María Elena Walsh: memoria desde el país del no-me-acuerdo

El 10 de enero se cumplieron siete años desde la muerte de la gran María Elena Walsh. Escritora, poetisa, cantautora, dramaturga y música argentina, Walsh supo marcar a más de una generación desde la infancia hasta la adultez con sus magníficas obras.

Nacida en febrero de 1930 en la localidad bonaerense de Ramos Mejía, María Elena Walsh es una de las referentes culturales más importantes que han emergido de nuestro país en el siglo XX. Desde hace décadas, su voz se infiltra en las casas para narrarles a los niños las locuras que ocurren en el Reino del Revés y la historia de una vaca que quería estudiar en la Quebrada de Humahuaca.

La proeza de Walsh le permitió dirigirse a un público muy amplio, desde Manuelita hasta Fantasmas en el parque, su última publicación en 2008. Sus libros para adultos resultan tan provocativos como atrapantes, gracias a la mezcla de un análisis profundo de la realidad porteña con un talento incomparable para manejar la palabra.

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María Elena Walsh fue una ferviente feminista que ya en la década de 1970 exigía la liberación de la mujer del yugo patriarcal. En 1973, de cara al fin de la dictadura de Agustín Lanusse, Walsh publicó la Carta a una compatriota que, sin ir más lejos, comienza con un contundente deseo sororo: «Querría empezar esta carta llamándote hermana, sea cual fuere tu edad y tu condición social».

En los párrafos siguientes, Walsh describe sin pelos en la lengua el contexto machista y paternalista en que vivía, desde la falta de espacio y autoridad femeninos en la política hasta la denegación del derecho al aborto legal y la eterna maternidad obligada a permanecer en el hogar.

«¿Hay que educar, preparar a las mujeres o dejarlas ser dueñas de sus vidas, restituyéndoles las energías que les saquean, embruteciéndolas? ¿Deben prepararse o lo han estado siempre sin que las dejaran ejercer? «¡Las mujeres no están preparadas!» «¡La intuición, virtud esencialmente femenina!» ¿Y nadie dijo que hay que capar a los cretinos, para que no se sigan reproduciendo y produciendo conceptos como éstos?».

En 2008, a partir de la publicación de Fantasmas en el parque (libro en el cual habla abiertamente de “su gran amor”, Sara Facio, exponiendo así su orientación sexual sin tapujos), Walsh deja su opinión sobre las deudas pendientes del feminismo en nuestro país, en especial desde lo social.

Walsh vivió para ver consumada la ley de matrimonio igualitario, no más. Si bien se han dado pasos agigantados en lo jurídico, la crítica (de ya casi una década) sigue resonando en la actualidad como parte de las problemáticas que enfrentamos como sociedad.

«Es un gran tabú que todavía existe. El amor entre hombres está más liberado, porque ellos son piolas y liberan todo en su favor, pero a las mujeres nos cuesta más, y cuando nos sancionan nos dan con todo. Con la desaparición pública, por ejemplo. […] Una cosa es el pánico homosexual y esa forma terrible de discriminación que es la censura, y otra muy distinta el silencio y la reserva asumidos voluntariamente.

En este sentido, creo que las mujeres seguimos siendo poco perdonadas. Si no decime cuántos no verían con malos ojos que una mujer se niegue a la maternidad y diga: “Me revienta ser madre y tener hijos”. Y ahí es donde se nota que en nuestro país no ha habido feminismo. O que si lo ha habido, ha sido una versión tímida, blandengue, autoencerrada por miedo, por pudor, por lo que sea.

En países donde existió y existe el feminismo, se habla de estos temas con mucha más franqueza. Y en la Argentina, mal que nos pese, aún estamos lejos de arriar la bandera del machismo», (entrevista a Página 12).

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Su obra distingue dos categorías claras. Entre sus historias dedicadas a los más pequeños se destacan los Cuentopos de Gulubú (1966), los Versos para cebollitas (1966), el Twist del Mono Liso (1998) y la Reina Batata (1999), y la música que nace de Canciones de Tutú Marambá (1960) y Como la cigarra (1972).

Para continuar su lectura más allá de la infancia, son destacables obras como Otoño imperdonable (1947) y Desventuras en el país-jardín-de-infantes (tanto el libro, 1993, como el artículo periodístico publicado en 1979 como parte de la resistencia cultural contra la dictadura).

María Elena Walsh pidió ser recordada como alguien que quería dar alegría a los demás, aunque no le saliera siempre. Sin dudas, esa alegría se contagió con éxito a los miles de niños que crecimos con su imaginación.

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