Sylvia Plath: la escritura de una mente brillante

Artículo colaboración escrito por Antonela Amore


Desde muy pequeña, Sylvia comienza a incursionar y recorrer el mundo de la escritura. Sus escritos reflejaron sus angustias y reflexiones acerca de su vida personal, sus preguntas y vicisitudes acerca del amor, la existencia como también la muerte.

«No quería flores, tan sólo yacer
Con las palmas de las manos vueltas hacia arriba, completamente vacía.
Ah, y no sabes hasta qué punto resulta liberador:
Sientes una paz tan grande que te aturde, y sin exigir nada
A cambio, salvo una etiqueta con tu nombre, unas cuantas naderías.
Eso es lo que consiguen los muertos, al final; me los imagino
Cerrando su boca sobre ella, como si fuera una hostia consagrada».

Extracto del poema Tulipanes.

Hacia mediados de 1950, cursó sus estudios en la Universidad de Cambridge gracias a una beca Fulbright y en 1954 conoció al poeta Ted Hughes en los campus de esa universidad, con quien contrajo matrimonio dos años después y quien se convirtió en el editor de sus producciones. En 1960, nació Frieda, la primera hija de les escritores y, dos años más tarde, Nicholas.

De trastornos mentales

Durante su juventud, Sylvia intentó quitarse la vida tras ser diagnosticada con trastorno bipolar. Recibió el único tratamiento posible en esa época: la terapia de electrochoque. Este trastorno es un cuadro crónico y recurrente que se caracteriza por fluctuaciones del estado de ánimo que afectan, en consecuencia, el entorno laboral, familiar y social de quien lo padece. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 45 millones de personas en el mundo padecen este trastorno, que deviene en causal de suicidio (datos de 2019).

«El árbol y la piedra resplandecían, sin sombras.
Mis dedos se alargaron, translúcidos como el cristal.
Empecé a brotar como una rama en marzo:
un brazo y una pierna, un brazo y una pierna.
Y así ascendí, de piedra a nube.
Ahora parezco una suerte de dios.
Flotando en el aire, con mi ropaje de alma
pura como una lámina de hielo. Y eso es un don».

Extracto del poema Carta de amor.

Sobre el final de su vida

La relación extramatrimonial de su esposo Ted con la poetisa Assia Wevill, con quien tuvo una hija, supuso el fin del matrimonio. El 11 de febrero de 1963, a sus 30 años, Sylvia se quitó la vida en la cocina de su casa.

Valorada como un icono feminista, Sylvia cuestionó las normas, los usos y las costumbres establecidas para la mujeres. En 1982, Sylvia recibió de forma póstuma un Premio Pulitzer por la edición completa de sus poemas, convirtiéndose en la primera mujer en recibir tal reconocimiento tras su partida existencial.

Les compartimos un poema de Sylvia:

SOY VERTICAL

«Pero preferiría ser horizontal. Yo
No soy un árbol enrizado en la tierra,
Absorbiendo minerales y amor materno
Para rebrotar esplendoroso cada mes de marzo,
Ni tampoco la belleza del arriate del jardín
Que deja boquiabierto a todo el mundo y a la que
Todo el mundo quiere pintar maravillosamente,
Ignorando que muy pronto se deshojará.
Comparados conmigo, un árbol es inmortal,
Una cabezuela, no muy alta, aunque más llamativa,
Y yo anhelo la longevidad del uno y la osadía de la otra.

Esta noche, bajo la luz infinitesimal de los astros,
Los árboles y las flores han estado esparciendo sus aromas frescos.
Yo paseo entre ellos, aunque no se percaten de mi presencia.
A veces pienso que cuando duermo
Es cuando más me parezco a ellos –
Desvanecidos ya los pensamientos.
En mí, el estar tendida es algo connatural.
Entonces el cielo y yo conversamos abiertamente.
Y seguro que seré más útil cuando al fin me tienda para siempre:
Entonces quizás los árboles me toquen por una vez,
Y las flores, finalmente, tengan tiempo para mí».


Fuentes: