Moda accesible: empoderamiento y resiliencia

Después de sufrir un accidente cerebrovascular, estar en coma y atravesar todo el proceso de recuperación plagado de operaciones y rehabilitación, Miriam Nujimovich aprendió a vivir otra vez. Además de afirmar que ganó calidad de vida, el accidente al que logró sobreponerse la llevó a transformar su vida: creó la primera PyME con perspectiva inclusiva en Argentina.

«Ese día estaba en la cocina de casa despidiendo a mi hijo de nueve años que iba a la escuela, como hacía todas las mañanas. De repente, percibí cómo se me aflojaba el cuerpo, sobre todo el lado derecho. Después, todo lo que intenté hacer se volvió una odisea».

Miriam Nujimovich.

Todo sucedió en el estado de Florida, Estados Unidos, en donde Miriam permaneció 5 horas desvanecida en el piso hasta que fue encontrada. Luego de un extenso periodo hospitalizada y atravesando procesos quirúrgicos, pudo volver a Argentina. Su caso no es aislado: la Federación Argentina de Cardiología considera al accidente cerebrovascular (ACV) como la epidemia del siglo XXI. Es la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en el país.

«En la Argentina, se produce un accidente cerebrovascular (ACV) cada nueve minutos: 126 mil casos de ACV por año, de los cuales 18 mil terminan en muerte. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que 15 millones de personas sufren un evento vascular cerebral al año en todo el mundo. De este grupo, 5 millones mueren y otros 5 millones sufren una discapacidad de por vida».

Federación Argentina de Cardiología – FAC

A pesar del shock que produjo este evento en su vida, y con una gran cuota de positivismo y resiliencia, Miriam no bajó los brazos y entendió, viendo a las dificultades que el mundo cotidiano le imponía, que era el momento de ayudar a otras personas con movilidad reducida, ya sea por edad, discapacidad, accidentes o por demás razones. Así nació Handy inclusiva (que en ingles puede traducirse a «práctico», «fácil de usar» o «a mano»), que trabaja con talleres como Cosiendo Redes y La Alameda, una ONG que lucha contra la trata de personas y la explotación infantil.

«Quería vestirme y no podía hacerlo. Entonces, le encargaba a mi modista ropa adaptable, esa que me permitiera vestir y desvestirme sola. Quería recuperar la autonomía perdida».

Miriam Nujimovich.

Autonomía. Eso es lo que Miriam no quería perder en absoluto. Y, como en la moda todo se puede ajustar y su objetivo era que la ropa fuera más fácil de poner y de sacar, además de prendas con sistema de cierre fácil inventó cortes adaptados a posiciones de sentado. No solo ofrece indumentaria y ropa interior para todas las edades sino también en una amplia variedad de talles, para todos y cada uno de los cuerpos.

«Las personas que tienen una discapacidad o algo que les afecta la movilidad tienen derecho a poder vestirse solas, a disfrutar eligiendo ropa que les genere confort y les haga verse atractivas como los demás. Somos una propuesta de triple impacto incluyendo en nuestra producción a la red de talleres dignos y confeccionando nuestras prendas con telas de economía circular. Es una solución inclusiva para todes: con nuestros productos es fácil vestirse, brinda independencia, autoestima y, sobre todo, estás a la moda».

Miriam Nujimovich.

Handy piensa en todas las necesidades. La ropa se adapta a piernas, brazos o cualquier parte del cuerpo que se necesite. Es por eso que trabajan con médicos que les asesoran. Por ejemplo, algunas prendas se abren completamente para que el proceso de vestirse pueda realizarse con una sola mano, los velcros reemplazan botones y se buscan los mejores materiales y los más adecuados para que cada diseño sea único pero funcional.

Podes visitar la web de la marca, en donde se comercializan sus prendas y en donde podes conocer un poquito más de su historia, y mostrarles tu apoyo a través de su cuenta de Instagram: @Handy_inclusiva.

Las etiquetas en la ropa molestan.
Las etiquetas en la gente, también.

Handy, una marca que no etiqueta.

Fuentes


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Flores para todes: género e indumentaria

Artículo colaboración escrito por Helga Soto


Llegó la primavera y, con ella, las flores. En esta nota, nos adentramos en el mundo de los diseños florales para la indumentaria y el género. ¿Podemos pensar en que las flores pueden ser para todes?

En la mítica escena de El diablo viste a la moda, Miranda Prestley se ve decepcionada ante una de las propuestas de los empleados de Runway. «Florales? Para la primavera? Revolucionario», afirma secamente la directora. 

Fuente: Museo del Traje – Ministerio de Cultura.

Las flores siempre estuvieron presentes en la indumentaria: algunos expertos marcan Asia como una de las primeras zonas geográficas en utilizarlas pero la realidad es que este tipo de diseños (con sus variantes y particularidades) están presentes en casi todas las culturas y épocas. De hecho, esto se puede observar en una de las muestras del Museo del Traje, «Vegetabilia», con una selección exquisita de prendas de diferentes épocas y zonas geográficas.

Bordados, tejidos, estampados, apliques: todo es posible para sumar florales a prendas y accesorios. De alguna manera es difícil pensarlas como revolucionarias, pero aun así este tipo de diseño sigue estando feminizado.

Esto no fue siempre así. En el siglo XVIII, las flores eran usadas por hombres y mujeres por igual pero todo cambió en el siglo XIX con el fenómeno de la Gran Renuncia, con el cual la indumentaria masculina pasó a ser sobria y funcionalista mientras que la femenina era adornada. De esta manera, se configuraba un mundo binario: la sociedad se dividía en hombre y mujeres y cada uno tenía ciertas características, comportamientos, gustos y, por supuesto, apariencia. 

Trajes masculinos del siglo XVIII

A partir de allí, las flores permanecieron casi siempre en territorio femenino, sobre todo aquellas más coloridas y de mayor tamaño. Sin embargo, desde entonces han habido algunas vueltas a este pasado florido. 

Woodstock – 1969

El revival más fuerte de esta demostración de la masculinidad tan floral es la llamada Revolución del Pavo Real. Ocurrido entre mediados de los años 60 y principios de los 80, este período marcado por la turbulencia social y las tensiones en las relaciones de género vio la vuelta de un estilo masculino adornado y colorido. Por eso, el Flower Power de esta etapa se volvió generalizado para todos los géneros. Además, el diseño se abrió a otros motivos florales no occidentales, aumentando la variedad de dibujos en las prendas. 

Palomo Spain – 2021

Esta última «revolución» no terminó de romper los estereotipos de género en la indumentaria y en las últimas décadas del siglo XX los florales masculinos estaban limitados a estampas pequeñas y de colores desaturados. 

Por suerte, entre tantas transformaciones de los diseños florales en la indumentaria, estamos llegando a un momento donde cada vez está menos atado al género de la persona que elige usarlas. Diseñadores como Marni, Dries Van Noten, Palomo Spain y muchos otros están llevando a las pasarelas diseños florales con mucha presencia y celebridades como Harry Styles abrazan todo tipo de flores en sus prendas.

Las relaciones entre género y flores no siempre fueron las mismas; tuvieron idas y venidas, contradicciones y cambios. Desde acá, esperamos que en esta primavera, cada une encuentre su flor favorita para usar en los días de calor


Fuentes:

  • Museo del Traje de Buenos Aires
  • Fashion Institute Technology
  • Podcast Dressed

Hasta nunca, tacones

Miles de mujeres japonesas se manifestaron en contra de la convención social, casi obligatoria, que exige el uso de zapatos de taco alto durante la jornada laboral.

#KuToo es el nuevo movimiento que encarna la petición entregada la semana pasada a las autoridades japonesas. ¿Te molesta tener que usar tacos en el trabajo? A ellas también y, por eso, decidieron hacer algo al respecto.

El slogan «KuToo» refiere a un juego de palabras con los conceptos japoneses kutsu (zapato), kutsuu (dolor) y un guiño al movimiento feminista MeToo. La campaña fue iniciada por la actriz y escritora Yumi Ishikawa, quien tras recibir el apoyo de grandes grupos de personas a partir de una publicación en Twitter decidió lanzar una petición online y rápidamente ganó la adhesión de más de 25.000 mujeres.

Una nueva versión de la revolución feminista que, como sostiene El Mundo, comienza por los pies y consiste de una rebelión multitudinaria contra la incomodidad disfrazada de moda. Luego de contactarse con personal del Ministerio de Trabajo, Ishiwaka sostuvo que era la primera vez que un pedido de este tipo llegaba a la institución y que una de las funcionarias que la recibió simpatizaba con la demanda.

Con una propuesta en el sitio Change.org, Ishikawa se volvió viral y manifestó que no solo se trata de una convención sexista, sino que también atenta contra la salud, ya que ocasiona problemas en pies y espalda. Un acto que refleja modales en las mujeres pero parece no ser necesario en los hombres, a quienes no se los acusa de impertinentes por llevar zapatos bajos.

«Hemos presentado un manifiesto en reclamo de una ley que prohíba a los empresarios obligar a las mujeres a llevar tacones: es discriminación sexual y constituye acoso. Es difícil moverse, no puedes correr y te duelen los pies. Todo por las convenciones sociales».

Expertos afirman que el caso muestra una vez más la misoginia arraigada en la cultura japonesa, que quedó demostrada por el diputado Kanji Kato en 2018 cuando sostuvo que las mujeres debían tener varios hijos y que las que preferían permanecer solteras terminarían convirtiéndose en una carga para el estado.

El stop a los tacos no es novedad: en el año 2017, la provincia canadiense Columbia Británica le prohibió a las empresas obligar a sus empleadas a usar tacos, por considerarlo peligroso y discriminatorio. Por otra parte, en 2016, la británica Nicola Thorp inició un reclamo similar luego de que en su trabajo la obligaran a irse a su casa porque se negaba a usar los zapatos altos.

Días más tarde, el ministro de Sanidad de Japón, Takumi Nemoto, volvió a desatar la polémica tras afirmar que llevar tacos es necesario para las mujeres y apropiado en un entorno laboral. Luego, en un intento de matizar sus palabras, consideró excesivo que una empresa obligase a las trabajadoras a usarlos.

En las redes sociales se comenta que este movimiento va a repercutir a nivel global en los estrictos códigos de vestimenta de algunos establecimientos, aunque algunxs se niegan a aceptar este cambio y afirman que los tacos otorgan presencia y actitud. Vos, ¿qué pensas?


Fuentes

Resistencia que incoMODA

Escritura Feminista abre un ciclo al interior del mundo de la moda para derribar los prejuicios y buscar qué hay detrás de cada prenda, qué significa lo que usamos para vestirnos, qué expresa cada marca y por qué lo hace. «Resistencia que incoModa» pretende hacerte preguntar de dónde vienen la remera y el pantalón que estás usando y por qué el sistema no quiere que te preguntes cuál es su procedencia, qué estereotipos oculta y cómo la cultura hegemónica se apropia de ellos.

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¡No tengo ropa!

Yo, persona empírica, mujer, argentina, de 27 años, me dirijo hacia algunos locales de indumentaria en busca de un short de jean. Sí, un clásico short de jean.

«No debería llevarme más de cuarenta minutos», pienso. Estoy sólo a un par de cuadras de casa.

Entro al primer local, uno de esos con carteles llamativos que rezan «Descuentos, sólo por hoy» o «Ahora 12», aunque de esos ya queden muy pocos… Efectivamente, una fila numerosa de hermosos pantaloncillos cortos esperan por mí. Miro los talles y ¡elijo!

¿Elijo? En realidad comienzo una selección de los que podrían atravesar las curvaturas de mis piernas, para continuar por la travesía del mapamundi sin quedar encallado y desertar, para finalizar su tramo en las caderas que no mienten y abrochar así el botón del triunfo.

Sí, dije culo. Mapamundi, posaderas, nalgas, culo o como más te guste.

Yo, sujeto subjetivo, mujer, argentina, de 27 años, de 1,70 m de altura y 66 kg de peso no quepo en el talle más grande que tiene el comercio. Conmigo no iba la oferta ni la no oferta del mes. No importaba el precio ni la marca: ningún short atravesaba este culo.

Sigo caminando. Entro al próximo local, y al siguiente, y al siguiente del siguiente… En todos me pasa lo mismo. Extraño, ¿no? ¿Estoy mal, estoy gordita? Para los cánones de belleza ideal de la actualidad, seguro que sí. Para ser una persona sana y activa que come sin culpas, seguro que no. Para los conceptos que milito y en los que creo profundamente, la respuesta es un no rotundo.

Los percheros exhiben en su mayoría los talles XS, S, o M. El talle S bien podría ser para el cuerpo de una niña o adolescente. En algunos negocios las cosas eran algo distintas, como el caso de una firma muy conocida en Buenos Aires, cuyo talle S representaba el tamaño de un M o L en otros lugares. La noticia es que no había nada más allá de un S. Ya no importaba el modelo, ni el color, ni (mucho menos) el tipo de tela.

«¿Qué talle sos vos?», le pregunto a la vendedora.

«Yo soy M. Ese te va a entrar», me responde.

Fornidas piernas traía la muy mentirosa. Pero no es su culpa, ni es mi culpa. No me adaptaré a talles, modas ni modelos. Los talles deben adaptarse a mí.

Belleza es salud, bienestar, y sobre todo amor propio. Amor, y más amor.

#Opinión El alto costo de la vida

Nota por Julieta Lovera


El día 23 de abril de 2013, las personas que se encontraban en sus puestos de trabajo habituales observaron anomalías y grietas en las paredes del edificio pero, a pesar de las quejas y por pedido de sus supervisores (los cuales aseguraban que el lugar era seguro), sin tener otra alternativa, al día siguiente retomaron sus tareas en el lugar.

Alrededor de las nueve de la mañana del 24 de abril se produjo el colapso del edificio Rana Plaza, en Savar, distrito de Dacca, Bangladesh, que dejó un total de 1127 muertos y 2437 heridos. Fue el segundo derrumbe más grande después del ocurrido en 2001 en el World Trade Center de Nueva York. A partir de ese día, en el Rana Plaza nada sería como antes; en un segundo, aquel edificio de 8 pisos pasaría a ser solo escombros teñidos de sangre.

Les propongo hurgar en la naturalización de uno de los bienes más comunes que tenemos y que, a su vez, es una de las industrias que más dinero recaudan a nivel mundial. Una industria que genera devoción en algunos, extremo rechazo en otros, y un sentimiento de indiferencia o acostumbramiento en la mayoría de nosotros: la famosa industria de la moda.

Pocas personas cuestionan a este negocio al nivel que lo hacen a otro tipo de industrias, como las alimenticias, financieras, o tecnológicas. ¿Pensaron alguna vez qué hay oculto atrás de ese mundo de alta costura, chicas hermosas, y creatividad sin límites?

Si pensaron más allá de lo simple, están pensando bien: ocultos detrás todo eso se pueden encontrar salarios bajos, desigualdad de género, niños alejados de sus familias, hacinamiento, violencia, trabajo infantil, consumismo, malas condiciones laborales, contaminación, enfermedades y muertes, sólo por nombrar algunas cosas.

No es habitual hablar de la precarización laboral en los países menos desarrollados de Asia, ya que estos tópicos quedan tapados por las problemáticas de precarización en nuestro territorio latinoamericano, pero sin embargo deberíamos empezar a mirar hacia el este con una nueva perspectiva.

Este texto surge del documental The True Cost, el cual da en la tecla dentro de la cabeza del espectador como algo que se rompe y nunca más podrá arreglarse. ¿Acaso no es una de las sensaciones más desgarradoras pero apasionantes cuando nos ponen la realidad en la cara?

Sin tapujos ni censura, este documental te frota los ojos con la problemática y grita “Mirá, esto es lo que vos naturalizás todos los días. Esta es la injusticia que ignorás cuando te levantás cada mañana. Esto pasa en el mundo también y vos sos cómplice”. Como espectadora, me sentí invadida, vulnerable y culpable, por todas las veces que miré a un costado y sin siquiera preguntarme el por qué de muchas cosas.

Como bien se titula, el documental trata el verdadero costo de la ropa que usamos cada día de nuestras vidas, de lo que se conoce como Fast Fashion (“moda rápida”). Así es como nos tiene (mal)acostumbrados el consumismo que, a su vez, es generado por el sistema capitalista en el cual nos encontramos envueltos, y que se alimenta de sí mismo.

La “moda rápida” es fácil de definir: utilizamos y tiramos. Los must de la indumentaria son desechables en menos de un mes y las dos temporadas pasan a ser obsoletas con el objetivo de vender más en menos tiempo. ¿Quiénes son los damnificados detrás de esta industria? Desde los compradores compulsivos que nunca logran saciar sus necesidades de consumo hasta los niños que no tienen agua potable porque los ríos de sus pueblos están contaminados.

Como vemos, la moda low cost tiene su verdadero costo en el factor social. Marcas tales como H&M, GAP, Zara y Wal-Mart, entre otras, son partidarias de este sistema perverso en el cual al costo de vida le bajan el costo de la ropa. La ropa que usamos todos los días  puede estar contaminando ríos y lagos, o quizás esté siendo fabricada por las manos de un nene de 10 años que debería estar aprendiendo en el colegio o jugando en un parque.

El día que vi el documental, no pude parar de llorar. “Somos monstruos” me dije a mí misma con una camisa de Zara puesta. Me dí asco. Pero con el tiempo quise que ese asco se transformase en voz.

Entre los datos más desgarradores involucrados en la moda tratada en el documental, podemos contar que:

  • Alrededor de 250 000 productores de algodón en India se suicidaron en los últimos años por deudas contraídas en la compra de semillas de algodón genéticamente modificadas.
  • En todo el mundo, la compra de ropa aumentó en un 400% durante las últimas dos décadas.
  • El 90% de la ropa que se tira termina en vertederos o contaminando ríos, lagos y mares.

¿Acaso esto no es motivo suficiente para que nos demos cuenta de que algo malo está pasando? Los invito a que vean The True Cost, y se sientan tan o más invadidos que yo.

Motivos hay miles, pero comenzar a pensarlo es parte de la solución.

 

 

Fuente consultada:

https://truecostmovie.com/

https://www.youtube.com/watch?v=iSa2SwzhzT0

 

Modas marcadas, modas que marcan

«NO SEAS ESCLAVA DE LA MODA» es el lema que lleva la campaña lanzada recientemente por el brasileño Márcio Nazianzeno, que muestra a través de una serie de imágenes las marcas que dejan los talles pequeños o la ropa ajustada en el cuerpo de la mujer.

Es un problema que se extiende a escala global: no está limitado a Argentina o Brasil, ya que en muchos lugares del mundo no se cuenta con la Ley de Talles, y en muchos otros sí está vigente mas no se hace efectiva ni se cumple de forma adecuada. Es por ello que a través de esta propuesta se busca concientizar acerca de la importancia que esta problemática conlleva.

Algunos especialistas señalan que usar ropa ajustada afecta a la circulación sanguínea y causa dolores, varices y celulitis, pero más allá de la mirada médica, es necesario contar con una amplia gama de talles que se correspondan tanto con el cuerpo de cada mujer como con el gusto que cada una tenga en la elección de sus prendas.

En base a una encuesta realizada en 2016 a 2554 personas de entre 12 y 68 años, dirigida por la organización social AnyBody Argentina, se calculó que el 68,8% de los participantes manifestó tener problemas para adquirir talles grandes, y se prevé que el porcentaje aumente si la ley continua implementándose como hasta ahora.

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Además, Nazianzeno aseguró que las marcas se asemejan a huellas de agresión o tortura, y apuesta a que esta campaña pueda denunciar a la industria que ha limitado la libertad de vestirse, continuando con el movimiento que se viene impulsando también a escala global, desde Estados Unidos y Europa.

En nuestro país, hay provincias que ya cuentan con la Ley de Talles, como es el caso de Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Santa Fe, Córdoba, San Juan, Mendoza, La Pampa, Río Negro y Santa Cruz.

No seas esclava, ni de la moda ni de nadie. VOS, ELLA, NOSOTRAS, YO, TODAS necesitamos talles grandes, necesitamos poder vestir cómodo y, para ello, se debe hacer efectiva la ley.

NO SEAMOS ESCLAVAS DE LA MODA.

FUENTE: Los Andes/AnyBody Argentina.