Escritura Feminista inaugura un nuevo ciclo con el objetivo de reivindicar la figura de las mujeres en la política, conocerlas, recorrer con ellas su camino profesional y los valores que fueron construyendo a partir de sus experiencias.
En esta primera edición, hablamos con la precandidata a legisladora porteña por el Frente de Todos, Claudia Neira. Claudia es abogada, actual directora del Banco Ciudad por la oposición y profesora en la facultad de derecho de la UBA. Nos recibe en su despacho y, mientras compartimos un café, comenzamos la entrevista. Se la nota muy cómoda y de a ratos hasta emocionada, porque algunas de las preguntas tocan una fibra sensible para ella, su vida, su formación, sus valores, su visión. La política es su pasión y es indivisible de su vida personal.
Escritura Feminista: Para ir conociéndote un poco, ¿cómo te definirías en tres palabras?
Claudia: Abogada, política y feminista.
E. F.: ¿Cuáles son tus valores, tus principios?
C.: Reivindico mucho los valores de solidaridad, de encuentro, de respeto por las diferencias, de respeto por el otro y por la otra, de sentir empatía por lo que le pasa a las personas que tenemos a nuestro alrededor. Me parece que la honestidad, la verdad, el poder decir quién es uno… Todo eso es crucial. Muchas veces nos definimos con rótulos políticos que tienen que ver con los recorridos que hemos hecho, con nuestras experiencias, pero en nuestra vida cotidiana compartimos más valores de los que imaginamos. Me parece que existe la capacidad de encontrarnos en función de ideas, de sueños, de objetivos.
E. F.: ¿De dónde venís? ¿Cuáles son tus raíces?
C.: Yo soy de clase media, crecí en Palermo. Empecé con todo de muy chica: a los 21 años me recibí como abogada, a los 22 me casé y a los 24 tuve mi primera hija. Me separé también muy joven, a los 30, y decidí mudarme a Almagro por un tema económico, porque recién separada con dos chicos no podía sostener el departamento que habíamos tenido con el papá de los chicos. Me enamoré de Almagro y hoy vivo en el mismo PH, a dos cuadras de la Plaza Almagro, con mi pareja actual y mis hijos.
Vengo de una familia peronista pero también tuve un recorrido político previo a militarlo como ahora, porque crecí durante la década de Menem y no me cerraba el menemismo. Mi camino me llevó por el progresismo hasta que me encontré finalmente con el peronismo, que había sido de alguna manera mi origen familiar.
El feminismo lo encontré hace muchos años en la indignación y el rechazo a las injusticias. Hoy por hoy, me siento muy identificada con la mirada del feminismo popular, con trabajar en los barrios con las mujeres que enfrentan mayor vulneración, las que más sufren el desempleo, las que más tareas de cuidados tienen en sus espaldas, las que trabajan gratis en los comedores comunitarios, las que se ponen al hombro la organización del barrio y de alguna manera se convierten en un paliativo para el hambre y la crisis. Como en el 2001, son las mujeres las que ponen el trabajo no remunerado y ese es un eje que me preocupa.
E. F.: Personalmente, ¿cómo definís el feminismo? ¿Por qué elegiste esa vía?
C.: Es la búsqueda de mayor justicia, de igualdad de oportunidades, de igualdad efectiva. Debemos mirar la vida y mirar las políticas públicas, nuestra acción cotidiana en la política, con perspectiva de género, porque es transformador. Las mujeres que logramos acceder a ciertos espacios tenemos el desafío de trabajar con perspectiva de género y abrir permanentemente espacios para que otras mujeres puedan llegar, no atrincherarnos en esta idea de «yo llegué, ya está».
E. F.: ¿Cómo fue tu camino profesional luego de recibirte como abogada tan joven?
C.: Me especialicé en Derecho Penal y enseguida empecé la carrera docente. Doy clases desde entonces en la misma materia de Penal; llevo 25 años enseñando en la UBA y dicté unos años en la Universidad de Palermo también. Ejercí mi profesión por un tiempo y después empecé a meterme más en la vida política: fui asesora en la Legislatura y en el Congreso, después fui legisladora. Ahora soy directora del Banco Ciudad por la oposición. Fui haciendo camino por diferentes cosas pero lo que nunca dejé fue la docencia porque realmente me gusta mucho.
«Es una experiencia muy rica poder trabajar por un objetivo común con personas con las cuales pensamos de forma diametralmente opuesta en la mayoría de los temas. Con distintas miradas, con discusiones, con matices… Pero el objetivo de cumplir con las metas y tener una función social es compartido».
E. F.: ¿Qué es lo más importante en tu vida?
C.: Siempre pienso que son mis hijos y la política, aunque para mí no son dos cosas separadas porque yo empecé muy fuerte a militar embarazada de mi segundo hijo. Era 2001 y yo sentía que no podía traer otro hijo al mundo sin hacer algo para transformarlo. Siempre viví la política de una manera absolutamente enlazada a los objetivos que tenía en mi vida personal.
E. F.: ¿Cómo surgió tu candidatura como primera legisladora por el Frente de Todos? ¿Cómo te sentís al respecto?
C.: Hace un tiempo largo venimos discutiendo la necesidad de un proyecto nuevo para la ciudad, porque claramente desde el peronismo y el kirchnerismo no logramos llegar a muchos porteños y porteñas. Entonces, decidimos generar no solo una propuesta sino un espacio que tomara distintos recorridos: del peronismo, del kirchnerismo y también de personas que vienen de lugares diferentes pero con principios y valores comunes: Pino Solanas, con Proyecto Sur; Victoria Donda, con todo el espacio de Somos; Ofelia Fernandez, con Vamos; Itai Hagman, con Patria Grande.
La decisión de quiénes ocuparíamos los lugares en las listas intenta reflejar esta idea de amplitud que se construyó. Somos un gran equipo, trabajamos muchos codo a codo para construir y tenemos confianza en que lograremos llegar a cada uno de los porteños.
E. F.: ¿Cuál creés que es el problema de mayor urgencia que tiene hoy la ciudad?
C.: Si tenemos que evaluar las políticas públicas del Gobierno de la Ciudad, podemos decir que la obra pública para nosotros está bastante bien, se ha hecho bastante y algunas obras nos parecen buenas, como el Paseo del Bajo, pero todo el resto fue abandonado.
Lo central son las personas: hay 22 mil chicos sin vacantes en nivel inicial en materia de educación; sigue habiendo deserción escolar; la gente ya no puede optar si quiere educación pública o educación privada porque directamente cada vez le cuesta más poder pagar por elegir y cuando va a la educación pública no es de la calidad que merece: hay problemas de infraestructura, con techos que se caen, con ratas, con falta de gas. Esta es la ciudad más rica del país, tenemos un presupuesto per cápita de nivel europeo. ¿Cómo no puede garantizarse que las escuelas publicas estén a la altura?
De los hospitales, ni hablar. Es urgente abordar las problemáticas de la salud: hoy los porteños se privan de consumir cosas elementales para poder pagar una prepaga (si es que no tienen obra social) porque el hospital público está muy lejos de cubrir las necesidades.
Se disponía del presupuesto necesario para que, en época de crisis, se generasen medidas contracíclicas que ayudaran a los porteños y a las porteñas a sobrellevar la situación, pero eso no se hizo y como consecuencia hay negocios cerrados, PyMEs cerradas. El Gobierno de la Ciudad no ha tenido una política eficiente para reactivar el consumo y la economía ni para ayudar a los pequeños y medianos empresarios a sostener sus empresas y el empleo.
«Hoy, para mí, la política se trata de transformar la vida de la gente. Es el sentido de mi vida».
E. F.: Hablemos de ser mujer en el mundo de la política.
C.: Yo creo que hoy las mujeres tenemos un rol importante en la política, aunque siguen habiendo desigualdades y espacios a los cuales cuesta ingresar. La paridad es muy importante, abre esos espacios, y llegó el momento de que las mujeres nos involucremos más. Me parece muy importante que ocupemos mayor espacio, que seamos parte de las discusiones y que también intentemos incidir en las decisiones a partir y más allá de los cargos que estamos logrando.
E. F.: ¿Sufriste algún tipo de discriminación o acoso, o te desacreditaron por ser mujer alguna vez?
C.: No, la verdad que no. Yo pertenezco a un espacio dentro del peronismo, el Nuevo Espacio de Participación, donde la mesa de conducción es en paridad, donde en general todas nosotras tenemos roles activos, importantes. Así que yo, en lo personal, no. Pero eso no quiere decir que muchas mujeres en la política no hayan sufrido discriminación o dificultades para poder ser parte de distintos espacios.
E. F.: ¿Cuál es el futuro de la mujer en política? Tenemos la representación de Ofelia, por ejemplo, que está en la lista. ¿Cómo es este nuevo cambio de generación?
C.: A mí, lo de Ofelia me parece maravilloso, porque es una chica muy joven y lo que se intenta en el Frente de Todos es que haya voz de los y las jóvenes. Siempre se pensó: «¡Qué bien que en la Legislatura estén representados determinados sectores!» y a nadie se le había ocurrido que los jóvenes podían tener representación y voz, siendo tantos. En el caso de Ofelia, que además es feminista, es doblemente importante, porque es una voz de las jóvenes feministas. Tiene mucho que ver con un movimiento que ha tenido una potencia transformadora impresionante, que tenía que tener también una expresión institucional. Va a ser muy importante esa voz en la Legislatura.
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