Una usuaria de Twitter realizó una crítica a Florencia Freijo (politóloga feminista) después de que se diera a conocer el valor de un curso de teoría feminista dictado por el medio de comunicación Perfil en el que ella participaba como docente. A partir de ese primer tuit, se desató un conflicto en el que hubo respuestas de todo tipo y terminó con ataques masivos para ambas partes. Una ola de personas que encontraron la excusa perfecta para atacar una vez más al movimiento feminista.
La crítica del primer tuit apuntaba a que la cantidad de dinero que se cobraba por el curso no era accesible para una gran cantidad de mujeres. «Flor freijo va a dar un curso de teoría feminista que sale DOCE LUCAS o sea la perspectiva transversal de clase te la remil debo», decía.

Sin embargo, el hecho de que llevara nombre y apellido y apuntara directamente a la docente hizo que ella le contestara y se desatara este conflicto en redes sociales. Freijo contestó: «No, SOY DOCENTE de PERFIL, quéjense con Perfil. Hace años doy notas y contenidos en redes GRATIS ¿Qué te pasa? Anda a quejarte con los tipos que nos contratan en vez de conmigo y con lo que le doy de comer a mi hijo. Y sí, te lo voy a decir: PEDAZO DE FORRA».
Es posible tener puntos de coincidencia con ambos planteos, e incluso contradicciones con la forma en que se desarrolló el conflicto. Es cierto que pocas personas pueden acceder a un curso que cuesta esa cantidad de dinero pero al mismo tiempo el trabajo de las personas vale y está bien poder ponerle un valor. A las mujeres les cuesta mucho hacer valer su trabajo y ponerle un precio, sin mencionar lo difícil que es llegar a puestos de poder.

Puntualmente, a Freijo se la acusó de vender su ideología para dictar un curso de $12.000 pesos y a la persona que escribió el tuit inicial de ser poco sorora con el trabajo de la otra.
Hay una falsa idea de que ser feminista significa ser siempre sorora y solidaria, al punto de no poder cobrar por un trabajo para el cual hubo muchos años de formación, sino tener que darlo de manera gratuita para contribuir a la causa del feminismo (pedido que pocas veces se le hace a un varón). Parece que cuando las mujeres no se están haciendo cargo de todo de una forma incondicional, aparece la famosa pregunta: ¿dónde están las feministas?
Las feministas intentan ser lo más conscientes posible de las desigualdades de género. Se intenta echar luz sobre determinadas cuestiones, hacer redes y promover la igualdad de acceso para todes. De esta manera se intenta que ni la brecha de género ni la de clase social dejen afuera a nadie. Sin embargo, no son el Estado para hacerse cargo de todas las desigualdades que existen, no sería posible hacerlo, ni tampoco corresponde.
El feminismo es un movimiento público y como todo movimiento se conforma de personas diversas. No es posible estar de acuerdo en todo, las referentes no son las mismas para todes ni tiene que ser así. Lo importante es que todes estamos transitando un momento de deconstrucción en búsqueda de la igualdad entre hombres, mujeres y disidencias. Habrá momentos en los que se esté más de acuerdo o menos, más cansadas o menos, con más ganas de ir a choque o más pedagógicas pero no hay que perder de vista lo importante: la lucha contra todos los tipos de violencia hacia las mujeres por el solo hecho de ser mujeres.
Si ya la historia da cuenta de la sobreexigencia que se les ha impuesto a las mujeres desde hace siglos, esto demuestra una vez más que se les vuelve a exigir estar a cargo de las circunstancias y de una manera casi maternal.
Lo interesante de todo este debate es que, a partir de ese conflicto, un montón de personas (sobre todo hombres) creyeron que podían salir a atacar el movimiento feminista una vez más bajo la premisa de que lo único que se hace desde el feminismo es hablar en inclusivo y dar cursos. Además se confunden las críticas válidas dentro del movimiento con la falta de sororidad.
Se intercambiaron algunos tuits más pero días después ambas manifestaron haber recibido un ataque en masa por redes sociales y medios de comunicación. No podemos permitirnos que una crítica o debate a ciertas cuestiones termine con el ataque masivo a ninguna compañera, ni que eso dé pie para que la oleada de personas que esperan el momento de perjudicar al movimiento encuentren la excusa perfecta.
En esa misma línea, hay un montón de preguntas que pueden hacerse: ¿cómo achicar las desigualdades de clase? ¿Cómo garantizar el acceso para todes? ¿Qué decisiones se pueden tomar desde lo individual, en este sentido, que aporten algo en lo colectivo? ¿Cómo plantear una crítica dentro del feminismo sin que eso termine perjudicando a otra mujer? El sentido de esas preguntas tiene que ver con la búsqueda de ir construyendo una sociedad más justa, en donde sea posible proponer una alternativa frente a las desigualdades en reemplazo del ataque masivo.
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