¿Permiso para violar?

Una joven venezolana de 18 años de edad fue violada en su primer día de trabajo. Luego de tomar una bebida que su nuevo jefe le había ofrecido sintió mareos, por lo que pidió ayuda por mensaje de texto a su mamá. Cuando la policía llegó encontraron las puertas del local cerradas y adentro al dueño vistiendo a la joven inconsciente. El violador se encuentra en libertad.

Irineo Humberto Garzón Martínez es un comerciante que tiene un local de uniformes en Paso 693, Balvanera, provincia de Buenos Aires. Hace una semana, una joven encontró un aviso laboral en Facebook dentro de un grupo cerrado de personas venezolanas: pedía una empleada para un local de venta de uniformes. Ella comentó la publicación y recibió por privado una invitación de Garzón para cenar el viernes por la noche, supuestamente, para entrevistarla. Como se negó, él la citó el sábado a la mañana en el lugar de trabajo, no sin antes preguntarle si estaba soltera y si tenía los papeles al día.

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La madre de la mujer desconfió de la situación y le pidió la dirección del lugar y los datos del dueño. La joven comenzó a trabajar ese mismo día y tras aceptar un vaso de jugo empezó a sentirse mal y alcanzó a avisarle a su mamá antes de desmayarse: «Creo que el dueño de donde trabajo me drogó porque me siento mareada», escribió.

Publicación Revista Sudestada

La madre llamó a la policía y fueron hacia el comercio. Cuando llegaron, el local estaba cerrado al público y encontraron a la joven en el fondo mientras Garzón la vestía y limpiaba el lugar. Luego de darse a conocer la noticia, otra joven se comunicó con la familia de la denunciante para asegurarle que había vivido una situación similar con el mismo comerciante.

Otra vez, la justicia patriarcal

La jueza del Juzgado Criminal y Correccional N°15 de la Ciudad de Buenos Aires, Karina Zucconi, lo imputó por abuso sexual simple pero lo dejó en libertad considerando que no había peligro de fuga ni de entorpecimiento de la causa. A la hora de tomar esa decisión, también tuvo en cuenta que el denunciado no tenía antecedentes. Todos detalles cuestionables considerando que el acusado mintió sobre su domicilio, intentó fugarse cuando lo encontraron en su comercio y posee todos los datos de la denunciante gracias a la entrevista previa.

En una conferencia con distintos medios, la madre de la joven aseguró que su «hija está presa y el violador libre», dado que tiene miedo y no se anima a salir de su casa. Por su parte, el accionar de la jueza no es novedad, ya tuvo decisiones controversiales en otros casos como en el femicidio de Marianela Rago y el de Lucía Yaconis: ambos impunes. Las formas de la justicia patriarcal se repiten en reiteradas ocasiones, operan vulnerando y revictimizando a las mujeres.

Los derechos de las denunciantes no son vulnerados solo por la justicia patriarcal, sino que los medios de comunicación juegan un rol importante. Tras mediatizarse los hechos, se viralizó un video en el que se podía ver el momento en el que rescataban a la joven del local, filtrando su estado y las palabras que le dijo a su madre. Mostrar las caras de las personas agredidas y brindar información de sus vidas no son más que otras injusticias por las que ninguna víctima debería pasar.

No se trata de hechos aislados

Según datos brindados por el último informe del Ministerio de Seguridad, en el año 2019 hubo 5536 víctimas de violaciones y 16592 víctimas de otros delitos contra la integridad sexual; siendo las mujeres las principales agredidas en ambos casos. Además, explica que la tasa cada 100.000 habitantes de víctimas de delitos contra la integridad sexual registró un incremento de 28,9 % en el último año: de 38 en 2018 varió a 49,2 en 2019.

Mientras las mujeres comparten su ubicación y cuentan cómo están vestidas para que las puedan buscar si algo malo les ocurre, los agresores se encuentran en libertad. A la hora de ir a estudiar, salir con amigues y hasta buscar un trabajo, los cuerpos feminizados están expuestos a peligros que los demás no. El problema nunca fue la edad, la forma de vestir o el accionar de las víctimas, sino los violadores. Necesitamos una justicia y una sociedad comprometidas para erradicar el machismo en todas sus formas, sin tener que llegar a sus máximas representaciones: las violaciones y los femicidios.

Si sos víctima de violencia de género podés comunicarte a la línea 144 las 24 horas del día.


Fuentes:

Imagen de portada: Ni una menos


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Caso Abigail: «Cuando se alteran los pueblos agraviados, nunca sin sangre o sin venganza vuelven»

La semana pasada la provincia de Tucumán retrocedió al siglo XVI, donde se daba vida a la obra teatral Fuente Ovejuna escrita por Lope de Vega. El dramaturgo español jamás imaginó que su obra pudiera tener la impronta en estas latitudes del norte argentino donde un hecho aberrante recuerda el argumento de aquella obra basada en hechos reales. 

En el texto de Lope de Vega quedan expuestos a la perfección los excesos que comete el poder —representado en el comendador— arremetiendo contra el pueblo de Fuente Ovejuna, que actúa cuando Laurencia es violada por el funcionario del Rey, mancillando el honor de toda esa comunidad. El texto teatral pone el foco en el pueblo interpelado por el deseo de sangre, el deseo de venganza. 

Salvando las distancias pero no siendo menos comparable lo que sucedió con los tucumanos el pasado miércoles 21 de octubre, toda una comunidad hastiada de la lentitud de la Justicia, decepcionada con todas las instituciones, y acusando a la policía como principal partícipe necesario de la muerte de Rocío Abigail Riquel, decidieron «tomar la justicia entre sus manos». Con un final lamentable —y evitable—, tuvo como resultado la muerte del principal sospechoso, José Guaymás.

El caso Abigail

El domingo 18 de octubre alrededor de las 9 de la mañana, Rocío Abigail Riquel, de 9 años, desapareció de su hogar, lo cual provocó la inmediata reacción de su familia y de los vecinos, quienes emprendieron una búsqueda desesperada. Los padres de la niña se dirigieron a la comisaría de la zona poniendo en conocimiento a las autoridades policiales sobre la desaparición de la menor. Pese a la gravedad de lo que contaron, la policía no tomó la denuncia

No fue sino hasta las 5 de la tarde de ese mismo domingo que los vecinos encontraron el cuerpo de Abigail en un descampado con signos de haber sido abusada sexualmente y luego asesinada a golpes con las mismas piedras que estaban en el lugar. 

El principal sospechoso del femicidio era José Antonio Guaymás, de 25 años, quien según se pudo saber contaba con 19 causas en su contra por delitos contra la propiedad privada. En algún momento circuló también la versión de que tenía antecedentes de índole sexual, aunque esto último fue descartado por José María Molina, abogado de la familia Riquel. 

La viralización de su fotografía en las redes sociales activó una bomba que esperaba su tiempo para estallar en la cara de propios y extraños. Eso finalmente ocurrió en el día miércoles cuando alrededor de 500 personas encontraron al sospechoso y lo lincharon. Las autoridades del Cuerpo Médico Forense y Morgue Judicial confirmaron que Guaymás llegó sin vida a esa dependencia. 

Es la maldita policía 

La policía de Tucumán lleva en su haber el estigma de «no servir para nada». Para los habitantes de la provincia, las fuerzas no solo no cumplen con el trabajo que se les ha asignado, sino que entorpecen y en ocasiones «defienden» a los culpables. Esta misma policía es la que mató al adolescente Facundo Ferreyra en un caso de gatillo fácil, la que también tuvo participación en la desaparición y posterior muerte de Luis Espinoza y se podría seguir nombrando los innumerables casos donde la fuerza estuvo involucrada.

Sin embargo, tanto para el gobernador Juan Manzur como para el ministro de seguridad provincial Claudio Maley, la policía actuó siempre de acuerdo a las disposiciones de la Justicia. No hay autocrítica posible en donde no se reconoce que hubo inacción y excesos en los casos correspondientes. 

La policía tucumana no solo falló en primera instancia cuando no tomó la denuncia, sino que agravó aun más su accionar al no movilizar los recursos necesarios para encontrar a la niña en las primeras horas de su desaparición. La policía falló, otra vez, cuando comenzó la viralización de la identidad de Guaymás. Ese accionar derivó en un solo objetivo: encontrar al presunto autor y matarlo.

Efectivamente, cuando fue capturado por los vecinos recibió golpes y lesiones con elementos contundentes que terminaron dándole la muerte. La policía no solo no garantiza la seguridad de los niños y niñas tucumanas, sino que además no garantiza la seguridad de quien debía tener un proceso justo como principal sospechoso, porque el Estado de derecho —desdibujado en Tucumán— se alcanzó hace muchos años, pero se fue lavando como una tinta berreta con cada lágrima de injusticia en la provincia. 

El pueblo tucumano lo hizo

La sensación que nos queda al oír al padre de Abigail es que ni siquiera siente que lo que pasó sea un acto de justicia. Entre líneas, sus declaraciones hablan de una total decepción con las instituciones de la provincia. No hay palabras que lo consuelen porque creyó desde el domingo a las 9 horas, cuando desapareció Abigail, que el Estado no lo abandonaría. Porque se dirigió a la comisaría como acto reflejo que tiene un ciudadano que exige que sus derechos sean respetados. Pero no recibió lo que buscaba. La palabra de autoridades nunca llegó a sus oídos, ni siquiera un mea culpa por la inoperancia de todos los responsables involucrados. No hubo renuncias. No hubo respuestas. Tampoco, justicia.

Hoy, varios días luego del caos, no solo nos invade la sensación de retroceso sino que también quedó en evidencia el hartazgo de una sociedad que no cree ni respeta las leyes, que no desea ya esperar los tiempos judiciales para resolver estos casos y en donde la violencia sexual a niñas y mujeres en la provincia es moneda corriente. 

Los vecinos se muestran molestos al enterarse de que la Justicia podría tomar como autores de la muerte de Guaymás a las personas que participaron en el linchamiento. Sin embargo, y trayendo a propósito unas líneas de la obra de Lope de Vega: «Cuando se alteran los pueblos agraviados, y resuelven, nunca sin sangre o sin venganza vuelven». ¿No hubo en Tucumán un funcionario que leyera el panorama en esa clave? ¿Era tan difícil imaginar lo demasiado predecible? 

Ante el linchamiento del comendador de Fuente Ovejuna, el Rey resuelve: «Pues no puede averiguarse el suceso por escrito, aunque fue grave el delito, por fuerza ha de perdonarse». Tucumán, en tanto, escribió un capítulo más a su novela de desidia permanente, de política acéfala, de total carencia de Justicia. Tucumán ya no soporta que violen a sus niñas y mujeres. Tucumán tomó la justicia en sus manos, no sin mancharse con sangre.


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El cuento de Lucía: el aborto que no fue

¿Cómo justificar el silencio cuando se vuelve tortura, cuando al pedido y la súplica de una niña se responde con mayor violencia? Cuando el mismo Estado, supuesto garante y protector, se convierte en antiderechos pese a una ley activa desde 1921.

El martes pasado, se le practicó una cesárea a una nena de 11 años de Tucumán en el Hospital del Este Eva Perón. Había quedado embarazada tras ser violada por la pareja de su abuela. La niña no vivía con su madre, puesto que su concubino había abusado de sus dos hermanas mayores. Según fuentes judiciales, el autor de estos delitos fue condenado y está preso.

El 25 de febrero, Lucía y su madre solicitaron la ILE (interrupción legal del embarazo) de acuerdo con el artículo 86 del Código Penal, ratificado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo «F.A.L.» de 2012, que certifica que es legal en los siguientes casos:

  • Si el embarazo representa un riesgo para la vida de la persona gestante.
  • Si el embarazo representa un riesgo para el bienestar físico, emocional y social de la persona gestante.
  • Si el embarazo es producto de una violación.

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(Cladem, red regional de organizaciones y activistas feministas, creó la petición dirigida a las autoridades de la provincia de Tucumán para solicitar protección y respeto a los derechos de la niña, a quien se identifica como Lucía, un nombre ficticio).

El gobierno de Tucumán falló y abandonó a una niña de 11 años, violada y sometida a un sistema de salud desigual que desampara y poco responde.

La criatura enfrentó un embarazo que no eligió. Frente a esta situación y en menos de 24 horas, una petición lanzada en la plataforma Change.org por el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) consiguió casi 15 mil firmas. La organización internacional Equality Now se sumó como promotora de la petición.

«Quiero que me saquen esto que me puso adentro el viejo». Con esa desgarradora declaración, la menor le suplicó a la psicóloga del hospital que le practicasen una interrupción legal del embarazo. La menor de tres hermanas había decidido no continuar con esa gestación pero poco efectivo fue el accionar de las autoridades.

El embarazo se detectó el 23 de enero en el Centro de Atención Primaria de la Salud de la localidad de Siete de Abril, cerca de la frontera con Santiago del Estero. Tras varios intentos de suicidio, la niña fue ingresada por «autolesiones». Lloraba, pedía por su mamá, necesitaba que la abrazaran y la contuvieran. El 31 de enero, la niña fue derivada al Hospital del Este Eva Perón, en las afueras de San Miguel de Tucumán, donde fue obligada a parir bajo una tutela que la oyó pero nunca la escuchó.

El cuento de Manzur

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Con la dilatación de la decisión de permitirle a Lucía acceder al aborto, la provincia incumplió el «Protocolo Interinstitucional para el Abordaje de niños, niñas y adolescentes víctimas o testigos de abuso sexual» aprobado por el Poder Ejecutivo y el Judicial de Tucumán en julio de 2015. En este se establece que se debe cumplir con los protocolos de la Nación en casos de violencia sexual y que el sistema de salud debe ofrecer y garantizar la interrupción legal de embarazo como opción terapéutica en caso de embarazo forzado.

«¿Quién se hará cargo de los daños producidos a la niña? Porque el retardo en la ILE viola el derecho a la salud que no es sólo lo físico sino lo psíquico y social, una definición la OMS desde 1948», declaró Marisa Herrera, abogada especialista en Familia.

La niña que jugaba

El Sistema de Salud Provincial (Siprosa) ordenó el lunes por la noche proceder con la práctica para dar cumplimiento a un fallo judicial. «Una nena de esa edad tiene peligro de muerte porque no tiene el cuerpo desarrollado para continuar el embarazo», afirmó Cecilia Ousset, la ginecóloga que le realizó la cesárea a la niña, en un relato estremecedor a través de Radio Nacional Tucumán.

«Cuando llegamos al quirófano, la niña pidió escuchar música cristiana mientras jugaba con muñequitas. La ví y se me aflojaron las piernas, era como ver a mi hija menor. La chiquita no entendía todo lo que iba a pasar».

La profesional denunció que «la nena estuvo 7 semanas a cargo del sistema público de salud y creo que el gobernador Juan Manzur, por una cuestión electoral, impidió que se realizara la interrupción legal del embarazo y obligó a la nena a dar a luz. Eso es tortura».

Nuevos métodos de tortura

El aborto que no fue en el caso de la niña de 12 años, víctima de una violación en Jujuy, también fue parte de este nuevo método de tortura en Argentina donde el acceso a un aborto legal es ficticio. Se le practicó una cesárea y el bebé murió esa misma noche.

«Aplicar la ILE hubiera evitado la agonía que esa recién nacida padeció, además de la maternidad forzada a la que se obligó a la niña», remarcaron diversas organizaciones de mujeres.

La madre de la criatura presentó un recurso formal para pedir la renuncia del ministro de Salud de esa provincia por sacrificar «la intimidad, la libertad, la dignidad y la salud integral» de la niña de 12 años. «No fue ILE, fue tortura», denunciaron desde la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito de Jujuy.

¿La vida de quién fue salvada? Solo quedan una criatura con 40% de posibilidades de sobrevivir y la agonía de Lucía, producto del sufrimiento a causa de la ausencia del Estado, de un encarnizamiento fuera de la ley y de la falta de autonomía sobre su propio cuerpo.

 

 


Fuentes:

  • lmneuquen.com
  • pagina12
  • tn.com.ar
  • Fundación Huésped

Fotos:

  • Izquierda Diario
  • La Nación

No es consentimiento

Durante esta semana, las redes sociales se vieron inundadas de fotografías de tangas en respuesta a un caso de abuso sexual informado el 6 de noviembre por Irish Examiner: una joven irlandesa de 17 años reportó haber sido abusada sexualmente en un callejón de Cork, ciudad de la República de Irlanda.

El acusado, un hombre de 27 años, sostuvo que fueron relaciones sexuales consentidas, y su abogada, Elizabeth O’Connell, solicitó durante el juicio que se tuviera en cuenta la forma en la que la víctima estaba vestida, ya que llevaba una tanga de encaje. La justicia falló a favor del abusador, quien fue absuelto de los cargos, culpabilizando así una vez más a la mujer.

Tras un voto unánime del jurado, compuesto por ocho varones y cuatro mujeres, fue declarado inocente en base a un testimonio del acusado que indicaba que cuando la joven le pidió que se detuviera, él lo hizo.

Sin embargo, la adolescente tiene otra versión de los hechos. Según Diario de Cuyo, la cuestión giró en torno al consentimiento. La joven le dijo al hombre: «Me violaste», mientras que él contestó: «No, solo tuvimos sexo». Ella tiene bastante claro que no dio su consentimiento, nunca antes había tenido relaciones sexuales.

La campaña de apoyo se inició luego de que los hechos se volvieran públicos. Circula con el hashtag #ThisIsNotConsent («No es consentimiento»), que manifiesta lo aberrante de que la ropa interior de la joven haya sido considerada como un argumento para absolver al abusador sexual. Cientos de mujeres se mostraron a favor de la adolescente a través de Twitter, como la usuaria @Samana1988 que sostuvo:

«Estoy del lado de la joven de 17 años en la causa por violación en Cork. Te creo. #ThisIsNotConsent #IBelieveHer. Sí, es bonita [la tanga]. No, no quiero tener sexo. La uso para mí, para nadie más».

bbc
Foto BBC.

La parlamentaria Ruth Coppinger mostró una tanga de encaje en el parlamento, con la intención de crear conciencia sobre la culpabilización de las víctimas de agresiones sexuales. Afirmó que debería haber capacitaciones obligatorias para los jueces y para los miembros del jurado, y además invitó a participar a la gente en las manifestaciones.

Según Irish Examiner, sostuvo:

«O el poder judicial cree los mitos de violación, en cuyo caso debería verse obligado a recibir educación, o los abogados los están utilizando para introducir estereotipos sexistas que, como saben, resuenan en la sociedad y en los jurados. Sospecho que este último es el caso».

«La ropa, el bronceado falso e incluso la anticoncepción se han utilizado recientemente para desacreditar a las mujeres que tuvieron la valentía de ir a los tribunales».

Noeline Blackwell, directora del Dublin Rape Crisis Center (centro de atención para casos de violencia sexual de Dublín), no se mostró sorprendida por la importancia que adquirió la ropa interior de la adolescente.

«La referencia a la ropa interior y la inferencia de que el jurado fuera invitado a pensar que, debido a que estaba vestida de esa manera, estaba «pidiendo» sexo, no nos sorprende. Acompañamos a la gente a los Tribunales y todo el tiempo vemos estereotipos de violación utilizados para desacreditar denunciantes».


Fuentes

Pederastia eclesiástica

Italia, Gran Bretaña, Chile y Estados Unidos son algunos de los países testigos del abuso vestido de sotana. Una nueva ola de denuncias arrincona a la Iglesia católica y deja en evidencia las redes de religiosos vinculados a casos de abuso sexual.

Las primeras informaciones del mes llegan desde Italia, donde el sacerdote Paolo Glaentzer, acusado de abusar de una niña de 11 años, se defiende con la indignante excusa: “Pensé que tenía 15 años”. Detenido en su domicilio e imputado por ofensa sexual agravada, Glaentzer aseguró que la niña era quien tomaba la iniciativa en esas situaciones, que cometió un error, pero que fue el diablo quien le puso una trampa.

Casi al otro lado del globo, en Pensilvania, Estados Unidos, las aberraciones cometidas por los clérigos salieron a la luz durante estos últimos días. Se revelaron casos estremecedores, plasmados en investigaciones de más de 1300 páginas. Luego de una larga indagación, se afirmó que distintos tipos de abusos fueron cometidos por alrededor de 300 sacerdotes a lo largo de 70 años.

Según Los Andes, las acusaciones afectan a seis de las ocho diócesis del estado y, aunque ya identificaron 1000 víctimas, se estima que hay otras miles no reportadas. El fiscal Josh Shapiro sostiene:

«Los sacerdotes abusaron de niños y niñas pequeños, y los hombres de Dios que eran responsables de ellos no hicieron nada, ocultaron todo. El encubrimiento fue sofisticado. Mientras tanto, los líderes de la Iglesia registraron los abusos y los encubrieron. Los arzobispos tenían la llave a los archivos secretos, el encubrimiento llegó en algunos casos hasta el Vaticano».

«La mayor parte de las víctimas fueron varones, pero hubo chicas también. Algunos eran adolescentes, otros prepúberes. Algunos fueron manipulados con alcohol o pornografía. Algunos fueron obligados a masturbar a sus agresores o fueron manoseados por ellos. Algunos fueron violados analmente, otros vaginalmente, otros oralmente. Pero todos fueron apartados por las autoridades de la Iglesia, que prefirieron proteger a sus abusadores y a la institución por encima de todo».

Los documentos internos de la Iglesia revelan cómo las autoridades mostraron un desprecio absoluto por las víctimas al usar eufemismos para describir los abusos y calificarlos como jugueteos o contactos inapropiados. El fiscal afirma que no se trató de eso:

«Fue abuso sexual de menores, inclusive violación, cometido por hombres grandes contra niños».

Frente a las acusaciones, los eclesiásticos no designaban las investigaciones a personas capacitadas sino a otros sacerdotes. Tampoco eran denunciados ante la policía. Todo se mantenía dentro de la institución y, en general, volvían a trabajar en otras parroquias donde nadie sabía que el acusado en cuestión era pedófilo.

Uno de los escalofriantes testimonios corresponde a un menor que se negó a mantener relaciones sexuales con un cura y fue agredido sexualmente con un crucifijo. La mayoría de los casos, dado el tiempo que pasó y la muerte de algunos acusados, prescribieron.


Para más información dirigirse a

«Seré ejecutada antes de poder cumplir mis sueños»

Una adolescente condenada a muerte y miles de repercusiones a lo largo del mundo.

Casos como el de Noura Hussein son habituales en países como Sudán, y es probable que si hubiera sucedido en otro momento o en otro marco social internacional, habría sido ignorado o condenado al olvido como tantos otros, pero ya no.

La consigna “No nos callamos más” también golpea al Medio Oriente, ya que este es el primer caso oriundo de esa zona con tanta trascendencia nacional y mundial.

La República del Sudán es uno de los 54 países que componen al continente africano. La mayor parte de la población es musulmana, criada en ambientes machistas y de pocos derechos para la mujer, quienes son obligadas a casarse a muy temprana edad aún contra su voluntad. Son lapidadas ante la presunción de adulterio, culpables hasta que se demuestre lo contrario.

Según Federico Gaon (columnista de infobae y facilitador en cuestiones de política internacional y de movimientos islámicos en el mundo árabe), Sudán es un país extremadamente patriarcal donde lo que dice el hombre se obedece, y donde a las mujeres se les impone qué hacer y qué no. Si son violadas, ellas serán las condenadas con la firme creencia de haber sido quienes sedujeron al hombre atacante.

Si quien cometió la violación es un familiar, la situación queda en secreto, pero si fue un extraño, la víctima podría ser obligada a casarse con él para evitar una serie de conflictos que incluyen la deshonra de tener a una mujer abusada dentro del clan familiar. La violación no es considerada un delito, por lo que las denuncias nunca son efectivas.

Esta serie de situaciones son frecuentes dentro de regiones de África del Norte, donde la edad legal para casarse es de solo 10 años y la violación conyugal es legítima. Es en este contexto en el cual se desarrolla la trágica historia de Noura, una adolescente de 19 años condenada a muerte por apuñalar a su esposo para evitar ser violada por segunda vez.

Noura fue obligada a casarse cuando apenas tenía 16 años, completamente en contra de su voluntad. Su único sueño era terminar de estudiar para lograr convertirse en maestra, la profesión que más anhelaba. Según Kractivist, la joven arrestada afirmó:

«Seré ejecutada antes de poder cumplir mis sueños. Soñé con alcanzar los niveles más altos de educación y cultura en mi vida. Yo quería unirme a la Facultad de Educación, conmemorar al Santo Corán. Me hubiera encantado ser profesora para educar a los jóvenes en mi pueblo. Mis sueños se convirtieron en una pesadilla, nunca esperé llegar a este destino».

La adolescente logró evadir a su esposo durante 3 años, en los que estuvo a cuidado de su tía, pero por un engaño de su propio padre (quien inventó que la boda había sido cancelada), regresó a la casa familiar en donde fue entregada a su esposo, Abdulrahman Mohamed Hammad, en 2017.

A solo 6 días de la entrega, varios familiares se organizaron para abusar de ella dentro de su casa, ya que se negaba a consumar el matrimonio. Sarah ElHasan, una de las activistas que pide por su liberación, sostuvo:

«Ella no quería tener relaciones sexuales con él. Entonces, su marido reclutó a varios primos cercanos y los trajo a la casa, donde entre todos la sostuvieron mientras el marido la violaba».

Pocos días después de la primera violación, y en un intento de llevar a cabo la segunda, Noura decidió defenderse: entre forcejeos, apuñaló a su esposo por la espalda y le causó la muerte. En estado de shock, buscó refugio en casa de sus familiares, quienes de inmediato la desheredaron y la entregaron a la policía que, tal como dicta la Sharia (ley religiosa del Islam), la encarceló sin dilación a espera de una futura sentencia.

Según Amnistía Internacional, se pudo comprobar a través de exámenes médicos que Noura había sufrido heridas, incluidos un mordisco y arañazos. Sin embargo, se abrió una causa en su contra caratulada como homicidio intencional y premeditado, y desde entonces ha estado encarcelada.

En la Corte de Omdurman, el propio juez sugirió a la familia del difunto que perdonara a Noura, pero ellos se negaron. Frente a la elección entre una compensación económica y la pena de muerte, optaron por la segunda. Luego de estar aprehendida desde el asesinato en 2017, la semana pasada fue hecha pública su sentencia de muerte.

El pasado jueves 10 de mayo, Noura Hussein fue condenada a la horca. Su equipo legal cuenta con solo 15 días para apelar. Los simpatizantes de Noura, a diferencia de sus familiares, sí estuvieron presentes durante el fallo: colmaron la sala del tribunal en Omburman e inundaron el pasillo exterior. Muchas de las asistentes fueron mujeres musulmanas cansadas de este tipo de injusticias

Uno de los defensores de la joven, Adil Mohamed Al-Imam (quien donó sus servicios después de que el abogado original abandonara el caso), sostuvo que Noura no solo fue abandonada por la justicia, sino también por su familia, aunque lo positivo es que las circunstancias tomaron dimensión internacional y las asociaciones en defensa de la mujer se pusieron de su lado.

Desde el día de la condena, los simpatizantes de la causa de la adolescente lanzaron la campaña “Justicia por Noura” con la intención de que se frene el abuso que está a punto de ser cometido, en espera de que todo llegue a oídos del presidente sudanés, Omar Al-Bashir, el único con el poder necesario para dictar una orden de indulto.

Tara Carey, de Equality Now (ONG que acompaña a Noura) afirma:

«Noura no es una criminal; es una víctima y debería ser tratada como tal. En otros países, a las víctimas de violación o violencia doméstica como ella se les provee de servicios para que atraviesen el trauma de su experiencia. La criminalización de Noura por defenderse de un ataque y, en particular, la pena de muerte, violan sus derechos bajo la Constitución de Sudán y las leyes internacionales».

Se han desarrollado distintos hashtags, como #JusticeforNoura (Justicia para Noura) y #SaveNoura (Salven a Noura), que ponen de manifiesto la inmoralidad con la que se está tratando el caso.

Asimismo, fue abierta una petición al gobierno de Sudán en Change.org con el fin de evitar la sentencia. Para el día viernes 11, más de 100 000 personas habían dejado su firma en la página, y durante el día de ayer fueron superadas las 400 000 adhesiones.

En Twitter, el hashtag #JusticeForNoura se ha vuelto muy popular entre los usuarios que esperan ayudar a través de la movilización generada, para lograr una intervención positiva que acompañe la apelación de los abogados.

Algunos piden que se trate de convencer a la familia del atacante para que le otorgue el perdón a Noura y pueda salvarse de la ejecución. Sin embargo, es algo que muchos ven imposible debido a que, cuando se confirmó la sentencia de muerte, los familiares aplaudieron y festejaron hasta dejar el tribunal.

Acontecimientos como el de Hussein demuestran que las mujeres aún sufren el maltrato patriarcal, en especial en sociedades machistas y misóginas, pero que cada vez son más las que se oponen a seguir viviendo de la misma manera.

La usuaria de Instagram @bsonblast (una joven sudanesa llamada Sara) actualiza a diario la información sobre la situación de Noura. Durante la semana pasada, inició una campaña en la que proponía a personas de todo el mundo que le enviasen cartas por correo electrónico, para traducirlas y dárselas a Hussein.

En diálogo con Escritura Feminista, Sara afirma que el impacto positivo que una palabra de apoyo puede tener es inconmensurable. Además, plantea que este tipo de casos son frecuentes, y que no se trata de situaciones aisladas sino propias del tipo de cultura y de sociedad en que viven.

Sara sostiene que no habrá mayores avances en el caso hasta que los abogados apelen dentro de unos 12 días, pero cualquier actualización será informada en su perfil.

«La pena de muerte es la forma más extrema de pena cruel, inhumana y degradante, e imponérsela a una víctima de violación no hace más que poner de manifiesto la incapacidad de las autoridades para reconocer la violencia que soportó esta mujer». Seif Magango, Director de Amnistía Internacional para África Oriental.

 


Fuentes:

Imagen de portada: La Vanguardia.

Violación y abuso: correr el eje de la mirada

La semana pasada, por declaraciones de la actriz Cecilia Roth se volvió a abrir el debate sobre el poder de los cuerpos. ¿Por qué se acusa a las mujeres de sufrir violaciones o abusos? ¿Cuándo es una violación o un abuso? Debemos correr la mirada, y seguir luchando para que el ojo se ponga dónde debe, y no ser cómplices de un sistema históricamente machista.

Durante una entrevista en el programa radial Perros de la calle, Cecilia Roth declaró haber sido violada.

Como de un tiempo a esta parte vivimos en un contexto en el que las mujeres se animan a hablar cada vez más, muchas personas que están del otro lado (léase: oyentes, televidentes, comunidades, lectores, etc.) cuestionan por qué dejar pasar el tiempo, qué gana quien lo cuenta; acusan de utilizar un hecho semejante para ganar fama o a cambio de algo.

Se toma al abuso o la violación como una mercancía que tiene su valor, su precio y su premio. ¿Asistimos acaso a la deslegitimación de la palabra? ¿A la burla, la risa, y la negación de lo ocurre todos los días? ¿Por qué? ¿Qué  significado cobra el cuerpo de la mujer, y la mujer  en sí misma, en un contexto social, histórico y político que (por lucha) está cambiando el paradigma en todos los sentidos posibles?

La actriz abrió el debate de lo que se pone en juego de forma permanente en los medios y en la sociedad cuando se tocan estos temas: cuándo un abuso, un acoso o una violación lo es como tal. Una vez más se pone el eje sobre la mujer, dejando abierta la duda implícita de si pudo ser “provocado” o “consentido” de la manera que sea, si fue una relación sexual consentida, por placer o por interés (según conclusiones que lanzan en redes quienes no sólo no tienen empatía, sino que además intentan defender y sostener una estructura que se cae a pedazos hace años).

Roth declaró que ella en Madrid fue violada por un periodista local. Que no recuerda el nombre, ni su cara. Era un amigo de su expareja. En un momento en el cual la actriz se sentía mal, porque la había dejado su novio, fueron a la casa de él y ella le dijo que no. Pero él insistió y “No es no, pero a veces parece que puede ser sí”, dice Cecilia.

Incluso va más allá; además de defender a Rita Pauls (también por su declaraciones sobre el acoso que recibió por parte de Tristán), apoya a todas las que se atreven a hablar y hace un planteo fundamental, en el que muy pocos quieren meterse: ¿qué pasa cuando el no lo dice la esposa, y su esposo quiere igual? Ese hombre que tenés al lado todos los días, y al que no sabés cómo decirle que no. ¿Eso qué es? ¿Cómo se llama?

A Roth, como era de esperarse, salieron a matarla por todos lados, sobre todo los usuarios de redes. Pero es muy interesante el planteamiento que ella propone, el repensar nuestras relaciones (actuales y anteriores) y revisar nuestra forma de vincularnos teniendo la matriz del machismo metida hasta lo más profundo de nuestro ser, esa que tenemos que combatir y erradicar.

Lo que Cecilia plantea no es ninguna locura; es la vida diaria de muches, es el NO entendido como histeria o como un sí encubierto, que tal vez encuentra como respuesta un «no me importa, yo sí quiero«. En definitiva, es eso. Cada vez que alguien se atreve a decir “sí tenés ganas”, “dale, sí querés” o “no podés dejarme así”, lo que quiere decir es que el goce que importa es el propio. Tus ganas, tu deseo está sometido a su persona.

Ese lugar es el que se nos ha dado por años. Desde la educación intrafamiliar hasta las escuelas, y cada discurso que atraviesa la sociedad. Ese lugar también es el que se le ha dado al “macho”, que puede convocar o rechazar, elegir cuándo va a suceder y decidir que quien tenga adelante tiene la obligación de satisfacer sus deseos y necesidades. Se trata de leer entre líneas las declaraciones de Cecilia, e ir más allá.

Otra mirada que nos lleva a comprender

Rita Segato, antropóloga, escritora y feminista con toda una vida de trabajo y dedicación a temas de violencia de género, expone diferentes puntos de su pensamiento para, una vez más, hacer pensar y poner en jaque lo que somos como sociedad.

“El violador también es alguien que tiene que mostrarse dueño, en control de los cuerpos. Entonces, el violador doméstico es alguien que accede a esos cuerpos porque considera que le pertenecen, y el violador de calle es alguien que tiene que demostrar a sus pares, a los otros, a sus compinches, que es capaz. Son variantes de lo mismo, que es la posesión masculina como dueña, como necesariamente potente, como dueño de la vida [sic].

Yo creo que aquel último gesto, que es un crimen, es producto de una cantidad de gestos menores que están en la vida cotidiana y que no son crímenes pero son agresiones también, y hacen un caldo de cultivo para causar este último grado de agresión que sí está tipificado como crimen… pero que jamás se sucedería si la sociedad no fuera como es.

Se sucedería en un psicópata, pero la mayor cantidad de violaciones y de agresiones sexuales a mujeres no son hechas por psicópatas, sino por personas que están en una sociedad que practica la agresión de género de mil formas pero que no podrán nunca ser tipificadas como crímenes».

Respecto de una justicia punitivista, agrega: “La eficacia material del derecho es ficcional, es un sistema de creencias, creemos que el derecho lleva a una condena. Pero claro que tiene que existir el derecho, todo el sistema legal, el debido proceso y la punición.

Lo que yo digo es que la punición, la sentencia, no va a resolver el problema, porque el problema se resuelve allá abajo, donde está la gran cantidad de agresiones que no son crímenes, pero que van formando la normalidad de la agresión. Ninguno tomaría ese camino si no existiera ese caldo de cultivo”.

Cambiar el eje, en eso estamos

Lo que intentamos cada día quienes que estamos en lucha es, justamente, romper-desmenuzar-reventar ese caldo de cultivo que Segato plantea con tanta claridad. Empezar a deconstuir de lo micro a lo macro. Desde esas palabras que provienen de los vínculos intrafamiliares, a las acciones y los discursos del sistema en todas sus maneras.

Los medios como uno de los factores más elementales y sistemáticos para la violencia y perpetración machista y heteronormativa; la educación en sus todas sus instancias para luego ver los ejes de la justicia que lleva siglos bajo las mismas normas y sus diversos aparatos de control.

Si bien el eje se está corriendo, y hoy en día se da espacio a poder hablarlo, se sigue culpando a la mujer y poniendo el ojo acusador en la víctima y no en el victimario. Es nuestra tarea romper con la historia en acciones y en palabras, para desarmar ese “caldo de cultivo” del que habla Segato.

Es decir, poder pararnos en un mundo que históricamente avala al hombre, y gritar: ¡acá estamos, no bajaremos los brazos! ¡Aunque la lucha sea diaria y agotadora! Por todes les que no están y les que sí estamos, queriendo la libertad y la equidad.

 

 


Fuentes consultadas:

http://www.conclusion.com.ar/info-general/una-falla-del-pensamiento-feminista-es-creer-que-la-violencia-de-genero-es-un-problema-de-hombres-y-mujeres/08/2017/

http://diariofemenino.com.ar/v2/index.php/2017/04/16/rita-segato-la-violacion-es-un-acto-de-poder-y-de-dominacion/

http://mercosursocialsolidario.org/valijapedagogica/archivos/hc/1-aportes-teoricos/2.marcos-teoricos/3.libros/RitaSegato.LasEstructurasElementalesDeLaViolencia.pdf

 

“Silence Breakers”, Personalidades del Año según la revista Time

Para su edición de 2017, Time pronunció como Personalidades del Año a las mujeres que se atrevieron a romper el silencio acerca de la violencia sexual en el mundo del espectáculo en los Estados Unidos, llamadas Silence Breakers.

Cada fin de año, la revista estadounidense Time nombra a la Personalidad del Año en base a los actores de la realidad global y su efecto en los distintos ámbitos de la vida. Entre los galardonados a lo largo de la historia de la revista se encuentran Martin Luther King Jr. (1963), Nelson Mandela (1993), la reina Isabel II del Reino Unido (1952) y Corazón Aquino (1986).

“Se convirtió en un hashtag, un movimiento, una suerte de Día del Juicio. Pero comenzó, como casi todos los grandes cambios sociales, con los actos de valentía individuales”, comienza la nota editorial que explica el por qué de la elección.

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Ashley Judd, Susan Fowler, Adama Iwu, Taylor Swift e Isabel Pascual fueron elegidas para protagonizar la portada de la edición.

En los últimos meses, decenas de mujeres del ambiente artístico, y varios hombres también, decidieron dejar de ser víctimas para poner a sus victimarios bajo los reflectores del mundo entero. Los testimonios cuentan historias de violencia y terror, con acosos sexuales que van desde comentarios inapropiados y manoseos no consentidos hasta actos sexuales explícitos.

Entre los acusados podemos encontrar al productor Harvey Weinstein, el director Brett Ratner, el actor Steven Seagal, el periodista de la cadena ABC News Mark Halperin y el editor de la revista Rolling Stone Jann Wenner. Hombres en distintos cargos del ambiente público, protegidos por el poder, el dinero y la trayectoria.

Cada día, salen a la luz nuevas acusaciones. Ya son más de 50 las personalidades del espectáculo, el periodismo y la política señaladas por más de 300 mujeres y hombres. Cientos de casos fueron llevados a la Justicia, y en las redes sociales, el hashtag #MeToo (“Yo también”) ya lleva acumulados millones de testimonios y muestras de apoyo desde más de 80 países.

La respuesta social general fue inmediata y tajante: este tipo de comportamientos no debe, y ya no será, tolerado. La valentía y la sororidad vencen al miedo, y las víctimas de violencia sexual no se callan más.


 

Fuente e imagen destacada:
Revista Time.

Traducciones: Rocio Sileo.