Hace ocho años llegaba la noticia de que Amy Winehouse había muerto. Con su muerte empezaban las especulaciones, el amarillismo extremo, la venta de lo noticiable. Por otro lado, se perdía una de las más grandes voces de la música. Fue una mujer que se abrió paso y dejó a su paso un mundo obnubilado por su voz y su personalidad, además de abrir el camino para artistas de todo el mundo.
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«Internaciones involuntarias» como secuestros
Todos los 26 de junio, junto a organizaciones de todo el mundo, la ONG Intercambios promueve en Argentina la campaña global Support. Don’t Punish (Acompañe. No Castigue), que busca resignificar mensajes, promoviendo el acceso a intervenciones de reducción de daños y la eliminación de la criminalización de las personas que consumen drogas.
Escritura Feminista entrevistó al escritor, investigador y periodista Pablo Galfré, autor del libro La Comunidad, viaje al abismo de una granja de rehabilitación.
Escritura Feminista: ¿Qué busca la campaña #AcompañeNoCastigue?
Pablo Galfré: El 26 de junio fue establecido por la ONU como el día internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, pero hace algunos años se resolvió que debía ser el día de «acompañar sin castigar» a las personas que hacen uso de sustancias ilegales.
Se trata de tener una visión mas holística y compleja, en vez de una visión prohibicionista y abstencionista. Proponemos acompañar en vez de castigar, acompañar y preguntar a esas personas qué les pasa.
E. F.: ¿Quiénes y por qué solicitan la clausura de la comunidad terapéutica san Antonio?
P. G.: La solicitud nace de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) y del Órgano de Revisión (OR) de la ley de salud mental de la provincia de Buenos Aires.
Como ya pasó con San Camilo, los miembros de la comisión junto al órgano de revisión resolvieron realizar una inspección a la comunidad terapéutica San Antonio. En febrero, la CPM presentó un habeas corpus en el juzgado N° 6 del doctor Nicolás Ceballos que, si bien fue rechazado, logró que se aceptaran algunas medidas de prueba.
El juez pidió que los internos de San Camilo fueran entrevistados por un equipo de psicología de la municipalidad de Pilar. En el informe, redactado por la CPM y el OR a partir de entrevistas, los chicos reconocen que habían sido secuestrados en sus casas y en la vía publica por los servicios de la granja San Antonio.
El informe constata pruebas de tratos crueles e inhumanos. Los agarraban, los ataban, los «pichicateaban» y los llevaban a San Antonio, donde nuevamente eran atados al comienzo del «tratamiento». Cuando cometían alguna «falta», los ataban con sábanas a las camas. En una habitación, constataron la presencia de menores de edad, más personas internadas de lo habilitado y cucarachas; no había vidrios, no había matafuegos.
E. F.: ¿Qué consecuencias jurídicas generó tu investigación publicada en el libro «La comunidad»?
P. G.: El año pasado, a partir de mi libro, el OR y la CPM inspeccionaron San Camilo, solicitaron la clausura y el Ministerio de Salud de la provincia determinó la clausura. Por otro lado fue elevada a juicio oral la causa sobre la muerte de Saulo Rojas en la granja San Camilo, y la carátula pasó de «muerte dudosa» a «homicidio culposo».
E. F.: ¿Por qué se habla de tratos crueles e inhumanos en comunidades terapéuticas donde se supone los psicólogos, los enfermeros y los psiquiatras te van a tratar de buena manera?
P. G.: Porque secuestran a los chicos en la vía publica y en las casas. Porque apenas entran en la granja, los «pinchan» (como dicen ellos), los sobremedican con drogas psiquiátricas que los dejan convertidos en unos muertos vivos, y después los siguen sobremedicando durante todo el «tratamiento».
San Antonio y San Camilo son los dos lugares que investigué y donde entrevisté a un montón de fuentes con nombre y apellido. Se trata de chicos, chicas, pacientes adultos, ancianos, gente de clase alta, baja, padres y psicólogos que me relatan estos hechos. Los internados eran atados en colchones podridos y malolientes.
Rociaban los colchones con gas pimienta, de ese que usa la policía, para que les quemase el cuerpo desnudo. También les rociaban el cuerpo y los ojos, mientras los tenían atados a la cama con sogas de sujeción psiquiátrica. Chicas tenían que dejarse tocar los senos para recibir cigarrillos. En San Camilo, encerraban a los chicos en celdas y tenían que defecar y orinar en baldes sucios de plástico.
Estos tratos crueles e inhumanos pasan no solo en San Antonio y San Camilo, sino en muchas comunidades terapéuticas que son de puertas abiertas. Les impiden recibir visitas o llamados telefónicos, y eso también es un trato cruel e inhumano.
E. F.: ¿Por qué se habla de secuestro en vez de internaciones involuntarias? ¿Esto es un cambio histórico para la jurisprudencia argentina?
P. G.: Todavía no. El OR y la CPM hablan de secuestros en sus informes. En mi libro, yo los planteo como secuestros porque creo que eso son. En el código penal, no sé si serían secuestros.
Por otro lado, no son «internaciones involuntarias» porque no cumplen con el articulo 20 de la ley de salud mental: no alcanza con tres firmas interdisciplinaras, sino que tiene que constatarse riesgo de vida cierto e inminente. Los consumidores problemáticos de drogas o las personas con una adicción no necesariamente están en riesgo cierto e inminente para sí mismos o para terceros.
Si sos una persona usuaria o paciente de salud mental, tenés que conocer tus derechos garantizados en la ley N° 26.657, enunciados en el artículo 7.