Artículo colaboración escrito por Cielo Martínez
Las personas con identidades no binarias encarnan la evidencia de que el binarismo no es un modelo absoluto: el binario es sencillamente una simplificación de la realidad, pero no es la realidad misma. Sin embargo, las identidades son diversas y no alcanza con lo no binario para nombrar aquello que trasciende al género.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de un sistema binario de género o binarismo de género que nos oprime? ¿Quiénes son las personas que se rebelan a ese sistema binario? Y, fundamentalmente, ¿cuáles son sus identidades, experiencias y espacios de lucha?
Deconstruir el binarismo
En líneas generales, se suele pensar que sexo y género están separados. Sin embargo, la distinción entre ellos se pierde fácilmente. En ese plano, el sexo aparece como el conjunto de características biológicas fijas, mientras que el género se constituye como un conjunto de normas sociales variables. Si, por el contrario, reconocemos que la biología humana (incluyendo la sexual) se crea parcialmente en la sociedad y reconocemos que la sociedad responde a la biología, la distinción se pierde. Tal como lo afirmó Judith Butler, el sexo ya es género.
Desde los feminismos, a Butler le debemos el planteamiento del género como la base cultural sobre la cual se produce tanto la identidad de género como la sexualidad misma. Cuando la autora afirmó que el sexo es género y que ambos son productos de una historia cultural, nos permitió dar lugar a la desnaturalización del sexo como únicamente lo biológico.
A pesar de que las propuestas de desnaturalización tienen la intención de flexibilizar las normas que rigen en lo humano, no es posible saber cuándo acaba la biología y cuándo empieza la cultura: estas están tan imbricadas que no son realidades separables. En definitiva, el binomio de sexo/género corresponde a categorías impuestas y este último es uno de los mecanismos para perpetuar la cultura patriarcal mediante los comportamientos de hombres o mujeres, ya que cuando analizamos las diferentes corporeidades siempre es a través de la cosmovisión que sostiene el género binario.

Por fuera del sistema establecido, el espectro de identidades comprende el género fluido en aquellas personas que están en procesos de transición constantes y variables, lo ágenero como la identidad que no se identifica con ningún género y otras identidades como bigénero o pangénero que engloban más de una identidad, donde todas las identidades son posibles.
Encontrarse por fuera del sistema
Todo aquello que parece encasillarse en la teoría de género y los conceptos teóricos trasciende cuando, en la realidad social, hay personas que se permiten pensar por fuera del binario de género. Por eso es importante hacer visibles otras formas de vivir. Anker, activista de la organización Todes Con DNI, dialogó con Escritura Feminista para compartir su experiencia, reflexión y sentimientos como persona por fuera, incluso, de lo no binario.
Anker tiene 27 años, vive en la ciudad de Córdoba, actualmente se identifica como marika y, en primer lugar, nos establece a la identidad como un proceso fluido que dura toda la vida: «Nunca fui una persona cis, solo que en mi infancia no tenía herramientas para entender que me pasaba. Empecé a transicionar hace ocho o nueve años y comencé por saber lo que no era, no me identificaba con ser hombre o ser mujer. Desde ahí me posicione, con saber lo que no soy».
El quiebre comenzó con los debates políticos del proceso identitario, un paso fundamental para cuestionar en profundidad su identidad y darle más espacio a ese cuestionamiento en entornos cercanos. Elle asegura que es un proceso difícil de comprender y puede llevar tiempo entender la cuestión de la fluidez.
El género fluido es la identificación entre o más allá de los extremos de hombre-mujer. En este sentido, resalta que durante el último tiempo lo no binario se constituyó como una identidad: «No está bueno englobar a todas las identidades en no binarie, hay un montón de identidades y no todas se engloban allí. Yo sé que soy marika y no entro dentro del binomio varón/mujer, pero tampoco me identifico como no binarie».
La politización de su identidad le condujo a Todes Con DNI, un grupo de personas que trabajan por el respeto de las identidades por fuera del binomio varón/mujer. La organización nació de la necesidad concreta de tener acceso al DNI con la identidad que les representa, aunque en el proceso comenzaron a abordarse otras problemáticas como el efectivo cumplimento de la ley 26.743 de Identidad de Género.

Anker asegura que la ley no se cumple en casi ningún artículo. «No es solo el acceso al DNI: lo vemos reflejado en la falta de acceso a la salud y al trato digno. Muches descansan en que esta ley existe, pero no se implementa. Somos nosotres mismes nuestres agentes garantes de derecho». Los esfuerzos de parte de les activistas por alcanzar un trabajo en conjunto con organismos estatales, hasta ahora, no ha sido posible, a pesar de la propuesta técnica que han llevado a cabo.
La lucha es colectiva
Las identidades por fuera del binomio varón/mujer en organizaciones como Todes Con DNI trabajan en conjunto con organizaciones de todo el país; particularmente, de personas travesti-trans y disidencias. En este punto entra la importancia de establecer un diálogo y poner en común vivencias y necesidades. «Es necesario seguir fortaleciendo los espacios de articulación dentro de los feminismos, que aún son bastante incipientes. Hay que poder sentarse a pensar estrategias en conjunto porque si no, en primer lugar, no se llega a nada y en segundo lugar, no creo que sean reclamos tan distintos».
Bajo esta idea, Anker refuerza la necesidad de lucha conjunta entre los distintos sectores feministas, no solo con el objetivo de visibilizar el reclamo. Los esfuerzos deben orientarse hacia una sociedad involucrada con las luchas de sectores que han sido oprimidos y olvidados por el sistema: «Necesitamos apoyo real y concreto a nuestros reclamos, realmente está complicado».
En este contexto donde el reclamo por parte de las disidencias es poco escuchado e incluso invisibilizado por algunos grupos sociales (entre ellos, los espacios de feminismo radical), se vuelve más que necesario luchar por una sociedad libre de violencias e igual para todes a través de la posibilidad de establecer un diálogo y, sobre todo, escuchar a quienes luchan día a día.
Si bien nos queda mucho camino por recorrer, existen horizontes sobre los cuales proyectar. Le activista resume la lucha en la construcción de una sociedad que nos permita, desde niñes y sin imposiciones, construir la identidad de cada une:
«Quiero que puedan existir espacios para construir la identidad y vivir en la diferencia de cada une. Eso que nos diferencia es una potencia enorme y transformadora de todes».
Tal vez, al día de hoy vemos ese horizonte demasiado lejano para quienes luchamos por construir un futuro más igualitario, pero el camino empieza con interpelarnos y romper con lo que tenemos construido, o aunque sea solo cuestionarlo. Quizás sea hora de abandonar el hábito de crear dicotomías excluyentes, de mirar a le otre sin prejuicios y comprender que las etiquetas solo nos encasillan en un molde que, como vemos, es posible deconstruir para reconstruir.
La lucha es colectiva, lo personal es político y el presente es la herramienta para transformar un futuro que elegimos construir libre, igualitario y sin imposiciones.
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