No puedo ver tanto desastre organizado

Bronca cuando ríen, satisfechos,
al haber comprado sus derechos.

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“Tienen que tener cuidado los diputados de no atropellar a las fuerzas del orden”.

Bronca cuando se hacen moralistas
y entran a correr a los artistas.
Bronca cuando, a plena luz del día,
sacan a pasear su hipocresía.

 

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La policía de Patricia Bullrich le tira gas pimienta a la diputada del FPV Mayra Mendoza.

Bronca de la brava, de la mía,
bronca que se puede recitar.

 

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«Al mismo tiempo, señor presidente y señores diputados, les quiero decir que dos diputados de nuestro bloque, la diputada Mayra Mendoza y el diputado Mario Martinez, están siendo atendidos en la enfermería porque fueron reprimidos por el cerco policial que se hizo para evitar que esta sesión funcione».

Para los que toman lo que es nuestro
con el guante de disimular.
Para el que maneja los piolines
de la marioneta universal.

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Para el que ha marcado las barajas
y recibe siempre la mejor.
Con el as de espadas nos domina
y con el de bastos entra a dar y dar y dar…

 

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¡Marcha! Un, dos…
No puedo ver
tanta mentira organizada
sin responder con voz ronca
mi bronca,
mi bronca.

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Bronca porque matan con descaro,
pero nunca nada queda claro.

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Bronca porque roba el asaltante
pero también roba el comerciante.
Bronca porque está prohibido todo,
hasta lo que haré de cualquier modo.

Bronca porque no se paga fianza
si nos encarcelan la esperanza.
Los que mandan tienen este mundo
repodrido y dividido en dos;
culpa de su afán de conquistarse
por la fuerza o por la explotación.

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Bronca pues, entonces, cuando quieren
que me corte el pelo sin razón,
es mejor tener el pelo libre
que la libertad con fijador.

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“Un policía me tiró a medio metro. Tengo diez impactos de bala de goma. Estaba con mi cámara quieto y casi sin ver, recuperándome, y me dispararon a medio metro”. Pablo Piovano, uno de los mejores fotógrafos de la Argentina.

¡Marcha! Un, dos…
No puedo ver
tanto desastre organizado,


sin responder con voz ronca
mi bronca,
mi bronca.
Bronca sin fusiles y sin bombas;
bronca con los dos dedos en V.
Bronca que también es esperanza.
Marcha de la bronca y de la fe.


Escribir es difícil cuando te aborda una profunda tristeza e impotencia. La música no tiene edad, es verdad, pero la historia se repite. ¿Qué esperamos como ciudadanxs? ¿Qué esperamos como personas civilizadas?

Lxs invito a reflexionar, apagar todo un momento y pensar qué espera cada unx de nuestro país, ¿hasta cuando seguiremos así? No importa si los votaste o no, no importa si te arrepentís o no, no importa si te defraudaron.

Ahora pensá, ¿en qué casos se justifica la violencia?

En ninguno.

¿En qué casos se justifica la violencia del gobierno nacional hacia su propio pueblo?

En ninguno.

Pensá, ponete en el lugar del otro. ¿Qué pasaría si fueses vos, tus abuelxs, tus hijxs?

Abrí los ojos, mirá lo que sucede a tu alrededor y gritá de bronca.

Marcha de la bronca, Pedro y Pablo.


Fuente imágenes

Red Nacional de Medios Alternativos

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#Opinión: Menos recursos, más represión y exposición

El informe transmitido en el programa «Periodismo para todos» acerca del chico de 11 años expuso la existencia de un entramado mediático e institucional, cuyo objetivo es culpabilizar y castigar a quienes carecen de oportunidades en nuestro país en un contexto socioeconómico donde casi 6 de cada 10 menores son pobres, y en el que la presencia de violencia estatal hacia los que tienen menos recursos es visible, incluso, en casos como la represión a los trabajadores de PepsiCo.

 

A partir de la entrevista al menor que se transmitió el domingo pasado en el programa conducido por Jorge Lanata en Canal 13, distintos medios se hicieron eco y lanzaron todo tipo de opiniones punitivistas. Durante el ciclo, en la parte superior de la imagen se podía leer el hashtag «#DrogasyCurros», utilizado en Twitter por muchos usuarios que coincidieron en que el menor debería estar preso.

 

El hecho de haber presentado a un niño que confesó tener acceso a drogas y que se adjudicó varios delitos, reales o no, opera en función de construir una representación estigmatizante que, lejos de visibilizar o analizar las causas por las que vive en esas condiciones,contribuye a instalar el tema de la baja en la edad de imputabilidad, en sintonía con la ideología del gobierno actual, que encuentra en ese proyecto una posible solución al problema de la inseguridad.

 

Sin ir más lejos, en un momento del relato, el nene expresó: «No me da nada nadie. (…) Son todos pobres», refiriéndose a su familia. En cuanto a datos estadísticos, un informe de la UCA publicado la semana pasada indicó que 7,6 millones de niños, es decir, el 59% de la población infantil total, no tienen cubiertas las necesidades básicas como alimentación adecuada, vivienda, educación y asistencia médica. Entonces, es conveniente repensar si encerrarlo y negarle esas oportunidades, que ya señaló de forma explícita que no tiene, es la manera acertada de cambiar su realidad y la de tantos otros chicos que viven en la calle.

 

Además, la madre del menor junto con la organización Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) denunció penalmente al canal por «el uso de una imagen que viola leyes y tratados internacionales de los derechos del niño», y al Secretario de Seguridad del Municipio de Lanús, Diego Kravetz, por «extorsión, amenazas y violencia física y verbal» sufridas por su hijo de parte de personal policial, antes y después de aparecer en el informe.

El Estado es responsable, los medios también

La violencia ejercida desde el Estado, y en concreto desde el aparato policial, está dirigida a aquellos que no tienen espacio en el modelo que impone este gobierno: no importa si son menores en situación vulnerable, tampoco si son personas despedidas de forma injusta de sus trabajos.

 

A las amenazas y las extorsiones que denunció la madre del chico, se suma la represión política ante el reclamo laboral social. El caso más reciente es el de los trabajadores de PepsiCo, que fueron despedidos de manera abrupta, y tras salir a defender su puesto laboral, fueron desalojados con violencia por 300 policías bonaerenses; como en su momento ocurrió con el personal de Cresta Roja, y con los docentes de la Escuela Itinerante frente al Congreso, entre muchos otros ejemplos.

 

En este sentido, es importante destacar que el vaciamiento de la planta de Florida se dio por el cierre imprevisto y el traslado de la producción a otra fábrica en Mar del Plata, lo que llevó a que trabajadores que contaban con empleo hasta hace unas semanas, al ser despedidos de pronto, decidieran tomar la fábrica para reclamar la reincorporación. El gobierno ordenó la presencia policial, que actuó con gases lacrimógenos y balas de goma.

 

Frente a un panorama donde empresas cierran y vacían plantas, personas pierden su trabajo y quedan en la calle, y menores sufren la falta de asistencia y políticas para reincorporarse en la sociedad, la postura del Estado, ente que debería garantizar y respetar los derechos de los ciudadanos, es la de responder con más violencia. Desde nuestro lugar, es clave escapar de esa visión propuesta por algunos medios, despojada de todo tipo de sensibilidad, que refuerza el modelo represivo que encuadra a personas marginadas como enemigos sociales.

 

Fuente imagen destacada: Disculpen la molestia

Todo palo es político

El macrismo viene decidido a aplicar la fuerza represiva del Estado como respuesta a la protesta social, tal como se pudo constatar el pasado domingo mientras los docentes armaban la Escuela Itinerante frente al Congreso. La violencia institucional no nació a fines del 2015, pero hay algo novedoso en el ejercicio espectacularizado de la fuerza: la violencia como puesta en escena de una estrategia comunicacional, en víspera de las elecciones 2017.

La consultora Tendencias Económicas contabilizó 110 mil despidos en los primeros dos meses del 2016, cifra récord desde 1985. A este dato, se suma la baja del valor real de los salarios: el Indec calculó una pérdida en el poder adquisitivo del trabajador promedio de entre 8 y 10 puntos respecto de la inflación, estimada en un 40% según el IPC que difunde el Congreso. El Presupuesto 2017 previó recortes en las áreas de Salud, Cultura, Educación y Derechos Humanos, a la vez que incrementó en un 34% el pago de los intereses de la deuda pública con respecto al año pasado.

Las medidas del Ejecutivo no favorecen al sector mayoritario de la sociedad. Marzo fue un mes álgido, signado por una seguidilla de protestas masivas y terminó de afirmar, después de más de un año de gobierno, que las disputas políticas y las negociaciones hoy sólo pueden zanjarse con capacidad de movilización y demostración de fuerza en la calle.

Sin embargo, el macrismo respondió con la represión como método de disciplinamiento. La violencia de las fuerzas de seguridad en el Paro Internacional de las Mujeres y durante la huelga general del 6 de abril se sumó a las imágenes de camiones hidrantes apuntados hacia los trabajadores de Cresta Roja a fines del 2015 y al episodio vivido por los despedidos estatales de La Plata a principio del 2016. Inclusive, luego se reprimió a los trabajadores del Ingenio Ledesma. No son datos menores la existencia amenazante del Protocolo Antipiquetes y el marco persecutorio creado por el encarcelamiento de Milagro Sala y la detención cada vez más frecuente de militantes.

Cada avanzada de los uniformados se dio en coyunturas diferentes, con su propio trasfondo y finalidad. No son iguales las necesidades de un gobierno recién asumido que a meses de las elecciones de medio término. Así, se puede ubicar un común denominador en las últimas situaciones de represión: la presencia de las cámaras y los reflectores. Todos podíamos ver lo que estaba sucediendo en tiempo real, todos pudimos tomar conocimiento y no hubo intención alguna de taparlo. Pareciera tratarse de la construcción de un mensaje unívoco: «Vamos a realizar los sacrificios necesarios para llegar al sueño del país del primer mundo».

Al mismo tiempo, la represión que sí permanece en las penumbras, la que es cotidiana en los barrios más pobres, crece. Dos casos que sí recorrieron los medios son la balacera iniciada por la Gendarmería en enero del 2016 contra la murga barrial del Bajo Flores y la irrupción policial en el merendero Los Cartoneritos en Lanús, hace poco más de una semana. Para noviembre del año pasado, la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) difundió sus índices y denunció un muerto cada 25 horas a manos de la policía. En el 2016 contabilizaron 259 casos y es el récord anual alcanzado por un gobierno constitucional después de la vuelta a la democracia.

*

En la marcha del #1A, desfiló por las plazas principales del país una masa que se mostraba contenta y enojada al mismo tiempo. Contenta, porque se sentía a gusto con la gestión macrista y con los valores que el presidente encarna; enojada porque, a pesar de la heterogeneidad en las lecturas, cada manifestante encontraba en la pesada herencia la razón del desequilibrio social. Un auto paseaba con un muñeco disfrazado de militar sobre el techo. Una señora mostraba orgullosa su cartel a las cámaras y sentenciaba: “Desaparecieron los que tenían que desaparecer”.

El oficialismo piensa en las elecciones legislativas, y por ello no hace oídos sordos a las demandas del elenco permanente de votantes PRO, que piden más mano dura y que se esconda o se borre la pobreza. La represión y la decisión de no ceder un centímetro a los reclamos de los trabajadores («los vagos que no trabajan y cortan calles») es, en este punto, otra maniobra de “marketing” electoral.

El Gobierno nacional está atravesando una crisis de representación y nada garantiza la captación del votante indeciso. Elige entonces replegarse y afianzar a los asegurados, que, dicho sea de paso, el primero de abril demostraron no ser pocos y estar bastante convencidos. Si la demanda es aplicar más mano dura y el costo político es mínimo o poco, el oficialismo tendría razones de sobra para intensificar su postura de dureza contra la manifestación popular y además exponerla públicamente.

Una vez más, el macrismo apuesta a una campaña comunicacional efectiva. Su triunfo o derrota en las elecciones 2017 aportará más experiencias para analizar las herramientas explotadas por Durán Barba: muchas cámaras y una meticulosa puesta en escena para intervenir sobre la realidad cuando la política es una cáscara vacía.