El tercer largometraje de Laura Casabé fue filmado en Misiones y ambientado en 1920, cuando la supuesta civilización intentaba desterrar a la pretendida barbarie con espadas más que con la pluma y la palabra. Con perspectiva de género da vuelta el paradigma hegemónico que tenemos para con los pueblos originarios argentinos mediante un drama fantástico de terror.
La selva misionera, sus saltos, los sonidos de la naturaleza y la constante neblina son el contexto de este filme de terror con trasfondo político. Durante 3 episodios, una familia terrateniente de campos yerbateros se deberá enfrentar a la furia de un grupo de personas originarias que buscan recuperar lo que les han quitado.
«La Iguazú es dadora y destructora»
La película comienza con un fragmento de la leyenda de «la Iguazú», a quien describen como dadora y destructora. En una de las primeras escenas se puede ver cómo Julia (María Solda) carga en brazos a un niño sin vida y le pide a la Iguazú que «se lo devuelva». Inmediatamente el niño llora, como signo de vuelta a la vida, pero con él viene también una sorpresa para ella y su marido (Alberto Ajaka).
La figura de muertos vivos ha sido usada anteriormente para retratar conflictos políticos, pero lo original de esta historia es la forma en la que se cuenta una relectura a la colonización machista, racista y patriarcal realizada a lo largo del territorio argentino.
Con la espada… ¿la pluma y la palabra?
Cualquier residente en Argentina conoce la historia oficial que se cuenta con respecto a la colonización de tierras nativas. Contra ese relato hegemónico, se presenta esta película que, a través de una historia de terror sobre el ciclo de la vida y la muerte, deja en claro que hay otra lectura posible.
La perspectiva de género y la conciencia de clase hacen de esta propuesta un combo muy logrado, ya que las mujeres de la casa son tan indispensables para las tareas de cuidado como prescindibles para las decisiones importantes. Por otro lado, se deja en claro que toda la labor de fuerza la realizan los guaraníes, de quienes la burguesía terrateniente se mofa y abusa siempre que tiene la oportunidad de hacerlo.
Laura Casabé
La directora y guionista tiene 38 años y anteriormente realizó otras dos películas: «El hada buena – Una fábula peronista» y «La valija de Benavidez». En esta oportunidad expresa que buscó representar un retrato de la situación opuesto al tipo de la pintura «La vuelta del malón». Ella define el género de su tercer filme como cine de «terror rural con fuerte carga ideológica».
El terror siempre es un buen anclaje para los horrores del sentido común, lamentablemente reproducidos por los medios de comunicación masivos y las instituciones. La forma sutil de presentar un drama social y político está a la altura de la tríada de Lucrecia Martel, «La Cienaga», «La niña Santa» y «La mujer sin cabeza».
El mérito del filme además se encuentra en incluir a una gran cantidad de guaraníes autóctonos en el reparto para su representación, planos cenitales de la selva misionera y un sonido envolvente que logra compenetrar al espectador aún si se encuentra en el ápice de la metrópolis.
¿Cuándo y dónde verla?
Hoy sábado a las 22 por Cine.Ar TV; o hasta el 9/10 por Cine.Ar Play.
Fuentes: