Artículo por Malena Keegan
Cada día suena más fuerte el debate alrededor de la Gestación por Sustitución, más conocida como “Alquiler de Vientres”. Un tópico que, al momento, trasciende el plano nacional al internacional y en ambos afloran las más variadas opiniones.
Del otro lado del Atlántico, esta semana, la gestación por sustitución fue un tema caliente en el congreso español. Por nuestro lado, en Argentina, el famoso conductor de TV Alejandro «Marley» Wiebe anunció hace poco menos de un mes que será padre a través de este método.
La maternidad subrogada es uno de esos temas que repercuten en la opinión pública y en el accionar de distintos sectores sociales, pero cabe resaltar que la actualidad española no cuenta con el típico escenario de conflictos sociales. El debate en cuestión se levantó como un punto de opiniones controversiales y alianzas irónicas.
Bloques antagónicos, diferentes razones para argumentar su lucha
Dentro del grupo que apoya la regulación hay feministas, grupos de izquierda, neoliberales y el partido político español Ciudadanos, el cual ya anunció que presentará una propuesta legislativa para ser implementada en lugar de la Ley de Reproducción Asistida de 2006, la cual prohíbe la práctica en cuestión.
Por otro lado, la Iglesia y también una gran porción del feminismo rechazan la regulación por considerarla como una práctica éticamente injustificable y una violación de los derechos de mujeres y menores. En otras palabras: de manera inédita, la derecha más conservadora y una notable parte de los sectores de la izquierda comparten la lucha.
Quienes están a favor de la gestación subrogada insisten en la necesidad del respeto al derecho a la maternidad de quienes no pueden gestar por sí mismas y la libertad de las partes para acordar y consentir una transacción.
Por el contrario, el feminismo morado hace énfasis en que legalizarla constituye otra manifestación del “neoliberalismo sexual”, el cual trata de innovar en sus formas de someter a la mujer en materia de apropiación de su cuerpo, en este caso a través del alquiler de su capacidad de gestación, ya que identifican a las mujeres que se someten a estos acuerdos como socioeconómicamente vulnerables.
Cómo hablamos dirá cómo pensamos
Uno de los primeros focos en este conflicto fue lo conceptual y la expresión. Los sectores a favor buscan asentar el término “gestación subrogada” y combatir contra el popular “alquiler de vientres”, ya que alude a la comercialización de un niño.
Los sectores contrarios a la legalización no tardaron en responder con un aluvión de adjetivaciones similares, tales como «granjas de mujeres reproductoras», “comercio de vientres”, “incubadoras humanas”, y “mujeres-horno”.
Entre las muchas descripciones, se destaca el que llegó a ser lema de la oposición. “No Somos Vasijas” agrupa a la oposición de dicho tópico en Europa, y en su web puede leerse un manifiesto con las 10 razones por las que están en contra de la regulación de forma rotunda.
Incubadoras altruistas
Ciudadanos propuso la semana pasada en el congreso español una ley para regular la gestación subrogada con el objetivo de legalizarla como una práctica «altruista». En el proyecto de ley, se señala que la condición de gestante podría darse solo dos veces y sería limitada a mujeres de 25 años o más, de nacionalidad española o residentes legales, que hayan sido madres previamente y con una situación socioeconómica estable.
Pero, “¿Cuán grande será el número de mujeres mayores de 25 años, con estabilidad económica y un hijo ya gestado, deseosas de ofrecerse como incubadoras a cambio del gasto médico y una compensación por las molestias?” se pregunta la periodista del diario español El País, Luz Sánchez Mellado.