Humanizar la crisis climática en Argentina

Territorios y Resistencias busca visibilizar cómo los cambios ambientales modifican las vidas de mujeres, personas LGBTTQI+ y comunidades campesinas e indígenas en todo el territorio nacional.

Un equipo de más de 35 mujeres y personas LGBTTQI+ conformado por comunicadoras, periodistas, fotoperiodistas, editoras, consultoras ambientales, diseñadoras gráficas, diseñadoras web y verificadoras de datos creó y llevó adelante la investigación que refleja, mediante ocho crónicas periodísticas y registros fotográficos, la realidad de poblaciones vulneradas y directamente afectadas por la crisis socioambiental en las regiones Patagonia, Centro, Noroeste, Cuyo y Noreste.

«Nuestro objetivo fue contar y mostrar cómo se ve la crisis climática en Argentina, que no tiene nada que ver con la imagen de un oso polar sobre un glaciar que se derrite. Y queríamos que esas historias fueran escritas y retratadas por periodistas y fotoperiodistas de esos lugares que aportaran su mirada local y diversa».

Guadalupe Sánchez Granel, Directora general del proyecto.

Las historias

Ocho relatos combinan investigación, datos científicos concretos, una gran cantidad de entrevistas y el relato de vivencias y experiencias que demuestran que la crisis climática está a la vuelta de la esquina: es aquí y ahora. Ocho historias acompañadas por imágenes fotográficas que retratan las problemáticas ambientales de distintos territorios.

«La historia de una sobreviviente de los incendios de marzo de 2021 en la Patagonia, una brigada LGBTTQI+ en Córdoba que se organiza para hacer frente a los incendios en la zona de Punilla, la bajante extrema histórica del río Paraná contada a través de una cooperativa de pescadoras, el impacto de la minería en Catamarca a 25 años de Bajo de la Alumbrera en pueblos indígenas de la zona, la crisis hídrica en Mendoza, el desmonte en Santiago del Estero, la lucha por la protección de un humedal en Chaco y la agroecología como solución posible en Entre Ríos». De esta manera introducen el trabajo en la nota editorial de Territorios y Resistencias las directoras de la investigación, Fernanda Tuti Romain y Guadalupe Sanchez Granel.

Conocé las historias.

REGIÓN NOROESTE
Descripción de imagen: fotografía en plano medio de una mujer de alrededor de 50 años que mira a cámara con gesto serio. Tiene rostro redondo, piel morena clara y ojos verdes. Tiene cabello castaño rojizo con raíces canosas atado en una cola y las puntas le caen sobre el hombro y el lado izquierdo del pecho. Viste una camiseta de mangas cortas de color azul brillante.
Imagen: Florencia Navarro.


Una mujer tonokoté que lucha contra el desmonte

Mientras la deforestación avanza sobre Santiago del Estero, Angélica Serrano se convirtió en la cara visible de la lucha del pueblo tonokoté Yaku Muchuna para conservar sus tierras.  

Megaminería en Catamarca: extraer la vida

Bajo La Alumbrera, el primer proyecto megaminero que funcionó en Argentina, opera desde hace 25 años en territorio catamarqueño. La explotación dejó un paisaje de sequía y crisis hídrica en la zona y alteró la vida de los pueblos originarios de la zona. 


REGIÓN CENTRO
Descripción de imagen: en una barca de pescadores en el río, una mujer de pie sostiene una red de pesca con los brazos extendidos a los lados. Viste ropa abrigada y tiene los ojos cerrados contra el sol. Detrás de ella, se ve el horizonte como una línea muy delgada de árboles que separa el agua del cielo nublado al amanecer.
Imagen: Celina Mutti Lovera

Las domadoras del Paraná

En medio de la pandemia de COVID-19 y la extraordinaria bajante del río Paraná, una cooperativa busca mejorar los ingresos de un grupo de mujeres que vive de la pesca artesanal, uno de los eslabones más delicados de la emergencia hídrica que afecta a siete provincias argentinas, entre ellas las del Litoral.

Autogestión comunitaria y disidente contra los incendios

La recurrencia de incendios forestales en las sierras cordobesas y la escasa respuesta estatal para evitarlos generó que grupos autoconvocados de habitantes se organizaran para combatirlos. La experiencia de la brigada Chañares, con sello feminista y disidente.


REGIÓN NORESTE

Volver a la tierra. Agroecología para restituir la vida al suelo

Productoras agropecuarias de la provincia de Entre Ríos eligen la agroecología como modo de producir alimentos, un paradigma amigable con el ambiente y socialmente inclusivo en pugna con un sistema convencional que es, en parte, responsable del calentamiento global.

Caraguatá, tierra prometida

El parque Caraguatá, uno de los últimos pulmones verdes del Gran Resistencia, es también un lugar de disputa política y abandono estatal. La comunidad indígena aparece como protectora ancestral de ese territorio. El pueblo qom y el monte luchan a la par por resistir el desplazamiento y la extinción. 


REGIÓN PATAGONIA
Descripción de imagen: fotografía en primer plano y perfil de tres cuartos de una mujer de ojos marrones y piel blanca, con cicatrices de color rosado por quemaduras en el lado izquierdo del rostro, a cámara. Las cicatrices se extienden desde la comisura del ojo hasta el cuello. La mujer tiene el cabello negro con canas parcialmente cubierto por un pañuelo teñido con estilo batik en distintos tonos de azul y blanco.
Imagen: Julieta Distasio

Las marcas del fuego

La crisis climática genera más frecuentes y más extensas temporadas de incendios forestales, y la Patagonia es una de las regiones más golpeadas. En marzo de 2021 una tormenta de fuego en Chubut cambió la vida de miles de personas. Andrea Depetri es una de ellas.


REGIÓN CUYO

Mendoza tierra asolada. Por los caminos del agua

La gestión oficial del agua en Mendoza privilegió algunos territorios por sobre otros que, en un contexto de crisis climática global, padecen cada vez más períodos de sequía y escasez hídrica. Esto obligó a poblaciones enteras a cambiar su modo de vida.


El proceso federal y colaborativo

Durante el desarrollo del trabajo, cada integrante de la investigación recibió capacitaciones y cada trabajo fue revisado por dos profesionales de la verificación de datos, Ana Prieto y  Ana Laura Mitidieri. Asimismo contó con el seguimiento editorial de Jorgelina Hiba, periodista especializada en temas ambientales de Argentina junto a María Sol Oliver, editora del trabajo.

Conocé la investigación Territorios y Resistencias en www.territoriosyresistencias.com.


Imagen de portada: Julieta Distasio


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¿Por qué necesitamos una ley de envases?

La basura es un problema mundial. ¿Qué hacer con ella? ¿Cómo evitar que contamine fuentes de agua? ¿Cómo reducir la cantidad de basura que generamos? Una respuesta a esto son las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. En Argentina, cada día se producen 50 mil toneladas de basura. Kilos y kilos de plásticos, cartón, electrodomésticos, vidrio y restos de comida son desechados sin discriminación. Generalmente, terminan en basurales a cielo abierto o rellenos sanitarios, creando una situación de riesgo ambiental y sanitario que debe ser resuelta.

Acá entran los cartoneros y las cartoneras. Su trabajo es vital para asegurar la separación de los residuos y su correcto reciclaje. Sin embargo, su trabajo es poco reconocido y, en muchas ocasiones, se realiza en condiciones muy precarias. Elles son quienes evitan una crisis sanitaria y ecológica y lo hacen sin cobrar un peso. 

El proyecto de ley de envases con inclusión social busca visibilizar el trabajo de estes recicladores y su contribución diaria a la gestión de residuos. En este sentido, plantea que les productores que colocan envases en el circuito productivo tienen una responsabilidad social extendida sobre ese residuo que están generando. Es por esto que el proyecto establece que son elles quienes deben absorber el gasto del reciclado de sus envases. ¿Cómo? Se propone que paguen una «tasa ambiental» de hasta el 3% del valor del producto. Esta se establece de acuerdo a ciertas variables, entre las cuales se encuentra que tan «amigable» es dicho envase con el ambiente, es decir, qué tan reciclable es. A mayor reciclabilidad, menor es la tasa aplicada.

Si se obtiene una buena calificación por material reciclado contenido y ecodiseño, la tasa de un envase de una gaseosa de litro y medio sería de un 0,55 % de su precio. Fuente: Federación de Cartoneros.

Lo que se recaude de esta tasa se orientará a crear de nuevas plantas de reciclaje y tratamiento de residuos, reducir el costo de la logística y la comercialización y fortalecer las cooperativas de cartoneros y cartoneras, para ir minimizando la cantidad de recicladores que trabajan informalmente. El proyecto plantea la creación de un fideicomiso para administrar esos fondos, que contaría con la participación del Ministerio de Ambiente y de distintos actores como les productores, les cartoneres y las cooperativas. 

Es así que el proyecto busca dignificar a los actores principales de la gestión de residuos y es uno de los primeros en incluir a la economía circular como parte de la solución al problema de la basura. A través del reciclaje, vecines, cooperativas, empresas, comercios y ONG colaboran en esta red que cuida el ambiente y genera trabajo

Se espera que para fin de 2021 se apruebe esta ley en el Congreso. Sin embargo, la oposición empresarial se ha hecho escuchar estos últimos días. Desde el empresariado explican que el proyecto debe implementarse pero no a través de la aplicación de un nuevo impuesto, que se sumaría a la larga fila de cargas tributarias que soportan las empresas. Por otro lado, la oposición afirma que el proyecto se escuda en los rótulos de ecología y de inclusión social para desviar los fondos obtenidos de la «tasa ambiental» para hacer política partidaria y que coloca una nueva carga contra las empresas para continuar creciendo, ya que hoy se encuentran muy debilitadas por la inflación y la falta de dólares.

Una persona produce 1,15 kg de basura cada día.

Además surgió preocupación entre la población. Las personas se preguntaron si no impactaría esta tasa en el precio de los productos que consumen. Es decir, si no serían elles quienes terminarían pagando los residuos poco reciclables al comprar el producto. La ley propone que esto no suceda, sino que sean las empresas y les productores quienes deben absorber el costo del reciclado

Lo cierto es que se trata de una acción necesaria para solucionar el problema de la basura. El apoyo social al proyecto es amplio y el objetivo es formalizar el trabajo de les cartoneres, así como fomentar que las empresas puedan repensar los residuos que generan sus envases


Fuentes:


La actividad «esencial» de desmontar el bosque nativo

Greenpeace denunció que entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2020 se desmontaron dos mil hectáreas de bosque más que durante el mismo período de 2019. El desmonte se realiza además como «actividad esencial». Conocé qué sucede con la tala indiscriminada de bosque en el norte de Argentina, quiénes son los responsables de la deforestación en los últimos 30 años y cuál es el reclamo que las organizaciones ambientalistas le hacen a las autoridades políticas.

En enero de 2020, la organización ecologista Greenpeace difundió un informe anual en el que indicaba que durante el año 2019 se desmontaron 80.938 hectáreas de bosque en las provincias del norte, lo cual equivale a más de 4 veces la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Además, un tercio de estos desmontes se produjeron en bosques protegidos por la normativa nacional de bosques; esto significa que se perdieron casi 27 mil hectáreas de bosque nativo.

Hernan Ginardi, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace, publicó en su cuenta de Twitter imágenes satelitales del norte argentino que demuestran que entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2020 se deforestaron 38.852 hectáreas de bosques. Es decir que, a pesar de la cuarentena y del cese de muchas actividades, se deforestaron 2.000 hectáreas más que durante el primer semestre del año pasado.

Manuel Jaramillo, de la organización Vida Silvestre, expuso en una reunión informativa sobre la deforestación en Argentina de La Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados que: «Si sigue la tendencia que se ha mantenido en este tiempo, para 2028 tendremos una pérdida de casi el 60% de la región chaqueña».

Pero, ¿Por qué permanecen los desmontes e incluso aumentaron en relación al mismo periodo de 2019, a pesar de las medidas de aislamiento y el cese momentáneo de muchas actividades? Según el abogado ambientalista Enrique Viale, se hace pasar a la deforestación como actividad agropecuaria, la cual es considera como esencial y no está suspendida por la pandemia.

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Un pedido a las autoridades políticas

Desde la coalición de organizaciones ambientales Alianza por el clima denunciaron que los desmontes en el norte argentino agravan la emergencia social, climática, sanitaria y alimentaria y de esta manera acentúan la desigualdad. A la vez, manifestaron que la actividad extractivista aniquila de manera sistemática a las comunidades nativas y perpetúa y agudiza la diferencia de clases.

Desde sus redes sociales, las organizaciones evidenciaron que los desmontes de bosques nativos para colocar ganado y monocultivos contribuyen a la pérdida de biodiversidad, como también demostraron que esta actividad no implica el progreso económico de la comunidad ya que se desarrolla —y se ha desarrollado durante las últimas décadas— principalmente en las provincias que conforman el Gran Chaco y Misiones, provincias que se encuentran entre las más pobres de Argentina.

A partir de estas denuncias, las organizaciones ambientalistas exigen que se declare la emergencia forestal, que el desmonte sea un delito penal, que se actualice el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN), que se ratifique el Acuerdo de Escazú para que la ciudadanía pueda participar en el proceso de toma de decisiones en cuestiones ambientales y que se trabaje una ley de propiedad comunitaria indígena.

Emergencia forestal

En el marco de las denuncias por el desmonte, la organización ambientalista Greenpeace reclama a los gobernadores de Santiago del Estero (Gerardo Zamora), Salta (Gustavo Sáenz), Formosa (Gildo Insfrán) y Chaco (Jorge Capitanich) que respondan ante la deforestación que se lleva adelante en el norte argentino.

Con este fin, invitan a las personas de la sociedad civil y a las organizaciones sociales a que firmen la petición de #DeforestacionCero, para que se decrete la emergencia forestal y los desmontes sean prohibidos. La petición se puede firmar aquí.

La deforestación en Argentina tiene nombre y apellido

Los desmontes en Argentina tienen una relación directa con la concentración de la riqueza y se deben principalmente al avance de la frontera agropecuaria para el monocultivo de soja y para la ganadería, actividad que contribuye a la emisión de gases que provocan el efecto invernadero. En mayo de este año, Greenpeace publicó una lista con los nombres de los principales responsables de la deforestación de los últimos 30 años en Argentina.

«Le pusimos nombre y apellido a algunos de los responsables de uno de los peores crímenes ambientales que sufre nuestro país: la deforestación. Más desmonte significa más inundaciones, más desalojos de comunidades campesinas e indígenas, más desaparición de especies en peligro de extinción y más enfermedades».

Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Bosques de Greenpeace

Durante los últimos 30 años se perdieron casi 8 millones de hectáreas de bosques nativos, una superficie similar a la provincia de Entre Ríos o a media provincia de Córdoba. Esta cifra coloca a Argentina entre los diez países con más deforestación.

Entre los responsables de la deforestación en Argentina de los últimos 30 años se encuentra Eduardo Elsztain —con 120.000 hectáreas desmontadas—, empresario del grupo IRSA quien se asoció con Yamana Gold para explotar la minería en Chubut a pesar de la oposición del pueblo chubutense.

Asimismo, figuran Jorge Horacio Brito —con el desmonte de 50.000 hectáreas—, el empresario argentino dueño del Banco Macro; Paolo Rocca, dueño de Techint; Eduardo Eurnekian, Marcelo Mindlin, Alejandro Carlos Roggio, Aldo Adriano Navilli, Benjamín Gabriel Romero, Franco Macri y el expresidente Mauricio Macri, Alejandro Braun Peña, Luis Caputo y otros.


El planeta en llamas

La humanidad ha superado un nuevo récord: temperaturas de 38° C en el Círculo Polar Ártico. Esto se registró el 20 de junio en la ciudad rusa de Verkhoyansk, en Siberia, que sufre una prolongada ola de calor y el aumento de la actividad de incendios forestales. La Organización Mundial Meteorológica (OMM), que investigó esta elevación inusual, asegura que el Ártico se está calentando al doble de velocidad que el promedio mundial. Lo ocurrido se da luego de un mes de mayo con temperaturas 10 grados por encima del promedio.

Este último informe de una temperatura ártica más cercana a la de los trópicos llega luego de que la base de investigación argentina Esperanza, apostada en el extremo norte de la península antártica, estableciera un nuevo récord de 18,4°C el 6 de febrero. Esto resulta alarmante si tenemos en cuenta que los valores normales en la Antártica van de los -60°C en invierno a los -20°C en verano.

Un estudio publicado por la revista Nature explica que: «El océano en el Pacífico tropical occidental comenzó a calentarse rápidamente al mismo tiempo que el polo sur». Sus autores aseguran: «Descubrimos que casi el 20% de las variaciones de temperatura de un año a otro en el polo sur estaban relacionadas con las temperaturas oceánicas en el Pacífico tropical y varios de los años más cálidos en el polo sur en las últimas dos décadas ocurrieron cuando el océano Pacífico occidental también era inusualmente cálido».

Sistemas de baja presión más fuertes y un clima tormentoso en la Península Antártica han fomentado el calentamiento de esta zona, ya que facilitan el transporte de aire cálido y húmedo hacia allí. 

Si bien es cierto que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) cayeron drásticamente durante el aislamiento obligado por el SARS-COV-19 y que varias ciudades se liberaron del smog, ahora que gran parte del mundo está saliendo del aislamiento, expertes aseguran que hoy los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera son los más altos en la historia de la humanidad. De hecho, la última vez que las cantidades de CO2 atmosférico fueron tan altas fue hace más de 3 millones de años, cuando la temperatura era entre 2-3° C más alta que durante la era preindustrial y el nivel del mar unos 15–25 metros más alto que hoy, afirma un informe publicado por Rebeca Lindsey.

Las consecuencias de estos cambios drásticos en las temperaturas mundiales se ven todos los días en las noticias. A principios de este mes, el récord de temperaturas cálidas en Siberia provocaba incendios forestales «zombies» en las turberas (humedales compuestos de plantas antiguas y descompuestas) del Ártico. Son llamados zombies por algunes expertes ya que permanecieron activos en 2019 bajo la nieve en invierno y, a medida que aumentaban las temperaturas, se reavivaron este año.

Además, se cree que el derrame monumental de petróleo que ocurrió el 10 de junio en el Ártico en Norilsk, en el centro-norte de Rusia, se dio por el derretimiento del permafrost por las altas temperaturas, que causó el derrumbe de un reservorio.

Luego, el 27 de junio, vimos enjambres masivos de langostas llegar a Nueva Delhi, India. Los insectos devoran todo a su paso, por lo que los reservorios de comida y los cultivos se vieron amenazados. En África, se estima que por el paso de esta plaga ahora hay hasta 26 millones de personas en riesgo de escasez aguda de alimentos y hambre. La comunidad científica sugiere que el aumento de los enjambres es una consecuencia directa del calentamiento de las temperaturas en el Océano Índico. Esto creó un patrón de lluvias torrenciales y ciclones que produjeron zonas de reproducción más fértiles para las langostas. 

Además, centrándonos en Latinoamérica, expertes aseguran que el Amazonas en Brasil peligra. Han expresado su temor por una propagación de incendios aún mayor que en 2019, no solo por el aumento global de las temperaturas, sino también por la deforestación indiscriminada.

Esta última es fomentada por el gobierno de Jair Bolsonaro, quien ha puesto obstáculos a las agencias ambientales que penalizan esta actividad. Nuevas reglas impuestas por el gobierno dificultan la acción de las organizaciones ambientales y la efectiva detención de esta práctica nociva. Por ejemplo, ahora tienen que anunciar las redadas en operaciones de tala ilegal con un día de anticipación, lo que da tiempo a los grupos deforestadores criminales para limpiar y evitar ser multados y hace que los equipos de ejecución estén expuestos a represalias violentas.

La biodiversidad peligra debido al aumento de la deforestación y los incendios forestales.

En Argentina, no estamos lejos del peligro tampoco, con la reciente denuncia de Greenpeace sobre talas ilegales en el norte y las quemas intencionales en las islas del Río Paraná. Sebastián López Brach, fotógrafo documental, fue una de las voces que se alzaron fuertemente contra estas quemas. Su Instagram es un espacio de denuncia contra estas actividades ilegales que dañan el ecosistema del país. En comunicación con Escritura Feminista afirmó: «Es hora de que empecemos a valorar y a identificarnos con nuestro entorno, con nuestra fauna y con nuestra flora autóctona»

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Explicó que durante varias semanas, la ciudad estuvo sumergida en una lluvia de lágrimas negras. Él catalogó lo sucedido en las islas del Río Paraná como un ecocidio y en sus redes reiteró la necesidad de la sanción de una Ley de humedales«Los humedales forman un ecosistema muy enriquecedor para el planeta por las innumerables funciones ecológicas que cumplen y por su riqueza en cuanto a la biodiversidad. Este humedal, más precisamente, es uno de los más importantes de nuestro país y está en emergencia desde hace varios años», afirmó.

También confirmó que el diputado Germán Martínez presentó un proyecto de ley para que se declare a los humedales del delta como reserva nacional, lo que ayudaría a protegerlos. Pero asegura que la actitud irresponsable de los productores siempre estuvo presente y considera difícil generar un cambio si no culpamos a quienes hasta hoy han destruido nuestra tierra. «La provincia de Santa Fe prohibió la quema desde 2000 pero Entre Ríos no. Necesitamos de acciones políticas más fuertes y ligadas a los derechos ambientales de las y los argentinos», explicó. 

«Es hora de despertar, es hora de reclamar nuestros derechos y nuestros recursos ambientales como argentinos, porque es fácil lamentarse por los incendios en la amazonia o en otras regiones, pero cuando hay que mirar para adentro el trabajo es más complejo. Comprender que no estamos defendiendo a la naturaleza, somos la naturaleza defendiéndose a sí misma».

Sebastián López Brach, fotógrafo documental.

La destrucción de estos ecosistemas hace que sea más difícil para el planeta contrarrestar los efectos de los gases de efecto invernadero, no solo por la pérdida de biodiversidad y flora, vitales para nuestra subsistencia, sino también porque los incendios forestales son responsables de la emisión de 3 millones de toneladas de GEI.

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Con cada quema se liberan dióxido de carbono, metano y monóxido de carbono a la atmósfera. Los GEI pueden permanecer años en la atmósfera, causando el aumento de las temperaturas globales. Sus niveles no disminuirán hasta que las actividades humanas y los ecosistemas sean capaces de eliminar más GEI del que producen. La única opción que tenemos para disminuir su volumen es reducir las emisiones netas a cero, de manera prolongada.


Fuentes:

  • The Washington Post x, x


Crisis sanitaria, climática y ecológica

El pasado 20 de mayo, el Observatorio de la Tierra de la NASA eligió como foto del día una imagen de Argentina. Específicamente, una fotografía satelital que muestra el avance de los desmontes en Salta. La imagen de la izquierda muestra el estado de las tierras en Salta el 18 de diciembre de 2000 y la de la derecha muestra cómo ha avanzado la deforestación en la zona hasta el 24 de diciembre de 2019. Al desplazar el círculo blanco podemos comparar ambas fotografías.

Esta situación ya había sido denunciada por Greenpeace. La organización afirma que, desde que comenzó la cuarentena, ya se ha desmontado el equivalente a media ciudad de Buenos Aires (casi 10 mil hectáreas) en las provincias de Santiago del Estero, Formosa, Chaco y Salta. Mucha de esta tierra ahora se usa para monocultivos de soja y para ganadería. ¿Por qué esto es grave?

Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace, explica:

«Además de ilegal, es completamente inadmisible que, frente a la emergencia sanitaria, climática y de biodiversidad que estamos sufriendo, se siga deforestando. Los gobiernos no pueden seguir siendo cómplices y deben ponerle un freno a la ambición destructiva de algunos empresarios agropecuarios».

Greenpeace Argentina.

Esto se relaciona con lo dicho por la comunidad científica, que señala que la destrucción de ecosistemas facilita la transmisión de enfermedades zoonóticas, como el coronavirus o el hantavirus, que luego pueden evolucionar en pandemias. Diversos especialistas han advertido que la deforestación obliga a los animales a vivir en condiciones de hacinamiento, lo que crea un caldo de cultivo para enfermedades que luego pueden trasladarse a les humanes

Preservar nuestros bosques es vital para la salud de las personas. No es ningún secreto que las ciudades con más arboleda tienen menor polución en el aire. Los bosques actúan de esa misma manera con la contaminación en el mundo: son grandes fábricas naturales que purifican el aire que respiramos, reduciendo el dióxido de carbono (CO2) que no sólo es perjudicial para nosotres en grandes cantidades sino también para la atmósfera de la Tierra. Por ende, la conservación de la vegetación en nuestros parques trae beneficios muy necesarios en estos momentos críticos para la humanidad.

No podemos negar que la pandemia del COVID-19 ha causado una crisis sanitaria generalizada en el planeta. En Argentina esto empeora si tenemos en cuenta los problemas de salud ya presentes en gran parte de la sociedad: diabetes, obesidad y/o enfermedades cardiovasculares.

Como bien dicen las campañas, nuestra mejor arma contra este virus es lavarnos las manos con frecuencia y mantener el distanciamiento social. Sin embargo, esto es difícil de cumplir para muchos habitantes del país ya que no tienen acceso a agua potable, viven en condiciones de hacinamiento o dependen del dinero que generan por día de trabajo. Estas condiciones hacen que les más pobres sean les más expuestes a la pandemia.

Los residentes de los barrios Padre Mujica y Padre Ricciardelli en Buenos Aires denuncian desde hace semanas el abandono del Estado y los peligros de la desigualdad. Hoy, las villas son el mayor foco de contagio, principalmente debido a la falta de servicios básicos. Además, esta situación empeora cuando tenemos en cuenta que les más vulnerables enfrentan hoy también la pérdida de su ingreso económico, debido a la imposibilidad de salir a trabajar. 

Vemos entonces que les más afectades por la crisis sanitaria también son les más afectades por la crisis ecológica. América del Sur se ha vuelto el epicentro del coronavirus, con Brasil como el país más preocupante. Las medidas laxas, la ceguedad consciente del presidente Bolsonaro ante la crisis sanitaria que se da en su país y su aliento a las reuniones masivas en medio de una pandemia conforman una bomba de tiempo. Si a todo esto sumamos que es el país más deforestado, con 1,3 millones de hectáreas perdidas en 2018, no exageramos al afirmar que Brasil puede ser la fuente de una nueva epidemia o pandemia en un futuro próximo.

Según Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, en el marco del Día Internacional de la Biodiversidad el 22 de mayo,  las soluciones están en la naturaleza:

«Preservar y mantener la biodiversidad de manera sostenible es necesario para mitigar la disrupción climática, garantizar la seguridad del agua y la comida y hasta para prevenir pandemias. COVID-19, que emanó de la naturaleza, ha mostrado cómo la salud humana está íntimamente conectada con nuestra relación con el mundo natural. A medida que invadimos la naturaleza y agotamos los hábitats vitales, aumentan las especies en riesgo. Eso incluye a la humanidad y al futuro que queremos».

Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.

Ambas crisis son globales, aumentan las desigualdades y se deben abordar desde la cooperación. Mientras pasamos esta pandemia, debemos tener puesto el ojo en el futuro y exigir el desarrollo y la implementación de soluciones tanto sanitarias como ambientales que involucren a la sociedad y que permitan la seguridad alimentaria, hacia la soberanía.

Es nuestra obligación hacer cumplir la ley de bosques, que desde su implementación ha recibido un presupuesto hasta 10 veces inferior al que le corresponde; la ley de glaciares, que diversos proyectos mineros están incumpliendo al contaminar zonas protegidas de glaciares; y la ley de presupuestos mínimos de adaptación y mitigación al cambio climático global, sancionada el año pasado. Además, garantizar la salud pública y el derecho a una vivienda digna. 

Múltiples especialistas —y personalidades como Roger Waters— han reafirmado en estas últimas semanas que volver a la «normalidad» de antes es inviable. Necesitamos una nueva y mejor normalidad en la que las desigualdades se reduzcan y se tomen acciones para detener y mitigar los efectos del cambio climático. No podemos pretender seguir viviendo en un mundo al que destruimos de manera consciente.