Círculo de Costura

Ese fue el nombre que eligieron las actrices hollywoodenses para un club secreto en donde disfrutaban sin tapujos de su sexualidad. Porque en los locos años veinte, Hollywood era sinónimo de éxito y glamour, pero también de mucha censura.

No solo se determinó qué se podía y qué no se podía ver en las pantallas estadounidenses, sino que se introdujo un código de conducta en la producción del cine que hacía referencia a un código de autocensura en la industria, radical y concreto, donde la base fundamental era la prohibición de la homosexualidad. La consecuencia de quebrantar dicha prohibición podía ser la finalización del contrato y la expulsión definitiva.

Por contrato, los actores y actrices no podían hacer gala de su homosexualidad en público y eso incentivó la estampida de secretos y matrimonios pactados para mantener “limpias” sus imágenes públicas. A su vez, fue la chispa que originó el incendio de encuentros clandestinos.

 Hecha la ley, hecha la trampa

Actrices como Greta Carbo, Marlen Dietrich y Joan Crawford se burlaron de la sociedad machista que buscaba ocultar a las lesbianas y las bisexuales de la denominada “Era Dorada”.

No solo porque decidieron reunirse en secreto, sino porque eligieron encubrir esos encuentros con un nombre irónico que aparentaba inocentes reuniones de mujeres bajo la excusa de la muy fina y femenina tarea de bordar pañuelos.

Se desconoce con exactitud el origen de la denominación, pero el nombre Círculos de Costura se atribuye a Alla Nazinova, una actriz famosa en los tiempos del cine mudo cuya bisexualidad era un secreto a gritos en el ambiente.

Lo mencionó por primera vez para referirse a un grupo al que pertenecía su amante Dorothy, sobrina de Oscar Wilde, porque si bien los asuntos privados no llegaban a ser conocidos por el público, dentro de la industria no había secretos.

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Alla Nazinova

Las reuniones se realizaban, por lo general, en un marco privado con un círculo reducido de personas de confianza y, en ocasiones, se encontraban en bares ubicados en el Hollywood Boulevard.

Estas fiestas privadas exclusivas para lesbianas, bisexuales o mujeres que, simplemente, querían experimentar cosas nuevas, no fueron caracterizadas como orgías sexuales, sino que se trataba de un lugar sin miradas indiscretas para relacionarse libremente.

 Mitos y leyendas

Poco a poco, el círculo se fue ampliando y a los encuentros acudían todas las artistas y actrices de la época más dorada de Hollywood.

A partir de aquí, surgió una serie inagotable de historias que sucedieron puertas adentro y que se han convertido en rumores difíciles de desmentir (o confirmar).

Tallulah Bankhead y su fetiche por las actrices que hacían de sirvientas; la entrada de Joan Crawford con pintura dorada sobre su cuerpo como única prenda de vestir; los roces entre Greta Garbo y Marlene Dietrich por conquistar a las mismas chicas.

La lista de anécdotas pertenecientes a estos encuentros de mujeres que siempre intentaron vivir a su manera puede ser larguísima. Tanto como el silencio, el misterio, la ambigüedad y la invisibilidad que siempre ha rodeado a lxs homosexuales de la historia.


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