilizaciones de organizaciones vecinales.

Descripción de imagen: listado del recuento final de votos por apellido. Afirmativos: Álvarez Palma, Arce, Blanchetiere, Bou Pérez, Cingolani, Cortina, de las Casas, Del Gaiso, del Sol, Ferrero, Fidel, Forchieri, García de Aurteneche, García de García Vilas, Garrido, González Estevarena, González Heredia, Gorbea, Guouman, Halperin, López, Méndez, Michielotto, Morán, Nosiglia, Ocampo, Peña, Reyes, Romano, Romero, Straface, Suárez, Thourte, Villafruela, Vischi, Weck. Negativos: Andrade, Barroetaveña, Bielli, Cámpora, de Mendieta, Fernández, Martín, Martínez, Montenegro, Morresi, Muiños, Neira, Pokoik, Roberto, Santoro, Segura Rattagan, Socías, Valdés, Velasco. Abstenciones: Abrevaya, Casielles.

Resistencia de vecines

En paralelo a la sesión, organizaciones ambientales, políticas y sociales que rechazaban las propuestas inmobiliarias protestaron en la puerta de la Legislatura. Entre los convocantes se encontraban el Movimiento La Ciudad Somos Quienes la Habitamos; Basta de Demoler; el Colectivo de Arquitectas en defensa de las tierras públicas y grupos de vecinos de los barrios de Núñez, Parque Chacabuco, Colegiales, Villa Ortúzar, Bajo Belgrano y San Telmo.

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En el mismo sentido, meses atrás se llevaron adelante audiencias públicas para consultarle a la ciudadanía su opinión sobre dichos proyectos: el resultado fue que el 98% de los mil oradores se mostró en contra. Además, a las críticas se sumó un freno judicial en dos instancias que impidió la venta de los terrenos.

Entre noviembre de 2020 y enero de 2021, más de dos mil porteños se manifestaron en contra del cemento sobre la costa en la audiencia pública por la rezonificación. En noviembre, en tanto, el Frente de Todos y organizaciones sociales entregaron más de 53 mil firmas en apoyo a la Iniciativa Popular (IP) para crear un parque público. Al superar las 40 mil adhesiones, la Legislatura quedó obligada a debatir el proyecto cuando el Tribunal Superior de Justicia termine de verificar las firmas. La aprobación de este jueves no impide que la IP sea tratada.

Descripción de imagen: docenas de personas protestan al sol en la vía pública con carteles donde se leen consignas como «Basta de destruir nuestro barrio. Asociación Vecinos Bajo Belgrano», «Por una ciudad con vista al río para todas y todos, ¡ponele tu firma!» y «La Legislatura vulnera nuestros derechos por privilegios» (en el último, las letras S están reemplazadas por $).

Sesión con una legislatura vallada

Durante la sesión, el bloque UCR-Evolución en la Legislatura porteña pidió retirar del temario el convenio entre el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la empresa IRSA para construir un nuevo barrio en la ex Ciudad Deportiva de Boca. El pedido fue realizado por el jefe del bloque, Martín Ocampo, quien argumentó que la iniciativa debe ser «mejorada» y requiere «seguir trabajando» en ella. Sin embargo, el pedido de Ocampo no prosperó, al no ser acompañada por el bloque oficialista Vamos Juntos (VJ).

Quedaron excluidos los acuerdos que contemplaban los permisos para construir en los predios de la calle 11 de Septiembre 1535, en Belgrano, donde estaba previsto una edificio de 53 metros, y el de la avenida Corrientes 3410, esquina Gallo, donde se iba a levantar un torre de 73 metros.

«Vende – ZonaPro. Larreta remata la costanera», decían los carteles que legisladores y legisladoras del Frente de Todos (FdT) mostraron sobre sus bancas durante las casi seis horas de debate. «Creo que estamos en la sesión más importante que nos tocará en nuestros mandatos: estamos discutiendo cien hectáreas sobre la costanera», alertó Matías Barroetaveña, legislador del FdT, al inicio de su discurso.

«Hoy es un día muy triste para la Ciudad de Buenos Aires. El oficialismo de Larreta votó la pérdida de 100 hectáreas de espacios verdes y humedales sobre la costanera para seguir construyendo torres de lujo que luego quedan vacías por la especulación inmobiliaria».

Matías Barroetaveña, diputado del Frente de Todos.
Descripción de imagen: una persona de pie en la protesta lleva una máscara del rostro de Horacio Rodríguez Larreta con un $ dibujado en la frente y levanta sobre la cabeza un cartel impreso que dice «Basta de negociados inmobiliarios corruptos» (una letra S está reemplazada por un $).

Por su parte, el jefe del bloque VJ, Diego García Vilas, defendió los proyectos al afirmar que en Costa Salguero se está «poniendo a la ciudad en la primera fila de cara al río» y aseguró que «de las 30 hectáreas que suman Costa Salguero y Punta Carrasco, 25 se convertirán en parque público». Sobre el convenio con IRSA, remarcó: «Estamos recuperando 50 hectáreas, de 70 que hoy son privadas».

Futuras consecuencias

Días atrás, la ingeniera María Eva Koutsovitis, especializada en hidráulica, explicó la relación directa que existe entre las construcciones inmobiliarias impulsadas por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, las inundaciones de los últimos días y la crisis climática actual. «Las megaobras de infraestructura ejecutadas por este gobierno fueron diseñadas con datos de lluvias de fines de los 90 y con criterios técnicos de hace casi un siglo», sostuvo a través de su cuenta de Twitter.

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«En la última década, se privatizaron cómo mínimo 150 hectáreas de superficies verdes absorbentes y en plena pandemia el GCBA modificó el Código Urbanístico para transformar en estacionamientos de autos los pulmones verdes de manzana. Nuestra metrópolis es una de las ciudades del mundo con menos superficie verde pública por habitante».

María Eva Koutsovitis.

En el mismo sentido, Koutsovitis advirtió que la ocupación del borde costero con mega emprendimientos inmobiliarios van a impedir que podamos mitigar adecuadamente los ascensos del nivel de río. «Se planifica en función de los negocios de las grandes desarrolladoras inmobiliarias sin ningún tipo de evaluación de impactos», aseguró.

La ingeniera remarcó a través de sus redes sociales que la Ciudad de Buenos Aires tiene un Plan Hidráulico completamente desactualizado con relación a los indicadores actuales de la crisis climática. «El negacionismo de la crisis climática por parte del poder político nos plantea destruir un pulmón verde», aseguró Koutsovitis, quien explicó que uno de los pocos humedales que la ciudad conserva se quiere destinar a construir un nuevo Puerto Madero en la Costanera sur. Según sus palabras, para evitar el colapso de la ciudad «necesitamos diseñar políticas hídricas integrales y transversales desde la perspectiva de la agenda climática y el paradigma de la democracia participativa ambiental».


¿Por qué necesitamos una ley de envases?

La basura es un problema mundial. ¿Qué hacer con ella? ¿Cómo evitar que contamine fuentes de agua? ¿Cómo reducir la cantidad de basura que generamos? Una respuesta a esto son las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. En Argentina, cada día se producen 50 mil toneladas de basura. Kilos y kilos de plásticos, cartón, electrodomésticos, vidrio y restos de comida son desechados sin discriminación. Generalmente, terminan en basurales a cielo abierto o rellenos sanitarios, creando una situación de riesgo ambiental y sanitario que debe ser resuelta.

Acá entran los cartoneros y las cartoneras. Su trabajo es vital para asegurar la separación de los residuos y su correcto reciclaje. Sin embargo, su trabajo es poco reconocido y, en muchas ocasiones, se realiza en condiciones muy precarias. Elles son quienes evitan una crisis sanitaria y ecológica y lo hacen sin cobrar un peso. 

El proyecto de ley de envases con inclusión social busca visibilizar el trabajo de estes recicladores y su contribución diaria a la gestión de residuos. En este sentido, plantea que les productores que colocan envases en el circuito productivo tienen una responsabilidad social extendida sobre ese residuo que están generando. Es por esto que el proyecto establece que son elles quienes deben absorber el gasto del reciclado de sus envases. ¿Cómo? Se propone que paguen una «tasa ambiental» de hasta el 3% del valor del producto. Esta se establece de acuerdo a ciertas variables, entre las cuales se encuentra que tan «amigable» es dicho envase con el ambiente, es decir, qué tan reciclable es. A mayor reciclabilidad, menor es la tasa aplicada.

Si se obtiene una buena calificación por material reciclado contenido y ecodiseño, la tasa de un envase de una gaseosa de litro y medio sería de un 0,55 % de su precio. Fuente: Federación de Cartoneros.

Lo que se recaude de esta tasa se orientará a crear de nuevas plantas de reciclaje y tratamiento de residuos, reducir el costo de la logística y la comercialización y fortalecer las cooperativas de cartoneros y cartoneras, para ir minimizando la cantidad de recicladores que trabajan informalmente. El proyecto plantea la creación de un fideicomiso para administrar esos fondos, que contaría con la participación del Ministerio de Ambiente y de distintos actores como les productores, les cartoneres y las cooperativas. 

Es así que el proyecto busca dignificar a los actores principales de la gestión de residuos y es uno de los primeros en incluir a la economía circular como parte de la solución al problema de la basura. A través del reciclaje, vecines, cooperativas, empresas, comercios y ONG colaboran en esta red que cuida el ambiente y genera trabajo

Se espera que para fin de 2021 se apruebe esta ley en el Congreso. Sin embargo, la oposición empresarial se ha hecho escuchar estos últimos días. Desde el empresariado explican que el proyecto debe implementarse pero no a través de la aplicación de un nuevo impuesto, que se sumaría a la larga fila de cargas tributarias que soportan las empresas. Por otro lado, la oposición afirma que el proyecto se escuda en los rótulos de ecología y de inclusión social para desviar los fondos obtenidos de la «tasa ambiental» para hacer política partidaria y que coloca una nueva carga contra las empresas para continuar creciendo, ya que hoy se encuentran muy debilitadas por la inflación y la falta de dólares.

Una persona produce 1,15 kg de basura cada día.

Además surgió preocupación entre la población. Las personas se preguntaron si no impactaría esta tasa en el precio de los productos que consumen. Es decir, si no serían elles quienes terminarían pagando los residuos poco reciclables al comprar el producto. La ley propone que esto no suceda, sino que sean las empresas y les productores quienes deben absorber el costo del reciclado

Lo cierto es que se trata de una acción necesaria para solucionar el problema de la basura. El apoyo social al proyecto es amplio y el objetivo es formalizar el trabajo de les cartoneres, así como fomentar que las empresas puedan repensar los residuos que generan sus envases


Fuentes:


Sin voluntad política, peligra la ley de Humedales

Además de Ganadería y Pesca, aún resta que evalúen la iniciativa tanto la comisión de Intereses Marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios como la de Presupuesto y Hacienda. Es por esto que más de 380 organizaciones ambientalistas exigen que se cree un Plenario de Comisiones para el tratamiento urgente en el recinto de la ley de Humedales.

Todavía tenemos tiempo: #LeyDeHumedalesYa

Después de una serie de noticias que circularon por diversos portales respecto de que el proyecto de ley de Presupuestos Mínimos para la Protección Ambiental de los Humedales perdería estado parlamentario el 30 de noviembre, la organización EcoHouse aclaró algunas fechas importantes a tener en cuenta mediante sus redes sociales.

La fecha en la que la ley de Humedales finalmente perdería estado parlamentario es el 28 de febrero de 2022, ya que podría tratarse antes del primero de marzo si el presidente de la Nación llamase a sesiones extraordinarias y las comisiones le dieran vía al tratamiento de la ley en el recinto. Sin embargo, cada día cuenta y es probable que esto dependa de las nuevas conformaciones de las comisiones a partir del 10 de diciembre. Es por esto que tanto las organizaciones como les activistas ambientalistas buscan mover todos los recursos disponibles para exigir que el proyecto de ley de Humedales sea tratado.

«No es la primera vez que se impulsa en el Congreso una ley que proteja los humedales y es que, donde se busca proteger recursos naturales que pueden explotar y enriquecer pocas manos, siempre nace un fuerte lobby empresario: en 2013 y en 2016, el proyecto se aprobó en el Senado y luego quedó trabado en comisiones de la Cámara de Diputados. En ambas ocasiones, la cámara baja no le dio tratamiento al proyecto hasta que perdió estado parlamentario».

Tatiana Fernández Santos para Escritura Feminista.

Si no se logra la media sanción antes del 31 de diciembre en la sesiones ordinarias o antes del 28 de febrero si hubiera sesiones extraordinarias, las iniciativas deberán presentarse nuevamente hasta obtener un dictamen favorable como sucedió en noviembre de 2020, cuando la iniciativa que incorpora 15 proyectos presentados por distintas organizaciones y diputades obtuvo dictamen en la Comisión de Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados.

Listado de miembros de la comisión de Agricultura y Ganadería de Diputados, presidida por el diputado nacional por Corrientes del Frente de Todos José Arnaldo Ruiz Aragón, que cajonea el proyecto de ley de Humedales desde noviembre de 2020.

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¿Tanta saña con una ley que busca proteger al 21,5% del territorio nacional?

Existen distintos tipos de desarrollos que avanzan sobre estos espacios. Historia conocida, negocio de unos pocos en detrimento del ambiente. Lo particular de este ecosistema es que se ve amenazado por tres tipos de negocios.

Primero, los proyectos inmobiliarios —como countries o barrios cerrados—, que suelen construirse sobre humedales como es el caso de Nordelta. Por otro lado, se encuentra la expansión de la frontera agropecuaria o el agronegocio —responsables del origen de los incendios en las islas del Paraná—. Finalmente, otro sector empresario que se perjudicaría con la regulación de los humedales es el que se dedica a la explotación minera de litio.

Estas actividades son parte de un modelo productivo que impacta de manera irreversible sobre territorios de humedales y reservorios naturales de agua.

Humedales para regular el cambio climático

Se trata de ecosistemas naturales indispensables para la vida, que son fuente de agua dulce, de alimentos y de medicinas naturales, que albergan una biodiversidad única. Además, son fundamentales para la regulación de las crecidas de los ríos y para la reducción de emisiones de dióxido de carbono. Es decir, cumplen un rol primordial para prevenir y atenuar los efectos de la crisis climática. En Argentina, 600 000 kilómetros cuadrados de superficie están cubiertos por sistemas de humedales, un poco menos que dos veces la superficie de Italia.

Los humedales son fundamentales por la biodiversidad de flora y fauna que albergan: diversas especies de peces, aves, mamíferos, reptiles y vegetación. De acuerdo a «Ley de Humedales Ya», el 40% de la biodiversidad mundial vive o se reproduce en estos ecosistemas. Asimismo, estas áreas son fuente de agua dulce y funcionan como depuradores de las aguas.

A la vez, los humedales cumplen un rol fundamental para combatir el cambio climático ya que almacenan dióxido de carbono y por ende reducen la emisión de estos gases a la atmósfera. A la vez, mitigan el impacto de las inundaciones y las crecidas de los ríos ya que actúan como esponjas que retienen el agua para luego liberarla de a poco.

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Silvio Moriconi

Fuentes: