Hablemos de violencia mediática

El 14 de septiembre se conmemoró el Día Latinoamericano de la Imagen de la Mujer en los Medios de Comunicación. La fecha se estableció en 1990 en el marco del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe como gesto de apoyo y solidaridad hacia el programa radial Viva María, dedicado al debate sobre los derechos de la mujer en Brasil, que estuvo al aire durante diez años hasta ser retirado por presiones políticas. 

Cada año para esta fecha se convoca a los medios de comunicación, tanto en lo que concierne a lo periodístico como publicitario, a transmitir una imagen de la mujer libre de estereotipos y en la diversidad étnica, cultural, económica y social.

Esa convocatoria a trabajar en los mensajes que se transmiten a la sociedad a través de los medios de comunicación tiene relación directa con las advertencia realizadas desde diferentes organismos, observatorios y ONG sobre las imágenes estereotipadas que se muestran de la mujer, una manera de «comunicar» que se traduce en violencia mediática. 

Algunos conceptos a incorporar 

Resulta importante, en principio, desmenuzar algunos conceptos. La violencia simbólica es uno de los tipos de violencia reconocidos junto a la física, psicológica, sexual y económica. Es aquella que reproduce mensajes o valores estereotipados que contribuyen a la desigualdad en las relaciones sociales y naturalizan la subordinación de la mujer. La violencia mediática, por su parte, es la modalidad en que estos mensajes se transmiten, es decir, las publicación de textos e imágenes con mensajes estereotipados a través de medios de comunicación masiva.      

La Red Par (Periodistas de Argentina en Red Por una Comunicación No Sexista) define la violencia mediática como «los mensajes que, en cualquier soporte comunicacional, humillen y discriminen a las mujeres. Tanto al agredirlas de manera directa, como al utilizar sus imágenes como objetos de consumo. La violencia mediática es una de las manifestaciones de la violencia de género. Expresa y refuerza la desigualdad entre las personas con diferente identidad sexual».

Este tipo de mensajes los podemos encontrar en programas periodísticos, de entretenimiento, ficciones y en el ámbito publicitario. Para analizar estos escenarios lo primero que debe identificarse son los estereotipos de género, aquellas representaciones asignadas socialmente a cada género a través de características y roles como supuestos identitarios de varones o de mujeres.  

En los medios de comunicación se construye sentido, se reproducen el sentido común, los valores y los conceptos. Esto lo podemos encontrar en comentarios sexistas de periodistas o conductores, la invisibilización de la mujer en los mismos roles que los varones, la asociación de la mujer con los espacios íntimos y de cuidado, la reproducción de la imagen del cuerpo femenino hegemónico como único modelo, dejando de lado la diversidad de los cuerpos, entre otros.    

En 2015, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión realizó un Monitoreo de las prácticas y los discursos discriminatorios en televisión —tomaremos este estudio de hace cinco años porque en los siguientes no hubo estudios pormenorizados de este tipo, debido a la disolución y desfinanciamiento de muchas de las áreas dedicadas a este relevamiento—. Dicho estudio contó con un seguimiento de programas de diferentes formatos y en diferentes franjas horarias durante la semana del 1 al 7 de junio de 2015 y, del total de registros sobre violencia contra la mujer, un 25% corresponde a tratamientos positivos, un 27% a aspecto positivos y negativos y un 48% han sido «completamente discriminatorios y alejados de toda perspectiva de género y derechos»

A su vez, en este 48 % se establecieron diferentes categorías para determinar cuáles fueron los aspectos negativos y un 9,4% de los registros se asocia con estigmatizaciones y estereotipos donde se asocia a las mujeres, por ejemplo, con roles domésticos, «madres histéricas y/o consumidoras empedernidas, sumisas, malas o brujas». 

El plano publicitario es uno de los que más expone esta violencia simbólica. En sus diferentes formatos, la publicidad es una vidriera de estereotipos y roles de género que nos permite absorber muy fácilmente estos conceptos.

Los mensajes publicitarios de electrodomésticos o productos de limpieza, por ejemplos, son dirigidos exclusivamente a mujeres de todas las edades (para que el legado del cuidado no se pierda en el camino); los bienes de consumo como un auto son asociados a mujeres con cuerpos que corresponden a los estándares sociales de belleza per nunca manejan ellas; los productos para «evitar» el paso del tiempo en la piel de los cuerpos femeninos son algunos de los mensajes que desde el inicio de este rubro lo han caracterizado. (Una pequeña recomendación: si te interesa conocer más sobre el mundo publicitario y los estereotipos de género, recomendamos la serie Mad Men). 

Sin embargo, en los últimos años, el ámbito de la publicidad ha logrado aggiornarse (al menos algunas marcas) y se han incorporado desde diversas identidades sexuales hasta cuerpos libres de estereotipos de belleza. ¡Y esto lo festejamos! 

¿Cómo evitamos la violencia simbólica? Incorporando la perspectiva de género para problematizar los estereotipos. Cuestionemos los conceptos que se nos han dado como establecidos, cuestionemos si estos remiten a la igualdad de géneros y, cuando la respuesta nos indique que hay una desigualdad, es allí donde podremos modificarlo y hackearlo con nuestro pequeño aporte. 


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Violencia simbólica: basta de mostrarnos como objeto

Desde siempre, la historia de las mujeres estuvo ligada a ser tenidas, como si fuéramos objetos. Objetos que se pasan unos a otros, objetos que se comparten, objetos que sexualizan y así se podría armar una lista interminable. Uno de los ámbitos en donde se puede observar esto es en el publicitario.

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Periodistas de Valencia tendrán que completar un curso de feminismo para evitar discursos violentos contra las mujeres

Artículo por Malena Keegan


Los periodistas de la televisión pública valenciana deberán completar un curso de feminismo para así contribuir a eliminar el lenguaje sexista en sus artículos, narraciones o locuciones, escritas y orales, en todos sus canales.

En esta línea, han modificado el borrador del libro de estilo de la Corporación Valenciana de Medios de Comunicación (CVMC), para que haga mayor énfasis en la igualdad entre hombres y mujeres desde los medios de difusión.

 

En el documento se destaca que “la lengua, como reflejo de la opresión contra las mujeres, ha consolidado unos papeles sexuales estereotipados, que a menudo se han asumido como propios sin ninguna consideración crítica”.

 

Un periodismo verbalmente más inclusivo

 

La modificación al manual reclama que decir “los valencianos” es incorrecto, y la opción correcta sería “el pueblo valenciano”. El manual también especifica que en el caso de nombres de cargos, titulaciones y profesiones lo adecuado es reemplazar a la persona con la acción u organismo que le es asignado, por ejemplo, “quien ejerce la jefatura de gobierno” en vez de “el jefe de gobierno”.

 

Además, establece una serie de palabras que deberían ser usadas genéricamente, como por ejemplo “alumnado”, “clientela”, “especie humana” o “humanidad”, para que se englobe tanto a hombres como a mujeres en la misma palabra. Tampoco se debería hablar de las mujeres como la “señora de”, para que puedan ser identificadas como personas, antes que como sujetos dependientes.  

 

El documento indica que cuando se hable de la sociedad en general ya no se hablará de “la mujer” sino de «las mujeres» para referirse a “sujetos históricos reales en toda diversidad” y mostrar “la pluralidad, la heterogeneidad y las identidades reales”.

 

Reunión del Consejo Rector de la Corporación Valenciana de Medios de Comunicación (CVMC)

 

Más que sólo caras bonitas

En los contenidos informativos, deberán ser contemplados diferentes modelos de mujer en cuanto a la edad, el estatus, el cuerpo y la capacidad física. Además se destaca que ciertos temas como el cuidado de las personas, la artesanía o la moda, deben dejar de ser adjudicados solo al público femenino.

Cuando mujeres sean entrevistadas ya no cabrán las tradicionales preguntas sobre maternidad, pareja, edad y cuidados del cuerpo, si no tienen una relación relevante con la noticia. En tanto sí se promueve que los hombres sean interpelados en el aspecto de la paternidad, la pareja y el hogar. También se explicita que la información no sustentará estereotipos donde el éxito femenino se asocie con la belleza y la sensualidad.

 

El libro de estilo además resalta la imperiosa necesidad de la aparición en escena de documentales biográficos que “rescaten del olvido a las mujeres ilustres”, películas dirigidas por mujeres y realizaciones audiovisuales donde las protagonistas femeninas no sean objetos estereotipados.

 

No a la publicidad violenta

 

No tendrán lugar en los espacios publicitarios la prostitución ni cualquier forma de explotación o servicio sexual, y tampoco habrá publicidad sexista, haciendo especial énfasis en la destinada a la infancia y adolescencia “ya que la publicidad genera constantemente imágenes pornojuveniles que avanzan cada vez más la incorporación de las adolescentes en el mercado de la seducción y de las apariencias, y contribuyen así a la diseminación de enfermedades de la percepción corporal como la anorexia, la bulimia y la dismorfia“, manifiesta el documento.