Existimos y resistimos: adolescencias trans II

Para saber más sobre juventudes trans, te recomendamos leer la primera parte de esta entrevista: «Respetá mis pronombres».


Durante los últimos meses, una de las cuestiones más divisorias entre las ramas del feminismo en Argentina ha sido la presencia de personas trans en el movimiento. Las líneas interseccionales insisten en la inclusión de las mujeres trans por ser mujeres mientras las más radicales hablan de separar la lucha de las «hembras humanas» del transactivismo, subrayando la genitalidad como factor determinante y desconociendo la identidad de los varones trans.

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Iván

En esta coyuntura se alza el transfeminismo, rama a la que adhieren Lucian, Iván y Fede. «Pienso que la militancia se tiene que hacer con las personas trans y las pibas; con las transmasculinidades, las transfeminidades, las disidencias no binarias y las mujeres», afirma Lucian. El sistema patriarcal ataca todo lo que percibe como «femenino» o como antítesis de la masculinidad tradicional y en esa categoría entran las mujeres cis pero también las mujeres trans (que deben luchar para reafirmar su identidad femenina), los varones trans (que viven opresión sistémica porque no se reconoce su género y se feminiza su genitalidad) y las demás identidades disidentes (que pueden mostrarse con características codificadas como femeninas).

«No se puede luchar contra el patriarcado si no luchás codo a codo con todas las personas a las que oprime, que no son todas mujeres. El feminismo es la liberación del sistema patriarcal opresor y ese sistema cruza muchas identidades», explica Fede y resalta la importancia de llevar el transfeminismo a los barrios, al territorio. «El otro día, se acercó una vecina a mi espacio de militancia a preguntarnos qué era “ser no binarie”. Hay que poner en la agenda política y en el discurso a las personas trans. Que no nos nombren hace que no podamos construir».

Así comienza una de las tantas formas de violencia y opresión: con el silencio. El hogar es el primer espacio donde ser honestes sobre la identidad puede culminar en la marginación y la expulsión, mientras que el ocultamiento y la invalidación pueden deteriorar la salud mental a niveles trágicos. «Me pasa mucho que me da tanto miedo que la gente me ataque que no menciono mi género. A la única violencia a la que me expongo es a que me traten en femenino, solo para no tener que exponerme a violencia mayor», cuenta Lucian.

Las violencias continúan y se diversifican cuando las relaciones sociales se amplían más allá de lo familiar. La calle, las instituciones educativas, los centros de salud y de recreación, los espacios públicos y privados representan una amenaza constante cuando no todas las personas conocen la ley de identidad de género ni desean mostrarse empáticas con las personas trans.

Iván no realizó el cambio registral para rectificar su DNI. Aunque el director de su colegio aceptó darle un permiso especial para usar los baños del personal cuando él expresó sentirse incómodo en los baños binarios de alumnos y alumnas, una profesora intentó impedirle el acceso en varias oportunidades y lo humilló tratándolo en femenino al decir: «Ah, vos eras la que dijo una pavada de los no binarios y no sé qué».

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La ley de identidad de género es clara al hablar de la obligatoriedad del trato digno, que implica el uso del nombre elegido y los pronombres correctos en todos los ámbitos, aunque la persona trans no haya tramitado el cambio registral.

«La situación más violenta que viví en público fue cuando fui al ginecólogo. Todavía no tenía el DNI rectificado y le expliqué a la secretaria que aunque ahí no decía Federico, ese era mi nombre para que me llamaran así. La chica me dijo que sí pero al rato el médico me llamó por mi deadname [nombre de nacimiento]. Cuando salí, busqué la ley y se la leí a la secretaria para mostrarle que tenía que cambiar mi registro. Me empezó a decir que no, que la lista del médico es otra cosa, que hablara con administración. Ahí me dijeron que no porque tenían un reglamento interno, pero un reglamento interno no está por encima de la ley. Me hicieron dar un montón de vueltas, tardaron más de media hora en atenderme, querían que yo me cansara y me fuera».

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Lucian

El nombre es una parte intrínseca de las personas y una de las primeras informaciones que divulgamos al presentarnos. El llamado deadname («nombre muerto», en inglés) es el nombre con que se registró a la persona trans al momento del nacimiento, que suele cambiarse por el nombre elegido cuando se afirma el género correcto. Llamar a alguien por su deadname es una de las violencias verbales más comunes infligidas sobre la comunidad trans, ya que puede desencadenar pensamientos y recuerdos dolorosos de cuando la persona era forzada a ocultarse; es una manera de negar la identidad misma.

La elección de nombre es un proceso personal. Para algunes, como Lucian, el peso del deadname no es tan agotador. «Cuando nací me pusieron Luciana y por mucho tiempo pensé “Voy a llamarme Luciane porque es el inclusivo” [risas]. Al ser no binarie, me gusta la idea del signo de pregunta cuando termina. “Lucian”. Listo, termina ahí. Podría haber una a, podría haber una o, podría haber una e o cualquier cosa».

Para otres, es una transformación casi espiritual. Fede había considerado varios nombres que habían sido parte de su vida, como el que usaba para jugar de niño o el del primer personaje de ficción con quien se había identificado, hasta que notó que Federico siempre había orbitado su vida. «Fue una historia que se gestó sola. Yo ya tenía nombre, solo que no me había dado cuenta». También puede tratarse de una conexión mucho más emocional, como en el caso de Iván: «Cuando era muy pendejo, hacía básquet en un club. Mi primer crush fue uno de los pibes que jugaban conmigo y se llamaba Iván. No me puse el nombre por él sino por el recuerdo inocente de afecto infantil. Lo probé y lo sentí cómodo desde el principio».

Futuros cada vez más ciertos

Por la combinación de violencias que se ejercen sobre los cuerpos trans, el promedio de vida de las personas de esta comunidad no supera los 36 años. La falta de empleo formal, la prostitución, los crímenes de odio y las enfermedades (que suelen no tratarse a tiempo por evitar el sistema de salud maltratador) quiebran a la mitad sus posibilidades. Una parte muy importante de la lucha de la comunidad trans se orienta a revertir esta situación, para poder atreverse a soñar con una vida larga y plena.

Como tantes otres jóvenes trans, Lucian, Fede e Iván están a la mitad de ese pronóstico. Tienen sueños y futuros pensados, y el derecho humano de poder cumplirlos. Desde responsabilidades a corto plazo, como adoptar un perro o conseguir un trabajo, hasta proyectos que prometen años de esfuerzo. «Quiero estudiar Filosofía en UBA y ser profesor de nivel inicial, pero me interesa el trabajo en cárceles, en particular el tema de los jardines de infantes en las cárceles para niñes con xadres en situación de prisión y cómo se gesta la construcción de la personalidad en ese contexto», declara Fede.

Por su parte, Lucian piensa en poner sus dotes artísticas al servicio de su comunidad. «Quisiera dar cursos de manualidades, encuadernación, bordado, cerámica y esas cosas. Quiero darle trabajo a la gente trans, ofrecerles un espacio seguro donde puedan estar cómodes y conseguir ayuda, contención. A mí me pasó y agradezco mucho a mi casa de lesbianas a donde voy a hacer cerámica, Taller Limbo. Poder expresarme de forma artística sin tener que censurarme con mis pronombres me hizo mucho bien».

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Desde sus primeras organizaciones, las personas de la comunidad trans debieron cuidarse y sostenerse entre sí para sobrevivir frente a la hostilidad de las sociedades transfóbicas. Esa hermandad trans se mantiene hasta hoy: al hablar sobre personas que los inspiran y los representan, los tres coinciden en resaltar a sus compañeres, sus iguales. «Casi te diría que todas las personas trans que conozco», se ríe Iván. «Un compa trans, Osiris, me hizo mucho bien al alma. Cuando conté en Twitter que estaba en proceso de cambiar el DNI, me habló porque él había pasado ese proceso solo y se ofreció a acompañarme y apoyarme. Me hizo sentir que no estaba solo, no por la lucha en común nada más sino en el día a día», agradece Fede.

«Yo lo tomo para el arte porque dibujo y escribo poemas. Me inspiro mucho con mis compas: Camilo Dibuja, Ratatrola, Don Samuel, Iván del Conurbano, Mariano Camilo, Samuel Valentín. Tienen mi edad, están en la misma que yo y tal vez me leen un poema y me mueven el piso. Son compas que me inspiran a seguir adelante, más que nada», reflexiona Lucian.

«Nos une algo mucho más profundo», concluye Fede. El sentimiento de comunidad está vivo entre les hermanes trans. Tal como afirma Lohana en su última carta, «El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo».


Fotografía: Juana Lo Duca
Maquillaje: Lucía Rossi
Arte: Lucian

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Mi identidad, mi derecho

Artículo colaboración por Oliver Nash


La ley de identidad de género representa un antes y un después en la vida de las personas trans y en la reglamentación en cuanto a género en la Argentina y el mundo.

Argentina es uno de los pocos países donde, por ley, una persona puede tener el documento según la identidad autopercibida, es decir, según el género que es, y puede modificar el género impuesto al nacer en el DNI sin necesidad de pasar por un tratamiento o estudios, como ocurre en otros países en los que las personas trans son obligadas a medicarse o a ir al psiquiatra para realizar el cambio registral. Esta ley es una de las pocas que no discrimina y es modelo para el mundo, al permitir a la persona registrar su género en el documento ya sea hombre, mujer, no binarie o cualquier identidad fuera del binarismo de género.

Este año se cumplieron 7 años de la sanción de la ley, ocurrida el 9 de mayo de 2012. Llegar a la ley no fue fácil y significó décadas de lucha por parte de uno de los colectivos más oprimidos y dejados de lado por la sociedad. En la actualidad, cientos de personas trans tienen su documento con el género correcto gracias a esta ley, que mejoró su calidad de vida al permitirles acceder a estudiar y trabajar, a poder operarse u hormonarse si así lo quisieran y acceder a la salud con su identidad.

Uno de los principales puntos de la ley es el reconocimiento de la identidad de género de toda persona, no solo si figura en el documento sino en todos los casos y ámbitos. En el artículo 2° se define la identidad de género como:

«La vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales».

Es decir, este artículo determina que la identidad de género no es solo «hombre» o «mujer», sino que se sale del binarismo: la identidad de género dependerá de la persona. La ley argentina es inédita en esto y una de las pocas que respeta a los géneros no binarios. Además, no obliga a las personas a tomar hormonas, a operarse, a la castración química, a declararse enfermos, a ir a la justicia, a hacer tratamientos psicológicos o a ser declarados enfermos por un psiquiatra, como en muchos países.

Antes, las personas trans eran judicializadas o tratadas como personas enfermas (lamentablemente, muchas siguen siendo tratadas así). A las personas trans no binarias o las que salen del binarismo de género, el Estado les está negando el documento de identidad y está en instancias judiciales para evitar que puedan tener su documento, como el caso de Lara Bertolini.

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Lara Bertolini frente al Congreso de la Nación.

Es tal la fuerza que tiene la cisnorma binaria que ni siquiera con una ley sancionada hace años es posible que todas las personas tengan su género en el documento y se respete su identidad de género. De este modo las personas trans no binarias y otras personas trans, como Lara, siguen luchando hoy contra el Estado para que se reconozca su identidad, se respete la ley y se cumpla con los derechos humanos.

Por eso, esta ley no solo significa cambiar un documento, sino que es darle lugar y poner en el centro un tema evitado por gran parte de la sociedad. Es mostrar que hay una cisnorma dominante.

La ley que marcó un antes y un después

Antes de 2012, existía el decreto ley N° 17.132 que determinaba que no se podían llevar a cabo intervenciones quirúrgicas que modificasen el «sexo del enfermo», salvo que fueran efectuadas con posterioridad a una autorización judicial. Es decir, las personas trans no podían operarse a menos que completaran un proceso judicial para recibir la autorización y, si lo hacían sin autorización, los médicos eran procesados y perseguidos. La ley derogó este decreto y permitió a las personas trans acceder a tratamientos hormonales o de reasignación de sexo quirúrgicos de manera gratuita y sin necesidad de pasar por ningún juez que decida sobre su género o sobre lo que debieran hacer con su cuerpo.

La ley N° 26.743 de identidad de género fue presentada por las diputadas Diana Conti, Juliana Di Tullio y Silvana Giudici. Fue aprobada en la Cámara de Diputados de la Nación el 1 de diciembre de 2011 con 167 votos a favor, 17 en contra y 7 abstenciones. En el Senado, fue aprobado al año siguiente, por 55 votos a favor y 1 abstención. Fue promulgada por Cristina Fernández de Kirchner el 24 de mayo de 2012.

Esto se logró gracias a la lucha del colectivo trans y de referentes como Lohana Berkins, quien en 2010 ya había conformado el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género y que, con las diferentes agrupaciones, trabajó en el proyecto unificado de ley que se presentó. Otras referentes indispensables en este logro fueron Diana Sacayán, que también impulsó la ley del cupo laboral trans que sigue sin reglamentarse, y Claudia Pía Baudracco, quien en medio del debate por la ley en el Congreso dijo:

«Hubo masacres, hubo torturas, pero sobre todo hubo falta de identidad que significó en nosotras una impunidad sobre nuestros cuerpos. Ser trans, no tener identidad, significa que cualquiera pueda vulnerar tus derechos […]. Cuando hablamos de derechos, hablamos de derechos humanos».

Por ella, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires determinó que el 18 de marzo sea el Día de la promoción de los derechos de las personas trans.

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La ley argentina respeta a las personas trans, no obliga; respeta sus derechos humanos básicos y su derecho a la identidad. Lo que falta es que el Estado haga cumplir la ley. El derecho a la identidad no es un invento: los derechos de las personas trans son derechos humanos.


Imagen de portada: Esteban Marchand

«No están aceptando la realidad de que la infancia trans existe»

La historia de Tiziana representa una de las tantas luchas en busca de derechos, contra el bullying y el acoso; de experimentar un nuevo mundo, perseguir la felicidad y la comodidad con unx mismx. Dos años después de compartir con sus papás su sentimiento de ser mujer, Tiziana logró ser reconocida por la justicia salteña y pudo cambiar su género en el Documento Nacional de Identidad.

Desde ese día sostiene que la gente debe respetarla por lo que es, y que ella se siente como cualquier otra nena de su edad.

Sin embargo, con tan solo 10 años tuvo que enfrentar burlas y faltas de respeto por parte de las autoridades del colegio Alejandro Gauffin, al cual asistía. A pesar de la pérdida de algunxs amigxs, el lunes comenzará las clases en otra escuela, en la cual busca mayor contención y una nueva oportunidad de disfrutar su infancia.

Graciela Puchetta, madre de la niña, presentó ante el INADI una denuncia en la que informa el maltrato y la discriminación de los que era víctima su hija, tanto por parte de sus pares como por parte de las autoridades del colegio.

Sus compañerxs le decían “doble”, “puto famoso”. Puchetta afirma que su hija no quería ir a clase por temor a las maestras. Cuando se enojaban con ella, la llamaban con nombre de varón o le decían “papito”. Tiziana tenía miedo de hablar y, por eso, no le contaba a sus padres el tormento por el que pasaba, del que se enteraron a raíz de una discusión que tuvo con un compañero de clase.

Graciela habló con la vicedirectora del establecimiento, y en ese momento entendió que quienes estaban al poder tampoco respetaban la identidad de su hija: se referían a ella como “niñito”. Por eso decidió realizar las denuncias correspondientes, en defensa de Tiziana y para evitar que esto vuelva a pasar.

«Me decían que los varones no usaban pelo largo y aritos, pero Tiziana era una nena y me hacían mandar autorizaciones firmadas para que pudiera usarlos. Ahora, hasta con un papel, siguen vulnerando los derechos de mi hija y no piensan cambiar».

Tiziana no es la única víctima de este tipo de situaciones, que muchas veces son fomentadas desde los medios de comunicación, cuando por ejemplo ultrajan la identidad de figuras como Florencia de la V.

Por este tipo de razones, entre otras, es de suma urgencia que se aplique la ley de Educación Sexual Integral en las escuelas (ESI), en espera de que la información sobre identidades sexuales eduque y termine con la discriminación.

«Estoy contenta pero pienso pedir audiencia con la ministra de educación. Tengo esperanzas de que no le pase lo mismo en la nueva escuela. Voy a seguir las denuncias pertinentes, pido a todas las organizaciones y les activistas que también lo hagan. No están aceptando la realidad de que la infancia trans existe. Quiero que respeten a mi hija y también a todes les niñes trans», sostuvo la madre de Tiziana.


Fuentes

Chile aprobó la ley de identidad de género

La Cámara de Diputados chilena aprobó el proyecto de ley de identidad de género. Esta ley brindará reconocimiento y protección a la expresión de género de cada persona y permitirá el cambio de sexo registral en la documentación para quienes así deseen hacerlo.

La medida, sancionada el martes pasado, no sólo reconocerá la validez y legitimidad social del reclamo por mayores libertades individuales para la construcción de la identidad, sino que también simplificará el trámite al designar al Registro Civil como institución donde presentarse para llevar a cabo el cambio en la documentación.

Además, impulsa un avance en materia de Derechos Humanos al eliminar la obligación de presentar evaluaciones psicológicas u otros exámenes de salud que, antaño, fomentaban la patologización de los géneros no binarios .

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Por otro lado, durante la revisión de la ley en la Comisión de Derechos Humanos, se definió también que los menores de 18 años podrán acceder al cambio de género con el consentimiento de sus progenitores.

Las organizaciones Fundación Renaciendo, Mogaleth y OTD Chile presentaron una declaración pública donde expusieron por qué surge la necesidad de implementar dicha legislación:

«Son numerosas las situaciones en que las personas trans desde sus primeros años de vida son rechazadas, deben vivir dando explicaciones y acomodándose a un traje que no les calza, desarrollando así mecanismos de defensa que les acompañarán para toda la vida.

El gigantesco trabajo de resiliencia que requieren para recobrar la autoestima y empoderarse todos los días ante una sociedad que les enseñó desde muy pequeñes que son un error de la naturaleza, que no debieran existir, es otra deuda más que como sociedad debemos asumir y que tarde o temprano deberemos compensar».

El proyecto, que lleva cuatro años de tramitación en el Congreso, se aprobó en el marco de la finalización del gobierno de Michelle Bachelet, quien ha recibido críticas por parte de los sectores políticos chilenos más conservadores.

Ley de Identidad de Género

El pasado 9 de mayo, se cumplieron cinco años de la aprobación de la “Ley de Identidad de Género” (Ley N° 26.743) que reconoce el derecho de todas las personas a mostrarse tal cual se perciben. Se puede hablar de una gran conquista para la comunidad trans, pero aún queda mucho por recorrer en cuanto a una verdadera aplicación de la ley, y ni hablar en materia laboral y educativa. Manuel Goddio (@GoddioManu), un joven trans, nos contó sobre su experiencia con el cambio del DNI, el cual recibió hace unas semanas, y cómo fue atendido en el hospital para un tratamiento de reemplazo hormonal.

Esta sanción permite que las personas trans sean inscritas en sus documentos con el nombre y el género con el cual se perciben, y obliga a que todos los tratamientos médicos de adecuación a la expresión de género sean incluidos en el Programa Médico Obligatorio. Esto quiere decir que no se necesitará ningún diagnóstico médico, psiquiátrico, ni autorización de ningún juez para realizar el cambio de DNI ni para recibir estos tratamientos.

Primero, nos habló sobre el trámite de cambio de identidad de género en su documento. Para ello, es necesario que se realice una rectificación de la partida de nacimiento. Manuel esperó siete meses su turno y afirmó que, una vez en el Registro Civil, los empleados no estaban muy seguros de cómo debería realizarse el trámite. Le dijeron que su partida estaría lista en tres meses, que terminaron convirtiéndose en casi un año y medio. “Durante todo el transcurso del año pasado iba una vez al mes al Registro Civil a preguntar en qué situación estaba el trámite y la mayoría de las veces no sabían explicarme bien qué era lo que pasaba”, nos comentó. Al final de este verano le dijeron que su partida estaba lista, pero que no sabían en dónde se encontraba. Finalmente, pudo resolver el problema gracias a un contacto que trabaja en el Gobierno de la Ciudad, quien lo ayudó a finalizar este asunto. Él afirma que también conoce a más gente que estuvo en situaciones similares por este tipo de desorden administrativo. Finalmente, con su partida nueva, realizó el cambio de documento gratuitamente y en diez días se lo entregaron en la puerta de su casa.

Con su DNI en mano, Manuel ya puede cambiar los datos de cualquier lista donde figure su nombre antiguo, como su título secundario, las listas de su facultad y el carnet de su obra social.

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Luego, nos habló sobre su experiencia con los médicos en el hospital para sus tratamientos y cirugías. Manuel nos dijo que uno de los profesionales le pidió que iniciase con los trámites del cambio de documento. “Se supone que eso es ilegal porque no te pueden obligar a cambies tu nombre para acceder a estos tratamientos. Hay personas trans que quieren modificar su cuerpo pero no cambiar su nombre”, destacó. Al mismo tiempo remarcó que el grupo de endocrinólogos con el que se está atendiendo está muy bien preparado y que está constantemente informándose sobre temáticas de género.

Su siguiente objetivo es conseguir que su obra social cubra los tratamientos con hormonas y cirugías que necesite para la adecuación de género. Esto debería suceder por ley, pero en la mayoría de los casos, las obras sociales se resisten en un principio, por lo que los pacientes deben realizar varios reclamos para que se les cubra lo que les corresponde.

“Tener que pasar por todo ese proceso es desgastante y doloroso también”, nos respondió él.

Cuando le preguntamos a Manuel cuál cree que tiene que ser el próximo paso para la integración de la población trans, nos dijo que debería ser “el real cumplimiento de la Ley de Identidad de Género”. También cree que debería haber más información sobre estos temas en talleres de educación sexual y que se visualice más la transexualidad.

“Creo que la ley es mucho más fácil de cambiar que la mentalidad de las personas», afirmó el joven, «y que se saque una ley de emergencia también para las mujeres trans, porque si ya la vida de la mujer no importa, imaginate la vida de una mujer trans. Literalmente, no existe”.

Si bien se reconoce el avance que implica la Ley de Identidad de Género, el desorden administrativo en el Registro Civil, los largos plazos de espera, la desinformación de algunos médicos y las peleas contra las obras sociales siguen siendo obstáculos en el camino que no pueden permitirse más. Hay que visibilizar estas problemáticas, educar y luchar por sus derechos, para conseguir una mayor integración de la población trans ya. que igualdad ante la ley no significa igualdad de oportunidades.


Foto: Twitter