Georgina Orellano fue reelegida para continuar al frente de la Asociación Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) por cuatro años más. Hablamos con ella sobre la elección y el futuro del gremio.
Por primera vez la elección de autoridades se hizo mediante el voto directo de las afiliadas al sindicato. La lista 78 de la agrupación Putas Feministas, liderada por su actual secretaria Georgina Orellano, fue la única que se presentó para asumir la conducción en el período 2018-2022.

Escritura Feminista: ¿Dónde se llevaron a cabo las elecciones?
Georgina Orellano: Las elecciones se hicieron en 7 provincias y 2 municipios. En las provincias se volvió a elegir la conducción nacional y provincial, y se sumaron 2 nuevos municipios que no estaban legal y orgánicamente dentro de AMMAR: las delegadas del municipio de Morón y de Esteban Echeverría.
E.F.: ¿Cómo fue el método de elección? ¿Quiénes votaron?
G.O.: Estaban habilitadxs a votar todas las trabajadoras y todos los trabajadores sexuales afiliadxs a AMMAR. El método de elección este año fue totalmente distinto al de años anteriores y tiene que ver con todo un proceso de discusión, de debate y también de maduración y de visibilidad que tuvimos en los últimos años como movimiento de trabajadorxs sexuales.
En el plenario nacional que se llevó a cabo en diciembre pasado decidimos por unanimidad que tanto las secretarías provinciales como la secretaría nacional tenían que ser elegidas por el voto directo de las afiliadas. Antes, se daba una asamblea con las compañeras convocadas, que siempre eran las secretarias general y adjunta de las provincias, que elegían a través del voto indirecto a la comisión nacional.
Las urnas se establecieron en las sedes de la CTA donde AMMAR tiene sus oficinas y en urnas volantes para las muchas trabajadoras sexuales a quienes les quedaban muy lejos las delegaciones de la CTA. Así pudieron votar en su zona de trabajo.
Queríamos modificar el estatuto sindical de AMMAR teniendo en cuenta que en los últimos años hubo muchísimos avances en cuestión de organización, que hay otras modalidades de trabajo, como la de Internet y la de compañeras de departamentos privados, que no estaban contempladas en el estatuto.
El padrón de las afiliadas creció bastante y queríamos mostrar un nuevo modelo sindical, mucho más democrático y participativo con metodologías mucho más transparentes.
E.F.: ¿Cuáles son tus propuestas, los objetivos para el próximo mandato?
G.O.: Esperamos sostener lo construido hasta ahora, la visibilización, la participación de muchas más trabajadoras sexuales que están militando en la organización. Sostener eso y tener un avance más en materia de legislaciones para las trabajadoras sexuales.
Hemos logrado ganar algunos espacios tener nuestro taller propio en el Encuentro Nacional de Mujeres, tener mayor participación en las asambleas de cara al 8 de marzo, el 3 de junio y el 25 de noviembre. Pero con respecto a materia legislativa y políticas públicas para las trabajadoras sexuales, ahora comienza el desafío.
Buscamos modificar ciertas leyes que criminalizan a las trabajadoras sexuales, poder incidir en las políticas públicas y reales para el movimiento de trabajadoras sexuales e insistir nuevamente con la presentación del proyecto de ley de reconocimiento de derechos laborales para las trabajadoras sexuales.
Se trata de dar la discusión en la cuestión parlamentaria y también en el campo judicial, que es donde mayormente se tiene una postura abolicionista y prohibicionista con respecto a nuestra actividad.
Las nuevas propuestas incluyen secretarías que por primera vez van a empezar a funcionar, como la secretaría de juventud, donde planteamos la formación de nuevos cuadros, una escuela popular de trabajadoras sexuales de formación sindical y feminista para las trabajadoras que quieren militar en la organización.
Sumamos la secretaría de diversidad, conducida por una compañera trans, para incluir a otras identidades de género que ejercen nuestra actividad y que se sientan incluídxs en nuestra organización. Se plantean actividades de sensibilización y visibilización para poder mostrar la amplitud que hay en el mercado sexual.
Tenemos una secretaría laboral, en donde habrá talleres acerca de las malas condiciones laborales que tenemos, porque siempre que se piensa en la salud de las trabajadoras sexuales se habla solo de enfermedades de transmisión sexual pero no se habla de otros problemas relacionados con la falta de reconocimiento y la insalubridad.
Además, articularemos la secretaría de DD. HH., que va a ser coordinada por una compañera trans testigo de El Pozo de Banfield, que estuvo detenida 14 días durante el proceso de la dictadura militar y que ahora está esperando la fecha del juicio.
Queremos que comience a ser parte de la historia el colectivo travesti y trans de trabajadoras sexuales, que también tuvo un rol importante ya que muchxs de ellxs fueron testigos de las detenciones, compartieron calabozos y se encontraron en comisarías con militantes que eran detenidos por la dictadura.
Otra propuesta es un proyecto de ley totalmente pensado por las trabajadoras sexuales, para las trabajadoras sexuales, que estamos modificando y que a partir del próximo mayo vamos exponer en todas las provincias donde AMMAR tiene presencia gremial, para dar a conocer el borrador y comenzar a buscar apoyo.
Varixs diputadxs de diferentes espacios políticos ya nos manifestaron su apoyo y prometieron su firma, el acompañamiento del proyecto de ley. Queremos presentarlo para el mes de septiembre en el Congreso Nacional.
E.F.: ¿Cómo sentís la incorporación de algunas de sus reivindicaciones a documentos como el del 8M?
G.O.: Logramos incorporar al documento del 8 de marzo el pedido de derogación de los códigos contravencionales, contra la criminalización y la persecución policial para las trabajadoras sexuales, el año pasado, luego de toda una discusión que duró un mes y que nos tuvo hasta último momento sin saber si quedaba o no.
Fue un avance tremendo en un espacio donde se generan tantas tensiones con respecto al debate sobre el trabajo sexual: logramos, por lo menos, ese piso de que las trabajadoras sexuales existimos y ya no pueden invisibilizarnos o tratar de excluirnos.
Que haya compañeras de otros espacios de militancia que no estén de acuerdo con la postura de las trabajadoras sexuales no implica que nos tengan que excluir.
E.F.: ¿Por qué pensás que desde el feminismo no logramos resolver la disputa regulacionismo-abolicionismo?
G.O.: Nosotras no luchamos contra las abolicionistas. En todo caso, luchamos contra la represión policial, contra el Estado que nos arroja el derecho penal encima como respuesta y solución a nuestra forma de subsistencia.
Con las abolicionistas tenemos una discusión que es histórica dentro de todos los feminismos habidos y por haber: hay una fuerte tensión y una fuerte división porque conviven diferentes posturas, diferentes ideologías, diferentes pensamientos.
Creo que la mejor forma de resolver o tratar de encontrar una solución a este debate es que puedan convivir todas las posturas. No se trata de que nosotras digamos que las abolicionistas tienen que quedar excluidas del feminismo, sino de comprender que, con respecto al trabajo sexual, hay distintas perspectivas y todas son válidas.
Tanto las que no se consideran trabajadoras sexuales como las que sí tenemos que poder convivir dentro de los espacios. No tienen por qué generarse situaciones violentas como en las asambleas previas al 8M que impedían que las trabajadoras sexuales hablásemos.
Hay un fuerte rechazo para que eso no suceda más y para que haya respeto para con las reivindicaciones de cada colectivo y cada sector. Tenemos que entender que el enemigo es el patriarcado, y si nosotras estamos divididas le facilitamos el trabajo.
Nos quieren así, dispersas, divididas; quieren que nos enfrentemos entre nosotras mientras el sistema machista y patriarcal sigue doblegando a diario a las mujeres y los cuerpos femeninos.
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