¿Sabés cuántas mujeres se postulan en puestos de tecnologías?

Artículo colaboración escrito por Josefina Anschütz


Ciertas carreras universitarias y técnicas han tenido históricamente un sesgo y se han destacado como exclusivamente masculinas. De esta forma, las mujeres debían estudiar carreras más relacionadas a las humanidades, como Psicología, Comunicación Social, Relaciones Públicas, Publicidad y otras de esa rama mientras que los hombres debían estudiar Ingeniería, Arquitectura, Sistemas y otras del sector. 

Esta brecha ha estado cambiando en estos últimos años. Organizaciones como Chicas en Tecnología han hecho un trabajo enorme para visibilizar la brecha de género en carreras STEM [por sus siglas en inglés: Science, Technology, Engineering and Math (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)], realizando cursos, talleres de trabajo y evidenciando la realidad del sector.

Según Popi Boero, coordinadora de comunicación de Chicas en Tecnología: «La brecha comienza en las carreras: solo el 16 % de los estudiantes de carreras afines son mujeres». La brecha de género no es el único problema, también lo es la carga de trabajo fuera del trabajo formal.

En la Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo (EAHU-INDEC, 2013), ellas realizan el 76 % de las tareas domésticas no remuneradas. El 88,9 % de las mujeres le dedican a este tipo de labores un promedio de 6,4 horas semanales. En cambio, solo el 57,9 % de los hombres participa en estos trabajos, con un promedio de 3,4 horas semanales.

Según un estudio presentado por el Ministerio de Economía de la Nación, las mujeres son las que más sufren el desempleo y la precarización laboral: ganan un 29 % menos que los hombres, brecha que se amplía para las asalariadas informales, alcanzando un 35,6 %. Un 50 % de quienes no consiguen empleo son jóvenes de hasta 29 años y, entre estas personas, un 23 % son mujeres. Esta diferenciación es mayor en el rango etario de 18 a 29 años y menor entre las personas de 60 años y más.

Las mujeres dedican más horas al trabajo doméstico, aún cuando se compara a aquellas que trabajan fuera del hogar y de manera paga en una jornada completa con los hombres que se encuentran desempleados (5,9 horas y 3,2 horas respectivamente).

Históricamente, por la división social del trabajo, las mujeres eran las encargadas de las tareas domésticas y del cuidado de les hijes mientras que los hombres se ocupaban de trabajar fuera de casa y aportar un ingreso. Lo que esto oculta es que esta falta de libertad y doble carga laboral de las mujeres les impide tener tiempo para capacitarse, formarse, desarrollarse en su carrera y obtener puestos jerárquicos con mayor responsabilidad y carga horaria. Si logran acceder a esos puestos, cobran menos que sus pares varones y se les consulta constantemente cómo hacen para encontrar el equilibrio trabajo-familia, mientras que los varones no son consultados por ese motivo.

En relación al mercado laboral, la tasa promedio de la participación de las mujeres es de 49,2 %, 21 puntos menos que la de los hombres (71,2 %). Si se suman tanto las jornadas pagas como las no pagas, las mujeres trabajan 7 horas más por semana.

Mujeres en tecnología

Según un estudio del GCBA con el portal de empleos Bumeran, las mujeres representan un 51,4 % de las postulaciones en avisos de búsqueda de personal general en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), pero si el aviso es del área IT, ese porcentaje disminuye a 34,5 %.

Esto quiere decir que solo 34,5 % de las mujeres se postulan para puestos de IT. Las postulaciones son más frecuentes en otros ambientes tradicionalmente ocupados por mujeres: en el primer trimestre de 2021, 56,2 % de las postulaciones fueron en avisos del área de Marketing y Comunicaciones, más del 60 % en los de comercial, el 63 % en Administración y Finanzas y el 66 % en Recursos Humanos.

A pesar de esto, las postulaciones de mujeres en puestos de IT viene creciendo y ha aumentado un 6,2 % desde el primer trimestre de 2018. En estos puestos, la brecha de género sigue siendo marcada, con una diferencia salarial del 15,1 % por el mismo puesto de sus pares varones. Los datos también varían según la antigüedad solicitada para el cargo: en puestos junior se postulan 34 % de las mujeres, en semi-senior/senior, 36 % y en jefe/supervisor, un 30 %.

De todos modos, Argentina sigue siendo el país de la región con más mujeres en puestos de tecnología, con un 37 %, seguido por Chile con un 35 % y Brasil con un 25 %.

Trabajo digno

La falta de políticas de inclusión por parte del Estado es alarmante y las organizaciones son las que más se dedican a este trabajo. La organización +Mujeres en UX capacita a mujeres en una de las disciplinas que está en tendencia en el mundo laboral: el diseño de experiencia de usuario. Esta entidad está presente en toda Latinoamérica y tiene sedes en varios países.

A su vez, la sede de Argentina realiza workshops, talleres gratuitos y capacita a mujeres en esta disciplina. En su Linkedin escriben: «Comunidad de mujeres que les interesa #UX, queriendo aprender y compartir sus experiencias y conocimientos en Argentina». También organizan eventos con mujeres líderes del sector y sortean becas para estudiar carreras tecnológicas.

Para que más mujeres puedan acceder a estos puestos, debe haber una fuerte política por parte del Estado que exija a las empresas equiparar los sueldos para disminuir la brecha salarial, que genere más capacitaciones y talleres, incluso desde el nivel secundario, para fomentar las carreras técnicas y la curiosidad desde temprano y que realice aportes económicos y becas para las mujeres que quieran estudiarlas. 


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«La chica que ayuda en casa»

Desde hace varios años los movimientos feministas plantean el debate en torno a quiénes realizan las tareas domésticas y de cuidado: se trata de la ocupación más popular entre las mujeres. Por su parte, el aislamiento social, preventivo y obligatorio y la crisis actual solo empeoraron las condiciones de este trabajo invisibilizado.

Laura se levanta todos los días a las 5:30 de la madrugada para llegar al trabajo a las 7. Espera la línea 214 a dos cuadras de su casa, en La Plata. Luego de viajar una hora comienza con su jornada laboral. Luz, en cambio, camina unas pocas cuadras hasta encontrarse con la nena que cuida; la conoce desde hace dos años cuando ella tenía meses y Luz tuvo que empezar a trabajar para ayudar a sus padres con los gastos de alquiler y fotocopias para la facultad.

Fabiana, por su parte, trabaja como empleada doméstica hace más de 20 años. En un principio también cuidaba niñes pero, en la actualidad, solo realiza tareas de limpieza. Ellas son algunas de las 900 mil personas que componen el sector de servicio doméstico, dentro del cual la tasa de feminidad es del 98,5%.

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Según un informe de Natsumi Shokida para Economía Femini(s)ta, las trabajadoras que realizan tareas domésticas y de cuidado en hogares particulares representan un 16,4% dentro del total de ocupadas mujeres, lo que equivale a 1 cada 6 ocupadas en Argentina. Al mismo tiempo, estas trabajadoras representan un 21,6% dentro del total de ocupadas-asalariadas, es decir que, dentro de las mujeres que trabajan en relación de dependencia, alrededor de 1 de cada 5 tiene como ocupación principal el trabajo en hogares particulares.

Las trabajadoras de servicio doméstico en Argentina – Economía Femini(s)ta.

Las jornadas laborales son variadas. «Hay días que trabajo en más de una casa, o sea, hay días que trabajo 5 h y otros 8 h. Por estos momentos con el tema del COVID-19 solo trabajo en 4 casas, pero he llegado a trabajar en 6», cuenta Fabiana que, a su vez, explica que solo dos empleadores le realizan aportes junto con aguinaldo y vacaciones pagas.

Dentro de les asalariades, un 35,8% no se encuentra registrade en la seguridad social. La tasa asciende al 37,5% cuando hablamos de mujeres y dentro de las trabajadoras domésticas un 74,5% no percibe descuento jubilatorio. En la misma línea, un 68,8% de estas trabajadoras no cuenta con vacaciones pagas, un 68,1% no percibe aguinaldos, un 70,9% no percibe el pago en caso de enfermedad y un 73,2% no cuenta con cobertura de salud mediante obra social.

Laura trabajaba en cuatro casas hasta que, por el aislamiento, la despidieron. «Me dijeron que no fuera hasta que pasara un poco todo lo del Covid-19 y no me llamaron nunca más, en una casa hasta me quedaron debiendo algunos días de marzo», cuenta mientras explica que ahora solo realiza tareas de limpieza en dos hogares todas las mañanas, pero necesita trabajar más horas para poder cubrir sus gastos.

En relación a la cantidad de horas que trabajan semanalmente las empleadas domésticas, el informe de Economía Femini(s)ta asegura que un 53,8% son ocupadas plenas, es decir que trabajan entre 35 y 45 horas semanales. Al mismo tiempo un 31,6% se encuentra subocupada, trabaja menos de 35 horas semanales por causas involuntarias, estando dispuestas a trabajar más horas. Un 9,1% está sobreocupada.

En el actual contexto de pandemia y distanciamiento social, las trabajadoras de casas particulares se encuentran entre los grupos más expuestos al virus, ya sea por las tareas de cuidados y limpieza que realizan o porque trabajan en varios hogares o lugares a la vez, tienen mayores posibilidades de contagiarse, la mayoría no cuenta con obra social para atenderse y los días en que no trabajan no cobran.

el patriarcado está en todos lados

Tanto Fabiana y Laura como la mayoría de las empleadas de servicio doméstico continúan realizando tareas de limpieza cuando regresan a sus hogares. Porque, remuneradas o no, las tareas de cuidados de ancianes, hijes y hogares siempre recaen sobre los cuerpos feminizados. Las mujeres trabajan de manera gratuita dentro de sus hogares y en el espacio público en un trabajo remunerado: es su doble jornada laboral.

Según datos brindados por el INDEC, en Argentina, el 76% de las tareas domésticas no remuneradas son realizadas por mujeres y el 24% restante por varones. Además, dentro de la cantidad de horas diarias que le dedican a dicha actividad, el promedio de las mujeres es de 5 a 6 horas mientras que los hombres dedican alrededor de 2 horas.

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En cuanto al progreso, muchas veces les empleadores ascienden en la escala laboral mientras que quienes llevan adelante el mantenimiento de su hogar no. Les empleadores pueden desarrollar sus trabajos gracias a que miles de mujeres mantienen sus hogares limpios, cuidan de sus niñes y se encargan hasta de las compras, pero esas mismas mujeres no ven retribuidos ese progreso en aumento o mejoras salariales ni en ascendencia en su trabajo.

El techo de cristal, la precarización laboral y la desigualdad de salarios siempre recaen en los cuerpos feminizados. Mientras que un 45,5% de estas trabajadoras tienen entre 30 y 49 años, un 31% tiene entre 50 y 64 años. Por su parte, hay un 6,7% que continúa trabajando a pesar de haber superar los 65 años y un 16,8% está compuesto por jóvenes que no llegan a los 30 años. Este último grupo está compuesto por casi 150 mil jóvenes.

reclamo salarial

Las trabajadoras del sector perciben ingresos que, en promedio, rondan los $9.300 pesos mensuales. Según Clarín «el sueldo mínimo de las trabajadoras de casas particulares formales o registradas que cumplen una jornada laboral completa y que realizan tareas generales bajo la modalidad con retiro —categoría mayoritaria del sector—, desde mayo, es de $17.785,50 o $144,50 si el pago es por horas». Monto inferior al salario mínimo.

«Como saben que está complicado para conseguir trabajo te pagan poco y no podés pedir mucho porque sabes que hay cincuenta pibas como vos que están dispuestas a trabajar por el sueldo que sea. Se aprovechan de eso y de que mucha gente no estuvo pudiendo ir a trabajar para tenerte trabajando adentro de su casa por dos pesos».

Luz, estudiante y niñera.

En los últimos días, diferentes gremios se manifestaron en frente al Ministerio de Trabajo para reclamar un aumento salarial para el sector, el cual necesitaría un aumento del 100% para alcanzar el equivalente al valor de la canasta básica. Aun peor es el panorama de las trabajadoras no registradas cuyos salarios son arreglados directamente con les empleadores y la falta de empleo dificulta la posibilidad de negociar.

Fuente: Gestión Sindical.

«Lo que mejoraría de mi trabajo es que me reconozcan económicamente los años trabajados, el presentismo y que el valor de la hora sea equitativo con los demás empleos».

Fabiana, empleada en casas particulares por más de 20 años.

«Es como de la familia», «La chica que me ayuda» y «La mujer que trabaja en casa» son algunas de las frases que invisibilizan y vuelven precario un trabajo esencial para el funcionamiento del sistema capitalista actual. En un contexto de crisis donde el acceso al empleo es dificultoso, desvalorizar el trabajo de las mujeres que mueven la economía solo genera desigualdades por género y clase social.

Por consultas y reclamos, podés comunicarte con la Unión del Personal Auxiliar de Casas Particulares haciendo clic acá.


Fuentes:


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Educar para igualar

Según un informe del Fondo Monetario Internacional, las políticas orientadas a reducir la brecha de género en el ámbito educacional fueron las más eficaces a la hora de reducir la desigualdad de género. Cuanto mayor es el grado de conocimiento en las mujeres, más probabilidades tienen de incorporarse al mercado laboral y en mejores condiciones.

El País afirma que:

“En el mundo, 9 de cada 10 niñas completan la escuela primaria, pero solo 3 de cada 4 completan el primer ciclo de la secundaria. Esto significa que alrededor de 132 millones de niñas entre los 6 y los 17 años no asisten a la escuela. En los países pobres, la cifra recrudece: menos de dos tercios de las niñas terminan la escuela primaria y solo 1 de cada 3 finaliza el primer ciclo de la secundaria”.

La información, difundida por el Banco Mundial, afirma que la falta de asistencia a la escuela repercute en el futuro, ya que genera que no formen parte de la fuerza de trabajo del país, lo que conlleva a una perdida de productividad en las economías y perpetúa la pobreza en las regiones más necesitadas.

A menor educación, las mujeres siempre tendrán un salario menor al de los hombres, que son quienes en general logran terminar la escuela. Aquellas que logran finalizar el colegio no solo cuentan con más beneficios y salarios más altos, sino que en general también pueden decidir a qué dedicarse y qué estudiar.

Estar educadas les permite ser independientes, tanto de sus padres como de sus parejas, y los beneficios sociales serán mayores. No asistir a la escuela constituye una pérdida económica, de independencia, pero también significa una pérdida de derechos y una discriminación de género.

Que las mujeres estudien es una forma de brindarles herramientas para terminar con las situaciones machistas y para erradicar el matrimonio infantil en aquellas zonas en donde aún constituye una práctica habitual. Además, se entiende que conocerían más acerca de los métodos anticonceptivos para cuidarse al tener relaciones y eso reduciría los casos de embarazo no deseado.

En América Latina, 1 de cada 4 niñas de zonas rurales no van a la escuela. Sin embargo, la situación en cada país es diferente, y las causas por las que no se concurre a clases también. Por eso, según datos de la CEPAL, es imperante reconocer la heterogeneidad de los contextos para poder satisfacer las necesidades de cada una, acorde a la situación y lugar en el que vive.

La información es fundamental para crear políticas públicas inclusivas y sostenibles en cada región. Frente a esto, el Plan de Acción de Género impulsado por UNICEF (2018-2022) comprende 5 prioridades específicas a tratar:

  1. Garantizar salud adolescente con enfoque de género.
  2. Poner fin al matrimonio infantil y uniones tempranas.
  3. Prevenir, mitigar y atender la violencia de género, también en contextos de emergencia.
  4. Cerrar brechas en la educación de las niñas y adolescentes.
  5. Promover el acceso a información e insumos para la higiene menstrual.

Para acceder al documento, click aquí.

 

 


Fuentes

Luchas del siglo XXI

Aumentar la participación femenina en la economía, incrementar el número de mujeres en puestos de liderazgo y responsabilidad, y reducir la brecha salarial de género son los tres grandes retos del mercado laboral.

La constante lucha para romper con las disparidades de género son de público conocimiento. También lo son las diferencias jerárquicas dentro de las empresas, ya que no son mujeres quienes ocupan cargos directivos.

Según el diario El País, en América Latina y El Caribe solo el 4,2% de lxs directorxs ejecutivos son mujeres, y solamente el 7,2% de todos los cargos directivos están ocupados por ellas. De 14 412 compañías, solo el 21,4% tiene al menos una mujer en puestos de alto rango.

Según el El Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC), las mujeres, además de tener una menor participación en el mercado, lo hacen en peores condiciones, enfrentan mayores tasas de desempleo y una mayor informalidad.

Este tipo de factores están relacionados con fenómenos como la baja inserción en el mercado laboral por parte de las jóvenes, e incluso, la falta de licencia por paternidad.

En la lucha por poner fin a estas situaciones se encuentra Julie T. Katzman, vicepresidenta ejecutiva del Grupo BID (Banco Interamericano de Desarrollo), que trabaja con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas y reducir la pobreza y la desigualdad.

A partir de una alianza entre este grupo y el Foro Económico Mundial (FEM) se ha impulsado la creación de “Iniciativas de Paridad de Género» (IPG), en Chile, Argentina, Panamá y, próximamente, en Perú.

Este tipo de proyecto de índole público-privado tiene como objetivo reducir importantes brechas en un período de tres años. Hasta el momento, Chile es el más avanzado, por la cantidad de empresas unidas al movimiento. En Argentina, el plan está presente en el sitio web del estado argentino, donde se puede encontrar información acerca de los recursos adquiridos para llevar a cabo las tareas y de su funcionamiento.

El BID ha sido, históricamente, el principal socio para el desarrollo de Argentina. Con alrededor de 664 proyectos propuestos y finalizados, distribuye su participación en el país entre un 61% en proyectos dirigidos a promover el crecimiento y la competitividad, un 28% para el desarrollo social, y un 11% para una mejor gobernabilidad.

Para este Banco, lo principal es el apoyo al liderazgo femenino, la promoción de la participación cívica y política de las mujeres en América Latina y el Caribe, y la búsqueda de acceso (de las jóvenes) a posiciones de poder y de efectividad en su uso.

Por eso, y para acabar con estas situaciones, es necesario que todas las empresas accedan y se involucren con todas las propuestas a favor de la paridad. Katzman sostiene que:

“Dos siglos, 217 años para ser exactos, es lo que llevaría cerrar la brecha económica de género. Sin intervenciones sustantivas, pasarán generaciones enteras antes de que las niñas y las mujeres experimenten la paridad. Lo que está en juego es demasiado para permitir que este sea el caso”.


Fuentes
El País
BID
Portal oficial del Estado Argentino

Bolsillo femenino: el impuesto que no deberías pagar

Que la brecha salarial entre hombres y mujeres existe no es novedad. Tampoco lo es el hecho de que, a lo largo de los años, ha habido una constante devaluación de la labor femenina. El sexismo institucionalizado, la discriminación por género y las distintas valoraciones del trabajo no solo generan que la mujer gane menos, sino que también deba pagar más.

¿Cuál es el tributo que no deberías pagar? La “Tasa rosa”, el “Impuesto rosa” o el “Pink Tax” aparece en la década de 1990 en California, Estados Unidos. Como sostiene Valeria Chávez (Infobae), esta recarga del 30% a determinados productos es la cara menos visible de la desigualdad de género, que afecta silenciosamente a la economía de todas las mujeres del mundo.

pictoline impuesto rosa
Imagen: Pictoline.

Este tipo de impuesto encubierto sí suele ser reconocido en productos de higiene íntima, en aquellos relacionados con la menstruación (como toallitas, tampones y copas menstruales), pero no solo afecta a estos sino que también se extiende a otros elementos, que tienen un valor más alto por el simple hecho de ser «femeninos».

Es decir que, aunque se trate del mismo producto que usan los hombres, solo por estar “orientado” a las mujeres recibirá el recargo. El descabellado “impuesto rosa” es aplicable a desodorantes, afeitadoras descartables, perfumes, cremas y chupetes, entre otros.

En base a todos estos datos, la Fundación FEIM (Fundación de Estudio e Investigación de la Mujer) lanzó una campaña de denuncia en las redes sociales, donde se encarga de visibilizar, mediante el hashtag #NOPINKTAX, la diferencia de valores.

La consigna es sacar una foto que muestre la desigualdad, o escribir la diferencia de aquellos productos (iguales) que detenten una variación en los precios, según estén dirigidos a hombres o a mujeres.

Algunas de las disparidades que FEIM destaca son:

  • Ibuprofeno: genérico $37 / mujeres $39.
  • Mochilas: niño $549 / niña $679.
  • Cepillo de dientes: niño $48,99 / niña $50,89.
  • Chupetes: niño $219 / niña $235.
  • Afeitadora descartable: masculina $68,49 /  femenina $72,45.
  • Desodorante (bodyspray): masculino $58,80 / femenino $65,45.

Según el portal Bigbangnews, basado en los dichos de Mabel Bianco (Fundación FEIM):

 “En Argentina, el ingreso salarial de las mujeres es 27% menor al de los varones y la tasa de actividad es 46,1%, inferior a la de los hombres (que alcanza el 69,6%). A esta desigualdad hay que sumarle el impuesto rosa. En promedio, los productos para mujeres cuestan un 7% más que los productos similares para hombres”.

Bianco también habló con Infobae, en donde sostuvo que:

“Esto tiene una estrecha relación con el hecho que las mujeres siguen siendo las que más tiempo dedican al cuidado no remunerado, lo que implica que son las encargadas de la mayoría de las decisiones de compras del hogar, muebles, insumos, ropa para todos los miembros del grupo familiar. Por esto, son el target principal del márketing y las estrategias de consumo».

Para más información: Infobae: Pink Tax. También se puede encontrar a Fundación FEIM en Twitter bajo el usuario @FundacionFEIM, para participar de la campaña y estar al tanto de las últimas novedades.


Fuentes
Página12
Bigbangnews: Pink Tax argentino
Ámbito
Infobae

Islandia: cerca del fin de la brecha salarial

Islandia puso en vigencia una ley que prohíbe que los hombres perciban un mayor salario que las mujeres por realizar una misma tarea. Se trata del primer país en hacer esto.

Katrín Jakobsdóttir, Primera Ministra de Islandia, se ha definido públicamente como feminista. Su llegada al poder puede haber sido lo que impulsó esta ley, que hizo historia a nivel mundial.

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Katrín Jakobsdóttir, Primera Ministra de Islandia

El país nórdico es el primero en el ranking de los países con menor brecha salarial hace ya nueve años, según datos del Informe Global de la Brecha de Género elaborado por el Foro Económico Mundial.

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Como parte del plan para eliminar la brecha salarial entre hombres y mujeres, esta ley obliga a los empleadores a pagarle lo mismo a sus empleados por una misma tarea, independientemente de su género, etnia, orientación sexual o nacionalidad.

La ley, sancionada en abril de 2017 con el apoyo tanto del oficialismo como de la oposición, entró en vigencia el pasado 1 de enero y aplica tanto para la administración pública como para las empresas con más de 25 empleados. Quienes no se adapten a estas medidas deberán enfrentar sanciones monetarias.

Con un 48% de representación de mujeres en el Parlamento y una Primera Ministra que forma parte de las 19 Jefas de Estado entre los 193 países del mundo, Islandia sigue pareciendo casi un paraíso feminista que poco a poco está más cerca de lograr la igualdad real entre hombres y mujeres.

Se espera que esta ley sirva de modelo, no solo para los demás países nórdicos sino a nivel mundial.

En nuestro país, las mujeres perciben ingresos por un 27% menos que los hombres. América Latina tiene una brecha salarial del 30% y Argentina es uno de los seis países cuya situación más empeoró en el último tiempo, ubicado en el puesto 34 del ranking del Foro Económico Mundial.

Si querés leer más sobre Islandia y su Primera Ministra, hace click acá.


Fuentes consultadas
El Mundo
ABC
Latfem

Imágenes
Foro Económico Mundial
Tercera Información
INDEC

Underwood 2019*

Ya sea como ella misma, o en la piel de Claire Underwood, la actriz Robin Wright busca tomar protagonismo y hacer visible la lucha por la igualdad.

*Contiene spoilers de House Of Cards.

La famosa actriz fue noticia el año pasado luego de que se diera a conocer la disputa que tuvo con los productores de House Of Cards, contra quienes tuvo que pelear para conseguir cobrar por su trabajo lo mismo que su coprotagonista, Kevin Spacey, a quien le pagaban U$S 500.000 por episodio, U$S 80.000 más que lo que ella cobraba.

Wright declaró en el portal Net-A-Porter que a ella le habían dicho que ambos ganaban lo mismo y les había creído; sin embargo, esto no era así.

Uno de los argumentos que usó para lograr ganar esta disputa fue la popularidad que su personaje había ganado a lo largo de las temporadas de la serie. Amenazó con abandonar el programa y hacer público el conflicto.

Claire y Francis [personaje que interpreta Kevin Spacey] son equivalentes en cuanto a su poder, su unión y en la trama. Puede que no tenga tantas escenas o lineas como Francis, pero Claire no necesita verbalizar tanto […] Ella se sienta detrás y lo dirige, pero son socios en un mismo plano.

Wright se ha declarado feminista y ha dicho que la gente necesita revisar el significado de la palabra: «Feminismo es simplemente igualdad».

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Robin Wright, para EDIT.

En cuanto a la ficción, House of Cards, la serie que se estrenó en febrero de 2013 a través de Netflix, ya se encuentra en su quinta temporada y ha visto al personaje de Claire Underwood convertirse en una fuerte figura dentro de la Casa Blanca, dejando atrás su rol de «esposa de».

En los comienzos, Claire Underwood vivía a la sombra de su marido Francis Underwood, un demócrata con hambre de poder dispuesto a todo por llegar a la Casa Blanca. Era directora de una ONG, la cual abandonó cuando su marido logró llegar a la vicepresidencia de los Estados Unidos, momento a partir del cual ella también comenzó a involucrarse cada vez más en la política.

Desde apoyar un proyecto de ley sobre agresiones sexuales, a ser embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Claire Underwood cobra protagonismo de forma muy sigilosa. Gran parte de esto se lo debe a Francis, quien estratégicamente la va acomodando en áreas de su interés para sacar provecho en alguna maniobra de su gobierno. Sin embargo, Claire sabe aprovechar las oportunidades para hacerse su propio lugar en el mundo de la política.

Claire también toma el control de su matrimonio, el cual se torna simplemente una puesta en escena para mantener la imagen de su esposo, mientras ella mantiene un romance con Tom Yates, un escritor a quien termina contratando para que le escriba los discursos como excusa para mantenerlo en la Casa Blanca sin levantar sospechas en el ojo público.

En la última temporada hasta la fecha, y luego de muchas muertes, mentiras, sobornos y otras tantas ilegalidades, Claire y Frank están luchando para ganar sus primeras elecciones. Con la fórmula Underwood-Underwood, harán lo imposible por llegar a lo más alto. Todas las maniobras que Frank usó en el pasado para llegar al poder lo están acechando, complicando su camino para, por fin, convertirse en presidente de los Estados Unidos por el voto popular. La estrategia para salir victoriosos de la situación es mantener a Claire alejada de todo, que conserve una figura limpia e inocente. Es entonces cuando ella decidirá sacar ventaja para mantener su posición en la Casa Blanca, con o sin Francis a su lado.

En esta temporada no solo la vemos a ella tomando el control en la política, sino que su personaje también comienza a apropiarse de uno de los gestos más significativos que tiene el personaje de Frank Underwood: hablarle a la cámara, a un público que observa y está presente incluso en los momentos más oscuros de la historia.

En este último tiempo, hubo un debate sobre el personaje de Claire Underwood: se discutía si era o no un modelo a seguir en cuanto al feminismo. En el portal Slate, la periodista Amanda Marcotte publicó un artículo al respecto, en donde habla sobre las exigencias que se le hacen a los personajes femeninos, sobre la tendencia que existe de creer que todos los personajes deben representar un modelo a seguir, mujeres empoderadas, mujeres que apoyen el feminismo, mujeres que estén del lado correcto.

Sí, me gusta el personaje de Claire Underwood, pero no porque crea que sea un modelo feminista a seguir. Me gusta por la misma razón que me gusta Don Draper, misógino mujeriego. O Macbeth, un traidor asesino. Estos personajes entretienen, y sus historias le permiten al público explorar varios temas e ideas, más allá de si nos están enseñando o no a ser buenas personas.

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Fuentes consultadas:
Net-A-Porter
Slate

Imagenes:
Edit/Net-A-Porter
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