Advierten que el Amazonas se acerca a un punto de no retorno

Un nuevo artículo de la revista Nature advierte que la selva amazónica podría estar acercándose a su punto de no retorno. Les especialistas encontraron que más del 75% de la selva amazónica ha estado perdiendo resiliencia desde principios de este siglo. A su vez, explican que esto ocurre más rápido en regiones menos lluviosas y en las zonas más próximas a la actividad humana. Este deterioro resulta alarmante, pero no se presenta como una sorpresa: ya en 2019, científiques de Brasil habían advertido sobre este fenómeno

¿Por qué es importante el Amazonas?

Actualmente, el Amazonas representa más de la mitad de los bosques tropicales del mundo y es hogar de millones de especies, constituyendo uno de los lugares más ricos en biodiversidad del mundo. En el contexto de hoy, donde los efectos del cambio climático se vuelven cada vez más severos, es necesario preservar la mayor cantidad de ecosistemas y no retrasar la acción climática. Con este informe, les expertes advierten que, si no se actúa rápido para recuperar las zonas dañadas, la selva podría convertirse en sabana. Ese bosque tropical tupido, lleno de seres vivos que aún ni siquiera conocemos pasaría a ser otro completamente opuesto, con árboles pequeños, arbustos y menor densidad.

Según WWF, en el Amazonas hay 427 especies de mamíferos, 1300 aves, 378 reptiles, más de 400 anfibios y alrededor de 3000 peces de agua dulce, además de por lo menos 40 000 plantas y, solo en Brasil, un estimado de unos 100 000 invertebrados. Foto: Renting C.

Otra de las razones por las que esta investigación preocupa a personas en todo el mundo es que la selva amazónica es considerada un «tipping element», es decir, un elemento clave que podría inclinar la balanza y ser un aliado contra el cambio climático o convertirse en un acelerador de la crisis. ¿Por qué? Debido a que el Amazonas es un sumidero de carbono: absorbe las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), contribuyendo a disminuir el calentamiento global. Pero esto no ocurre si el equilibrio del ecosistema se ve comprometido, por ejemplo, durante incendios forestales donde muchos árboles mueren o en períodos de sequía. 

De hecho, ya en 2021 otro artículo de la revista Nature advertía que la Amazonía está emitiendo más carbono del que captura. El estudio afirma que la causa principal son los incendios provocados: los bosques a menudo se talan durante las temporadas de lluvia y se queman durante la época seca para dar paso a la agroindustria y a las pasturas para el ganado. Esto causa que las emisiones aumenten y que el ecosistema no pueda adaptarse a la pérdida de biomasa y a los daños, lo que hace que disminuya su resiliencia. 

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Las causas

Según la Real Academia Española (RAE), entendemos por resiliencia a la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. En este caso, diversos factores externos afectan la capacidad de la selva amazónica de adaptarse para continuar funcionando. Les expertes afirman que la deforestación, los incendios forestales cada vez más frecuentes y más incontrolables, el cambio climático y la explotación del suelo por parte de les humanes crean las condiciones ideales para que la selva amazónica pierda su resiliencia. El cambio climático hace que las sequías sean más prolongadas, por lo que también los incendios se propagan a gran velocidad. Esto libera grandes cantidades de GEI, sobre todo CO2, lo que contribuye al calentamiento global. Así, el ciclo comienza nuevamente. Sumado a esto, la tala y quema de zonas de selva para la agricultura y la ganadería no sólo es también fuente de emisión de GEI, sino que provoca desequilibrios que se vuelven más difíciles de superar. 

Los incendios forestales dañan a todo el ecosistema y son grandes emisores de gases de efecto invernadero. Foto: Fabian Jones.

«Esto es alarmante, ya que los modelos del IPCC proyectan un secado general de la región amazónica en respuesta al calentamiento global antropogénico», señala uno de los autores del estudio, Niklas Boers, de la Universidad Técnica de Múnich y el Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam en Alemania.

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No es casualidad que las diversas advertencias de les científiques se den luego de pasados 3 años de la presidencia de Jair Bolsonaro, durante la cual, según datos de Mapbiomas, se deforestaron más de 3 millones de hectáreas. Esto sucedió después de que el presidente de Brasil redujera el presupuesto destinado a combatir los delitos de deforestación y quemas ilegales. Según un estudio del Instituto Socio Ambiental (ISA), en este período, la tala en las zonas protegidas de la Amazonía brasileña creció un 79%, comparado con el período 2016-2018. 

Las conclusiones   

El estudio explica que, en muchas zonas, esta desestabilización y pérdida de resiliencia parece ya estar sucediendo y advierten que si esperamos para actuar puede ser demasiado tarde.

«Cuando sea observable, probablemente será demasiado tarde para detenerla. Si se pierde demasiada capacidad de recuperación, el retroceso puede ser inevitable, pero no se hará evidente hasta que se produzca un acontecimiento importante que haga caer el sistema».

Niklas Boers.

Los autores también analizaron lo que podría suceder en un futuro si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan aumentando y llegaron a la conclusión de que la capacidad de los bosques para volver a crecer una vez que se perdieran los árboles se reduciría significativamente.

En una situación urgente como la que vivimos hoy, donde es necesario disminuir nuestras emisiones pero también captar el carbono que liberamos al ambiente, nuestra mejor opción es cuidar los ecosistemas que nos ayudan a hacerlo: selvas, bosques, humedales y océanos. La respuesta está en la naturaleza pero debemos dejar de destruirla en beneficio de un sistema productivo extractivista y explotador que no nos lleva a ningún lado.

También, es importante recordar que América Latina es el lugar más peligroso para ser activista ambiental, según un informe de Global Witness. En 2020, Colombia registró la mayor cantidad de asesinatos, con 65 personas defensoras de la tierra y del medio ambiente asesinadas, mientras que en México fueron 30 y Brasil se colocó en cuarto lugar, por detrás de Filipinas, con 20 asesinatos. Es por estas razones que la respuesta para cuidar nuestros ecosistemas no debe provenir únicamente de la sociedad civil, sino también debe ser acompañada del apoyo de quienes toman las decisiones y los sectores del gobierno.

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Fuentes:


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Bombardean el mar argentino

Empresas multinacionales buscan petróleo en nuestras costas y, en su afán por conseguir el «oro negro», dañan el ecosistema marino de Argentina.

Greenpeace denunció que varias petroleras están bombardeando el mar argentino en busca de hidrocarburos. Esta práctica perjudica a las especies de animales que habitan allí. Aparentemente, ni el Acuerdo de Megafábricas Porcinas con China, ni los incendios en El Bolsón, ni la deforestación en el Chaco fueron suficientes para hacer entender al gobierno la importancia de cuidar la biodiversidad

La exploración sísmica se realiza a través de una serie de cañones submarinos que provocan un bombardeo acústico dentro del agua. Estas explosiones rebotan en el lecho submarino y permiten a expertos encontrar reservas de petróleo. Estas reservas abarcan buena parte del mar argentino: desde las cercanías de Buenos Aires, pasando por Mar del Plata y la costa patagónica, hasta Tierra del Fuego, en donde actualmente están operando buques de las empresas Exxon y Qatar, en la cuenca Malvinas Oeste.

¿Por qué es perjudicial para la biodiversidad marina?

Para les especialistas, esta práctica afecta y lesiona a la vida marina que allí habita: peces, lobos marinos, delfines y ballenas. Tan solo entre el 20 y el 22 de octubre de 2020 se encontraron 3 cuerpos de hembras de ballena franca austral en las costas bonaerenses de Necochea, Chapadmalal y Miramar. En la provincia patagónica, investigadores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral, que estudian cada ballena que muere en Península Valdés y alrededores, desde 2003 registraron 10 animales muertos hasta esa fecha, aunque podrían ser más los que murieron y no fueron registrados. 

«Desde que comenzaron las prospecciones en el Mar Argentino se han observado varios eventos de varaduras en playas de nuestro país y los animales varados eran principalmente cetáceos. La bibliografía científica hace referencia a los varamientos como posibles consecuencias de esta actividad».

Luisina Vueso, coordinadora de la campaña por la protección del Mar Argentino de Greenpeace para Página/12.

El bombardeo acústico por parte de los buques petroleros podría ser la explicación de la aparición en las costas de ballenas y delfines muertos. Los estruendos pueden producir cambios en su comportamiento: estrés, reducción del crecimiento, discapacidad auditiva, lesiones masivas y hasta la muerte por ahogamiento o varamientos, ya que estos tienen una magnitud similar al de las bombas de Hiroshima o Nagasaki y se extienden a través de un área de 300 mil km², distancia equivalente a la superficie de la Provincia de Buenos Aires.

¿Por qué se permite esto?

En el sitio web del Ministerio de Energía, se menciona que «la costa afuera argentina es uno de los espacios menos explorados de nuestro territorio y con el que podemos ampliar nuestro horizonte de reservas de gas y petróleo a nivel global. Siendo así, una oportunidad única para la atracción de inversiones al país».

La empresa noruega TGS fue la que obtuvo los permisos otorgados por el ex ministro de Energía, Juan José Aranguren, y por el ex secretario de Energía, Gustavo Lopetegui. Dichos permisos tienen vigencia hasta 2025. Hoy, también participan YPF y Shell en esta práctica potencialmente nociva para la vida marina. Desde Greenpeace denuncian que la entrega de los permisos fue por medio de resoluciones ministeriales, sin ningún tipo de consulta pública o tratamiento parlamentario.

Por otra parte, dentro del Reglamento de Reconocimiento Superficial Costa Afuera se expresa en el artículo 19 que una de las cuestiones a considerar para otorgar el permiso es la protección del medio ambiente: «En ningún caso el Permisionario podrá realizar actividades de Reconocimiento Superficial sin la previa evaluación de impacto ambiental, de conformidad con la normativa aplicable»

Sin embargo, desde la organización advierten que, según la información brindada por la Secretaría de Energía a Greenpeace, la empresa adjudicataria «no realizó ni un solo estudio ad hoc, dejando fuera observaciones in situ, antes, durante y después de las prospecciones sísmicas. Es decir que no se realizó una efectiva evaluación de los impactos de la actividad en los ecosistemas del mar Argentino», expresa Vueso. Entendemos por esto que a las empresas habilitadas no les interesa conservar el ecosistema marino de Argentina y que ni el gobierno anterior ni el actual se han esforzado por exigirles ese cuidado.

Los permisos para la exploración sísmica en un millón de kilómetros cuadrados del mar argentino abarcan incluso la región de Península Valdés, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Esta zona recibe anualmente la mayor población reproductora de ballenas franca austral y posee un gran valor ambiental por su biodiversidad. 

«Que se permita la exploración sísmica en el límite de este Patrimonio de la Humanidad es realmente inadmisible. El Ministerio de Ambiente, organismo público que vela por derechos fundamentales, como la protección y conservación del patrimonio natural argentino, y que a su vez tiene como una de sus atribuciones preservar los monumentos naturales, debería impedirlo».

Luisina Vueso, coordinadora de la campaña por la protección del Mar Argentino de Greenpeace para Página/12.

La explotación costa afuera, según la ambientalista, «va en contra de los compromisos asumidos por Argentina en el Acuerdo de París» en noviembre de 2015. «Estamos atravesando una crisis climática global, es momento de abandonar nuestra dependencia de los combustibles fósiles», comenta. Una parte vital para evitar que los efectos de esta crisis empeoren es la conservación de los ecosistemas y de la biodiversidad.

Los ecosistemas marinos juegan un gran papel en mantener la temperatura media del planeta y ayudan a regular la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. Esto, en conjunto, significa que son aliados sumamente necesarios para prevenir que la temperatura aumente y así permitir que la vida como la conocemos pueda continuar desarrollándose.


Fuentes:


Rompiendo récords: CO2 + deforestación

Nos hacen ver la crisis sanitaria como el único problema en la actualidad. Los medios hegemónicos no dicen ni una palabra del incremento de los desmontes desde que empezó la pandemiaLos desmontes que se están realizando en el norte argentino y en el Amazonas crecieron exponencialmente. El gran Chaco es una de las regiones boscosas más importante después del Amazonas y la más grande de bosques secos en América del Sur.  

No solo los casos de COVID-19 crecieron a nivel mundial: la tala de árboles también. En Brasil, el aumento es de un 55%, lo cual representa 529 km2 talados solo en abril. Estas hectáreas son saqueadas a comunidades nativas. En abril, la deforestación de la Amazonia de Brasil fue la más grande en 10 años.

Salta es una de las provincias que más desmontes tuvieron en Argentina. Los motivos son siempre los mismos: la producción de cultivos transgénicos y ganado vacuno, impulsada por los gobiernos de turno. El 20% de los bosques fueron convertidos en tierras de cultivo o de pastoreo en menos de 30 años, algunas de las mayores fuentes de creación de CO2. Claro está que no se reforesta nuevamente y, aunque así fuese, no sería tiempo suficiente para cubrir lo que nos quitaron. 

En 2007, Argentina sancionó la ley 26.331 para la protección de bosques. Sin embargo, el Poder Ejecutivo apenas la reglamentó en febrero de 2009, tras el reclamo que hicieron más de 70 organizaciones sociales, entre ellas, la Fundación Vida Silvestre Argentina. La norma establece que las provincias deberán realizar el ordenamiento territorial de sus bosques nativos que, supuestamente, protege los montes nativos. Pero un estudio advierte que «la deforestación en las áreas protegidas continuó o incluso aumentó. Desde la sanción de la ley se desmontaron 959.769 hectáreas de bosques protegidos».

Ahora, hablemos de Chaco: una provincia donde el 46% de los ciudadanos son pobres y, dentro de ese número, el 21% vive en la indigencia. También, es el lugar donde más desmontes hay en la Argentina. Las observaciones indican que aproximadamente el 20% de los bosques pasaron a ser tierras de cultivo o tierras para pastoreo. La pregunta: ¿cómo puede haber pobreza en un lugar tan rico para la vegetación? La respuesta: tratos ilícitos de políticos y empresas. La provincia ya perdió casi 2 millones de hectáreas en los últimos años.  

Entre 2010 y 2018 se registran 29.000 km2 que fueron «limpiados» en el Gran Chaco. Si calculamos cuánto fue deforestado en 2019 en el norte argentino, en las regiones de Chaco, Santiago del Estero, Formosa y Salta, obtendremos un resultado de 80.938 hectáreas de bosques

Pero aquí viene el otro problema: ¿qué pasa con el dióxido de carbono, si los medios habían informado mejoras en la calidad del aire en diferentes partes del mundo al principio de la cuarenta? La Administración Nacional Oceánica Y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) difundió datos sobre el reciente incremento en los niveles globales de CO2. En abril de este año, la concentración de CO2 en la atmósfera fue de 416,21 partes por millón (ppm), la más alta desde que comenzaron las mediciones en Hawái en 1958.

La deforestación está altamente relacionada con el aumento del dióxido de carbono, a través de los incendios forestales provocados para eliminar la vegetación virgen y transformar la tierra en campos de cultivo. No hay árboles que puedan almacenar las cantidades de CO2 emitidas.

Desde enero de 2020, las actividades industrial y de transporte se redujeron por el confinamiento, pero el uso de la electricidad fue en aumento. El 64% de la combinación global de energía eléctrica proviene de los combustibles fósiles (38% del carbón; 23% del gas; 3% del petróleo), según el informe «Perspectivas de la energía en el mundo 2019» de la Agencia Internacional de Energía. 

Los gobiernos, por más leyes que hayan, no toman medidas sobre estas situaciones. Quizás nunca existan estas medidas mientras sigan siendo cómplices con terratenientes y corporaciones agroalimentarias. Por lo tanto, no solo habrá bosques arrasados: también, nos dejan (más) desastres ambientales, pobreza, enfermedades y miseria. 


Fuentes: