Carta de una teta a otra

Queridísima:

Es mi deber de hermana mayor ponerte al día sobre algunos imponderables de esta sociedad. Te querrán tapada, atrapada, contenida, sujetada por alambres que ocasionalmente se escapan de la tela y te aseguro que pinchan fuerte. Serás criticada si creces poco, y si creces mucho, también.

Caídas nunca: el horror.

Siempre habrá sugerencias para perfeccionarte, aunque nunca sabremos a qué se refieren con eso de la perfección. ¿Una nueva de Almodóvar? No lo sé. La piel que habito es esa coraza que recubre a mi persona y mi percepción de los fenómenos mundanos. Te hablarán de siliconas, operaciones, formas y cánones de belleza.

La epidermis me separa de las cosas aunque también me une a ellas. No soy moral o inmoral. Soy piel, órgano glandular, y existo por muchas razones, por las que quiero y por las que no me atraen. Puedo elegir. Soy teta y no hay en ello motivos para la vergüenza.

Quizás, experimentes cambios y sensaciones, placeres y dolores.

Durante el embarazo, los niveles de estrógeno y progesterona aumentarán y estimularán el desarrollo glandular. Te tornarás esférica porque el tejido adiposo crecerá: los famosos “pechos turgentes”. Llegado ese momento, debés saber que el revuelo hormonal podrá sensibilizarte y sospecharás que a tu alrededor no puede comprenderte nadie, que tu experiencia es parecida a muchas otras pero a la vez es intransferible.

Mamas, aréola y pezón: son divisiones de la medicina para su estudio, aunque también son divisiones socioculturales.

En la actualidad se celebra la semidesnudez en un marco festivo, artístico o televisivo. Ya sé, debo estar mareándote, y no es mi intención. Lo pondré en ejemplos: si decidís hacer teatro de revista, lo que se espera es que además de tu tamaño voluptuoso, aparezcas con una estrella que tape sólo tu pezón mientras deja al descubierto toda la mama circundante.

Ahora bien, si decidís hacer topless sin ser modelo famosa, serás condenada socialmente.
Si amamantás en la vía pública, se horrorizarán.
Si no deseas ser madre, creerán algunxs que tenés algún tipo de desorden…
Si estás adolorida, ¿por qué duele?
Si llevás sostén deportivo y no hacés ejercicio físico, te dirán que es ridículo.
Si no usas corpiño debajo de las prendas de vestir, serás ajusticiada.

Un detalle que olvidaba contarte es que todo esto no aplica para las mamas de hombres y futuros hombres, quienes pueden andar a torso descubierto en varios contextos sin ser reprimidos o censurados.

(¿Hasta qué punto, querés saber? En 2016, una organización argentina que ayuda en la detección del cáncer de mama tuvo que realizar una campaña informativa protagonizada por pechos de hombre para que las redes sociales no lo censurasen).

Seguro te preguntarás: ¿tendremos algo de malo? NO. ¿Te imaginás a las tres Gracias de Rubens con sujetadores pintados al óleo? ¿Y qué tal la Venus de Milo con un corsé tallado?

En fin, espero no haberte desconcertado. Las decisiones siempre son tuyas.

Cuidate mucho y no olvides los chequeos anuales 🙂

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Venus de Milo en el Museo del Louvre, París.

Liderazgo masculino

La visión de líder o jefe construida socialmente a lo largo de los años suele ser la misma en el imaginativo de cada unx. Un hombre con experiencia, imponente, bien vestido, exitoso… Pero la característica más importante, que se repite en cada caso, es justamente la de un líder hombre.

Tina Kiefer, profesora en comportamiento organizacional de la Universidad de Warwick (Inglaterra), descubrió que, en general y sin importar nuestro género, las personas solo consideran líderes a los masculinos.

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Foto de Tina Kiefer

En una entrevista con The New York Times, Kiefer destacó que:

“Incluso cuando no se hace ninguna alusión en torno al género, la gran mayoría señala a un líder con términos masculinos, en vez de neutros  o femeninos. Hasta cuando los dibujos tienen un género neutro, lo cual es poco común, la mayoría de los grupos presenta las ilustraciones usando un lenguaje masculino (él)”.

Los estereotipos afectan las percepciones y, por ser constructos que se prolongan a lo largo del tiempo, están presentes en las mentes de todxs, lo cual genera que incluso las mujeres no se consideren líderes entre ellas. La profesora Elizabeth McClean, de la Universidad de Arizona, sostiene que:

“La gente tiene en su mente estos estereotipos respecto de cómo luce un líder. Así, cuando vemos a una persona nos preguntamos, ¿calza con mi idea de uno?”.

Basada en este aspecto, la revista especializada Academy of Management Journal publicó las conclusiones de análisis de un grupo de destacados investigadores: destacarse como líderes en el lugar de trabajo es más difícil para las mujeres que para los hombres. Aunque ambos realicen las mismas tareas, solo se suele reconocer el potencial masculino.

“No importa lo que diga una mujer. No aumenta su estatus por compartir su visión, y por ende tiene muchas menos posibilidades de ser considerada como líder”, asegura el profesor Alfred Lerner.

Alice Eagly, psicóloga de la Universidad de Northwestern (Estados Unidos), afirma que virtudes como la inteligencia, la organización o la sensatez suelen reconocerse más en mujeres que en hombres; pero cuando se habla de la capacidad de “hacerse cargo”, esta se convierte en una cualidad masculina.

Además, los patrones se ven reforzados constantemente porque son hombres los que siempre desempeñan cargos directivos; por lo tanto, las personas tienden a seguir pensando de la misma forma.

Una encuesta realizada por LivePerson reveló que solo un 4% de los encuestados fue capaz de nombrar a una líder de la industria tecnológica. Un 57% no tuvo problemas en nombrar a hombres como Bill Gates, Steve Jobs, o Mark Zuckerberg, mientras que una cuarta parte mencionó a “Siri” y “Alexa”, voces de servicios de Inteligencia Artificial, como líderes tecnológicas femeninas.

A pesar de lo anterior, los resultados también muestran que la mayoría de lxs encuestadxs confiaría más en una compañía tecnológica si estuviera dirigida por una mujer.


Fuentes
Biobiochile
NYTimes
Netmedia

¿Por qué leer a Margaret Atwood?

Es conocida por ser la autora de «El cuento de la criada» y la novela basada en hechos reales «Alias Grace» pero es importante hacer un repaso por su biografía, todas sus obras y su pensamiento, para poder entender por qué tenemos que leer a Margaret Atwood.

Margaret Atwood es profesora de literatura inglesa, cursó en diversas universidades como Victoria College, Radcliffe y Harvard. Considerada como la eterna aspirante al premio Nobel, este año ganó el premio de la Paz de los Libreros Alemanes en reconocimiento a su olfato político y calidad literaria.

El Gremio de los Libreros la describió como una escritora comprometida con la humanidad, la aspiración a la justicia social y la tolerancia. «A través de Atwood, descubrimos quiénes somos, dónde estamos y lo que nos debemos a nosotros mismos y a la convivencia pacífica», señaló el texto de los Libreros al entregarle el premio.

Atwood nació en Ottawa, Canadá, el mismo año que se desató la Segunda Guerra Mundial (1939). Quizá por eso su conciencia social, su compromiso con la humanidad. A sus 78 años recorrió diversos períodos históricos que le dan una visión profunda de la actualidad.

También se refleja en su elección por el género distópico para poder contar sus historias como sucede en The Handmaid’s Tale (El cuento de la criada), influenciada por 1984 de Orwell y escrita un año después.

La historia en la que un régimen totalitario, conservador y religioso toma el poder de una parte de Estados Unidos y establece que el cuerpo de las mujeres -fértiles- sólo sirve para procrear se convirtió en serie este año y se llevó numerosos premios Emmy, incluido el de mejor serie dramática.

Para saber más sobre la serie, podés leer nuestra reseña: The Handmaid’s Tale y el pecado de ser mujer.

En el prólogo de la última edición de «El cuento de la criada», Atwood desarrolla una serie de preguntas que le hacen a menudo sobre el libro:

«¿El cuento de la criada es una novela feminista? Si eso quiere decir un tratado ideológico en el que todas las mujeres son ángeles y/o están victimizadas en tal medida que han perdido la capacidad de elegir moralmente, no.  Si quiere decir una novela en la que las mujeres son seres humanos —con toda la variedad de personalidades y comportamientos que eso implica— y además son interesantes e importantes, y lo que les ocurre es crucial para el asunto, la estructura y la trama del libro… Entonces, sí. En ese sentido, muchos libros son feministas«.

Y continúa:

«¿Por qué son interesantes e importantes? Porque en la vida real, las mujeres son interesantes e importantes. No son un subproducto de la naturaleza, no representan un papel secundario en el destino de la humanidad, y eso lo han sabido todas las sociedades. Sin mujeres capaces de dar a luz, la población humana se extinguiría. Por eso las violaciones masivas y el asesinato de mujeres, chicas y niñas ha sido una característica común de las guerras genocidas, o de cualquier acción destinada a someter y explotar a una población».

«¿El cuento de la criada es una predicción? No, no es una predicción, porque predecir el futuro, en realidad, no es posible: hay demasiadas variables y posibilidades imprevisibles. Digamos que es una antipredicción: si este futuro se puede describir de manera detallada, tal vez no llegue a ocurrir. Pero tampoco podemos confiar demasiado en esa idea bienintencionada (…)».

«Tras las recientes elecciones en Estados Unidos, proliferan los miedos y las ansiedades. Se da la percepción de que las libertades civiles básicas están en peligro, junto con muchos de los derechos conquistados por las mujeres a lo largo de las últimas décadas, así como en los siglos pasados.

En este clima de división, en el que parece estar en alza la proyección del odio contra muchos grupos, al tiempo que los extremistas de toda denominación manifiestan su desprecio a las instituciones democráticas, contamos con la certeza de que, en algún lugar, alguien —mucha gente, me atrevería a decir—  está tomando nota de todo lo que ocurre a partir de su propia experiencia. O quizá lo recuerden y lo anoten más adelante, si pueden.

¿Quedarán ocultos y reprimidos sus mensajes? ¿Aparecerán, siglos después, en una casa vieja, al otro lado de un muro?

Mantengamos la esperanza de que no lleguemos a eso. Yo confío en que no ocurra».

Nosotres también.

Fuentes

El cuento de la criada, Margaret Atwood, por Editorial Salamandra (2017).

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Ministerio de Cultura