Mariana Enríquez: la exponente del terror en lo cotidiano

Mariana Enríquez es una periodista, escritora y docente argentina, perteneciente al grupo de escritores contemporáneos conocido como «nueva narrativa argentina».​ Sus cuentos, novelas, relatos de viajes y perfiles han recorrido el mundo entero y pisan fuerte en el escenario local. Actualmente fue seleccionada en la lista de Booker International con el libro de cuentos Los peligros de fumar en la cama y desde el año 2020 se desempeña como directora de Letras en el Fondo Nacional de las Artes.

Mariana nació en Buenos Aires, Argentina, en 1973. Se licenció en Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata y como periodista es subeditora del suplemento Radar del diario Página 12. Ha colaborado en las revistas TXT, La Mano, La mujer de mi vida y El Guardián. También participó en radio, en el programa «Gente de a pie», de Radio Nacional.

Como escritora publicó su primera novela, Bajar es lo peor, a los 21 años. Le siguieron Cómo desaparecer completamente (2004) y Chicos que vuelven (2011). Además editó los libros de relatos Los peligros de fumar en la cama (2009) y Las cosas que perdimos en el fuego (2016). Del mismo modo, cuenta con ensayos como Mitología celta (2007), Alguien camina sobre tu tumba: Mis viajes a cementerios (2013) y La hermana menor, un retrato de Silvina Ocampo (2014).

Fue galardonada en 2017 con el Premio Ciudad de Barcelona en la categoría «Literatura en lengua castellana» por su libro Las cosas que perdimos en el fuego. Y en 2019 se alzó como ganadora del Premio Herralde de la Editorial Anagrama con su última novela Nuestra parte de noche.

Mariana se ha constituido a través del tiempo como una exponente del género del terror. Reacia cuando se piensa en la literatura de mujeres como una literatura de lo íntimo, en una entrevista con el medio El Periódico le preguntaron acerca de por qué la atrae la oscuridad a la hora de contar historias y ella explicó que «leía sobre las torturas militares y a la vez a Poe».

Admiradora de Stephen King, la mayoría de sus cuentos no tienen un final completamente cerrado y se podría decir que terminan donde hay lugar para que empiece otro. La escritora toma la idea del terror de la realidad para crear una literatura inquietante que aprovecha los miedos de la clase media. Enríquez se inspira de los tropos otros autores, como Lovecraft y King, para crear una atmósfera preocupante, pero creíble en sus narrativas.

A la hora de escribir no se bloquea y cree que eso tiene que ver con su profesión de periodista. Le puede pasar que eso que sale no le gusta, pero sale. Por otro lado, ha confesado que en este momento de su vida preferiría escribir por las mañanas, pero aunque lo intenta no tiene tiempo: «Escribir es algo mucho más desordenado».

Mariana tiene una forma de narrar y de decir que sorprende. Compone los escenarios, relata la oscuridad y la tensión pero a la vez es totalmente accesible en sus palabras. En cuanto a otros géneros, lee mucha poesía, le gustan autores como Eliot, Rimbaud, Sylvia Plath, Antonio Cisneros. Pero, según sus palabras, no se atreve a escribirla.

«Cuando trabajaba en Sociedad en Página 12, le hizo una nota a un australiano que había viajado en bicicleta por África. En medio de la entrevista, el tipo se levantó y le dio un beso. Años después se casaron. Hoy viven juntos en una casa de Parque Chacabuco».

Fragmento de revista Anfibia.

Lo fantástico y los problemas sociales

Más allá de que sus relatos pertenecen al género fantástico y a lo extraño, sus historias no esquivan el contexto social ni las realidades más duras de nuestro país. Entre el suspenso y el misterio se pueden ver temas que dejan entrever la violencia de género, el bullying, la dictadura militar, las crisis socioeconómicas y la pobreza, entre otros.

Uno de sus cuentos más conocidos, «Chicos que vuelven», relata la historia de niñes perdides que reaparecen años más tarde en las mismas condiciones (de edad y físicas) en que desaparecieron.  Lo que en un principio para la autora fue un relato de zombis inspirado en una leyenda irlandesa que cuenta que las hadas se llevan a una persona y dejan otra idéntica en su lugar, en nuestro país no tardo en relacionarse con la trata de personas y con la desaparición de personas durante la dictadura cívico militar. «Después, hablando con Mariana Eva Pérez, la autora de Diario de una princesa montonera, ella me dijo: “En ese cuento hablás de gente como mi hermano, ¿no?”», confesó en una entrevista con Infobae.

Otro ejemplo puede observarse en Las cosas que perdimos en el fuego, un libro de relatos realistas atravesados por el terror, lo sobrenatural. En el cuento «El chico sucio», se relatan mediante la historia de un niño que duerme en la calle la pobreza y la indiferencia de la sociedad. Además, en este relato puede verse el contraste existente en el barrio de Constitución, donde hay pocas cuadras de diferencia entre los hoteles pertenecientes a grandes cadenas internaciones y las personas que viven en la extrema pobreza: duermen en la calle y pasan frío y hambre.

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Pero la autora no se enmarca en un solo género. Este es el mar, en cambio, es una novela fantástica. Una novela breve que desarrolla un mundo nacido de una fusión de mitologías: la clásica y la del rock. Al mejor estilo Gaiman, crea hadas, mezcla de musas y destructoras, encargadas de producir leyendas. Surge así una explicación sobre las extrañas muertes de las más conocidas estrellas de rock: John Lennon, Jimi Hendrix y Kurt Cobain. Allí se pueden ver dos tópicos interesantes: el final del rock y el maltrato a las fanáticas.

En su literatura, Enríquez nos trae a una frontera entre nosotros y el otro y en ese espacio explora no solo la falta de humanidad entre humanos, sino también los problemas que envuelven a las grandes ciudades. Podría decirse que los tropos góticos de Mariana Enríquez encarnan los miedos de la gente real que vive en Buenos Aires.  El gótico urbano, género con el que se la identifica, representa las ansiedades de la clase media actual.


Fuentes:

Anfibia

Infobae

Foto de portada: El país


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#Reseña La enamorada del muro, de Macarena Moraña

La enamorada del muro de Macarena Moraña emerge en el momento justo y encuentra el terreno ideal para presentarnos historias que llevan la verosimilitud al extremo, con  mujeres desgarradas, que no responden a los parámetros que la sociedad plantea para ellas y que no se limitan a sí mismas a la hora de sentir, sea deseo o sea dolor, como protagonistas.

No cabe ninguna duda de que estamos inmerses en la era del cuestionamiento de estructuras patriarcales impuestas. La práctica de cambiar el lente con el que miramos al mundo y a través del cual nos concebimos como mujeres trascendió todas las esferas, incluida la de las disciplinas artísticas.

Este libro, editado por Indómita Luz, nos presenta catorce cuentos que funcionan como un caleidoscopio de un universo intenso, desigual y cuestionador de todo lo preestablecido. A excepción de unos pocos, los cuentos de la autora están encabezados por mujeres que no podrían estar más lejos de ese lugar idílico que hemos ocupado en la literatura durante siglos.

En el trabajo de Moraña nos encontramos con protagonistas iracundas, sufrientes y casi instintivas en su comportamiento, sin importar cuán políticamente incorrecto fuere. No les avergüenza su sexualidad ni la incapacidad que tienen para afrontar la maternidad bajo el paraguas de la idealización impuesta, por ejemplo.

«¿Me tengo que convertir en otra persona, cambiar de mundo, mentirles a todos? Corregime, ¿cómo se supone que vaya a extirpar la historia de mi vida del único corazón que tengo?»

Fragmento del cuento «Corregime».

Sin dudas, leer a la autora es una bocanada de aire fresco en un mundo literario en el que todavía prima cierto pudor para mostrarnos distantes de lo impoluto. Es por esto que los cuentos de Moraña nos obligan a tomar cierta distancia del texto y aceptar la posible incomodidad que nos pueden generar determinadas situaciones propuestas por la autora. Después de todo, la lucha contra lo interiorizado es larga, aunque asumimos hace tiempo el compromiso de dejarlo ir. 

Pese a que el libro se presta al atracón, no hay nada como tomarse el tiempo para dejar que los cuentos marinen dentro nuestro. Que no nos engañe su breve extensión: es necesario prestarles un poco de nuestro espacio mental para poder procesar la crudeza con la que fueron escritos, por lo menos durante algunas horas o, si es posible, incluso días.

Es que navegar las páginas de La enamorada del muro está lejos de ser una tarea liviana, pero sí que vale la pena embarcarse en la misión. Si hay algo que es seguro, es que nadie puede salir ilese de sus páginas. Es imposible cerrar el libro sin sentir que algo se movilizó dentro nuestro. 

«Un negro más, un negro menos, a quién carajo le puede importar. Si somos como hormigas, uno menos deben haber pensado cuando lo dejaron tirado ahí. ¿Quién va a averiguar? Nadie, eso con las hormigas no pasa, no pasa nunca».

Fragmento del cuento «Hormigas».

De alguna manera, cargaremos con estas historias sobre la espalda durante mucho tiempo mientras les protagonistas nos acompañan desde las profundidades de nuestra mente. Quizás hasta nos hablen al oído, recordándonos la invisibilización de las muertes de los sectores más bajos, que el caos también puede ser una cara de las caras de la maternidad, que los hombres infieles a veces están envueltos en situaciones que resultan vergonzosas incluso para ellos mismos y que muchas viejas mueren solas. Pero, para escucharles, primero necesitamos conocer sus voces y no hay pluma mejor que la de Moraña para introducirnos a ellas.



#Entrevista a Melisa Osuna: González Catán como un lugar feliz

Melisa Osuna es una escritora oriunda de González Catán, formada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Matanza y docente en escuelas secundarias de la zona. «El lugar feliz» es su primer libro de cuentos y relatos que se despliega desde lugares y hechos históricos de esta ciudad del suroeste del Gran Buenos Aires para recordarnos que la felicidad puede estar en los momentos más simples. Una autora emergente con muchos proyectos en mente.

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#Entrevista a Roxana Da Silveira: «El feminismo siempre va a estar en todo lo que yo escriba»

Roxana Da Silveira empezó a escribir sin registrarlo. Como quien toma algo a lo que está destinade a ser, ella agarró un libro de Mafalda que su mamá le compró cuando era chica y desde entonces nunca paró. Ni de leer ni de coleccionar objetos que inmortalicen a la nena de Quino.

El siguiente libro que llegó a su vida fue una antología poética que su madre compró en una feria americana. Entre sus páginas, encontró un poema de Baldomero Fernández Moreno que «le voló la cabeza». Quizás fue el destino o tal vez la intuición, pero esos versos encendieron una chispa que hasta hoy no se apagó.

Empezó a escribir poesía antes que cualquier otro género y hace unas semanas cerró el círculo con la publicación de su primer poemario, Todo y Para Siempre, de la mano de Liberoamérica. «En tres palabras, Todo y Para Siempre es la vida misma, con lo que sea que signifique», explica Da Silveira.

Roxana es Roxi cuando se presenta, pero es Toti para quienes la conocen. Vive en Pilar, aunque pasó por varias localidades de la zona norte bonaerense durante sus 27 años de vida. Si no fuera escritora, sería bailarina y, además de los libros, le apasiona lo textil. «Disfruto un montón de la ropa, de los detalles, de modificar prendas y darle una segunda vida, de reciclar». Estudió Diseño de Indumentaria en la Universidad de Buenos Aires, pero dejó la carrera en su último año cuando tuvo una crisis existencial que la llevó a cambiar el rumbo de su vida para siempre.

Hay un proverbio asiático que afirma que las crisis no son más que oportunidades y el camino como escritora de Roxana Da Silveira parece no hacer más que confirmarlo. «Recién me di cuenta de que quería ser escritora cuando exploté, cuando dejé la carrera y tuve un duelo familiar que me hizo parar en seco y replantearme qué era lo que yo quería». Le cuesta tener registro de su cuerpo y sus emociones, pero en ese momento se escuchó. Y empezó a escribir.

«Le pedí una señal al universo porque necesitaba un empujón, así que me anoté en dos concursos literarios y abrí un blog. Fui tirando un par de puntas, no es que le tiré todo el trabajo al universo, sino que yo también accioné de alguna manera».

Pero el universo escucha y actúa, porque materializó la respuesta que necesitaba en una taza escondida en un negocio de Colombia. «De vacaciones con mis amigas, encuentro una taza que era la única en todo el local que decía “no temas escribir” cuando yo estaba esperando una señal, así que me di cuenta de que ese era el momento de probar con escribir».

A partir de ese momento, abandonó el punto muerto y puso primera. No paró de escribir y comenzó a abrirse camino entre las letras hasta quedar finalista de un concurso que lanzó Inguz Editorial junto a una radio. «Cuando leen mi cuento, la editora de Inguz me empieza a seguir en Instagram y a leer otras cosas que había escrito y ahí me propone escribir mi primer libro. Fue fundamental ese trabajo de publicar lo que yo escribía en Instagram. Las redes sociales son una posibilidad más y yo creo que hay que agotar todas las posibilidades».

Así nació Prender fuego este invierno, el libro de cuentos de Roxana que marcó un antes y un después para Inguz Editorial, porque se convirtió en el primero en tener dos ediciones en papel, versión digital y en ser traducido para una edición bilingüe. «El libro fue prender un fueguito, poner leñas en la salamandra y prender un fuego que nos abrigara hasta la primavera».

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Como todo lo relacionado a la literatura, Prender fuego este invierno llegó en un momento muy particular de su vida. «Justo le habían diagnosticado cáncer a mi papá, lo habían operado y estábamos en plena incertidumbre de no saber qué iba a pasar. El libro fue como un refugio que me hice para todo ese proceso porque fue mi manera de afrontar esa situación y un grito de esperanza», relata y se le quiebra la voz.

Está claro que los libros son parte indisociable de su ser, porque la literatura es una de las cosas que la definen y hasta se convirtió en la herramienta a través de la cual puede relacionarse con otras personas y también comprenderse a ella misma. Y con el feminismo le sucede lo mismo. «Las dos cosas están entretejidas adentro mío. Como el feminismo es algo que a mí me interpela, me importa y atraviesa todas las esferas de mi vida, va a estar siempre en lo que yo escriba».

El feminismo está presente en su historia; la escritura es tan solo una de las tantas formas de canalizarlo y, por qué no, de sanar: su abuela fue víctima de un femicidio y en Todo y Para Siempre contó por primera vez una experiencia de abuso. «Me llevó toda la vida hablar de eso y muchas personas se enteraron a través del libro».

Es que Todo y Para Siempre es, justamente, todo. Un cubo mágico lleno de posibilidades: de femicidios y de abuso, pero también de amor y luz. En palabras de una lectora, el libro es «como un refugio al que podía volver las veces que quisiera y al mismo tiempo el grito de las marchas» y a Da Silveira le gustó la idea. ¿Qué significa para ella? Todavía no lo sabe, pero tiene toda una vida para descubrirlo. Y si nunca puede ponerlo en palabras, siempre tendrá a sus lectores para redefinirlo.

Todo y Para Siempre (Liberoamérica)

Pero las letras no se agotan en las páginas de sus libros ni en su militancia en Instagram. La cuarentena trajo la oportunidad perfecta para por fin dar inicio a uno de sus tantos sueños literarios: dar un taller. Lanzó los roxitalleres en mayo ante una situación de emergencia económica, cuando la cuarentena golpeó al emprendimiento textil familiar. Otra vez, la crisis se presenta como oportunidad. ¿O será que ella sabe cómo capitalizar las dificultades?

En realidad, fue una mezcla de factores. Dar un taller literario era un sueño latente por su afición a ese espacio y una semilla que se plantó en su mente después de haber sido invitada a coordinar un taller para les chiques del colegio al que ella asistió. Pero, por una cosa o por otra, su deseo de crear su propio rincón literario nunca terminaba de concretarse…

Hasta que la situación económica la obligó a tomar la decisión de lanzar sus talleres por primera vez. «En mayo saqué los cuadernos en los que tenía la idea de lo que quería hacer en los talleres y dije “es ahora. Aprovechá que te empuja el contexto”. Y salieron. Desde que salieron estoy feliz, súper contenta con lo que va pasando y con haberme animado a hacerlo».

Desde ese 9 de mayo en el que publicó en Instagram el anuncio de su primer taller, casi treinta personas pasaron por sus espacios. Para septiembre, tiene dos propuestas: un taller intensivo de narrativa y otro que bautizó bajo el nombre de «Big Bang», que está previsto para el sábado 19. Los talleres se dan de manera mensual, así que siempre conviene estar atente a su Instagram para saber cuándo anotarse al próximo.


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«No sabía que existían las firmas virtuales»: entrevista a @caroconinsomnio

Escribió dos libros que agotaron ventas con la editorial Peces de Ciudad y ahora está preparando su próxima publicación junto a Penguin Random House. Entrevistamos a Carolina Peralta, una escritora lesbiana y no binarie de La Matanza (mejor conocida en redes como Caro con insomnio). Podés ver la entrevista en video haciendo click acá.


Escritura Feminista: Hace un par de días anunciaste la publicación de un nuevo libro, ¿el tercero, verdad?

Carolina Peralta: Sí, mi tercer libro. Tengo escrita una novela que no sé cuándo verá la luz, pero ahora estoy escribiendo un poemario.

E. F.: En este nuevo libro, ¿llevás alguna línea que articule los poemas o es como un recopilado variado?

Caro: Tengo una línea de escritura, es un universo creado para el libro. Todavía no puedo decir el título o adelantar mucho, pero la mayoría son de amor y bastante cursis pero con todo un trasfondo que habla mucho de la sororidad, de los miedos, de la intensidad. Recorre por todos esos lados la poesía, que es básicamente lo que escribo, y va en paralelo con lo que estoy atravesando en la vida.

E. F.: ¿Estás aprovechando el clima de la cuarentena para escribir? ¿Escribís en tu casa, habitualmente?

Caro: Ahora estoy pasando la cuarentena en la casa de mi compañera, pero sí, suelo escribir en casa. Algo que me gustaba mucho era irme a la biblioteca. Yo vivo en La Matanza, iba a la biblioteca de la Universidad de La Matanza, al área Solo silencio, porque necesito mucho silencio para escribir. En casa convivo con mi familia y me cuesta encontrar espacios. Entonces, iba a la biblioteca y me tomaba el día para escribir pero ahora no se puede así que reinventamos maneras. Me siento cómoda escribiendo adentro, no suelo salir tanto al aire libre, soy más biblioteca o casa. La cuarentena me viene bien.

E. F.: ¿Cómo te llegó la oportunidad para hacer el cambio editorial? Tus dos libros anteriores fueron editados con Peces de Ciudad y el nuevo va a salir con Penguin Random House.

Caro: El año pasado, a principios de 2019, me contacta Magalí Etchebarne, mi editora actual, para proponerme armar un proyecto. Fueron unos intercambios de mails que quedaron ahí. Seguí escribiendo, haciendo la novela en ese momento (que ojalá salga a la luz pronto), pero por ahora está ahí guardada.

E. F.: ¿Ya está toda escrita?
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Caro: Ya está terminada. En algún momento se publicará. Ahora me llegó la propuesta de un poemario y no quería ser cabeza dura y no seguir las cosas que llegan de afuera. También tenía ganas de escribir poesía nuevamente, porque la novela me llevó todo un año, hacía mucho que no ejercitaba la poesía. Tenía muchas ganas.

Este año me llegó otra vez la propuesta, durante un mes tuvimos una comunicación más constante. Charlamos y cerramos, fue con firma virtual el contrato. Yo no sabía que existían las firmas virtuales, digitales, así que la hice de ese modo adaptándome a la pandemia. Está buenísimo que se siga bancando la escritura y que sigan saliendo libros en este momento.

E. F.: ¿Qué cambios sentís entre el proceso de escritura de este libro en relación a los anteriores?

Caro: Me pasó que, con mi primer libro Nubes turquesas, fue escribir sin saber que iba a ser libro. En 2017 fui a leer a un bar, me invitaron. Yo sólo publicaba en mi blog y en Facebook, ni siquiera en Instagram. Cuando termino de leer ahí, estaba Mariana, mi editora de Peces de Ciudad, que me para y me dice: «Caro, tengo una editorial y te quiero publicar, ¿querés?». Yo le dije que sí y me fui, ni siquiera me pasó un mail, fue de palabra. Al mes, o a los dos meses, me acuerdo de que me llegó una propuesta con el contrato que decía: «Mirá que me tenés que entregar el libro la próxima semana». Había escrito durante todo ese año una recopilación de poemas, y ese fue mi primer libro.

A(r)mate, el segundo, sí fue una idea mía. Fue pensado como libro. Fue decir: «quiero escribir un libro que hable sobre la violencia de género, que atraviese todos estos temas». Y ahí surgió. Ahora, con el nuevo, llegó la propuesta de lanzar un nuevo poemario. Empecé a pensar en qué mensaje quiero dar y también pienso mucho el título.

Creo que el título crea todo el universo literario, así que este proceso de escritura es bastante similar al de A(r)mate y creo que tengo mucha más experiencia, lo noto a la hora de escribir y organizarme. Respetándome los tiempos para trabajar y escribir, los tiempos para corregir. Eso lo fui encontrando conmigo, con cómo me siento yo cómoda escribiendo. Si bien está la editorial, hay un momento que es el autor o autora con su computadora o su hoja escribiendo. Es un momento muy propio, cada cual lo vive a su manera y ahí te vas conociendo.

E. F.: ¿Tenés alguna rutina de escritura o es algo que vas acomodando según cómo va surgiendo?

Caro: Trato de escribir todos los días. A veces pierdo ese hilo y lo noto. Lo necesito, escribir me sale. Siempre tengo a mano como tres cuadernos. Capaz es un cuaderno de la facultad y termino escribiéndole un poema mientras estoy leyendo o estudiando. Me parece que es un ejercicio. No todos los días te va a salir un poema genial o algo que puedas decir: «uy, qué piola esto», pero hay que tener el ejercicio de escribir y leer. Siempre algún cuaderno a mano o las notas del celular. Si no estoy tan inspirada, me tomo el tiempo para releer algunas cosas y editar.

E. F.: En relación a la militancia feminista, ¿en este tercer libro vas a tocar un poco el tema o sentís que ya está innato en lo que vas escribiendo?

Caro: Creo que está bastante plasmado en mi poesía. Hay cosas que nombro que creo que están tácitas. No es un libro como A(r)mate, que sí estaba escrito y apuntado a eso; hay una diferencia entre este y el anterior. Ya ese libro está escrito y necesitaba que esté escrito porque está atravesado totalmente por la militancia feminista.

E. F.: Te hago una pregunta en relación a un tema actual: la autora de Harry Potter declaró que los cuerpos menstruantes son sólo de mujeres y esto generó repercusión en redes. Ayer apareció Daniel Radcliffe (actor que interpreta a Harry Potter) diciendo que él no compartía lo que ella había dicho y que le parecía importante diferenciar la contención que pudo dar la obra a miembros de la comunidad LGTBIQ en su momento de las palabras erradas de la autora. ¿Creés que, en lo que vas escribiendo en el día a día, generás contención y representación en ese sentido?

Caro: Me llegan varios mensajes de que sí, la verdad es que es muy potente lo que sucede. Yo no estoy de acuerdo con Daniel en decir que hay que separar a la obra de su autor.

E. F.: Ojo, es interpretación que hice yo. Él dijo que había que rescatar ese sentimiento que se había creado con la historia y que estaba en desacuerdo con lo que ella había planteado…

Caro: Claro, entiendo a lo que va. Sí, me llegan mensajes y es muy fuerte cuando pasa eso. Es como «guau, no sabía que era tan poderoso lo que estoy escribiendo». Me pasó que me dijeron: «Gracias, Caro, nos das representación a las lesbianas no binaries», me pareció muy lindo y es importante dar visibilidad. Por eso en mi biografía puse primero «lesbiana no binarie», porque es importante nombrar. No deja de sorprenderme. Me llegan un montón de mensajes, pero no me dejan de sorprender. Hay cosas que a veces que comparto, que pienso que me pasan a mí sola y me encuentro con que no. Es muy fuerte, la verdad.

E. F.: Me imagino. Y en relación a lo que hablábamos antes, ¿vos creés que no hay que separar a la obra del autor?

Caro: Me parece que no. Quizás, como te decía, en este nuevo libro que estoy escribiendo no diga «soy feminista», pero soy yo la que está escribiendo, está todo atravesado. Soy yo la que escribe y la que piensa, creo que no puedo separar lo que escribo y lo que pienso de mi ideología y lo que soy.

E. F.: Bueno, sin ir más lejos, en Harry Potter no tenemos personajes trans o no binarios…

Caro: Claro, sí. Por las declaraciones que hizo, creo que no escribiría algo esta autora con estos personajes. Y es una decisión, las decisiones son políticas y tienen una ideología detrás.


Mary Poppins, ¿un clásico queer?

Artículo colaboración de María López Medel, de la Universidad de Alicante (España)


La literatura clásica infantil y el universo LGTBI son dos conceptos a primera vista disonantes, hasta que escarbamos en obras intemporales que, dentro de sus limitaciones, han lanzado un guiño queer precoz timidísimo frente a los relatos gays para público infantil que encontramos por el momento en cualquier librería.

Uno de esos clásicos es Mary Poppins, aunque por razones que nada tienen que ver con el icono gay musical Julie Andrews. La autora de esta colección fue una australiana esotérica que escribió la primera entrega durante una relación romántica estable con otra mujer conocida por llevar pantalones y fumar en público a principios del siglo XX.

Nacida en 1899, P. L. Travers tenía treinta años y estaba aquejada por una enfermedad respiratoria. Detestaba la atención y, al no permitirle la editorial firmar sus obras como «Anon», se aferró a su nombre artístico carente de género (P. L. Travers) como hicieran George Sand o J. K. Rowling. Se dedicó a sí misma su primer libro.

P.L. Travers en 1924, diez años antes de escribir Mary Poppins
P. L. Travers en 1924, diez años antes de escribir Mary Poppins.

Poco conocemos de ella y la mitad puede que no sea verdad. Contaba que era de origen irlandés, hija del dueño de una plantación de azúcar en Australia, y no de un banquero alcohólico de Queensland venido a menos que la dejó huérfana con siete años. Dice su obituario en The New York Times que debutó con diez años como actriz de una compañía de Shakespeare y desde adolescente fue bailarina, poeta erótica y reportera.

«A los hombres no les interesan las mujeres sino demostrarles lo interesantes que son».

Sobre su vida amorosa todo son especulaciones, aunque figura en la lista de personas gays, lesbianas o bisexuales de Wikipedia. Para el Daily Mail, fue «una esnob intelectual que escribía prosa erótica, ex simpatizante fascista, lesbiana ocasional y pésima madre», (adoptó un bebé emparentado con Yeats al que separó de su hermano gemelo al nacer y de sus cinco hermanos, previa consulta a un vidente, y le ocultó la verdad mientras pudo. Él nunca lo superó y se dio a la bebida).

A los 25 años emigró a Irlanda y después a Inglaterra. Fue pupila del místico teósofo George William Russell (Æ) hasta que, en 1934, Mary Poppins popped in (apareció) en su vida. Travers aseguró no haber escrito nunca para un público infantil, sino para hacerse llorar y reír a sí misma, como Beatrix Potter con Peter Rabbit, pero la niñera voladora fue un éxito instantáneo de la crítica que encandiló y se prolongó cincuenta años hasta acabar fagocitado por el imperio del ratón orejudo. El personaje literario era cruel, sádico y vengativo. No le gustaban lxs niñxs.

En Londres, compartió piso (y/o relación de una década) con Madge Burnand, hija del editor de Punch. Con ella se mudó a la casa de campo medieval Pound Cottage en Sussex, donde escribió la primera parte de Poppins. Otra relación lesbiana que se le atribuye fue con Jessie Orage, a través de cuyo marido, Alfred Richard, entró en contacto con el gurú espiritual Gurdjieff y pasó a formar parte del grupo de escritoras lesbianas conocido como «The Rope» («la cuerda»).

Imagen actual de Pound Cottage, donde P.L. Travers escribió Mary Poppins en 1934 (Google Maps
Imagen actual de Pound Cottage, donde P. L. Travers escribió Mary Poppins en 1934.

Su biógrafa, Valerie Lawson, autora de Mary Poppins, she wrote (no está traducido al español) desmiente cualquier tendencia hacia su mismo sexo. Oficialmente nunca salió del armario. Recibió un doctorado honorífico, la Orden del Imperio Británico y una de sus obras se tradujo al latín: Maria Poppina ab A ad Z.

Su denigrada maternidad feminista nos lleva a su hija literaria, Mary Poppins: protagonista contracorriente, antipática, asexuada, irrespetuosa, intimidante y libre. Poco que ver con el personaje edulcorado de Disney. La Poppins literaria era como su creadora: agria, brusca y vanidosa. Nunca daba explicaciones.

«Las actrices envejecen, las bailarinas flojean pero una escritora siempre tiene su máquina de escribir».

En el biopic del propio Walter Disney (Al encuentro de Mr. Banks), se echó a perder según Laura Mandanas una oportunidad estelar de visibilizar la condición queer de Travers en las siguientes escenas:

  • Cuando el abogado de Travers trata de convencerla de sus necesidades económicas, podría haber mencionado las necesidades de proveer para su pareja.
  • Cuando despide a la criada, esta podría haber amenazado con ir a decírselo a su pareja.
  • Cuando coloca los abalorios que ha traído de casa, podría haber incluido una fotografía de Madge Burnand o Jessie Orage.
  • En una de las escenas donde está sentada solitaria en el bar del hotel, podría haber tenido contacto visual con otra mujer que la invitara a una copa (aunque la rechazara).
  • Cuando Disney la visita en su casa, podría haber alguna pista de que convivía con otra mujer y era madre soltera de un niño pequeño.

El director de El regreso de Mary Poppins ha anunciado que quiere incluir al movimiento por los derechos LGBTI en la tercera película. Sin embargo, no siempre ha sido un adalid feminista y queer. En los años ochenta, el libro fue retirado de la Biblioteca Pública de San Francisco por su tratamiento de las minorías (el capítulo polémico, «Un mal martes», fue objeto de revisión y se reemplazaron las connotaciones xenófobas y racistas). La señora Banks tampoco era sufragista; solo una mala madre.

Travers insistió en que la versión en pantalla no se inventara una relación amorosa entre Mary y Bert, y detestaba las palabras imposibles y los bailes con pingüinos. Lloró en el estreno pero de frustración. Cobró 100.000 dólares por adelantado y un 5% de las ventas. Murió un Día del Libro hace 23 años, dejándonos con un personaje literario femenino tan evocador como desconocido.

 


Fuentes: