Luz Aimé Díaz, viñetas de justicia patriarcal

En mayo de 2018, Luz Aimé Díaz es muchas cosas.

Estudiante del Bachillerato Popular Trans Mocha Cellis, a donde llegó para completar su escolaridad y seguir estudiando. Inquilina del Gondolín, conocido hotel del barrio de Villa Crespo en donde viven 47 mujeres travestis y trans, que se autogestionan organizadas bajo la modalidad de Asociación Civil.

Trabajadora sexual, migrante y sobreviviente de varios ataques transodiantes, uno de ellos sufrido a sus trece años a manos de un cliente que la molió a golpes. Como consecuencia de ese ataque, Luz perdió el 100% de la visión de su ojo izquierdo y conserva apenas un 25% de la visión del derecho. Dice que aprendió a manejarse sin bastón y que los clientes que vinieron después, en los años, nunca se dieron cuenta.

Es preciso detener el devenir de la escritura en este punto y pedirle al lector que repase el párrafo anterior. Que intente pensar en una niña de trece años en situación de prostitución. En el cliente, varón y adulto, que pide sus servicios y luego de usufructuarlos los paga con golpes y ceguera. En los clientes del después, varones también, que no registran que están ante una persona ciega, creando una especie de paradoja de lo visual y de la propia acción y efecto de percibirlo.

En mayo de 2018, Luz, de por entonces 21 años de edad, es contratada por dos hombres en el barrio de Palermo. La llevan a su departamento y los atiende, de a uno, en una habitación. En la habitación de al lado, se encuentra un hombre secuestrado, atado y amordazado. Luz no se da cuenta de nada. Concluye su servicio y se va. La vida —y ella— siguen siendo muchas cosas por los siguientes dos meses.

Y entonces llega julio, el frío, un hotel y algunas copas, también en Palermo. Dos hombres se acercan, igual que en aquella noche del mes de mayo. Le preguntan cuánto cobra por un servicio. Cuando los saca cagando, se identifican como policías y le develan la verdad: la buscan por aquel secuestro del cual nunca se había enterado.

La llevan detenida y al cabo de unos días la trasladan al penal de Ezeiza. Allí pasa ocho meses con prisión preventiva, hasta que vuelve al Gondolín con arresto domiciliario. Desde entonces, la sostienen sus compañeras y les docentes del Bachillerato. Su familia también, desde su Salta natal, como puede. Aguarda fecha de juicio, que ya fue pospuesto en dos ocasiones.

En la opinión pública se ha expresado un generalizado repudio y el pedido de absolución. Se ha dicho que la justicia tuvo un accionar patriarcal y sesgado, que no contempló perspectiva de género ni el historial previo de vida de Luz.

El accionar judicial fue esencial y fundamentalmente transodiante. Lo suficiente como para establecer que una filmación de Luz entrando al edificio es prueba suficiente para adjudicarle la autoría de un secuestro. Para creer que ella, aun en condiciones generalizadamente desfavorables y con una discapacidad visual, sería capaz de doblegar físicamente a la víctima. Para creer, además, que tendría motivaciones para hacerlo, destacando que se trataba de un varón homosexual.

Al creer eso, la justicia reprodujo el mito que dibuja a la mujer travesti-trans como necesariamente vinculada al crimen y creó otro peor: la idea de que las personas LGBT se matan y secuestran entre ellas, sin otro motivo aparente más que lo intrínseco de sus identidades de género o sus orientaciones.

¿Y por qué omitiría considerar la discapacidad visual de Luz como limitante objetivo para cometer un secuestro, cuando fue comprobada por sus propios peritajes? ¿Por qué resolver todos los interrogantes del caso en su presencia en el edificio, sin investigar a los hombres que aquella noche la llevaron?

Lo cierto es que hoy es junio de 2020 y Luz no está sola. Tiene a su lado un ejército de amor y aguante. Una comisión formada para defenderla y ayudarla en lo que haga falta. Sus compañeras del Gondolín confeccionan barbijos y los venden para cubrir los gastos en una cuarentena que a la mayoría de ellas les impide trabajar. También reciben donaciones de artículos de higiene y alimentos en la sede del hotel, respetando los recaudos que impone la contingencia.

Luz no está sola. Pero su caso deja abierto un interrogante final, imposible de evitar: ¿cómo sondear la aparentemente insondable soledad que produce descubrirnos a nosotras, las mujeres en toda nuestra diversidad, unidas, pero a merced de un aparato judicial que con vía libre y total impunidad nos odia?


Imagen de portada: noralezano

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Yo quiero ser nena

«Un día estábamos en el auto y creo que paró mi papá y yo le dije: quiero ser nena».

Es un sueño que tenía todas las noches: que cuando se despertaba era una nena y cuando se veía al espejo también, porque ella quería ser una nena.

Tiziana creció en Salta, Argentina, y con solo 10 años se convirtió en la niña trans más joven en obtener el cambio de documento de identidad en su provincia.

El camino hacia la búsqueda de la aceptación y la conformación de una identidad de género no binaria fue largo. Aunque Tiziana decía ser tímida, tímido en esos tiempos, logró abrirse al mundo y, principalmente, a su familia. Se sintió bien y logró continuar yendo al colegio con normalidad, pero su madre siempre se preocupó por ella ya que la imagen que reflejaba a los demás no se amoldaba a los estándares que la sociedad le reclamaba.

«No puede ser que su hijo venga con las uñas pintadas».

Aunque la madre de Tiziana sabía de sus deseos y de sus sueños, ser el sostén incondicional no alcanzaba. Admite que por dentro tenía miedo, porque siempre en la televisión «a las personas trans se las asocia con policiales y se las encuentra muertas o golpeadas».

La heteronorma en números

«En el descubrimiento de la identidad de género, lxs niñxs y adolescentes en general pueden fluctuar entre las expresiones de género de forma lúdica en el autodescubrimiento, para finalmente definirse como hombre, mujer, o no binarix (es decir, tomar varios, todos o ningunos aspectos de lo que significa ser hombre o mujer, rompiendo el binomio)». (Secretaría de Infancias y Adolescencias Trans y sus Familias de la FALGBT)

Como la ley 26.061 de protección integral del niño reconoce, por la capacidad de madurez progresiva de les niñes, elles pueden definir a su identidad no en una edad exacta sino dentro del período de infancia-adolescencia en general.

Si bien el primer lugar de exclusión suele ser el hogar, también es importante que su entorno social y sus pares conozcan sobre diversidad sexual, para poder romper con la naturalización de esquemas sexistas delimitados que generan prejuicios, discriminación y violencia.

El sistema educativo, los académicos y los profesionales no están adquiriendo una formación conforme en cuanto a educación sexual y diversidad con las herramientas pedagógicas suficientes para actuar con la debida sensibilidad para que las personas no binarias no comiencen a forjar una personalidad dañada desde lo emocional o lo físico.

Conocer en profundidad la ley de identidad de género es vital a la hora de frenar la discriminación, sobre todo en la propia familia y las instituciones educativas ya que «la ley de identidad de género es muy clara con respecto al trato digno, especialmente en el caso de niños y niñas adolescentes», aclara María Rachid, dirigente social del área de derechos humanos y del colectivo LGBT argentino.

«El trato digno es una obligación de cualquier persona, institución, etc., hacia todas las personas, específicamente a niños-niñas adolescentes. Sin la autorización de nadie, se respeta».

Vivir como nena

YO NENA 2

«Para mí, ser gay, lesbiana o trans es normal, es ser LIBRE».

Tiziana, a sus 10 años, ya tiene una nueva partida de nacimiento y un documento de identidad que reflejan al fin su verdadero género.  

A la pregunta de por qué es importante para ella, responde que esto «confirma lo que siento y que soy una nena llamada Tiziana Sarai». Sabe que, a los ojos ajenos, es una demostración de quién es.

«Cuando recibí mi DNI, lo recibí como si fuera mi primer cumplido de nena y ahora lo tengo acá y es como mi placa».

Tiziana comenzó a repartir abrazos por todo el mundo. Fue la caricia después de tantos golpes.

«Es momento de que la sociedad reconozca que la heterosexualidad cis no es el único camino de ser, de sentir ni de amar y que esta normatividad sólo genera rechazo a lxs otrxs y a veces a unx mismx. Es una normatividad cultural y aprendida». (Secretaría de Infancias y Adolescencias Trans y sus Familias de la FALGBT)

Cuando hablamos de que niñes y adolescentes puedan crecer libres de prejuicios y estigmas, pedimos por una sociedad más inclusiva, justa, equitativa e igualitaria. Porque no debería significar un logro obtener un DNI, aunque nuestra pequeña Tiziana lo visualice así. Todes deberían tener una infancia libre con pleno goce y acceso a los derechos, a los derechos de ser niñes sin diferenciar su género.

Por estar acostumbrados a la comodidad de su ignorancia, la madre de Tiziana responde que la principal causa a la violencia es la falta de empatía y la desinformación, cuando no se pide más que respeto aunque lo que vean no se amolde a los parámetros que consideran ordinarios.

Respetar pronombres y no cuestionar la expresión de género (cómo viste, qué nombre utiliza) son factores importantes a la hora de acompañarles, pues así les niñes se sentirán segures para desenvolverse, ser sí mismes y confiar en le otre.

Antes, Tiziana era una personita triste y, ahora, es una nena plena. Su madre dice que su hija no va a morir antes de los 35 años como dicen las estadísticas. Se va morir de vieja y, por sobretodo, feliz.

 


Fuentes:

Imagen: Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes Autoconvocadxs

Inguz: una segunda oportunidad

Entrevista a Candela Niesl, directora de la Editorial Inguz.

Una editorial independiente que tiene como pilares la sororidad y la honestidad. La runa vikinga que le da su nombre representa el inicio de una nueva etapa sin olvidar las raíces que la forman. Inguz toma las segundas oportunidades como materia prima y filosofía de vida.

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Mutilación y ablación genital femenina: tolerancia cero

La mutilación o ablación genital (MGF) es una práctica que existe a nivel mundial y vulnera los derechos de niñas y mujeres desde hace siglos. Esta aberración, que consiste en mutilar el clítoris, órgano sexual encargado de producir placer, representa una forma de tener el poder y el control sobre las niñas y las mujeres que conlleva consecuencias inhumanas.

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«Ponerle voz al dolor, poder hacer un manifiesto de mi lucha»

Por qué volvías cada verano (Editorial Madreselva) es una novela de no ficción para la que Belén López Peiró tuvo que reconocerse como víctima de abuso sexual.  Además, es una denuncia y una intervención política que nos interpela, pero por sobre todo es una muestra de valentía: el resultado de la decisión de una joven que no quiso callar más y que utilizó las herramientas a su alcance para hacerse escuchar.

Belén tiene 26 años, es periodista y comunicadora social. Desde chica encontró en la escritura una pasión.

«Primero en diarios íntimos: se te va por ahí trasladar las emociones a un papel. Después, me empezó a gustar mucho en la secundaria Lengua y Literatura, y decidí estudiar Periodismo, también porque mi mamá es periodista y un poco mamé eso en mi casa. Solo que yo me dediqué al periodismo político y social, y siempre escribí historias de un otro».

Durante su infancia y adolescencia, Belén pasaba los veranos y algunos fines de semana en casa de sus tíos en Santa Lucía, un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Entre los 13 y los 16 años, su tío, a quien quería como un padre, abusó de ella. Su libro la ayudó a reconstruirse y a la vez cierra de algún modo esa etapa.

«Yo fui abusada pero yo no termino ahí, es parte de mi vida pero soy esta mujer que tenés adelante tuyo y que también hace un montón de cosas más», declara Belén. «Desde el momento que vos ya no tenes rencor sino que entendés qué te paso, y ves que lo bueno es que pudiste transformar».

En el proceso de reconstrucción, después que  logró hablar y tratar el tema con su familia y en terapia, encontró el incentivo para empezar a escribir.  

«A Sergio, que es quien coordinaba los grupos terapéuticos, siempre le contaba que me gustaba mucho escribir. Un día me dijo: ‘¿Por qué no volcás todo esto que vos sentís a un papel?’, y quizás primero lo empecé a hacer más como un ejercicio personal, hasta que después pensé: ‘Che, ¿y si me anoto en un taller de escritura?‘».

Ese verano, Belén decidió aprovechar las vacaciones universitarias y anotarse en un taller dictado por Gabriela Cabezón Cámara. Fue para divertirse, para disfrutar su pasión por la escritura junto a gente que compartiera ese sentimiento. «Iba a un taller a escribir para mí», sentencia. Belén escribía cuentos, relatos, historias, pero siempre de ficción.

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Foto: Lean Binetti.

Sin embargo, durante la cursada llegó una convocatoria de Abuelas de Plaza de Mayo que invitaba a escritores contemporáneos no editados a enviar relatos sobre identidad para publicarlos en un libro para adolescentes.

«Yo quise escribir sobre lo que era identidad para mí y lo primero que escribí fue una de las voces que es la mía sobre el último abuso, el que pasa acá en capital y en el que llega mi papá. Lo mandé a Abuelas y me respondieron que les había encantado pero que no podían dárselo a chicos. Después, lo llevé a lo de Gaby y me dijo que dejara todo lo que estaba haciendo y escribiera sobre eso. Así fue que empecé a escribir».

Belén descubrió que tenía un arma más poderosa que la de su tío policía. Después de la primera voz salieron muchas más, que no podía callar.

«Escribí mucho más de lo que aparece en el libro. Fue un proceso no solo de seleccionar y elegir sino también de ir uniendo, porque al principio escribía cosas muy suaves, usaba palabras como lolas o vagina porque sentía que seguía intentando suavizar la situación, hasta que entendí que no había forma de trasladar las cosas que sentía si no llamaba a las cosas por su nombre«.

Sobre la selección final del léxico más explicito y las voces citadas, la escritora dice que decidió publicar lo que más impacto generaba. «El abuso es eso, es un golpe al cuerpo», reflexiona. Quería que el libro golpeara al lector, que le generase preguntas e incertidumbre. «Necesitaba poner en palabras algo que a mí me estaba pasando».

Por qué volvías cada verano es una novela polifónica que incluye, además de la de Belén, las voces de familiares, conocidxs, abogadxs, médicxs, policías.

«Empecé a escribir voces que tenía en la cabeza que ni siquiera sabía de quiénes eran. Yo sentía que mi voz no podía entenderse si no la ponía en contexto, si no se enmarcaba con un coro de voces que podían completar la situación. Entiendo que un abuso no es solo el abuso, sino todo el marco, cómo llegaste ahí, qué pasó después, por qué no hablaste».

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La ilustración de portada, otra obra de Belén.

En el libro, Belén plasma a la perfección la falta de empatía de algunxs profesionales, y las trabas y los tiempos de la burocracia judicial y policial contra los que deben luchar las víctimas de abuso.

«Fue muy a propósito que las instituciones fueran una de las voces, porque juegan un rol fundamental. Hasta le puse la misma tipografía que me parecía que transmitía y denotaba esa realidad. Las voces de los protagonistas están atravesadas por la justicia, con su propia selección de léxico y los mecanismos que maneja. La voz judicial tiene una fuerza y un poder que ahogan«.

Todo ese desamparo del Estado, que muchas veces desalienta a continuar con el proceso, Belén lo conoce bien.

Su demanda, iniciada en 2014, todavía no se elevó a juicio. Ir a la justicia implica mucho más que enfrentar abogados y fiscales. Belén se considera afortunada por haber tenido la posibilidad económica de acceder a un abogado, una ginecóloga especialista, un grupo terapéutico y una psicóloga, y además por haber dado con especialistas preparados para acompañarla en un proceso como el suyo.

Otro tema recurrente en los casos de abuso, y que retoma el libro, es la negación o el no creer en la víctima.

«Siempre lo primero es culparla. Si le pasó es porque algo tuvo que hacer para provocarlo y si lo dice es porque quiere sacar algún rédito económico, fama, o por envidia. Se prefiere culpar a la víctima que incomodarse y decir ‘Voy a tener que cambiar algo para que esto no vuelva a pasar’, no les importa y eso es lo grave».

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Foto: Lean Binetti.

Desde su propia experiencia y aprovechando el apoyo de su familia, que creyó desde un primer momento en ella, y las herramientas que tenía a su alcance, esta joven compuso esta necesaria obra que excede su caso personal.

«Me parece que las dos cosas, tanto el libro como la causa, son cosas que yo sentí que tenía que hacer. Más allá de mí, porque obviamente necesitaba curar cosas mías, pero también porque hay un montón de otras pibas que no lo pueden hacer«.

Para enfrentar la batalla, Belén debió reconocerse como víctima. «Ahí entendés que hay otro que hizo algo que no correspondía, hizo algo sin pedir permiso», reflexiona. «Después, cuando una pareja quiere tocarte y vos tenés que decidir si querés o no, ves que cuando eras chica se aprovecharon de la vulnerabilidad». Nadie nace sabiéndolo, y para Belén fue necesario compartirlo. «Es una reconstrucción súper intensa», afirma.

Es necesario todo un proceso desde que se empieza a entender que lo que pasó no estaba bien, y durante ese proceso la víctima puede dudar hasta de sus propios recuerdos. «A veces, eras tan chica que no sabés si te pasó o no te pasó», explica Belén, y destaca la ayuda que representó el taller de escritura.

«En la intimidad pude reconstruirme, pero el momento en el que me di cuenta de que ya no era víctima y que podía hacer de mi vida, del sexo y de mi cuerpo lo que quisiera fue con el taller, porque creo que Gaby lo transmite en sus libros. Es una mujer que milita por la libertad en general, de cuerpo, de género.

Si me preguntás a quién admiro, no solo como escritora sino también como persona, es a ella. Me enseñó a ser más libre, me enseñó que podía tomar poder y apropiarme de mis palabras, ponerle voz al dolor, hacer un manifiesto de mi lucha».

Belén está segura de que la posibilidad de publicar su libro y la recepción del público se dieron gracias al contexto actual: las chicas saben que sus derechos deben ser respetados y que su cuerpo no debe ser expropiado. Saben que tienen que luchar y que están acompañadas.

«El feminismo hace repensar todo: las cosas cotidianas, las relaciones de pareja, los gustos sexuales, cómo querés que te trate un profesor o un compañero de trabajo, cuánto querés ganar, por qué estás ganando menos que un compañero. Te hace repensar todo y tener la fuerza para luchar por lo que corresponde«, concluye.


El próximo domingo 13  de mayo a las 18 hs., Belén presentará Por qué volvías cada verano en el stand Orgullo y Prejuicio, pabellón Ocre, de la Feria del Libro.

La dignidad de las que luchan: Primer Encuentro Internacional de Mujeres

“Vivimos en estas montañas, las montañas del sureste mexicano.

Aquí nacimos,  aquí crecemos.  Aquí luchamos.  Aquí morimos.

Y vemos, por ejemplo, esos árboles que están allá y que ustedes dicen que es ‘bosque’, y nosotras le decimos ‘monte’. Bueno, pero lo sabemos que en ese bosque, en ese monte, hay muchos árboles que son diferentes. Pero también lo sabemos que cada pino o cada ocote no es igual, sino que cada uno es diferente.

Bueno, aquí estamos como un bosque o como un monte.

Todas somos mujeres. Pero lo sabemos que hay de diferentes colores, tamaños, lenguas, culturas, profesiones, pensamientos y formas de lucha.

Nos hace iguales la violencia y la muerte que nos hacen.

Así vemos de lo moderno de este pinche sistema capitalista.  Lo vemos que hizo bosque a las mujeres de todo el mundo con su violencia y su muerte que tienen la cara, el cuerpo y la cabeza pendeja del patriarcado.”

Así se daba inicio al Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan, que tuvo lugar en el Caracol Morelia de Chiapas, México, durante los días 8, 9 y 10 de marzo.

El evento fue convocado y organizado por las mujeres del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de la Insurgenta Érika, aunque, como ella aclaró, no eran suyas, sino del colectivo. “Como hablo en nombre de mis compañeras, mi palabra va a estar revuelta porque somos de distintas edades y de distintas lenguas, y tenemos distintas historias”, explicó.

Participaron más de 10 mil mujeres, provenientes de 34 países del mundo y de 27 estados mexicanos. La convocatoria fue difundida el pasado 29 de diciembre, en el marco de la candidatura independiente a la presidencia de México para las elecciones federales de 2018 que alzó a Marichuy (o María de Jesús Patricio Martínez), una indígena nahua, médica tradicional y defensora de los derechos humanos.

Elegida por el Congreso Nacional Indígena para representar los intereses -históricamente ignorados- de las 56 comunidades originarias, Marichuy sería la primera presidenta mujer e indígena del país, en caso de llegar al cargo.

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Foto: Proceso.

La idea del encuentro fue que cada mujer o colectivo de mujeres que asistiera pudiera acercar su propuesta, arte, disciplina y conocimiento, para enriquecer en conjunto las experiencias de lucha de “todos los mundos”.

“[Al encuentro] lo organizamos desde abajo, o sea que primero hicimos reuniones y discusión en nuestros colectivos en los pueblos y comunidades.  Y ni modo de preguntarle a los compañeros porque ellos tampoco saben cómo hacer, porque, como ya dijimos, nunca se ha hecho algo así antes”, relataron en el acto de cierre.

 

¿Quiénes son las zapatistas?

Según el Atlas del Género que mide las brechas entre hombres y mujeres en México, poco más del 44% de las mujeres tiene una participación económica en la sociedad, mientras que en los hombres, ese número asciende al 78%. Con respecto a las presidencias municipales, la diferencia es aún mayor: casi el 91% las concentran varones; y en la Justicia, hay un 39% de mujeres juezas y magistradas contra un 61% de hombres.

Esa es la realidad de las ciudades y los pueblos mexicanos. En la milicia zapatista parece respirarse un aire diferente.

Hace 24 años, el EZLN, nutrido por diferentes pueblos originarios unidos bajo el legado de Emiliano Zapata, organizó su primer levantamiento armado. Tuvo como objetivo la toma de importantes ciudades del país para la fecha en que entraba en vigencia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

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Foto: Pozol.

La mayoría de las ciudades tomadas fueron perdidas a manos de las Fuerzas Armadas estatales en cuestión de horas y, aunque el “mal gobierno” ofreció a lxs zapatistas varios acuerdos, su respuesta fue la traición y el desconocimiento de lo negociado.

Ya en aquel entonces, las mujeres zapatistas tenían voz y mando en las filas del ejército. “Ser miliciano es estar en tu casa, con tu familia. Ser insurgente es abandonar la casa. Pensé cuál de esos me gustaba más y pensé: ‘Pues, ser insurgente’, y venir a prepararme en el monte”, relataba la subteniente Amalia en el documental Las compañeras tienen grado, uno de los pocos materiales fílmicos que existen y que lograron captar la esencia de la vida zapatista, por la política comunicacional restringida que lxs caracteriza.

Organizadxs en Caracoles (bases operativas de gobierno indígena) y en la clandestinidad, la vida zapatista ofreció desde su inicio las mismas condiciones y responsabilidades a hombres y mujeres. Ejemplo de ello es la mítica figura de la Comandanta Ramona, «lo más beligerante, lo más agresivo, lo más intransigente y la mayor señal de guerra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional”, según palabras del subcomandante Marcos. Impulsó la Ley Revolucionaria de las Mujeres, que equiparaba las posibilidades de tareas y crecimiento entre los géneros hacia dentro del EZLN y se convirtió en una heroína de guerra por sus hazañas militares.

“En el pueblo, una mujer sale casada o puta. Era mucho costo para una mujer indígena salir del pueblo. Apostaba más que un varón. Si ya no aguantaba más en la montaña (donde vive y se entrena el EZLN), no podía regresar como un varón a su comunidad otra vez”, explicaba un soldado zapatista.

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Foto: La Jornada

Tras abandonar la lucha armada el 12 de enero de 1994 -aunque no el entrenamiento y la preparación militar-, el arma más potente del EZLN fue siempre la organización popular y la poesía.

 

“Esa pequeña luz es para ti.

Llévala, hermana y compañera.

Cuando te sientas sola.

Cuando tengas miedo.

Cuando sientas que es muy dura la lucha, o sea la vida,

Préndela de nuevo en tu corazón, en tu pensamiento, en tus tripas.

Y no la quedes, compañera y hermana.

Llévala a las desaparecidas.

Llévala a las asesinadas.

Llévala a las presas.

Llévala a las violadas.

Llévala a las golpeadas.

Llévala a las acosadas.

Llévala a las violentadas de todas las formas.

Llévala a las migrantes.

Llévala a las explotadas.

Llévala a las muertas.

Llévala y dile a todas y cada una de ellas que no está sola, que vas a luchar por ella.

Que vas a luchar por la verdad y la justicia que merece su dolor.

Que vas a luchar porque el dolor que carga no se vuelva a repetir en otra mujer en cualquier mundo.

Llévala y conviértela en rabia, en coraje, en decisión.

Llévala y júntala con otras luces.

Llévala y, tal vez, luego llegue en tu pensamiento que no habrá ni verdad, ni justicia, ni libertad en el sistema capitalista patriarcal.

Entonces tal vez nos vamos a volver a ver para prenderle fuego al sistema.

Y tal vez vas a estar junto a nosotras cuidando que nadie apague ese fuego hasta que no queden más que cenizas.

Y entonces, hermana y compañera, ese día que será noche, tal vez podremos decir contigo:

‘Bueno, pues ahora sí vamos a empezar a construir el mundo que merecemos y necesitamos’”.

Palabras compartidas en la clausura del Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan

 


Foto de portada: La Jornada

La perra de Hiparquía

En el capítulo quinto de la segunda temporada de la serie catalana Merlí se hace referencia a la primera filósofa de la historia: Hiparquía. Sí, es inquietante enterarse de que existe una primera mujer filósofa (que no aparece en ningún plan de estudios de nuestro país, ya sea en la escuela secundaria o en la universidad) a través de una serie, pero así es.

Hiparquía, Hipárchîa o  Ἱππαρχία vivió entre los años 346 a. C. y 300 a. C. en Maronea de Tracia. Perteneció a la escuela de los cínicos junto a su esposo Crates de Tebas y su hermano Métrocles. En una época en la cual se legitimaba al ciudadano (hombre) libre de la polis, ella rompió con el esquema, fue contestataria y libertina. Se la considera, además de la primera filósofa, la primera feminista de la historia occidental.

¿Perros cínicos?

La escuela cínica a la que perteneció Hiparquía fue fundada por Antístenes. Además de ella, Crates y Métrocles, otro de sus filósofos más representativos fue Diógenes de Sinope, quien fuera su mentor.

El nombre de «cínicos» tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes fundó la escuela y solía enseñar la filosofía, el santuario y gimnasio de Cinosargo, cuyo nombre significa kyon argos, es decir, «perro ágil» o «perro blanco».

El segundo origen tiene que ver con el comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente los apodaba con el nombre kynikos, la forma adjetiva de kyon (perro). Por tanto, kynikos o «cínicos» los calificaría como «similares al perro» o «perruno».

Esta comparación viene dada por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.

Otro Diógenes, no de Sinope sino de Laertes (o sea, «Laercio») se dedicó a escribir sobre los grandes filósofos de la historia en el libro “Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres”, en el que le dedica un capítulo a Hiparquía, la única mujer filósofa que figura en el índice:

“También Hiparchia, hermana de Metrocles, se dejó llevar por los discursos de Crates: ambos eran naturales de Maronea. Agradábale tanto la vida y conversación de Crates, que ninguna ventaja de sus pretendientes, las riquezas, la nobleza, ni la hermosura la pudieron apartar de su propósito, pues Crates era todas estas cosas para ella.

Aun amenazaba a sus padres con que se quitaría la vida si no la casaban con él. Finalmente, como sus padres rogasen a Crates que la removiese de su resolución, hizo este cuanto pudo, mas nada consiguió. Sacó, por último, todos sus muebles a su presencia, y le dijo: ‘Mira, este es el esposo y estos sus bienes. Consulta contigo misma, pues no podrás ser mi compañera sin abrazar mi instituto’.

Eligiólo ella al punto, y tomando su vestido, andaba con Crates, usando públicamente su matrimonio, y concurriendo ambos a las cenas”.

El rol de la mujer en la antigua Grecia

Hiparquía eligió el camino que quería seguir, aun cuando la quitase de toda zona de confort y la confrontara con el mandato que se tenía para la mujer en aquel entonces.

“Las cortesanas existen para el placer; las concubinas, para los cuidados cotidianos; las esposas, para tener una descendencia legítima y una fiel guardiana del hogar”. Texto atribuido por Foucault a Demóstenes, Contra Neera.

La ética griega es una ética viril, es una ética de y para varones libres. A la mujer se la excluye del ámbito público, que es el ámbito natural de la actividad del ciudadano. Además, hay una partición de deberes-funciones que tienen al hombre, el hogar o la descendencia como destinatarios naturales.

El privilegio exclusivo de los hombres griegos era el de poder amar simultáneamente o uno tras otro a un muchacho o una muchacha sin por ello comprometer su misma naturaleza o la legitimidad de su deseo. En el matrimonio, conocía una única esposa pero fuera de la estructura matrimonial, el hombre tenía permitido un campo vasto y complejo de obtención de placer.

Esto no sucedía con las mujeres. La búsqueda de placer fuera del matrimonio entraba en un circuito de reprobación moral y social. El matrimonio era el ámbito natural de procreación, y tomaba la relación sexual sólo en su función reproductora; de allí que el lugar del placer estuviera fuera de este, pero que fuera cosa de hombres obtenerlo, gozarlo y administrarlo. En las mujeres, el primer gran tema de interés debía ser ofrecerle al marido una descendencia legítima, sana y noble.

En este contexto, Hiparquía rompió el esquema de todas las formas posibles: ella escogió a su compañero de vida, a su esposo, a quien amaba desde la base del conocimiento y la ideología que compartían. Tanto es así que consumó su matrimonio con Crates haciendo el amor en un portal público.

Esto parte de la enseñanza cínica (y su desprecio por lo convencional), en la que cualquier acción suficientemente virtuosa como para llevarse a cabo en privado, no sería menos virtuosa en público.

Pintura mural que muestra el Cínico filósofos Cajas y Hiparchia. Desde el jardín de la Villa Farnesina, el Museo delle Terme, Roma
Pintura mural que muestra a Hiparquía y a Crates. Jardín de la Villa Farnesina, Museo delle Terme, Roma.

Tanto Hiparquía como Crates se destacaron por llevar vidas en todos sus aspectos de acuerdo con el principio cínico de anaideia (falta del sentido del ridículo). El discípulo de Hiparquía y Crates, Zenón de Citio, fue el fundador del Estoicismo, que abogaba por la igualdad de sexos y el amor libre.

Tuvieron al menos un hijo, Pasicles, educado y criado desde su nacimiento según los valores del Cinismo. Según Eratóstenes y Diógenes Laercio, Hiparquia no abandonó su vida de ejercicio durante todo su embarazo, y cuando nació Pasicles, lo lavaba en la concha de una tortuga con agua fría; en ningún caso cambió su austera dieta.

Hiparquía, la perra feminista

El intercambio dialéctico más famoso de Hiparquía, donde defiende su posición como mujer filósofa y cínica, se da con Teodoro el Ateísta quien cuestionó la presencia de una mujer en un simposio, a lo cual ella argumentó:

“Lo que pudo hacer Teodoro sin reprensión de injusto, lo puede hacer Hiparchia sin reprensión de injusta”.

A esto, Teodoro tiró de su ropa para avergonzarla en público, pero Hiparquía no mostró señal alguna de alarma ni perturbación, debido a que su falta de sentido del ridículo era inmutable. Teodoro le respondió:

“¿Eres la que dejaste la tela y lanzadera?”.

Y la respuesta de Hiparquía fue:

“Yo soy, Teodoro: ¿te parece, por ventura, que he cuidado poco de mí en dar a las ciencias el tiempo que había de gastar en la tela?”.

Se dice que Hiparquía escribió tres libros: Hipótesis filosóficas, Epiqueremas y Cuestiones a Teodoro llamado el Ateo. Por desgracia, no se conserva ninguno de ellos.

“Yo, Hiparquía, prefiero a la muelle labor femenina

la vida viril que los cínicos llevan;

no me agrada la túnica sujeta con fíbulas; odio

las sandalias de suela gruesa y las redecillas

Brillantes. Me gustan la alforja y el bastón de viajero

y la manta que en tierra por la noche me cubre.

No me aventaja en verdad la menalia Atalanta,

que el saber a la vida montaraz sobrepuja”. 

Epigrama de Antipatro (II a. C.) dedicado a Hiparquía, titulado “A las mujeres”.


Fuentes

Women’s march: Estamos Unidas

La nueva edición de Women’s March fue menos masiva pero más organizada. A los reclamos se le sumaron líneas de acción. Viola Davis y Scarlett Johansson se destacaron por sus potentes discursos. Qué dejó y qué trae el grito de las norteamericanas.

El sábado 20 de enero se realizó la segunda edición de Women’s March contra la derecha que gobierna en Estados Unidos. Washington, Nueva York, Los Ángeles y decenas de ciudades se hicieron eco de una movilización que intenta visibilizar, entre otras cuestiones, algo que parece una obviedad: los derechos de las mujeres son Derechos Humanos.

La convocatoria continuó el domingo con el evento #PowerToThePolls («El poder a las urnas») con epicentro en Las Vegas. El objetivo consistió en alentar a las mujeres para que se registrasen a votar candidatas en las elecciones legislativas de noviembre próximo. Busca lograr que las protestas y la toma del espacio público deriven en acciones transformadoras.

WM+US

Al igual que la primera edición, Women’s March, que tuvo como consigna “Look back, march forward” («Mira hacia atrás, marcha hacia adelante»), representa la antesala del Segundo Paro Internacional de Mujeres convocado para el 8 de marzo.

 

 

Celebridades lejos de la alfombra roja

Luego del crujido que generaron los movimientos #MeToo y Time’s Up en Hollywood, muchas artistas decidieron salir a las calles –tal como lo habían hecho en el 2017– para manifestarse contra el gobierno conservador de Donald Trump y el sistema machista que las violenta. Lo hicieron junto a miles de mujeres anónimas que revalidaron la movilización del año anterior.

Las actrices Julianne Moore, Natalie Portman, Jennifer Lawrence y Cameron Díaz junto a las cantantes Adele y Katy Perry fueron algunas de las que dijeron presente. Entre los hombres que acompañaron la iniciativa, se puede mencionar al actor Mark Ruffalo, reconocido por su militancia feminista.

Durante el acto central se destacaron dos oradoras: Viola Davis y Scarlett Johansson. La protagonista de How to get away with murder, se pronunció en contra de todo tipo de desigualdad social que impida el progreso del mundo:

 

Por su parte, Scarlett Johansson pronunció duras palabras contra el actor James Franco por haberse presentado en la entrega de los Golden Globes con un pin de Time’s Up después de que fuera denunciado públicamente por acoso.

«¿Cómo puede una personalidad pública apoyar una organización que ayuda a las víctimas de agresiones sexuales cuando en privado ataca a personas que no tienen poder? Quiero que me devuelvas mi pin» (SensaCine).

Demandas sin fronteras

La marcha tuvo sus réplicas en distintas ciudades del mundo y Buenos Aires no fue la excepción. Referentes de las Defensorías de Género, la Red de Personas Trans de Latinoamérica y el Caribe, y la rama femenina del Partido Piquetero se reunieron frente a la embajada de Estados Unidos.

Otros países que se sumaron nuevamente al grito de las norteamericanas fueron España, Italia, Inglaterra, China y Canadá. La revolución de las mujeres parece haber llegado para quedarse.

 

 

 

 

 

 

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