Desde noviembre, se encuentra disponible en Netflix la miniserie que cuenta la historia real de Grace, una joven acusada de asesinato en Canadá en el siglo XIX, y que representa un tratado sobre la violencia a la que estaban sometidas las mujeres en esa época. Sin embargo, pasado y presente tienen mucho en común.
“Alias Grace” está basada en la novela homónima publicada en 1966 por Margaret Atwood, autora de “El cuento de la criada” que este año también estrenó serie. Mientras que esta última transcurre en un futuro distópico, la primera se va al pasado y retoma un caso real que conmocionó a la sociedad canadiense. Sin embargo, ambas sirven para reflexionar sobre el rol de la mujer en la sociedad.
Producida por Netflix junto a la televisión canadiense, la miniserie consta de seis capítulos de 45 minutos que narran la historia a ritmo lento y sutil, pero con efecto hipnótico y final inesperado. Es destacable que los roles más importantes estuvieran a cargo de mujeres: Atwood fue la productora ejecutiva, Mary Harron (American Psycho) su directora y Sarah Polley, la guionista.
La historia de una mujer: la condena de muchas
La ficción revive la historia real de Grace Marks, una joven inmigrante irlandesa que en 1843 fue acusada de asesinar a sus patrones en Canadá, junto a un peón de la misma casa. Aunque nunca se pudo confirmar su participación en los crímenes, la mujer pasó la mayor parte de su vida en cárceles y psiquiátricos.
La historia comienza años después de sucedidos los hechos cuando un comité encabezado por el reverendo Verringer intenta conseguir un indulto para Grace –interpretada de manera magistral por Sarah Gadon–. Con ese objetivo, contrata a un médico estadounidense, Simon Jordan (Edward Holcroft), para determinar si la joven cometió los asesinatos y si estaba en su sano juicio en ese momento.
Será Grace la encargada de contar retazos de su vida que el médico intentará unir para formarse un esquema de la mente de su paciente. No será fácil. La joven derrocha astucia y, acostumbrada a la mirada acusatoria que la condena hace años, no gritará a los cuatro vientos que es inocente, como sería de esperar. Por el contrario, la ambigüedad en su relato confunde al profesional y al espectador.
¿Fue capaz una joven tan dulce y tranquila de cometer asesinatos tan crueles? ¿Es todo lo que se dijo de ella? ¿Fue injustamente condenada? La duda se mantiene durante los seis capítulos. “Alias Grace” indaga en las profundidades de la mente de su personaje principal y, junto a ello, en la de los seres humanos, en general.
Dosis sutiles de denuncia feminista
“Alias Grace” no es un panfleto feminista. Pero no le escapa a la situación social de la mujer en el siglo XIX porque no puede: constituye la espina dorsal de la historia de su protagonista. Y de forma sutil denuncia a través de diferentes personajes los dilemas a los que se han encontrado expuestas las mujeres: el hambre, el matrimonio forzado, la prostitución, el aborto y el cuerpo femenino como objeto a poseer.
Otro logro de la serie es que la violencia se muestra en ráfagas. Con mínimos destellos que recuerda su personaje principal puede apreciarse el acoso sufrido por ella –que se convierte en todas– a lo largo de su vida. Las miradas lascivas, el poder siempre en manos de otro, y ese otro siempre hombre.
«Una vez que te encuentran con un hombre en tu habitación, tú eres la culpable, sin importar cómo ha llegado él hasta allí», dice Mary, la mejor amiga de Grace, en uno de los primeros capítulos. Es esa frase la que mejor denuncia a la sociedad de entonces, pero también a la actual: la mujer como germen de todos los males. Sin importar qué le hayan hecho, la culpa es suya.
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