Mumalá propone un proyecto para erradicar la violencia de género

En Argentina, la violencia machista no cesa. Según el Observatorio Lucía Pérez de violencia patriarcal, entre el 1 de enero y el 17 de diciembre de 2021, se cometieron 296 femicidios y 247 niñes quedaron huérfanes. Además, ocurrieron 356 marchas y movilizaciones contra la violencia patriarcal. Respecto al mes de diciembre, 18 mujeres murieron en manos de femicidas en 17 días, es decir que hubo un femicidio cada menos de 24 horas.   

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Gaby Sosa, Directora Ejecutiva de Mumalá Nacional, cuenta a Escritura Feminista que hace muchos años que la agrupación Mumalá viene trabajando en todo el país por los derechos de las mujeres y las diversidades sociales. Entre otros trabajos, acompañan en el territorio y en los pedidos de justicia, contienen y brindan estrategias de fortalecimiento a mujeres y disidencias, para quienes han transitado la violencia y necesitan volver a vivir una vida libre.

Descripción de imagen: retrato de Gaby Sosa sonriendo a cámara. Es una mujer de piel morena clara y cabello lacio, castaño oscuro, largo hasta el pecho.
Gaby Sosa, Directora Ejecutiva de Mumalá Nacional

Proyecto #EmergenciaNiUnaMenos

El proyecto fue difundido por redes sociales y se encuentra en la plataforma change.org para seguir juntando adhesiones. En la misma línea,  durante los años 2018 y 2021 fue presentado ante el Congreso de la Nación. En la actualidad, el proyecto está en la Cámara de Diputados y desde Mumalá reclaman por su debate y posterior aprobación.

«Hablamos de emergencia porque los números lo explicitan así. En la argentina tenemos 204 femicidios a fecha del 25 de noviembre, y no han podido descender esos números en la última década», manifiesta la directora de Mumalá. Además, agrega que eso debe ser «sumado a hechos muy paradigmáticos donde se ha evidenciado la ausencia, la desprolijidad y el desorden del Estado».

Respecto a los registros de la violencia machista, Sosa explica que «los datos estadísticos que va produciendo la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los que van generando las organizaciones, entre ellas nosotras desde Mumalá, evidencian la emergencia en violencia de género». La activista sostiene que no solo se trata de los femicidios, sino también de los intentos de femicidios que no son registrados por la Corte ni por ningún organismo del Estado. Mumalá está trabajando en la recopilación de estos datos.

Con el objetivo de buscar soluciones, dentro de los principales puntos del proyecto se encuentran:

  • Abordaje integral de las violencias machistas.
  • Acompañamiento económico y asistencia integral para personas en situación de violencia de género.
  • Inversión para la creación de ámbitos de género y diversidad por parte del estado.
  • Fortalecimiento de organizaciones que promueven los derechos de mujeres y de la comunidad LGBTIQ+.
  • Monitoreo de normativas vigentes como la Ley Micaela, Ley de Educación Sexual Integral y Ley IVE.
  • Plan nacional de desarme en la sociedad civil.
  • Abordaje y reeducación de varones agresores.
  • Creación de casas de protección para personas en situación de violencia de género y riesgo de vida.
  • Registro único de situación de violencia de género.
  • Fortalecimiento de los mecanismo para el acceso efectivo a los servicios de salud sexual, reproductiva y no reproductiva.

El rol del Estado

«En ese camino de acompañamiento y de trabajo con las mujeres y disidencias, fuimos identificando cuáles eran los problemas que tenía el Estado a  la hora de asistir, de sancionar, y desde ahí pensamos la construcción del proyecto de emergencia y, a la par de eso, de las estadísticas que nosotras vamos elaborando. Experiencia concreta y elaboración de las estadísticas».

Gaby Sosa, Directora Ejecutiva de Mumalá Nacional.

Por su parte, el proyecto contempla un abordaje integral de la violencia. No se trata solamente de políticas de sanción a los agresores, dado que claramente es necesario un abordaje desde la prevención para que las situaciones no sucedan: «Desde la asistencia, cuando han sucedido, y esto que tiene que ver con el Poder Ejecutivo, de contar con legislaciones que no se superpongan sino que potencien y aborden las particularidades de la violencia. Son múltiples las dimensiones que originan las violencias de género, son múltiples las dimensiones. Es responsabilidad de los tres poderes del estado y los tres niveles del estado resolver la situación, eliminar la violencia», explica Sosa.

Descripción de imagen: de pie en la calle, dos jóvenes sostienen un cartel blanco con letras violetas resaltadas en naranja donde se lee «¡Todes a las calles! Emergencia Ni Una Menos. Mumalá».

Por otro lado, al usar la palabra «integral», Mumalá se refiere no solo al rol del estado sino al rol de las organizaciones de la sociedad civil: «Las organizaciones de mujeres feministas disidentes han puesto en la agenda pública este tema. En 2015, como momento importante, el primer 3 de junio, pero lo seguimos poniendo y creemos que ahí hay un rol determinante a la hora de visibilizar las violencias, pero también esas miradas el estado necesitaría tener en cuenta».

Respecto al acompañamiento del Estado a las organizaciones, Sosa denuncia que es limitado. «Muy escaso el acompañamiento, siempre ha sido a través de la lucha que hemos dado en las calles que nos han atendido en los ministerios».

«Hay una marca muy similar con la gestión anterior. Creo que hay más facilidad de acompañamiento a organizaciones que están más cercanas a la política de la gestión. Esto ya pasó con Macri y vuelve a pasar con la gestión de Alberto Fernández».

Gaby Sosa, Directora Ejecutiva de Mumalá Nacional.

La entrevistada explica que la violencia de género aumenta en el contexto de crisis y desigualdad, tanto económica como social, que atraviesa nuestro país. «Una mujer o una persona travesti-trans que atraviese una situación de violencia de genero, cuando hay una base de pobreza, de indigencia u otras desigualdades, se agudiza su situación. Se hace mucho más complejo salir de esa situación si no tenés autonomía económica», concluyó.


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Acoso callejero: la inseguridad de la que no se habla

Una tarde iba caminando por la calle; tenía puesto un monito rosa, medio ajustado y de pantalón largo. El trayecto era de mi casa al cajero automático a la vuelta, no tenía que caminar tanto. Llegando a la esquina, frena una moto y me dicen: “Cómo te chuparía el culo”.

Debo reconocer que me quedé quieta, sin reacción. No era la primera vez que me pasaba, no era la primera vez que me pasaba cuando me vestía así. No era la primera vez que me pasaba cuando me ponía ese monito.

Debo reconocer que, antes de vestirme con mi enterito hermoso, lo pienso dos veces. No deberíamos detenernos en ese instante de duda, porque no hay que darle lugar a aquellos hombres que nos inhiben.

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La palabra acoso viene de la acción de acosar, y puede referirse a algo físico, sexual, callejero y muchos más. Cuando las mujeres comenzamos a hablar, dicha palabra fue mutando. Antes, caminábamos por la calle y al lado nuestro pasaba un sinfín de palabras de todo tipo, desde un “qué linda” hasta un “te parto”, más todo lo que se les ocurra.

Ahora sigue pasando lo mismo, pero la palabra acoso se mira de otra manera, se mira con otros ojos, porque algunas mujeres hablaron y eso que dejábamos pasar, hoy ya no lo hacemos. Hoy contestamos, hoy denunciamos.

Algunos hombres parecen creer que eso nos gusta, que nos encanta. Díganme que algunas vez no les dijeron “Si querés levantar tu autoestima, pasá por una obra en construcción”.  No entienden que eso no nos levanta el ánimo, no nos gusta.

¿Por qué tenemos que escuchar esas cosas cuando usamos una pollera minifalda? O algo ajustado, o lo que queramos ponernos. ¿Acaso nosotras vamos por la calle gritando “Mirá qué bulto”, “Pero si te agarro…”? Pero sí tenemos que soportar esos gritos de algunos hombres.

Nunca falta quien proclama que “ahora ni un piropo se les puede decir”. Nos gritan cosas por la calle sin siquiera conocernos. ¿Con qué intención vienen, se acercan y reproducen palabras sobre nosotras? No es lo mismo un piropo que el acoso; acosar es pasar un límite, uno que no está permitido. ¿Le dirías a tu mamá lo que a mí me gritás por la calle?

“Para nosotras, el acoso callejero es un obstáculo muy grande para la libre circulación de las mujeres y para sentirnos bien, cómodas y libres cuando transitamos el espacio público, ya sea en la calle o el transporte por ejemplo”, dice Sofia Botto, coordinadora de Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala), en la ciudad de Rosario.

Una de las principales cuestiones para ponerle fin a esto es una ley contra este tipo de acoso. “Seguimos pensando la posibilidad de que se pueda aprobar la ley de acoso callejero nacional. Nos parece que esto es importante para poder debatir los Códigos de faltas; por ejemplo, que se contemple dentro del Código de faltas el acoso callejero, que se pueda denunciar, que eso tenga alguna consecuencia”, afirma Sofía.

 

Datos para tener en cuenta

Desde Mumala, se realizó un estudio de datos sobre 1300 mujeres en distintas provincias de la Argentina en base a “la violencia contra las mujeres en el espacio público”. Se consultó a mujeres de Buenos Aires, gran Buenos Aires y Mar del Plata, Salta, Mendoza, Rosario, Santiago Del Estero, Córdoba, Corrientes, Tucumán y Neuquén.

  • El 80% de las mujeres encuestadas se sienten inseguras al transitar el espacio público.
  • El 93% de las mujeres dijo haber sufrido acoso sexual callejero a lo largo de su vida.
  • El 77% prefiere ser acompañada a las paradas de colectivo o ser esperadas allí (porcentaje que se mantiene de manera uniforme en todas las provincias consultadas).
  • El 20% dice haber sufrido abuso (roces, manoseo) dentro del colectivo. Aumenta en Córdoba (37%) y en Buenos Aires (34%).
  • El 90% se mantiene en comunicación con un familiar cuando viaja en taxi.
  • De las mujeres acosadas, el 74% no denunció la situación durante el viaje.
  • El 30% fue acosada por el conductor del taxi. En Buenos Aires y Córdoba, el número llega al 25%.
  • El 100% refiere haber llevado adelante diferentes estrategias para sentirse más seguras en la vía pública, de forma consciente.

No hay que callar, no hay reprimirse. Es importante denunciar al tipo que nos acosa en la vía pública. Somos nosotras las que no tenemos que tener esa sensación de miedo mientras vamos de un lugar al otro, porque son ellos los que están fuera de la línea.

Salgamos a la calle y pongámonos los que se nos antoje. No se repriman, no se inhiban por el solo hecho de saber que nos van a decir algo por la calle. Quiero salir y mostrar mi escote, mis piernas, mi cuerpo. Mostremos, chicas, mostremos lo que tengamos ganas de mostrar, y ganémosle a ese hombre machista que siente que por gritarnos guarangadas es más hombre.

Ponete lo que quieras porque sos una mujer libre y porque hay que romper esa barrera. Ponete y salí a deslumbrar al mundo exterior.

 

Femicidios: nos siguen matando

“Se carecía de una palabra para expresar la forma más extrema de violencia contra las mujeres, producto de las relaciones inequitativas entre los géneros. Por eso fue necesario acuñar un nuevo término: femicidio. Concebir de esta forma los asesinatos de mujeres por razones de género permite una comprensión más profunda del fenómeno y sus causas, entre ellas un componente social que pone el eje en el hecho de que todas las expresiones de violencia contra las mujeres están arraigadas en construcciones de poder que ordenan las relaciones sociales entre hombres y mujeres”, Primer Registro Nacional de Femicidios (2015).

En el año 1970, Diane Russell (escritora y activista) acuñó el término “Femicide” para diferenciarlo del usual homicidio, y lo definió como “los asesinatos realizados por varones motivados por un sentido de tener derecho a ello o superioridad sobre las mujeres, por placer o deseos sádicos hacia ellas, o por la suposición de propiedad sobre las mujeres”.

En el año 2012, en nuestro país se incluyó la figura de femicidio como agravante del homicidio. Y fue en 2015, luego de que surgiera el movimiento Ni Una Menos, que desde la Corte Suprema de Justicia se le encomendó a la Oficina de la Mujer realizar el primer Registro Nacional de Femicidios (con datos sobre los casos ocurridos en 2014).

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En 2014, se registraron 225 femicidios en nuestro país.

El movimiento Ni Una Menos surgió de la necesidad de visibilizar el flagelo que eran (y son) los femicidios en nuestro país. El 3 de junio de 2015 se realizó la primera movilización que reunió a mujeres de todo el país para gritar “Ni una menos, vivas nos queremos”.

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3 de junio de 2015: la primera movilización del movimiento Ni Una Menos.

Según un informe de MuMaLá, en el año 2017 se registraron 298 casos de femicidio en nuestro país. Esa cifra implica un femicidio cada 28 horasEn los primeros 15 días de 2018, se registraron al menos 13 femicidios.

A pesar de la lucha y de la masividad que consiguió el movimiento de mujeres, las cifras de femicidios siguen sin bajar significativamente. Nos siguen matando a diario.

Pasan los años, y la violencia machista sigue sin dar tregua. Se sigue llevando la vida de nuestras compañeras, como si no importara, como si no fueran nada. Pasan los años y seguimos sin una respuesta, seguimos sin políticas públicas firmes.

¿Cuántas vidas perdidas más tendremos que lamentar para que el Estado deje de estar ausente? ¿Cuánto tiempo más tiene que pasar para que el Estado diga «Ni Una Menos»?

 


Fuentes:
Las MuMaLa
Registro Nacional de Femicidios 2014 – CSJN
Ni Una Menos

25/11: Mariposas contra la violencia de género

El 25 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, fijado por la ONU. Aunque la lucha es cotidiana, establecer una jornada específica permite repasar la situación mundial, concientizar y adoptar nuevas estrategias.

La violencia contra las mujeres es una violación a los Derechos Humanos. El femicidio es el eslabón final de una cadena que empieza mucho antes: cuando se asignan roles de género, se silencian nuestras voces y se mide el largo de nuestras polleras. Pero también cuando nuestros salarios son menores que los de nuestros pares hombres y es el Estado el que decide sobre nuestros cuerpos. Los ejemplos no se agotan. Hay mucho por cambiar.

Las hermanas que son bandera

Que el 25/11 se conmemore el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer no es casual ni arbitrario. Un día como ese, en 1960, las tres hermanas Mirabal fueron brutalmente asesinadas por protestar contra el dictador de República Dominicana, Rafael Trujillo.

En su país. Minerva, Patria y María Teresa son conocidas como “Las Mariposas”. Nacidas en una familia acomodada en la provincia de Salcedo –hoy llamada Mirabal–, llevaban más de una década de activismo político, y habían sido detenidas, violadas y torturadas en varias ocasiones por el régimen de Trujillo, quien les tenía firmada su sentencia de muerte.

«Fue tan horroroso el crimen que la gente empezó a sentirse total y completamente insegura, aun los allegados al régimen; porque secuestrar a tres mujeres, matarlas a palos y tirarlas por un barranco para hacerlo parecer un accidente es horroroso», explica Luisa de Peña Díaz, directora del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana (bbc.com).

Las hermanas son hoy símbolo de resistencia y valentía; ejemplo de que al horror se le responde con activismo y poniendo el cuerpo hasta que la violencia deje de ser la respuesta de los más débiles. En su memoria, la ONU eligió el 25/11.

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Álvaro Diaz y Adony Flores, 25 de noviembre, Día de la no violencia contra la mujer, CC BY-SA 4.0

Estadísticas mundiales de la violencia de género

En 1993, la ONU aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en la que definió a la problemática como “todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada”.

Según datos del informe Progresos en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2017)”, referidos a 87 países y recolectados entre 2005 y 2016:

  • El 19% de las mujeres de entre 15 y 49 años de edad dijeron que habían experimentado violencia física o sexual, o ambas, a manos de su pareja;
  • En 2012, casi la mitad de las mujeres víctimas de un homicidio intencional en todo el mundo fueron asesinadas por su pareja o un familiar;
  • La ablación (mutilación genital femenina) ha disminuido pero sigue existiendo. En los 30 países que disponen de datos representativos se contabilizó que más de 1 de cada 3 niñas (de edades entre los 15 y los 19 años) habían sufrido esa práctica;
  • Sólo un 52% de las mujeres de entre 15 y 49 años que están casadas o viven en pareja toman sus propias decisiones en materia de relaciones sexuales consentidas, usan anticonceptivos y acuden a los servicios de salud.

Cuando en 1999 la Asamblea General de Naciones Unidas seleccionó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, invitó a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a organizar cada año actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto del problema de la violencia contra la mujer.

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Argentina: violencia que no da tregua

Gracias a la iniciativa impulsada por el colectivo Ni Una Menos, se  realizó el relevamiento “Contá la Violencia Machista” publicado en noviembre de 2016 con un muestreo de 59 380 casos cuyos resultados sobre las relaciones de pareja fueron los siguientes:

  • El 47% de las encuestadas sufrió violencia económica;
  • El 48% sufrió violencia contra la libertad reproductiva y el 68% imposición sexual;
  • El 67% padeció maltrato físico y el 84% control en la pareja.

Además, el 97% de las encuestadas aseguró haber sufrido acoso en espacios públicos y privados y el 77% fueron víctimas de violencia obstétrica.

Más recientemente, el movimiento de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá) hizo un análisis de los medios gráficos y digitales en todo el país. El informe final será presentado el mismo 25 de noviembre,  pero los resultados parciales indican que 1 mujer es asesinada cada 30 horas (La Nación). De acuerdo a los números desagregados:

  • Un 75% de los crímenes fueron cometidos por hombres del círculo íntimo, y el 13% eran conocidos de la víctima;
  • El 65% de los femicidios se cometieron en la vivienda de la víctima, y el 26% fueron cometidos en la vía pública;
  • El 18% de las víctimas había realizado denuncias previas y el 12% tenía medidas de protección.

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Atribución: MuMaLá

Es valioso contar con un día en el que el mundo entero hable y reflexione sobre la violencia de género, pero la lucha es cotidiana. Consiste en derribar micromachismos y educar en la igualdad y en el respeto a los Derechos Humanos. Con Las Mariposas como símbolo y emblema, volemos hacia un mundo en el que el género no limite nuestras vidas.