Antes de la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, las militantes feministas no paramos de comunicar la necesidad que teníamos como sociedad de tener garantizado el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. La directora Andrea Testa da cuenta de este movimiento a través de su último documental.
«A partir de la voz de jóvenes mujeres que transitan maternidades en su adolescencia, atravesadas por violencias y una extrema vulnerabilidad, la película ahonda en las vicisitudes de la toma de una decisión: continuar o no con un embarazo. “Niña mamá” es el encuentro con las historias de vida de ellas, las tensiones de estas maternidades forzadas y el miedo latente que provocan los abortos inseguros y clandestinos».
La cinta tiene una hora de duración, a lo largo de la cual conocemos fragmentos de la vida de diferentes mujeres jóvenes que se enfrentaron a la maternidad sin buscarla. Con escenas grabadas en hospitales públicos de La Matanza y Tres de Febrero, la película le pasa el micrófono a las protagonistas con primeros planos en blanco y negro. Sin voces en off, intervenciones gráficas ni subtítulos, la obra se desenvuelve a partir de los relatos de las mujeres.
En una entrevista con el Colectivo de Cineastas, Testa relata que una de las chicas que aparece en el filme le contó que el estreno de la película le permitió conocer un cine por primera vez. La vulnerabilidad económica, la ausencia de contención familiar y la falta de acceso a la información vulneran derechos que no aparecen narrados desde la carencia, sino desde la normalización.
Además, resulta interesante destacar el compromiso de las médicas, enfermeras y trabajadoras sociales (en genérico femenino porque la presencia masculina aparece solamente una vez, a través de la figura de un obstetra). Ellas asumen el rol de informar a las pacientes sobre la existencia de métodos anticonceptivos, la posibilidad de interrumpir un embarazo sin arriesgarse a perder la vida y ofrecen contención emocional.
«Niña mamá» ganó la Competencia Largometraje Juvenil Internacional en la 27º edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia, así como también obtuvo el Premio del Jurado Largometraje Internacional de la octava edición de DOQUMENTA, el Festival Internacional de Cine Documental de Querétaro, México.
Según el portal GPS Audiovisual, el jurado le dio el reconocimiento por presentar «un articulado discurso sobre la maternidad para jóvenes vulnerables (…). Una propuesta urgente y de gran relevancia sociocultural que se atreve a mostrar un espectro complejo de la sociedad».
Artículo colaboración escrito por Josefina Anschütz y Mar Cortés
Muchas veces se dice que la ficción supera a la realidad pero podemos postular que se trata de una retroalimentación constante. Las relaciones tóxicas existen tanto en la vida real como en las películas; la cuestión es que las personas estamos atravesadas por la cultura y nuestros consumos audiovisuales. La falta de representación de relaciones sexoafectivas sanas quita la posibilidad que podamos ver en producciones personajes que aporten a la construcción de relaciones más saludables.
Desde Mr. Rochester en Jane Eyre hasta el enigmático «bad boy» Noah Flynn en TheKissing Booth; desde Mr. Darcy en Pride and Prejudice hasta Damon Salvatore en The Vampire Diaries. Estos nombres y muchos más que pueden ser nombrados traen a colación un tema poco novedoso dentro de los productos culturales dirigidos a las audiencias jóvenes: la romantización del comportamiento y las relaciones tóxicas.
En una sociedad donde la violencia de género es cada día más preocupante, esta romantización no ayuda a que el problema se visibilice. Sin embargo, sea adrede por parte de les autores o no, este fenómeno provoca que la violencia y el mal comportamiento dentro de las relaciones afectivas se vea normalizado, hasta el punto de que se encuentren cientos de justificaciones de por qué «está bien».
¿El personaje obliga a la protagonista a irse con él a raíz de un ataque de celos? ¡Qué romántico! ¿La manipula psicológicamente para que se quede junto a él debido a que «la ama y no puede vivir sin ella»? ¡Más tierno no puede ser! ¿La sigue a todos lados porque quiere protegerla, aunque en realidad no la deja ni respirar, y solo él puede cumplir con el rol de «guardaespaldas»? ¡Es tan bondadoso! ¿La usa para su propio beneficio pero se lo retribuye sentimentalmente? ¡Tenía sus motivos, nunca quiso lastimarla!
No, no y mil veces no. La romantización de estos personajes lo único que logra es que se invisibilizan millones de casos por los que se viene luchando hasta hoy en día. Durante las décadas de 2000 y 2010, este patrón comenzó a verse más a menudo en las películas y series dirigidas a niñes y jóvenes. Entre los cientos de ejemplos que pueden encontrarse, seleccionamos los siguientes.
Severus Snape(Saga Harry Potter)
Severus Snape(Saga Harry Potter)
El siniestro y malhumorado profesor de Harry Potter desde siempre ha dado de qué hablar. En el fandom (término usado para describir a las comunidades activas de fanátiques de productos culturales) de la saga, se tiene una opinión bastante dividida acerca de este personaje. Muches lo romantizan por «haber estado enamorado de Lily Potter e intentado proteger a Harry». Sin embargo, y pese al intento de darle una redención al personaje, eso dista mucho de sus verdaderas acciones y motivaciones.
El hombre de pelo oscuro y grasiento, como lo describe Rowling en sus páginas, no es más que un varón obsesionado con una mujer con la que nunca tuvo más que una amistad. Como se narra en los libros y se ve en la última película, cuando Harry ve los recuerdos del profesor fallecido, descubre que él y Lily habían mantenido una amistad temprana, interrumpida por culpa de Snape. Posteriormente, y aún «enamorado» de ella, cometió el error de llevarla a su muerte junto con su marido y, pese a sus intentos de salvarla sólo a ella, no lo logró. Fallecidos los padres del «niño que sobrevivió», Snape no duda en maltratar a Harry cada vez que tiene la oportunidad, no solo verbalmente sino también psicológicamente, por ser la viva imagen de James Potter, su progenitor y esposo de Lily.
Mientras que muches Potterheads (como se autoproclaman les seguidores de la saga) afirman que este personaje siempre actuó movido por su amor a Lily y su deseo de proteger al hijo de ella, esta teoría se aleja de la realidad al intentar romantizar y hasta perdonar de pena y culpa a un hombre macabro que no pensaba más que en su propio beneficio y en su enfermiza obsesión con una mujer muerta.
Travis Maddox(Saga Beautiful Disaster)
El típico boxeador y bad boy con complejo de Edipo. La toxicidad andante y cliché por la cual cualquier adolescente, si no es advertide, caería a sus pies. Vive por y para luchar. ¿Su pasatiempo preferido? «Bolsearse» a desconocidas para luego denigrarlas por meterse con «alguien que no tiene intenciones de llamarlas». Y, además, perseguir como psicópata a la protagonista, la «única mujer que ama y amará», para que se quede junto a él.
Su comportamiento es uno de los más tóxicos que encontramos en las novelas juveniles de la década de 2010, ya que no solo presenta al personaje que realiza todo por amor, sino que romantiza de una manera extrema la violencia física y psicológica. Si él no puede conseguir que la chica que «ama» esté con él, lo intentará mediante trucos como el comprarle regalos o comportarse de forma tierna para manipular la situación a su favor. Además, si las cosas no salen como él quiere, su respuesta será romper todo lo que haya a su paso o golpear a quienes se encuentren a su alrededor.
Este es, sin lugar a dudas, un personaje bastante peligroso de adaptar hoy en día. No solo porque la historia no es apta para menores, sino que también porque puede darle una idea equivocada a les jóvenes de hoy en día.
Hardin Scott(Saga After)
After es una saga de nueve libros escritos por Anna Todd, una escritora estadounidense que surgió de la red social para personas escritoras Wattpad. Esta saga, en principio, se trató de un fanfic de One Direction. El fanfices un género literario en el que se toma como base a personajes y universos de otres autores o a personas de la vida real (por ejemplo, celebridades) y se crean ficciones en torno a esos elementos. El personaje de Hardin está basado en Harry Styles, el ex vocalista de One Direction, aunque la historia no tiene nada que ver con la banda inglesa.
Hardin Scott(Saga After)
La saga de libros, que se publicó en 2014, tuvo tanta popularidad que en 2019 se llevó al cine bajo el título After, aquí comienza todo, protagonizada por Hero Fiennes Tiffin y Josephine Langford.
Tanto la novela como el filme son criticables desde muchos puntos de vista e incluyen la romantización de una de las peores relaciones tóxicas de la cultura popular después de la que Christian Grey sostiene con Anna. El personaje de Hardin Scott es el típico bad boy sufrido, que tuvo una infancia traumática y justifica su violencia y su alcoholismo en esto. Por otro lado, tenemos a Tessa Young, una «nena bien»: buena hija, buena estudiante y profesional responsable. Por casualidad, conoce a Hardin en una fiesta y la química es innegable. El clásico boy meets girl.
El problema comienza cuando Hardin despliega toda su toxicidad sobre ella: la manipula, le grita, la maltrata, la acosa, depende de ella para su estabilidad mental y emocional, la cela, la persigue. Todas las red flags juntas, pero ella es tan buena y lo ama tanto que lo perdona y lo sigue eligiendo a pesar de todo.
¿Por qué se siguen representando estas pésimas relaciones en el cine? ¿Por qué se siguen mostrando estos amores imposibles al estilo Romeo y Julieta? Es ficción, claro está, pero en ningún momento ningún personaje se cuestiona que la relación está mal; que Tessa no es su psicóloga ni su saco de boxeo. Si Harden necesita terapia, que vaya; una pareja no es la solución a los problemas y es mucha carga emocional tener que ser quien los repare.
Noah Flynn(Saga El stand de los besos)
Noah Flynn(Saga El stand de los besos)
Cerramos con el típico estereotipo de chico popular jock, violento y abusivo. Noah Flynn es un personaje detestable y de lo más tóxico, de esos que, mejor, mantener bien lejos, pero la tierna y dulce Elle Evans no puede evitar caer en sus encantos. Su sonrisa, su lunar estratégicamente colocado entre sus abdominales y todo eso, sí, pero las red flags abundan.
Desde el inicio, la relación no comienza bien. Ella es menor que él y él siempre la había considerado como su hermanita pequeña, ya que es compañera de su hermano, hasta que las cosas cambian. Se trata de un hombre que, supuestamente, demuestra afecto a los golpes, como cuando se pelea con cualquiera que mire a Elle más de 30 segundos, cuando cela a su propio hermano porque pasa más tiempo con ella que él mismo, cuando la obliga a que elija entre ellos o cuando la manipula para que vaya a la misma universidad. Es un personaje detestable por donde se lo mire y no tiene crecimiento ni maduración a través de la trilogía: se mantiene como el mismo golpeador, violento, abusivo, celoso y posesivo de siempre. Elle tiene algunos instantes de lucidez donde decide que la relación ya no va más, que podría salir con otras personas que sí la quieren y la respetan, pero siempre vuelve a Noah y su toxicidad, porque no puede vivir sin su bad boy.
Luego de este recorrido por varios personajes tóxicos y la pésima representación de relaciones sexoafectivas en producciones audiovisuales, queremos brindar una luz de esperanza: no todos los personajes son tóxicos. Durante la década de 2010 y en esta de 2020, empezaron a aparecer producciones que muestran buenas relaciones sexoafectivas. Para nombrar algunas, podemos hablar de Moxie, Sex Education, BookSmart y Ladybird, películas y series que intentan mostrar relaciones un poco más reales y personajes no tan acartonados, mucho más humanos. Esperamos que cada vez haya más representación de este tipo de personajes y menos estereotipos. Confiamos en que es posible.
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Artículo colaboración escrito por Josefina Anschütz
La reciente «cancelación» a la autora Claudia Piñeiro por la serie El Reino evidencia un machismo estructural, mientras que la cancelación masiva de youtubers, streamers y demás figuras públicas se expande a la velocidad de la luz.
La pandemia, la cuarentena y el encierro han hecho que nos enfoquemos más que nunca en las redes sociales, en influencers y en lo que publican. Influencers como Ivana Nadal o Yanina Latorre no pasan un día sin estar en el ojo de la tormenta; de forma constante, aparecen dichos completamente repudiables y hasta mensajes de odio de parte de estas personas públicas.
El caso más resonante en el último tiempo fue el de Martín Cirio y una acusación de pedofilia ocurrida en septiembre pasado. Fue un evento que generó una ola de cancelaciones masivas, en una carrera por ver quién salía perjudicade o si tal o cual personaje era tan bueno como aparentaba ser. Estas cancelaciones aparecen en Twitter, que parece haberse convertido en una suerte de basurero de las redes sociales: el lugar donde personas frustradas y enojadas echan su violencia contenida.
¿Es realmente justicia social o una forma de linchamiento moderno? ¿Qué pasa cuando no se admiten opiniones adversas y se empieza a dudar de los valores de personas no relacionadas con la polémica por no sumarse a una cancelación?
La sociedad cambió muchísimo en los últimos años. Expresiones que antes no eran criticadas hoy lo son y está perfecto: es el camino a una sociedad más respetuosa, justa y libre. Pero, a veces, ¿no se pasan ciertos límites? ¿Es justo juzgar una figura pública por tweets escritos en otra época? Hace diez años o más, ¿quién no dijo cosas que, con los ojos de hoy, serían completamente reprochables?
Vivimos en una cultura de la cancelación extrema, que puede llevar a generar miedo de abrir la boca y estar incurriendo en decir algo que sea «cancelable». Justo sería comprender que algo puede haber sido escrito en otro contexto y, por ejemplo, incluir una advertencia a le lectore o a le espectadore, como hizo HBO Max con películas como Lo que el viento se llevó. Borrar el pasado no es la solución; del pasado debemos aprender para no volver a cometer los mismos errores y poder corregirlos.
Sin embargo, la situación cambia cuando surgen personas que siguen perpetuando mensajes de odio actualmente. Las cancelaciones masivas no son buenas pero tampoco es aceptable que se apuntar contra personas justificándose en la cancelación mientras se esconde una violencia de fondo. Es lo que ocurrió hace algunas semanas con la autora Claudia Piñeiro.
El Reino
Hace dos semanas, se estrenó en Netflix la serie argentina El Reino. La trama gira en torno a un pastor evangélico que se postula como vicepresidente. Durante un acto de campaña, asesinan a su compañero de fórmula; este evento desata una investigación sobre la Iglesia del Reino de la Luz y se descubren cuestiones muy oscuras ligadas a la corrupción, el enriquecimiento ilícito y otras temáticas.
La controversia surgió cuando la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina acusó a Claudia Piñeiro, guionista y productora de la serie, de tener «un encono contra la cultura evangélica» supuestamente derivada de su militancia feminista durante el debate por la ley del aborto.
La serie cuenta con un coguionista, Marcelo Piñeyro, pero el ataque fue dirigido a Claudia por su activismo en el feminismo. ¿Acaso buscan convertirlo en una lucha contra la militancia feminista? ¿Qué es lo que les molesta, realmente? ¿Que Claudia sea una mujer que se anima a denunciar la corrupción en las iglesias cristianas, que sea feminista? Marcelo es coautor de la historia pero no lo atacaron a él.
Spoiler alert! La serie evidencia secretos a voces: curas abusadores de menores (protegidos por el Vaticano), enriquecimiento ilícito por parte de pastores evangélicos que predican que «nuestras posesiones nos alejan de Dios» pero son millonarios, tienen helicópteros y mansiones. Dicen hablar de Dios, dicen que Dios es amor, pero predican un mensaje de odio hacia las diversidades sexuales y de género y siguen manteniendo los roles de género establecidos: la mujer sumisa, ligada a la reproducción y el matrimonio a toda costa, aunque sea infeliz y miserable, solo por las apariencias.
Cancelar, ¿sí o no?
Por un lado, tenemos la cultura de la cancelación extrema donde por una opinión se condena a una persona más allá de todo límite y, por otro lado, tenemos estas asociaciones que siguen perpetuando estereotipos que tanto se lucha por desandar y derribar.
La autora fue contundente en Twitter y, en una nota publicada en Página 12, expresó: «La censura es censura, la quieras disfrazar de lo que la quieras disfrazar. (…) Ahora censurar una ficción ya parece medieval».
Abramos el debate: ¿cuál es el limite entre la cultura de la cancelación y la censura? ¿Hasta qué punto es tolerable y hasta qué punto es un discurso de odio? ¿Continuaremos cancelando a cada persona que piense distinto a nosotres? Somos personas distintas y podemos tener distintas opiniones, pero lo que sí es inaceptable son los discursos de odio como los lanzados contra Claudia Piñeiro por su militancia feminista y por ser una mujer que no entra en cánones y estereotipos del deber ser de una mujer.
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El silencio es un cuerpo que cae (2017) fue la ópera prima de Agustina Comedi. Dictadura en Argentina, disidencias sexuales y militancia son algunos de los tópicos que se tocan en el documental creado a partir de las 160 horas de video registradas por su papá. ¿Es todo lo personal político? En un capítulo del podcast El deseo de Pandora, la directora traza lineamientos sobre su concepción de cine feminista.
El silencio es un cuerpo que cae (2017)
Lo primero que nos cuenta la voz en off de su hija es que Jaime falleció en enero de 1999 con la cámara en la mano. Según Agustina, lo que la motivó a comenzar a revisar las cintas de su padre fue que un amigo de su juventud le dijo «Cuando vos naciste, algo de Jaime murió para siempre». Poco tiempo después descubrió que, hasta sus 40 años, Jaime había sido homosexual.
La idiosincrasia de los años 90 se ve cristalizada en imágenes de viajes al exterior y reuniones familiares. Intercaladas con entrevistas actuales a varies amigues de Jaime, El silencio… nos presenta un perfil de lo que podría ser la historia de cualquier disidencia que haya sobrevivido a la represión vivida durante la última dictadura militar.
«Ser puto era una desviación burguesa»
Jaime es descrito por sus hermanas como «distinto a la familia» desde pequeño. Interesado por la cultura y la militancia, estudió derecho y en su adolescencia militó para la izquierda. Sin embargo, en los años 70 ni siquiera esos partidos podían concebir una sexualidad no heterosexual. «Ser puto corrompe el espíritu revolucionario», le dijo a Jaime un compañero de Vanguardia Comunista. Allí también a una de sus amigas la expulsaron y enjuiciaron «por torta», según relata el filme.
«Hacíamos las cosas para transformar el mundo pero no podíamos transformarnos a nosotres mismes».
Amiga de Jaime a Agustina.
El clima político y social de la década hizo que cualquier aparente «desviación de la norma» fuera encarcelada y torturada en búsqueda de información. Los interrogatorios giraban alrededor de las fiestas, las reuniones privadas y los sitios de circulación de homosexuales.
La importancia del filme radica en que el recorrido realizado por Comedi va rellenando los silencios de toda una generación a través de una historia familiar que le escapa a los lugares comunes. ¿Cómo llegó a ese resultado? Podés mirar El silencio es un cuerpo que caeacá.
¿Todo lo personal es político?
El deseo de Pandora es el podcast feminista de Anfibia. Conducido por Leila Mesyngier y Julieta Greco, quienes conciben al mito como una metáfora del día en el que se dijeron feministas. En el episodio 18 de la segunda temporada entrevistaron a Agustina Comedi, quien habló de su rol como cineasta.
Cuando se trabaja con material de archivo heredado, familiar e íntimo, se vuelve fundamental el lugar desde el que se narra. Al respecto, Agustina destaca «la importancia de transparentar la mirada y desafectarse para no caer en sentimentalismos».
«Las imágenes no hablan por sí solas, hay algo de una reflexión previa y es como una especie de conversación con esas imágenes. (…) Las imágenes te modifican y el relato modifica la forma de mirar esas imágenes».
Agustina Comedi para El deseo de Pandora.
¿Qué necesita una película para considerarse feminista?
Varios son los test que, a partir de ciertos cánones, encasillan películas en «niveles de feminismo». ¿Hasta qué punto este procedimiento no achata el análisis en una mera estandarización? Para la cineasta, el feminismo viene centralmente a replantearse las relaciones de poder y, siguiendo este ideal, el cine feminista debería ser irreverente y dejar un lugar abierto para que le espectadore complete, confiando en su mirada.
A su vez, destaca como una necesidad la presencia de disidencias en las producciones. La pluralidad de voces, sin embargo, no puede considerarse garantía de que una historia contenga una lectura en clave de género. Es por esto que resulta preferible analizar cada caso en particular y evitar las comparaciones que muchas veces pueden empobrecer el análisis.
«No creo que la enunciación política se agote en el yo»
En una entrevista de Revista Colibrí por Paula Colavitto, Comedi habla sobre los años de militancia de su padre, profundizando en que las organizaciones de los años 70 y 80 se regían bajo un esquema de pensamiento centrado en lo colectivo. El giro hacia lo individual en términos políticos puede rastrearse en las últimas décadas y su riesgo, según ella, es quedarse en el plano individual sin dar el paso a lo colectivo.
«No todo lo personal es político. Si no se pueden colectivizar los procesos, materializar en luchas y procesos más colectivos, (…) terminamos todes peleando por ocupar nuestro espacio, por garantizar nuestro espacio, por visibilizar nuestra práctica y me resulta muy poco productivo».
Agustina Comedi para Revista Colibrí.
Su conceptualización de la identidad como algo procesual, anfibio,y sureivindicación de los grises tan criticados actualmente por los movimientos militantes funciona como punto de partida para pensar desde dónde creamos el tipo de producciones que queremos ver en pantalla.
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La plataforma Netflix comenzó a distribuir la película Las Mil y Una a comienzos de mes. A raíz de ello, la multipremiada cinta LGTB recibió críticas de les vecines del barrio donde fue ambientada. ¿Se trata de comentarios de odio hacia la diversidad? ¿A quién representa el largometraje?
Las Mil y Una (2020) es la segunda película de Clarisa Navas, directora de cine correntina. La historia retrata la juventud de Iris, una basquetbolista que experimenta su sexualidad a escondidas en un barrio de clase trabajadora plagado de violencias.
La coproducción argentino-alemana recibió diferentes reconocimientos y premios en los festivales de Mar del Plata, San Sebastián, Lima, Valdivia, Toulouse y Guadalajara. Sin embargo, a algunes de quienes viven en el complejo Las Mil Viviendas, donde se ambienta el largometraje, no les pareció digna de elogios.
Un vecino inició una petición en change.org para cambiarle el título, ya que entiende que el retrato no representa a su barrio tal como él lo ve. Algunos comentarios que aparecen en la colecta de firmas, con 65 adherentes al momento, incluso sugieren censurarla y quitarla de circulación.
Fotograma de la película.
¿Qué narra Las Mil y Una?
Navas nos introduce en la vida dentro de unos monoblocks ubicados a 3 km de la capital de Corrientes. En este contexto, retrata en profundidad la cotidianidad de les habitantes del barrio: desde las historias de vida complejas de sus personajes hasta cada sonido que construye el espacio y la falta de privacidad que rodea a les protagonistas. Simultáneamente, expone las dificultades que supone la intersección entre desigualdad de clase, género y discriminación por orientación sexual.
La puesta de cámara tiene su propio protagonismo: nos convierte en un habitante más que recorre, junto a Iris, Renata y sus primos, los pasillos del barrio con extensos planos secuencias. En ocasiones, deja la cámara fija para convertirnos en testigos impotentes que presencian los sucesos sin poder hacer nada. Su elección es interesante para plantear una mirada del lugar en la que todo sucede sin ninguna intervención.
Otro detalle que se construye desde la puesta en escena audiovisual es cómo se materializa la poca intimidad que poseen los personajes, con personas interrumpiendo constantemente y sonidos externos ingresando a escena en todo momento.
Iris, interpretada por la basquetbolista Sofía Cabrera.
Si de representación hablamos…
«Puedo asegurar que esta es la historia de un montón de disidencias del interior que, como yo, se emocionan de ver cuando un personaje cuenta con detalles todo aquello que quisimos ver en otros y nos parecía imposible, porque nos creíamos solas. Pero afortunadamente nunca lo estuvimos».
Mauricio Vila, actor en Las Mil y Una.
El elenco de la película está compuesto por actores y actrices de Corrientes, Formosa y Chaco, lo que no resulta un dato menor en materia de representación. En algunas entrevistas, la directora contó que la historia fue escrita en base a sus experiencias (y las del reparto) viviendo en Las Mil Viviendas.
Además, para la comunidad LGTB de la región, la cinta demuestra una forma de representación gay, trans y bisexual alejada de los clichés y caracterizaciones convencionales. La participación de Pilar Cubells y Mauricio Vila, activistas feministas, también sumó en este sentido.
Lo que pasa detrás de las cámaras
«A mí me dejaron de decir torta, me dicen puto de mierda cuando voy sole caminando por la calle».
Milo, vecine de Las Mil Viviendas.
Varies militantes correntines encontraron al pedido de censura como un ataque hacia las expresiones artísticas que se salen de la heterocisnormatividad. Milo, une joven trans del barrio, relata que vivió en repetidas ocasiones la discriminación en primera persona: «Me pasó un montón de veces de estar tomando mates en la plaza con mi novia y que de repente venga gente a darme su opinión como felicitándonos por ser valientes, o preguntándonos qué hacemos en la plaza».
En su opinión, Las Mil y Una fue una experiencia cinematográfica muy cercana. Cuando vio la película por primera vez en el Festival de Mar del Plata (transmitido en línea), junto a su novia, recuerda que pausaban constantemente para ubicar qué lugar aparecía en cada escena; en qué parada de colectivo estaban las protagonistas; cómo habían usado el boliche gay de la zona. Incluso, en la escena de la fiesta, estaban emocionades buscando a su amiga que participó como extra.
El Colectivo de Mujeres de Corrientes compartió un hilo de Twitter de Iriel Amancay, periodista con perspectiva de género de la provincia, adhiriendo a su reflexión sobre el tipo de representación positiva que la película otorga a su comunidad. La directora de la cinta, por su parte, manifestó en medios locales que quienes se manifestaron contra su audiovisual parecen estar olvidando la dimensión subjetiva del arte.
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Esta película aparece como la receta perfecta que deberían seguir todos los filmes que traten temas de violencia de género. Ejemplifica a la perfección el peligro que conlleva el simple hecho de ser mujer, pero empodera al género femenino como pocos largometrajes lo han logrado. Es un grito de batalla electrizante en contra de la violencia y del abuso a la mujer.
Escrita y dirigida por Emerald Fennell, una de las dos mujeres nominadas en la categoría de mejor dirección en los Oscar, este thriller explosivo sigue la historia de Cassie (Carey Mulligan). Ella es una joven como cualquier otra, hasta que un suceso fatídico trunca su prometedor futuro y le marca un nuevo camino sembrado con mentiras, dobles identidades y sed de venganza.
Con un ritmo impresionante la historia comienza a desplegarse ante los ojos de le espectadore y no solo es un deleite visual de la mejor categoría -la cinematografía es impecable-, sino que la trama y los diálogos son excepcionales. Con maestría, la película muestra desde las microagresiones hasta los abusos directos que sufren las mujeres cotidianamente y no se saltea ninguno. Desde los «piropos» desubicados dichos en la calle, pasando por el descontrol de los abusos en los campus universitarios estadounidenses hasta situaciones sexuales no consentidas, escena tras escena la película expone estos hechos con una agudeza y precisión increíbles.
Carey Mulligan y Connie Britton.
Tal vez lo que hace a este thriller más efectivo todavía es que, a diferencia de otros, está enraizado en situaciones totalmente reales y este factor hace que la audiencia se sienta más interpelada y esté más comprometida con lo que está sucediendo. A fin de cuentas, a veces la realidad supera todas las ficciones.
Otra fortaleza de la película es lo entretenida que es. Tiene acción constante y las actuaciones son impecables: Carey Mulligan atraviesa la pantalla en el rol protagónico. Además, la manera en cómo se incorpora la perspectiva de género en la cinta es excelente. Muchos otros films han intentado tener una agenda de género en el trasfondo de sus historias, sea porque buscan ser más comerciales o para hacer la película más relevante y, en varios casos, esto parece forzado y superfluo. En cambio, Promising Young Woman no deja rincón sin remover. Se apropia de la narrativa de género, la pone en primera plana y la muestra con orgullo.
Carey Mulligan.
A pesar de esto, es imposible ignorar la naturaleza controversial de la película. Es inevitable que divida a las audiencias, no solo en términos de género, sino también en términos generacionales. Si bien es probable que una película de estas características sea más atractiva para una audiencia femenina, la realidad es que también le habla específicamente a la mujer moderna joven. Le habla a la generación que decidió no callar más y trata de hacer una diferencia. Este es el factor más empoderador de la película. La pantalla vocifera: esto es lo que sucede todos los días, pero ya nada va a volver a ser como antes, ya no va a haber más silencio.
Bajo una paleta de colores pasteles, que simbolizan lo que debería ser una mujer según lo que dicta la sociedad (suave, paciente, linda e inocente), Fennell escribió a una heroína -o, mejor dicho, una antiheroína– que contrasta a la perfección con esta imagen de dulzura ingenua. Muestra a la mujer como un torbellino de energía, audacia y voluntad imparable. Y sí, también con una sed de venganza implacable. Es un thriller, después de todo.
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El próximo 31 de diciembre se estrena en Netflix la cuarta temporada de Las Aventuras de Sabrina, una fusión entre la remake de la serie que acompañó la niñez y adolescencia de muches y la adaptación de Archie Comics. Esta serie, que desembarcó su primera temporada en 2018, tiene un tinte muy diferente a la inocente Sabrina que mostraba la pantalla de Nickelodeon.
Con rasgos del thriller, exorcismo y suspenso, la Sabrina Spellman que muestra Netflix es una bruja aggiornada a un mundo contemporáneo que lucha por empoderarse ante los postulados conservadores de su entorno hechicero. Sabrina quiere poder y libertad. Y parece que esto, al igual que en la lucha que enfrentamos hoy las mujeres, tendrá un costo muy alto.
Al comienzo de la serie, Sabrina (Kiernan Shipka) es una adolescente de 15 años de edad que vive con sus dos tías, Hilda (Lucy Davis) y Zelda (Miranda Otto), quienes se encargaron de su crianza luego de la muerte de sus padres. Ambas son brujas al igual que el padre de Sabrina, un hechicero reconocido por sus dotes mágicos y por romper con las reglas de la Iglesia de la Noche al casarse y tener una hija con una mortal. En la casa de la familia Spellman también vive el primo Ambrose, un hechicero con arresto domiciliario por intentar explotar el Vaticano.
Sabrina espera con ansias su incipiente cumpleaños, el cual casualmente se celebra en el día de Halloween y será su bautismo mágico. Por tradición de la Iglesia de la Noche, cada bruja es bautizada a los 16 años como símbolo de su entrega al Señor Tenebroso quedando así a merced de su voluntad. Como es característico de Sabrina (al igual que la adolescente de la serie de canales infantiles), su curiosidad la lleva a interiorizarse en lo que implicaría su bautismo.
Las escenas transcurren en el pueblo de Baxter y la ambientación mantiene a les espectadores en un constante clima de Halloween, donde las calabazas cuelgan de las puertas, las luces son tenues y el ruido crujiente de las hojas en el bosque lo vuelven tenebroso.
En los 28 capítulos que conforman estas primeras tres temporadas no solo se apreciará el crecimiento de Sabrina como bruja en sus hechizos cada vez más riesgosos, sino también de su empoderamiento en un mundo donde las mujeres son relegadas al cuidado de la familia, subestimadas en el poder de la Iglesia de la Noche y entregadas como ofrendas.
La Iglesia de la Noche y El Catolicismo
La Iglesia de la Noche es el sinónimo de la Iglesia Católica. Es una doctrina que guía a través de rituales y postulados a una determinada comunidad, en este caso conformada por hechiceras y hechiceros. Se caracterizan por la devoción al Señor Tenebroso y la diferenciación constante con el mundo de los mortales.
El mundo mágico al que pertenece Sabrina es regido por las reglas del Señor Tenebroso, suma autoridad que gobierna los actos de cada miembro de esta comunidad. A diferencia del catolicismo, donde enseñan que Dios no es hombre ni mujer (aunque siempre lo mencionen como «él», para darle una identidad masculina), aquí el máximo representante es un hombre. Su voz en la tierra está bajo la figura del Sumo Sacerdote, quien también es un varón. Ambos intentarán convencer a Sabrina de firmar el Libro de la Noche cuando ella comienza a dudar de hacerlo por no querer alejarse de su novio y sus amigas mortales.
Mujeres al poder
Sabrina quiere el poder y la seguridad que le da su magia pero también la libertad de elegir sobre su propia vida. Esto se convertirá en un problema para ella porque su iniciación en el mundo mágico le exige cumplir con la voluntad del Señor Tenebroso dejando de lado sus deseos y su vida en el mundo mortal. Así, se enfrenta a constantes hostigamientos del clan masculino al que no solo responden los hechiceros sino también las brujas.
Uno de los hilos conductores de la historia es el cuestionamiento de Sabrina a cada regla impuesta por el Señor Tenebroso y en consecuencia la rebeldía junto a sus tías de esas normas que siempre han cumplido a rajatabla.
En la tarea de llevar a Sabrina hacia el mundo mágico cumple un rol fundamental la Madre de los demonios o Lilith, enviada por el Señor Tenebroso y encarnada en el cuerpo de una profesora de la escuela a la que asiste Sabrina. También identificada como Madame Satán, busca cumplir con las expectativas de su concubino, Satán o Lucifer, labor que la frustra por no recibir el reconocimiento de su pareja.
En la tercera temporada (sin spoilear mucho) se ve muy bien reflejada la dificultad de los hombres para dejar sus posiciones de poder y cómo intentan sabotear a las brujas que han ocupado los cargos de mayores rangos: el reinado del Infierno y la dirección de la Iglesia de la Noche.
Estas tres temporadas atrapan con las consecuencias de la rebeldía de Sabrina en un mundo mágico conservador. Un mundo con roles de género que se acentúan en las mujeres al mando de las tareas de cuidado (encarnado por las tías protectoras y educadoras y por Madame Satán que debe llevar a la joven hechicera por el camino de la magia) y los hombres al mando de las instituciones y el poder que estas les otorgan. La competencia inicial entre las hechiceras se ve aplacada por la sororidad y la unión frente a las injusticias del género: un camino de deconstrucción lento pero fructífero como el que vivimos en el mundo de les mortales.
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Artículo escrito en colaboración por Martina Musso y Daiana Díaz
El pasado 23 de septiembre, Netflix presentó su principal producción del mes: Enola Holmes. Esta película, adaptación de la versión literaria creada por Nancy Springer, nos traslada a la Inglaterra de finales del siglo XIX con una trama simple pero ligera y entretenida.
Bajo la dirección de Harry Bradbeer, el nuevo producto de Netflix orientado a un público más bien juvenil logra captar interés desde el comienzo con el elenco de actrices y actores estelares, entre quienes se destacan Millie Bobby Brown en el personaje principal de esta historia, Helena Bonham Carter como la madre de Enola y Henry Cavill y Sam Claflin, como los hermanos Sherlock y Mycroft respectivamente.
Enola es la hermana menor de los Holmes, aunque con Sherlock y Mycroft haya pasado muy pocos días de su vida. La ficción se centra en la historia de esta adolescente quien, en su cumpleaños número 16, se encuentra con que su madre, Eudoria, se ha ido. Su minoría de edad implica, entonces, quedar bajo la tutoría del más estricto de los hermanos, Mycroft, quien ve una oportunidad perfecta para «educar como señorita» a la joven.
Pero Enola no tolerará esa estructura: sin perder un minuto más, decide huir en búsqueda de Eudoria. Ella conoce bien a su madre, quien no sería capaz de abandonarla sin antes dejar pistas que solamente ellas pudieran descifrar.
Allí comienza el viaje de Enola. Un camino lleno de aventura, tensión, cuestionamientos, desafíos e investigación del que constantemente nos hace parte.
LA CRIANZA CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
La crianza de Enola estuvo a cargo de su madre casi por completo. Su padre falleció cuando ella era muy pequeña y sus hermanos mayores dejaron la casa siendo también muy jóvenes. Eudoria se concentró en darle ella misma una educación muy rigurosa orientada a la defensa personal y el plano intelectual y científico. La enseñanza de Enola tuvo una perspectiva de género, concepto que aún no circulaba en la era victoriana.
A lo largo de las dos horas de esta trama, nos encontramos con frases de la madre de Enola que le permiten, en cada situación que atraviesa la protagonista, defenderse tanto física como intelectualmente con una determinación y protección de su libertad poco características de una adolescente de finales del siglo XIX pero que logra empatizar con les espectadores.
Eudoria era una madre muy compañera con Enola pero había un aspecto de su vida que le ocultaba y que transcurría en su habitación personal: su lucha junto a otras mujeres por el reconocimiento de sus derechos. En la Inglaterra de la época victoriana, una mujer con conciencia sobre sus derechos y la búsqueda de igualdad, como lo era Eudoria, significaba una mujer «peligrosa», concepto emanado a lo largo de la película por los personajes de Sherlock y Mycroft.
Por tal motivo, Eudoria no tuvo más remedio que mantener su sociedad oculta. Un silencio que prontamente planeaba romper pues, en sus propias palabras, «uno debe hacer ruido si quiere ser escuchado». Hacerlo traía consigo la necesidad de dejar a Enola con el fin de protegerla porque la lucha por los derechos de las mujeres aún significaba un gran riesgo. Eudoria no concebía que «ese mundo fuese su futuro».
LAS MUJERES EN LA INGLATERRA DEL SIGLO XIX
En Gran Bretaña, el movimiento feminista fue precursor y se volvió masivo rápidamente. El proceso de industrialización llevó a las mujeres a las fábricas. En 1833, por ejemplo, en las hilanderías de Lancashire trabajaban 65.000 mujeres. Esto permitió que ampliaran sus ámbitos más allá del hogar porque no solo estaban en las fábricas sino que comenzaron a organizarse las reuniones de grupos de mujeres.
Así, las estructuras familiares se modificaron y el feminismo se orientó hacia la reivindicación de la educación, el trabajo y el derecho al voto, logrado en 1918. En 1848 lograron el acceso a la enseñanza universitaria y las primeras formaciones como enfermeras, médicas y educadoras. Según los datos del Censo de Inglaterra en 1851, el 42% de las mujeres de entre 20 y 40 años eran solteras y trabajaban para mantenerse.
Segun el argumento de la película, la madre de Enola era parte de este movimiento feminista que en el siglo XIX conquistó muchos derechos que en gran parte del mundo llegarían recién en el siglo siguiente.
FEMINISMO Y FICCIÓN
El filme puede insertarse dentro de una categoría feminista del cine de la nueva era si pensamos en los roles que narran las mujeres (y cómo se plantan ante el poder masculino impuesto socialmente). El empoderamiento femenino que se plantea representar en las ficciones contemporáneas ilustra tanto mujeres que, desde su individualidad, luchan ante esquemas patriarcales históricos como aquellas otras independientes que «hacen uso» de sus libertades.
Enola es consciente de las desigualdades de género que la sociedad inglesa estructura para silenciar a la mujer; órdenes que no piensa acatar para, así, dejar de propagar los desniveles y falta de derechos. Enola es ese personaje feminista, la heroína sin capa que lucha por sus convicciones y no renuncia ante el beso de ningún príncipe.
Sin embargo, una ficción de contenido feminista no necesariamente debe tener mujeres empoderadas como protagonistas o ejes centrales de la historia. En cambio, debería representar igualdad de acceso a los derechos, ningún tipo de reproducción de violencia o dominación de género en la vida social, igual reconocimiento de capacidades y habilidades para todes.
En una ficción feminista, una mujer no debería vestirse como hombre para ser respetada. En una ficción (y en una realidad) feminista, una mujer finalmente se despoja de toda etiqueta machista que la subordina y queda libre ante un mundo, ahora sí, justo. En una producción feminista tampoco es necesario cambiar los datos de la historia sino, por el contrario, mostrar las diferentes realidades.
La empática Enola Holmes logra llevarnos a esa realidad del siglo XIX donde, si bien luego de más de un siglo vemos la conquista de derechos, la lucha permanente de las mujeres debía ser silenciosa. El contenido es feminista y ante todo educativo para las generaciones mas jóvenes.
«Mi vida es mía».
«El futuro depende de nosotros».
Fuentes:
Auffret Severine (2019) «Historia del feminismo: de la antigüedad a nuestros días». Buenos Aires, Argentina. Editorial El Ateneo.
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