Antes de la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, las militantes feministas no paramos de comunicar la necesidad que teníamos como sociedad de tener garantizado el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. La directora Andrea Testa da cuenta de este movimiento a través de su último documental.
«A partir de la voz de jóvenes mujeres que transitan maternidades en su adolescencia, atravesadas por violencias y una extrema vulnerabilidad, la película ahonda en las vicisitudes de la toma de una decisión: continuar o no con un embarazo. “Niña mamá” es el encuentro con las historias de vida de ellas, las tensiones de estas maternidades forzadas y el miedo latente que provocan los abortos inseguros y clandestinos».
La cinta tiene una hora de duración, a lo largo de la cual conocemos fragmentos de la vida de diferentes mujeres jóvenes que se enfrentaron a la maternidad sin buscarla. Con escenas grabadas en hospitales públicos de La Matanza y Tres de Febrero, la película le pasa el micrófono a las protagonistas con primeros planos en blanco y negro. Sin voces en off, intervenciones gráficas ni subtítulos, la obra se desenvuelve a partir de los relatos de las mujeres.
En una entrevista con el Colectivo de Cineastas, Testa relata que una de las chicas que aparece en el filme le contó que el estreno de la película le permitió conocer un cine por primera vez. La vulnerabilidad económica, la ausencia de contención familiar y la falta de acceso a la información vulneran derechos que no aparecen narrados desde la carencia, sino desde la normalización.
Además, resulta interesante destacar el compromiso de las médicas, enfermeras y trabajadoras sociales (en genérico femenino porque la presencia masculina aparece solamente una vez, a través de la figura de un obstetra). Ellas asumen el rol de informar a las pacientes sobre la existencia de métodos anticonceptivos, la posibilidad de interrumpir un embarazo sin arriesgarse a perder la vida y ofrecen contención emocional.
«Niña mamá» ganó la Competencia Largometraje Juvenil Internacional en la 27º edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia, así como también obtuvo el Premio del Jurado Largometraje Internacional de la octava edición de DOQUMENTA, el Festival Internacional de Cine Documental de Querétaro, México.
Según el portal GPS Audiovisual, el jurado le dio el reconocimiento por presentar «un articulado discurso sobre la maternidad para jóvenes vulnerables (…). Una propuesta urgente y de gran relevancia sociocultural que se atreve a mostrar un espectro complejo de la sociedad».
El silencio es un cuerpo que cae (2017) fue la ópera prima de Agustina Comedi. Dictadura en Argentina, disidencias sexuales y militancia son algunos de los tópicos que se tocan en el documental creado a partir de las 160 horas de video registradas por su papá. ¿Es todo lo personal político? En un capítulo del podcast El deseo de Pandora, la directora traza lineamientos sobre su concepción de cine feminista.
El silencio es un cuerpo que cae (2017)
Lo primero que nos cuenta la voz en off de su hija es que Jaime falleció en enero de 1999 con la cámara en la mano. Según Agustina, lo que la motivó a comenzar a revisar las cintas de su padre fue que un amigo de su juventud le dijo «Cuando vos naciste, algo de Jaime murió para siempre». Poco tiempo después descubrió que, hasta sus 40 años, Jaime había sido homosexual.
La idiosincrasia de los años 90 se ve cristalizada en imágenes de viajes al exterior y reuniones familiares. Intercaladas con entrevistas actuales a varies amigues de Jaime, El silencio… nos presenta un perfil de lo que podría ser la historia de cualquier disidencia que haya sobrevivido a la represión vivida durante la última dictadura militar.
«Ser puto era una desviación burguesa»
Jaime es descrito por sus hermanas como «distinto a la familia» desde pequeño. Interesado por la cultura y la militancia, estudió derecho y en su adolescencia militó para la izquierda. Sin embargo, en los años 70 ni siquiera esos partidos podían concebir una sexualidad no heterosexual. «Ser puto corrompe el espíritu revolucionario», le dijo a Jaime un compañero de Vanguardia Comunista. Allí también a una de sus amigas la expulsaron y enjuiciaron «por torta», según relata el filme.
«Hacíamos las cosas para transformar el mundo pero no podíamos transformarnos a nosotres mismes».
Amiga de Jaime a Agustina.
El clima político y social de la década hizo que cualquier aparente «desviación de la norma» fuera encarcelada y torturada en búsqueda de información. Los interrogatorios giraban alrededor de las fiestas, las reuniones privadas y los sitios de circulación de homosexuales.
La importancia del filme radica en que el recorrido realizado por Comedi va rellenando los silencios de toda una generación a través de una historia familiar que le escapa a los lugares comunes. ¿Cómo llegó a ese resultado? Podés mirar El silencio es un cuerpo que caeacá.
¿Todo lo personal es político?
El deseo de Pandora es el podcast feminista de Anfibia. Conducido por Leila Mesyngier y Julieta Greco, quienes conciben al mito como una metáfora del día en el que se dijeron feministas. En el episodio 18 de la segunda temporada entrevistaron a Agustina Comedi, quien habló de su rol como cineasta.
Cuando se trabaja con material de archivo heredado, familiar e íntimo, se vuelve fundamental el lugar desde el que se narra. Al respecto, Agustina destaca «la importancia de transparentar la mirada y desafectarse para no caer en sentimentalismos».
«Las imágenes no hablan por sí solas, hay algo de una reflexión previa y es como una especie de conversación con esas imágenes. (…) Las imágenes te modifican y el relato modifica la forma de mirar esas imágenes».
Agustina Comedi para El deseo de Pandora.
¿Qué necesita una película para considerarse feminista?
Varios son los test que, a partir de ciertos cánones, encasillan películas en «niveles de feminismo». ¿Hasta qué punto este procedimiento no achata el análisis en una mera estandarización? Para la cineasta, el feminismo viene centralmente a replantearse las relaciones de poder y, siguiendo este ideal, el cine feminista debería ser irreverente y dejar un lugar abierto para que le espectadore complete, confiando en su mirada.
A su vez, destaca como una necesidad la presencia de disidencias en las producciones. La pluralidad de voces, sin embargo, no puede considerarse garantía de que una historia contenga una lectura en clave de género. Es por esto que resulta preferible analizar cada caso en particular y evitar las comparaciones que muchas veces pueden empobrecer el análisis.
«No creo que la enunciación política se agote en el yo»
En una entrevista de Revista Colibrí por Paula Colavitto, Comedi habla sobre los años de militancia de su padre, profundizando en que las organizaciones de los años 70 y 80 se regían bajo un esquema de pensamiento centrado en lo colectivo. El giro hacia lo individual en términos políticos puede rastrearse en las últimas décadas y su riesgo, según ella, es quedarse en el plano individual sin dar el paso a lo colectivo.
«No todo lo personal es político. Si no se pueden colectivizar los procesos, materializar en luchas y procesos más colectivos, (…) terminamos todes peleando por ocupar nuestro espacio, por garantizar nuestro espacio, por visibilizar nuestra práctica y me resulta muy poco productivo».
Agustina Comedi para Revista Colibrí.
Su conceptualización de la identidad como algo procesual, anfibio,y sureivindicación de los grises tan criticados actualmente por los movimientos militantes funciona como punto de partida para pensar desde dónde creamos el tipo de producciones que queremos ver en pantalla.
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Los pies de una mujer se recuestan en altura mientras fuma un cigarrillo. Relajada, observa con una bebida en la mano a su marido e hijo, que cosen y planchan la ropa. Es un mundo de mujeres a cargo, que gritan mientras golpean con whisky las mesas de los bares y persiguen por la calle padres inocentes para seducirlos. No, no es «No soy un hombre fácil». Tampoco es una película moderna, ni siquiera de los últimos cien años. Se trata de «Los resultados del feminismo», un corto realizado en el año 1906 por Alice Guy, pionera del cine francés y americano olvidada por los libros de historia hasta su redescubrimiento actual.
Alice Guy, también llamada Alice Guy-Blaché por su primer matrimonio, fue la primera directora mujer en la historia del cine y más tarde la primera mujer en fundar su propio estudio. Hoy todavía es parte de una discusión vigente acerca de si su cortometraje El Hada de las lechugas fue la primera realización ficcional de la historia del cine. Otras personas le adjudican múltiples logros cinematográficos, desde la primer colorización hasta el primer videoclip, si bien son debatibles dada la ceguera especulativa característica de la historia.
Lo que es seguro es que fue la primera mujer en dirigir y producir películas, fundar un estudio e introducir en la narrativa cinematográfica la voz de la mujer. Formó parte del grupo histórico de personas que protagonizaron el nacimiento y desarrollo del cine, desde su incipiente nacimiento hasta el crecimiento exponencial industrial que lo haría inmortal. Otra de tantas mujeres que cambiaron la historia y fueron olvidadas por su género, hoy recordamos a Alice Guy, una de las #GrandesMujeres que han hecho el camino para que nosotres podamos avanzar detrás.
Fue en un bote rumbo a Sudamérica cuando Émile Guy se casó con Marie, su esposa francesa por encargo recién salida del convento en plena adolescencia. Alice nació en un suburbio parisino ante la insistencia de su madre en tenerla en su país materno. Guy contaba que esta terquedad se debía a que la madre tenía una relación extramarital con un gaucho chileno y temía verla representada en el aspecto de su bebé ante los ojos del padre. Sin embargo, Guy nunca la confirmó, por lo que puede considerarse un secreto familiar o simplemente su sentido del humor.
En 1984, cuando el pionero francés Gaumont (cuyo nombre lleva el preciado cine histórico ubicado en nuestra avenida Rivadavia) todavía estaba en una compañía de insumos fotográficos, Guy lo convenció de contratarla como secretaria a pesar de su edad. Más tarde, cuando Gaumont fundó su compañía en 1895, ella retuvo un puesto importante que le permitió ser testigo y partícipe del desarrollo temprano del cine. Tan sólo un año después y solo luego de prometerle a Gaumont que no afectaría su trabajo, comenzó a rodar su primera película de ficción: el corto silente que escribió, produjo y dirigió fue titulado «El Hada de las lechugas».
Uno de los aspectos más curiosos de la historia de Alice Guy podría ser el debate sobre si fue este cortometraje de ficción el primero de la historia. Cuando alguien lo afirmaba, ella rápidamente corregía que había sido «L’Arroseur Arrosé», un cortometraje estrenado en mayo del 1895 por los Lumière, los inventores del cinematógrafo. Sin embargo, en sus memorias y documentos escritos, el discurso de Guy difiere, por lo que muchos estudiosos del cine —particularmente, estudiosas feministas— hipotetizan que es en sus escritos donde dice ser efectivamente la realizadora del primer corto de ficción.
Se contempla que su cortometraje pueda haber sido realizado por Guy antes de la publicación del corto de los Lumière, en especial considerando las investigaciones de varios historiadores. Sin embargo, al haber sido publicado después, solo podemos especular al respecto. A pesar de la competencia con los Lumière, tenían una muy buena relación, ya que compartían la misma estructura familiar, sus valores empresariales y hasta sus sets de rodaje.
Fotograma de «Los resultados del feminismo»(1906).
En 1986, Guy se convirtió en la jefa de producción de Gaumont, puesto con el que probablemente dirigió todas las películas realizadas por la compañía hasta 1905. En 1907, se casó con su compañero de trabajo Henry Blaché y viajó a EE. UU. Tres años más tarde, bajo el nombre Guy-Blaché, tuvo a su primera hija y fundó Solax Co. en Nueva York, el primer estudio fundado por una mujer.
El estudio tuvo un gran éxito: Guy innovó en sus películas con la elección de locaciones de todo tipo y promovió el sistema de estrellas naciente de la industria lanzando artistas a la fama. En solo dos años, el crecimiento de la empresa llevó a Guy a construir un nuevo estudio moderno en Nueva Jersey, a donde mudó la compañía. Ese mismo año, Guy dió a luz a su segundo hijo. En 1913 estableció una nueva empresa con su esposo, Blaché Features, y tomó el nombre de Solax Co. para algunas producciones, aunque los establecimientos físicos de Solax cerraron un año después. Guy continuó dirigiendo películas en Blaché Features.
Ante las dificultades de una industria monopólica, el matrimonio terminó por unirse con otros estudios más grandes, ya que su formación en la compañía Gaumont no dejaba de ser el de una estructura familiar, incompatible con los grandes conflictos competitivos en el mercado cinematográfico industrial de EEUU. En 1922, la persona jurídica de Solax se subastó y, ante el final de su matrimonio y otras complicaciones financieras, Alice Guy volvió divorciada a Francia con sus dos hijos.
En su país de origen, no encontró trabajo en la industria: en el auge de la industrialización del cine, las mujeres ya no eran bienvenidas en los espacios de mayor autoridad. Por lo tanto, se limitó a vender libros y pinturas, a escribir artículos y cuentos infantiles. También dio entrevistas e intentó retener algo de crédito por su trabajo previo. Recordemos que el cine primitivo, al no tener créditos como los de hoy, no llevaba los nombres de sus realizadores, por lo que el nombre de Alice Guy se había vuelto invisible más allá de su conocimiento en los círculos de la industria. Sus aportes en la historia del cine contrastan con la poca representación y crédito que obtuvo posteriormente.
Las películas que realizó la cineasta le daban voz al personaje femenino auténtico, dominante e irreverente: introdujo heroínas, roles de género invertidos, cross-dressing y narrativas en ese momento inexistentes, dando lugares de importancia a personajes mujeres y resignificando relatos previos a través del enfoque particular en ellas, como hizo en «La Vie Du Christ». Alice Guy fue la primera en darle una voz a la mujer en el cine, así como a su necesidad de representación: muchas de sus películas eran narradas desde el punto de vista de una mujer y, si no lo eran, contenían una línea argumental femenina. En el final de «Los resultados del feminismo», pasamos de un mundo hembrista a la restauración del orden establecido (o su contraste con la realidad).
Sea considerado feminista en términos modernos o no, es una película que rompió el esquema hegemónico mostrando un universo en contra de los rígidos estándares sociales de la época, donde en muchos lugares la mujer ni siquiera podía votar. Además, presenta un universo utópico de ciencia ficción feminista por primera vez en soporte audiovisual en el comienzo del siglo XX, algo verdaderamente remarcable. En el contexto de sus documentos escritos y películas realizadas, no queda duda de que la posición política de Guy favorecía el desarrollo y la libertad de la mujer. Solo nos queda agradecer que el nacimiento del cine coincidiera con el creciente movimiento político feminista, permitiendo el desarrollo de artistas mujeres como Alice que, más allá de sus numerosos obstáculos, pudieron ser pioneras en el séptimo arte y cuyos documentos históricos nos son relativamente disponibles, a diferencia de otras disciplinas.
«Por mucho tiempo ha sido para mí una fuente de asombro que muchas mujeres no hayan tomado ventaja de las increíbles oportunidades que ofrece el arte de la cinematografía para hacer su camino hacia la fama y la fortuna como productoras (…). De todas las artes, probablemente no hay ninguna en la cual puedan hacer tal uso espléndido de sus talentos, tanto más natural en la mujer que en el hombre y tan necesario para su perfección».
Alice Guy en «The Moving Picture World», Vol. XXI, No. 2, July 11, 1914 p. 195.
Alice Guy volvió a Nueva Jersey en 1962, donde falleció a sus 94 años en un geriátrico y fue enterrada con una lápida sin más que su nombre. De sus más de 1000 películas realizadas, pocas sobrevivieron. Sin embargo, gracias a su redescubrimiento actual, su legado de determinación, creatividad y liderazgo está siendo escrito en las páginas de los libros que alguna vez escaparon a su nombre, esta vez en tinta permanente.
Fuentes:
Alice Guy Blaché, Lost Visionary of the Cinema, Alison McMahan. Bloomsbury (2003).
Como comenté en la primera edición de estas reseñas, este año me planteé el interés por consumir cine hecho por mujeres y sinceramente pensé que encontrarlo iba a ser mucho más fácil de lo que resultó. Sin embargo, aquí les traigo otras cinco películas para que puedan consumir en lo que queda de confinamiento.
THE BEGUILED – EL SEDUCTOR (2017)
Esta oda a la sororidad y el compañerismo transcurre en un internado de mujeres durante el siglo XIX. Mientras aguardan con ansias el fin de la guerra civil estadounidense, seis jovencitas comparten el hastío por las eternas tardes de bordado y clases de francés que se ven interrumpidas por la llegada del soldado herido John McBurney (Colin Farrell). Su componente masculino es suficiente para encandilar tanto a las más pequeñas de la casa como a la señorita Martha Farnsworth (Nicole Kidman), quien extiende su rol maternal y tareas de cuidado para con el cabo. La neblina y la naturaleza de Virginia, EE. UU., amalgaman un enfrentamiento tácito entre Martha, Edwina (Kirsten Dunst) y Alicia (Elle Fanning) que tensiona la dinámica del hogar de estas mujeres.
La película genera un clima digno de thriller con toda la estética que conlleva el cine de Sofía Coppola. A partir de la novela «A painted devil» de Thomas P. Cullinan, ella logra nuevamente generar sensaciones capaces de atravesar la pantalla. El punto de vista siempre es el femenino y lo que más me gusta de este film es cómo, a pesar de sus diferencias, este grupo de mujeres de diversas edades logra unirse para inhabilitar una fuerza externa que las amenaza.
WAKOLDA (2013)
Bariloche en los años sesenta es probablemente uno de los contextos más estéticos para narrar una historia. Allí la pareja de Eva (Natalia Oreiro) y Enzo (Diego Peretti) reabren una hostería familiar, donde reciben a un solitario médico alemán. Su hospitalidad es contrarrestada por los macabros planes de Helmut (Àlex Brendemühl) para con la menor de la familia. La pequeña Lilith (Florencia Bado) tiene un cuerpo más pequeño de lo normal y por eso Helmut la elije para experimentar una alteración genética con hormonas de crecimiento. La metáfora con el trabajo de Enzo, fabricar muñecas, es bastante literal. La búsqueda de la perfección es perseguida tanto por Enzo para sus muñecas como por Helmut para sus pacientes.
Candidata a los premios Óscar y premiada en Cannes, la película está basada en la novela homónima de su directora, Lucía Puenzo. El filme vincula la historia del nazismo con la leyenda del supuesto escape de sus dirigentes al sur argentino, retratado en 35 mm y con planos que resaltan la belleza de la Patagonia y las construcciones típicas de la época.
THE EDGE OF SEVENTEEN – MI VIDA A LOS DIECISIETE (2016)
Películas sobre el paso a la adultez hay miles, pero el mérito de esta es presentar de forma honesta y sensible a una adolescente que podría haber sido cualquiera de nosotres. Nadine (Hailee Steinfeld) tiene 17 años y ha sufrido la muerte de su padre, de la cual aún no se puede recuperar. La relación con su madre y hermano penden de un hilo y su único cable a tierra para no sentirse «tan rara» es su mejor amiga. Los problemas comienzan cuando esta relación también se quiebra.
El paso del amor al odio que genera el personaje de Nadine refleja la ambivalencia propia de crecer y reconocerse en ese personaje y su accidentado camino a la madurez.«The edge of seventeen» (2016) es la ópera prima de su directora Kelly Fremon, quien desde la comedia es capaz de abordar temas tan profundos como el duelo por la pérdida de un familiar o la definición de la personalidad sin caer en la mera descripción de los típicos estereotipos de secundaria yankee.
Ray (Elle Fanning) es un varón de 16 años en plena transición. Vive con su madre Maggie (Naomi Watts), su abuela Dodo (Susan Sarandon) y la novia de ella en una casa con varios pisos. Esta película de Gaby Dellal muestra cómo la relación entre las tres generaciones está tan superpuesta y conectada como sus departamentos. Mientras Maggie se debate si firmar o no la autorización para que su hijo comience a tomar testosterona, debe enfrentarse a la rudeza de la burocracia en estos casos, fielmente retratada. Esta autorización debe ser firmada por ambos progenitores, aunque el padre de Ray jamás participó de su crianza. Esto se complica con la visión sesgada de su abuela Dodo, a través de la cual se puede relacionar la perspectiva de las primeras feministas y cómo su militancia carece de interseccionalidad para tener en cuenta, por ejemplo, las identidades trans.
Ray lleva un registro audiovisual casero de sus vivencias. A través de esos videos podemos conocer sus expectativas de mudarse, cambiar de colegio, hacer nuevos amigos y ser reconocido como varón sin sufrir acosos ni maltratos. Transitando la ciudad en skate, deberá sobrellevar los altibajos de enfrentarse a su padre y a la chica que le gusta. Si bien es una actriz la que interpreta a Ray y no un actor trans como debería ser, se logra conformar una idea verosímil de familia no convencional que se esfuerza por comprender los avatares de no nacer bajo el género asignado.
GRAVE – RAW (2016)
Esta película puede enmarcarse en un subtipo de terror moderno en el cual el argumento principal es el antiespecismo. Justine (Garance Marillier) es una adolescente ingresante a la carrera de veterinaria en Francia. Allí no solo asistieron sus xadres sino también asiste su hermana. En un despiadado rito de bienvenida a la universidad, Justine come carne por primera vez en su vida. Los sucesos que continúan serán una seguidilla de irrupciones de su vegetarianismo, fiestas electrónicas y discusiones con su hermana. Lo que las unirá a pesar de las diferencias que las enfrentan será una particular adicción.
La directora de este film es Julia Ducornau y con sus cortos 36 años ya realizó 5 películas. El primer corto que realizó también fue protagonizado por Garance Marillier. «Junior» (2011) fue premiado en Cannes, donde años después se estrenó «Grave» (2016). En su avant premiere, muches espectadores impresionables se retiraron de la sala debido a los logrados efectos especiales que la componen.
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Es habitual pensar a la mujer como el segundo sexo, representada como todo «lo no masculino», como quien construye su identidad y sus formas solo a través de las relaciones que establece con la masculinidad primaria.
Así, se la define por oposición a otro elemento y no mediante un proceso intrínseco. De allí el carácter pagano que muchas veces recubre a las producciones femeninas en tantos ámbitos, y el medio audiovisual no podía quedar exento.
En este ambiente donde el sexismo es norma, las MuMa (Mujeres de Medios Audiovisuales en Bariloche) crearon la oportunidad de alzar su voz y organizar el primer Encuentro de Mujeres de Medios Audiovisuales en la Patagonia en el marco del FAB-2017 (Festival Audiovisual Bariloche).
El encuentro se desplegó con varios ejes y eventos; entre ellos, la proyección de producciones de realizadoras de la región patagónica, a quienes se invito a participar mediante el envío de sus trabajos por Internet.
Además, se desarrolló una jornada en la cual distintas mujeres (cis y trans) narraron sus experiencias en el medio, así como también sus esperanzas e inquietudes. Estas experiencias parecen girar en torno al imaginario del «segundo sexo», de segundas miradas quizás, por el cual a las trabajadoras les cuesta hacerse de un nombre propio en un estudio donde se la quiere ubicar como la «esposa de».
Muchas mujeres no cuentan con espacios o recursos para mostrar sus trabajos y otras deben resignarse a lo estereotípico como recurso rentable para sus producciones. Pareciese que en este medio, como dijo la directora de la carrera de Diseño Artístico Audiovisual de la URN, los hombres producen y las mujeres reproducen.
Hacia el fin del Festival, el día viernes, se desarrolló una asamblea de trabajadoras en la cual se intentó definir la mejor forma que debería adoptar este movimiento nacional de mujeres de medios audiovisuales para poder tener mayor participación y poder disputar en términos reales los espacios de poder.
Además, se analizó qué entidad debería conformarse a futuro para solucionar los problemas más acuciantes para las mujeres trabajadoras del cine nacional y cuáles son los marcos de acción que dejan los medios para la mirada transformadora de la mujer.
Todos los espacios se caracterizaron por su horizontalidad, aspecto que resulta imprescindible para Tatiana Cannistraci, integrante de MuMA Bariloche, quien destaca cómo este espacio, creado en abril de este año, halla en ese modo de organización la forma más eficiente de lucha.
Por ejemplo, las oradoras del evento del día jueves se seleccionaron a modo de micrófono abierto: con solo enviar un correo electrónico se podía contar con un espacio para presentarse.
Tatiana es fresca y aguerrida, irradia energía en cada uno de los movimientos que ejecuta al hablar de los proyectos que sueña desarrollar con sus compañeras, entre los que cuenta un festival feminista en el 2018, pero también al recordar las experiencias poco agradables que la convirtieron en una activista feminista dentro del medio.
Todo es terreno pisado para llegar a donde está ahora y eso le da la templanza para tomarse los desafíos con calma y anhelo. Rememora aquella dialéctica que resonó con fuerza en el EMMAP, el cuerpo como territorio primario y el territorio como forjador de miradas.
Por último, las mujeres MuMA nos proponen un juego: nos comparten un test mediante el cual pretenden despertar el espíritu crítico en los espectadores para poder discernir si el contenido que consumimos es sexista o no lo es.
Entendiendo como sexismo la naturalización de que en lo masculino se represente a todas las personas e identidades de género, se citan entre los largometrajes que han pasado el “Test Muma» a las producciones argentinas XXY, Yo la peor de todas, La ciénaga y Leonera.
Como adicional, nos comparten dos imprescindibles para que veamos este fin de semana. En el género series, nos invitan a ver la aclamada The Handmaid’s Tale (2017), basada en la novela de la candiense Margaret Atwood; en cuanto a largometrajes, nos aseguran que la argentina De Caravana (2011) logra construir su historia por fuera de los esquemas sexistas y misóginos que predominan en las producciones que muchas veces consumimos.
Quienes quieran completar el test MUMA, pueden acceder a él aquí.
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